Publicado en el Periódico El Restaurador - Año III N° 9 - Diciembre 2008 - Pags 8 a 11
Rosas y Urquiza ¿Amigos o enemigos?
Por
Norberto Jorge Chiviló
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La batalla de Caseros, Óleo de Carlos Penuti (1) |
Cuando
hace pocos meses atrás la
Legislatura de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires aprobó el proyecto por el que se
impuso el nombre de Juan Manuel de Rosas a la Terminal de subterráneos
de la línea B que se encuentra en pleno barrio de Villa Urquiza y a escasos
metros de la estación de FFCC, que lleva el nombre del vencedor de Caseros,
muchos vieron esta coincidencia de aproximación geográfica de ambas estaciones,
contrapuesta a lo que consideran como el agua y el aceite, entre Juan Manuel de
Rosas y Justo José de Urquiza, como dos personajes históricos contrapuestos, antagónicos,
como enemigos eternos. Pero ello no es así. Creo que a pesar que existen
notables diferencias, también existen muchísimas coincidencias entre ellos.
Estos
dos personajes históricos tuvieron una gran gravitación en la vida política de
nuestro país durante medio siglo. Juan Manuel de Rosas durante treinta y pico
de años (de 1820 aproximadamente hasta 1852) y Justo José de Urquiza, un poco
menos de veinte (1851 hasta 1870), totalizando ambos los cincuenta años a los
que me referí.
La
vida de estas dos personas a mi entender tienen hechos en común, que podemos
dividir en tres etapas. Una primera etapa que va desde fines de 1841 cuando Urquiza
es designado como Gobernador de Entre Ríos –antes había actuado como
lugarteniente del Gobernador Pascual Echagüe–
hasta el famoso “Pronunciamiento de Urquiza”, en 1851; una segunda etapa
desde ese hecho hasta la batalla de Caseros y la tercera desde allí hasta el
asesinato del entrerriano en 1870.
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En esa primera etapa encontramos a estos dos personajes, uno –Rosas– caudillo de la Provincia de Buenos Aires, con gravitación en toda la Confederación Argentina, au Jefe indiscutido, su cabeza visible, es quien detenta el ejercicio de las relaciones exteriores (es decir quien maneja las relaciones con los demás países). Es virtualmente el “Presidente” de la Confederación, como en alguna carta también lo designa San Martín y algunos otros personajes históricos nacionales y extranjeros. Las facultades que inviste Rosas, son también las facultades que la Constitución del 53 le confieren al Presidente.
El
otro personaje, Urquiza, se convierte en Gobernador de Entre Ríos en 1841 y
caudillo indiscutido de esa provincia y es uno de los mejores guerreros que
tiene la Confederación,
es Jefe del Ejército federal de reserva en 1845 y en 1849 Comandante en Jefe
del Ejército de Operaciones.
A
fines de la década del 40 y principios de la del 50 se estaba formando un
poderoso ejército, preparándose nuestro país para una futura confrontación con
el Brasil. Urquiza es su jefe (Ejército de Operaciones) y Rosas le provee de vituallas y armamentos.
Esta es una primera etapa de armonía entre estas dos personas.
También
podemos señalar ciertas diferencias. Cuando Rosas se hace cargo de la Gobernación de la Provincia de Buenos
Aires en 1829, renuncia a sus negocios particulares y privilegia durante todo
su gobierno, el interés de la
Nación a sus intereses particulares y a los de su clase (p.e.
ante los perjuicios que el bloqueo francés –1838/40– ocasiona a los estancieros
y saladeristas de la provincia, él privilegia el interés de la Nación, no acuerda con los
franceses, sino cuando estos se avienen a satisfacer las exigencias de nuestra
Nación).
Por
el contrario, Urquiza, no sólo no renuncia a sus negocios particulares, sino
que los incrementa y se fija más en su interés particular, que en el del país.
