Publicado en el Periódico El Restaurador - Año IV N° 13 - Diciembre 2009 - Pag. 15
Para pensar
Publicado en el diario “La Prensa” el día 11 de
octubre de 2009, en la columna “Los fantasmas del pasado”
El Día de la Raza
Por Armando Alonso Piñeiro
Aquí estamos, una vez más, en
vísperas del aniversario del Descubrimiento de América. Es decir, se celebrará
mañana el Día de la Raza,
lo quieran o no los racistas que irónicamente reivindican el imperialismo de
las civilizaciones precolombinas. Incas, aztecas, apaches, sioux, mapuches
eran agrupaciones divididas en castas y caracterizadas por sus ritos
sanguinarios, sus luchas fratricidas y sus bárbaras expansiones imperiales en
detrimento de sus vecinos.
Muchos siglos más tarde, un
presidente argentino, -el radical Hipólito Yrigoyen- firmó en 1916 un decreto
fundamental, declarando el 12 de octubre como fiesta nacional. Curiosa y
lamentablemente, en ninguna parte del documento, en ninguna parte de sus tres
considerandos, se menciona la expresión “Día de la Raza”, que surgiría
espontáneamente al poco tiempo como expresión de la voluntad popular. Sí, reconoce
el decreto que "El descubrimiento de América es el acontecimiento más
trascendental que haya realizado la humanidad a través de los tiempos, pues
todas las renovaciones posteriores derivan de este asombroso suceso, que a la
par que amplió los límites de la tierra, abrió insospechados horizontes al
espíritu". De manera que, en primer lugar, quienes afirman que Yrigoyen
bautizó el 12 de octubre como Día de la Raza adolecen, por cierto, de ignorancia
elemental.
Pero vaya y pase la insipiencia.
Lo grave es que aquellos opuestos a la conmemoración se basan en la pretendida
creencia de un "genocidio" español sobre los aborígenes, algo que
nunca existió y que no puede ser probado documentalmente. Por añadidura, ni
siquiera existía la necesidad de tal genocidio -palabra mal empleada, puesto
que nació a mediados del siglo XX-, ya que en la época precolombina no
existían elementos aplicables a una matanza generalizada e indiscriminada,
salvo las que hicieron los propios pueblos indigenistas. Como lo escribiera Julián
Marías, los habitantes de este continente "no tenían noción de su existencia,
de su conjunto, de su alcance. No se conocían, no habían recorrido su cuerpo,
no podían hablar entre sí. Se hablaban centenares, acaso millares de lenguas,
la mayoría de las cuales se reducían a pequeños territorios, a tribus aisladas
que no tenían nada en común".
Ahora bien. Quienes están en contra
del Día de la Raza
incurren en una grave actitud racista, y deben ser denunciados ante el
Instituto Nacional contra la
Discriminación (INADI) al cometer un acto de discriminación
en perjuicio de la raza, es decir, de la raza humana. Equivocar raza por
racismo es otro acto de ignorancia. Hace exactamente dos años, Hipólito Solari
Yrigoyen afirmó con acierto que intentar cambiar la denominación tradicional
del 12 de Octubre perpetra el aludido delito, pues no existe ningún fundamento
que "autorice a invocar que el Día de la Raza que se recuerda en la Argentina exalte a
alguna etnia en desmedro de otras, sino que las incluye a todas como integrantes
de la raza humana. La denominación lleva implícita, por lo tanto, un reconocimiento
de nuestro pluralismo étnico y cultural".
El Día de la Raza es, por otra parte, el
nacimiento de la etnia criolla, que no se hubiera creado si no fuera por la
empresa colombina, por el respeto escrupuloso -entre otros méritos- del
gobierno peninsular ante las costumbres indígenas. Tan es así que un siglo