A
fines de la década del 40, Entre Ríos y Urquiza, se enriquecen del comercio con
la sitiada ciudad de Montevideo. Recordemos que en estos momentos en Montevideo,
sitiada por las fuerzas del presidente legítimo del Uruguay don Manuel Oribe,
secundados por los ejércitos –aliados– de la Confederación Argentina, se encontraban en poder
del caudillo colorado Rivera, apoyado por los emigrados unitarios argentinos y
por fuerzas francesas.
Urquiza,
es en esos momentos, uno de los jefes más importantes de la Confederación y no
obstante ello comerciaba con la plaza sitiada de Montevideo, en manos de los
enemigos de la Argentina,
de los que obtiene importantes ganancias.
El
principal comercio con esa Ciudad, es el de la venta de carnes. Urquiza,
principal ganadero de su provincia, resulta ser el primer beneficiado.
Las
balleneras que transportaban la carne a Montevideo regresaban con mercaderías
europeas que reenviaban a Buenos Aires. Era un gran negocio: comprar
mercaderías en Montevideo, llevarlas a Entre Ríos y de allí a Buenos Aires,
burlando la Ley
de Aduanas. Como entraban por Entre Ríos no pagaban derecho de importación de
aduana y se convertía así en contrabando.
La
salida de oro por Entre Ríos era el tercer negocio. En 1838, Rosas había
prohibido la exportación de oro desde Buenos Aires para mantener así con el
metálico que la garantizaba, el valor de la moneda. El oro –debido a su
imposibilidad de exportarlo– se conseguía barato en Buenos Aires; el negocio,
entonces, era comprar el oro en Buenos Aires y hacerlo salir por los puertos de
Entre Ríos, y era vendido a mayor precio en el extranjero, obteniéndose así una
considerable ganancia y convirtiéndose en un pingüe negocio. El oro que Rosas
había prohibido exportar de Buenos Aires, es llevado a Entre Ríos y de allí se
exporta, burlándose la prohibición. Con la venta de carne Urquiza tenía la
parte más importante y con los otros negocios era también beneficiario. Ese
comercio no podía ser impedido por Rosas, pero por dos decretos perjudicará los
negocios entrerrianos y urquicistas; por uno prohibía sacar el oro de Buenos Aires
para Entre Ríos y en el otro establecía que las mercaderías extranjeras
introducidas a Buenos Aires aún por buques nacionales, pagaran derechos
aduaneros.
Las
medidas tomadas por Rosas que benefician a la Confederación,
afectaron notablemente los intereses económicos del entrerriano y su provincia.
El
catalán Cuyás y Sampere, comerciante y agente de Urquiza, hará saber a los
enemigos de Rosas que Urquiza “Obrará según las circunstancias se presenten, y
como lo demanden los intereses de la provincia y los suyos personales”. Este
comerciante intermediará también entre Urquiza y los brasileros.
La
clase dirigente del Imperio del Brasil, avizorando el futuro no tan promisorio
del Imperio ante una probable guerra con la Argentina, tantearon a
Urquiza para que defeccionara de la Confederación por intermedio de su agente Cuyás y
Sampere, preguntándole insólitamente si en un probable conflicto entre la Confederación y el
Imperio, Urquiza se mantendría neutral. Recordemos que Urquiza era un general
argentino y la pregunta hubiera estado demás.
Ante
ese nuevo y probable conflicto, los brasileros sabían que no iba a repetirse lo
que había ocurrido en la primera guerra entre estos dos países entre 1826/28 en
la que las Provincias Unidas del Río de la Plata habían ganado la guerra en el campo de
batalla pero la habían perdido en la mesa de negociaciones, ya que una de las
principales provincias, la
Banda Oriental, se independizó. Ahora al frente de la Argentina, de la Confederación
Argentina, se encontraba Rosas y este no era ni un inexperto
ni un improvisado. Había enfrentado a las dos potencias más importantes del
globo (primero a Francia y luego a Francia e Inglaterra aliadas) y las había
derrotado. Estas se habían visto obligadas a firmar tratados que nunca habían celebrado
ni con otras potencias de primer orden y ni que hablar de “potencias” de
inferior rango como en esos momentos era la Argentina. Al Brasil la
cuestión se le presentaba así muy difícil, agravado ello por sus cuestiones
internas (esclavitud, movimientos secesionistas, etc….)
En
ese contexto, Urquiza pacta con los brasileros, acordando sacar del medio a
Rosas y se produce así el llamado “Pronunciamiento” el 1º de Mayo de 1851.
Se da así el desencuentro entre estos dos personajes. Urquiza pasa a ser llamado
en el resto de la
Confederación, el “loco traidor, inmundo unitario” y Rosas
pasa a ser considerado en Entre Ríos como “el tirano, el déspota…” y demás
epítetos. Esos calificativos se repiten en documentos, publicaciones, funciones
teatrales, etc. tanto de un lado como del otro. Esa etapa de desencuentros se
cierra prácticamente con el desenlace producida por la batalla de Caseros.
Rosas parte para su definitivo exilio en Inglaterra y Urquiza se convierte en
el nuevo hombre fuerte de la
Confederación.
A
partir de ese hecho de armas, comienza la tercera etapa de acercamiento que es
la más interesante en lo que hace a la relación Rosas-Urquiza. A partir de un
gesto de Urquiza que pasaré a comentar, estos dos hombres tendrán una
correspondencia epistolar seria, respetuosa, cordial, exenta de reproches tanto
de un lado como del otro, tendrá también reconocimientos de un lado y del otro,
se darán consejos, en fin… un trato de amigos.
Caído
Rosas, Urquiza se convierte en el “Director Provisorio“ de la Confederación y nombra
Gobernador Provisorio de la provincia de Buenos Aires al autor del Himno
Nacional, Vicente López y Planes, antiguo rosista y miembro del Tribunal de Justicia, padre del unitario, emigrado en Montevideo, Vicente Fidel López.
Inmediatamente
después de Caseros, retornan a Buenos Aires, los unitarios emigrados, quienes
comienzan a tener gravitación importante en el nuevo gobierno de Buenos Aires.
Vicente López y Planes, como dije, antiguo rosista, y que había escrito poemas
laudatorios a Rosas, se convierte de la noche a la mañana, en antirrosista y a
instancias de su hijo –Vicente Fidel– y de otros unitarios, a pocos días de
Caseros, esto es el 16 de febrero de 1852, por decreto ordena que “Todas las
propiedades de todo género pertenecientes a Don Juan Manuel de Rosas, y
existentes en el territorio de la
Provincia, son de pertenencia pública”, ello importaba ni mas
ni menos que confiscación de todos los bienes del ex dictador.
Advirtiendo
lo injusto de la medida, meses después (7 de agosto) Urquiza deroga este
decreto confiscatorio de los bienes de Rosas. En los Considerandos de ese
Decreto de Urquiza, se reconoce que la medida adoptada con los bienes de Rosas
fue una “rigurosa confiscación” y “Que la confiscación considerada como pena,
atenta contra la moral pública y gravita muy principalmente sobre personas
inocentes” y sigue diciendo “Que en el presente caso, los bienes de don Juan
Manuel Rosas, apropiados al Tesoro Público… no han producido para éste ventaja
alguna, porque los bienes confiscados han sido disipados en parte, y aún quizá
convertidos en provecho de los que ningún derecho han podido alegar a ellos” y
ordena entregar los bienes al apoderado de Rosas, Juan Nepomuceno Terrero.
A
raíz de esta medida reparatoria de Urquiza, Rosas por intermedio de su
apoderado Terrero, puede vender una de sus estancias, la San Martín y así
obtiene un desahogo económico en su exilio.
Pero
al poco tiempo se produce en la provincia la revolución liberal del 11 de setiembre de 1852, Esta revolución promovida por unitarios y antiguos rosistas,
produce que esta provincia se secesione o se separe de la Confederación
Argentina, convirtiéndose en el Estado de Buenos Aires,
prácticamente un estado independiente, con ejército, armada y diplomacia
propia.
Producida
esta revolución se restablece la confiscación a los bienes de Rosas y los
antiguos enemigos de Rosas, ahora se convierten también en enemigos de Urquiza,
y tildan a éste con los mismos epítetos con que otrora se referían al dictador
Rosas. Las publicaciones de Buenos Aires, no ahorran calificaciones contra
Urquiza. A ambos personajes de nuestra historia, Rosas y Urquiza, sus
coincidentes enemigos, los tildaron de “tiranos”.
Cuando
en la Legislatura,
se estaba discutiendo en el año 1857 el proyecto de la ley que declaró a Rosas
“reo de lesa Patria”, el diputado Albarellos, indignado porque Urquiza ha
recibido una condecoración del Papa exclama:
“¿Qué diríamos de Urquiza? ¿Hay uno sólo que creyera que Urquiza
no es tan criminal o más bárbaro que Rosas? Y sin embargo, ¿qué dirá la
historia cuando se diga que el Papa le ha hecho regalos suntuosos y le ha
mandado condecoraciones y reliquias sagradas? Yo pregunto si pasados algunos
años en que esta generación haya desaparecido, si no desempeñará un rol
grandioso en la historia como humano y buen cristiano, el infame tirano
Urquiza. Lo mismo sucederá con Rosas… Lancemos sobre Rosas este anatema que,
tal vez, sea el único que pueda hacerle mal en la historia, porque, de otro
modo ha de ser dudosa siempre su tiranía y también sus crímenes”.
En ese debate, otro
diputado, Navarro Viola, dijo: “…ya para que éste –refiriéndose a Urquiza– no
pueda traernos a su amigo Rosas…”
Otro diputado, Rufino de Elizalde, también manifestó: “El general Urquiza no puede dejar de sentirse atacado por esta ley. Ella establece que todos los delitos cometidos en abuso del poder público, lo ponen en el caso de ser declarado traidor, que todos los delitos comunes lo ponen bajo la acción de la justicia ordinaria y que, todos los bienes usurpados tienen que responder a los perjuicios por él originados. Ha de sentir pues que se le pega un pistoletazo en el corazón”.
Así pretendía este Diputado que con la sanción de esta ley contra Rosas, se preparara el cadalso de Urquiza.Otro diputado, Rufino de Elizalde, también manifestó: “El general Urquiza no puede dejar de sentirse atacado por esta ley. Ella establece que todos los delitos cometidos en abuso del poder público, lo ponen en el caso de ser declarado traidor, que todos los delitos comunes lo ponen bajo la acción de la justicia ordinaria y que, todos los bienes usurpados tienen que responder a los perjuicios por él originados. Ha de sentir pues que se le pega un pistoletazo en el corazón”.
Así pretendía este Diputado que con la sanción de esta ley contra Rosas, se preparara el cadalso de Urquiza.
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Condecoración otorgada por Pio IX a Urquiza
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Allá en Southampton, Rosas, estaba
convencido ya en 1852, de que Urquiza seguiría su mismo camino del exilio.
En
la visita que el Señor Carlos Lumb le hizo en 1852, encontró a Rosas pescando a
la vera de un arroyuelo cercano a la ciudad, como lo hacía antes en Palermo.
Dice Lumb que al advertir que Rosas, además de la caña que retenía entre sus
manos, conservaba a su lado otra, aparentemente sin objeto. Creyó que ella
estaba destinada a Manuelita y para salir de su curiosidad preguntó:
–¿Y
esa otra caña, general? ¿Es para mi señorita doña Manuelita?
–No,
contestó Rosas sonriendo socarronamente. Es para mi amigo Urquiza, que no ha de
tardar mucho en seguirme.
En sus memorias el General Ignacio
Hamilton Fotheringham, cuenta lo siguiente: “Afuera de Southampton, en Shirley,
tenia Rosas un pequeño farm o estancia. Cuatro vacas, algunas ovejas,
pocos caballos: Los Cerrillos en miniatura, como para recordar, acaso, a
la patria. En su salón, allá en la casa de The Crescent, tenia dos
grandes sillones rojos; él ocupaba uno, el mismo siempre y a la visita que
intentaba sentarse en el otro, la detenía con un… "Dispense, no se siente
en ese sillón, pues espero al general Urquiza... "
Al pensar de esa manera, Rosas no
estaba tan alejado de la realidad. Recordemos que Sarmiento, a raíz de la batalla
de Pavón, propugnó, otra vez, el asesinato de Urquiza escribiendo al general
Mitre: “Urquiza debe desaparecer de la escena, cueste lo que cueste.
Southampton o la horca”
Caído en desgracia Rosas después de su
derrota en Caseros, mantuvo correspondencia con su antiguo adversario Urquiza,
a quien respetó en su investidura presidencial. Posteriormente y en algún momento, Urquiza,
contribuyó con una suma de dinero a paliar las dificultades económicas de
Rosas, quien a su vez se obligó a la devolución del dinero con sus intereses,
cuando recuperase sus bienes.
Juan Bautista Alberdi, nombrado
embajador por el Gobierno de la Confederación
Argentina, a cuyo frente se encontraba Urquiza como primer
presidente constitucional, para desempeñarse ante diversos gobiernos europeos,
en Inglaterra conoció a Rosas, también su antiguo adversario. Olvidando
viejos odios y rencores, dialogan con palabras corteses y con respeto. Alberdi
queda impresionado de ese primer contacto con el ex dictador argentino, por su
dignidad y por su conducta y cómo se refiere a su ex contendiente Urquiza y a la Confederación que
este presidía.
En carta que Alberdi le remite a Urquiza el 3 de
noviembre de 1857, le comenta sobre esta entrevista:
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Medalla con la efigie de Urquiza
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“Me
ha tratado en todo como al representante de la República Argentina
en Europa. Después del señor Balcarse, ningún porteño de los que están
en Europa, me ha tratado con más miramientos que el general Rosas…Me ha
repetido que para él no hay más que una Nación Argentina y una sola autoridad
soberana de la Nación. El
la vé en el Congreso y en la autoridad que reside en el Paraná...”
También
existió una interesante correspondencia entre Rosas y Urquiza. En la carta que
el Primer Presidente constitucional de los argentinos le remite a Rosas el 24
de agosto de 1858 la dirige a “Mi distinguido amigo” y termina esa carta con
estas palabras: “Debo aprovechar esta ocasión para agradecerle los recuerdos
honrosos de mi persona que ha hecho a algunos amigos, y asegurarle que yo deseo
de V. me considere como su verdadero amigo y afectuoso S/Servidor”.
En
otra carta del 27 de diciembre de 1858, dirigida a Rosas como “Mi estimado
amigo”, le dice: “Soy muy sensible a la expresión noble de los sentimientos de
cariño y gratitud que me dedica, correspondiendo a los que yo le profeso por
impulsos a que no son de ninguna manera extraños sus propios merecimientos” y
la termina: ”Aprovecho esta oportunidad para repetirle que soi su afmo. Amigo y
S. Servidor”, en otra carta del 15 de febrero de 1859, se despide de él, así:
“En la efusión de estos sentimientos yo lo abrazo felicitando a V. al patriota
y al amigo y me reitero Su afmo. Servidor”
A
su vez Rosas en carta a Urquiza del 7 de octubre de 1858, se la dirige a
“Excmo. Señor y muy querido amigo” y la termina también con estas palabras
“…con que soy. Excmo. Señor, de V.E. perdurable amigo”. Y en otra carta de
abril 8 de 1859 en la que felicita al Gral. Urquiza por sus gestiones
realizadas para poner fin a las tensiones que se habían suscitado entre el
Paraguay y los Estados Unidos, la termina con esta palabras: “… me he visto enternecido al recibir el abrazo congratulatorio,
que V. E. me ha enviado, como al Patriota y al Amigo. Si, Exmo.
Señor y mi muy amado Amigo; con ternura he recibido ese abrazo dulce de
V. E. que correspondo con lo más expresivo de la conciencia, de mi corazón y de
mi alma…debemos ponernos del lado de V. E. para ayudarlo, según cada uno pueda,
tanto en sus aciértos, como en sus errores, puesto que constantemente he
creido, que siempre en todo cuanto V. E. comprenda y haga, según su juicio y su
conciencia, muchos mas han de ser sus aciertos que sus errores… Al cerrar la
presente permítame V. E. reiterarle mi entrañable congratulación por la Paz anunciada. Paz gloriosa
que debemos al acierto de la sabiduría especial con que Dios ha dotado a
V. E. Y así, con toda la intensidad de mi estimación, reciba V. E. las seguridades
de mi lealtad y el íntimo afecto conque soy de V. E., Exmo. Señor”.
La Sra. Josefa Gómez (Pepita
Gómez), amiga del Restaurador y que por aquellos tiempos se había entrevistado
con el Gral. Urquiza, en carta a Rosas el 10 de marzo de 1864, le manifestó: “Siete días estube en San José,
pués, no quería el General (Urquiza), que me viniera, y yo deseava regresar por
la salida del vapor frances que conduce esta, y por otras muchas atenciones que
me rodean. Muy largo me sería detallarle todo lo que conversamos en esos siete
días, siendo la principal materia “el dolor con que recuerda su gran
error y crimen”, (son las palabras del General Urquiza) en haber dado en tierra
con el Gobo. de V. y sobre esto con considerandos elocuentes, que presenta la terrible
situación de la republica Argentina nuestra desgraciada patria común”.
Producido
el asesinato del caudillo entrerriano el 11 de abril de 1870, Rosas, entristecido
por la noticia, en una carta que dirige
a su amigo Federico Terrero el 5 de junio de 1870 se refiere al “desgraciado
fin de su Excelencia el señor capitán general Urquiza… Últimamente, poco antes
de la triste noticia de su asesinato, le escribí…”
Cuando
el 28 de noviembre de 1870, se dirige a la viuda de su amigo, Doña Dolores de
Urquiza, le manifiesta
“Antes
no he dirigido a V. esta mi dolorosa carta… Lo hago hoy, pensando no ser
prudente demorar mas tiempo, este deber de mi amistad agradecida… Sigo
compadeciendo, y acompañando a V., en los penosos días de su alma desolada… no
tenemos porqué dudar de que nuestro noble amigo, el Excelentísimo Señor Capitán
Dn. Justo José de Urquiza, ha pasado a mejor vida, en las delicias eternas,
donde ruega a Dios por V., sus queridos hijos, por todos sus amigos, sus
enemigos y el bien de su Patria. Disponga V. del íntimo afecto, y mejores
deseos conqué soy de V. Señora, agradecido amigo”.
No
quiero dejar de mencionar, por último, aquella carta del 24 de agosto de 1858 cuando
Urquiza le dice a su amigo Rosas:
“…Yo y algunos
amigos de Entre Ríos estaríamos dispuestos á enviar á V. alguna suma para
ayudarlo a sus gastos, si no nos detuviese el no ofender su susceptibilidad, y
le agradecería que nos manifestase que aceptaría esta demostración de algunos
individuos que más de una vez han obedecido sus órdenes. Ella no importaría
otra cosa que la expresión de buenos sentimientos que le guardan los mismos que
contribuyeron a su caída, pero que no olvidan la consideración que se debe al
que ha hecho tan gran figura en el país, y a los servicios mui altos que le
debe, y que soi el primero en reconocer, servicios cuya gloria nadie puede
arrebatarle, y son los que se refieren a la energía con que siempre sostuvo los
derechos de la Soberanía
é independencia nacional”.
(1) En la pintura se observan el mirador y el palomar de Caseros.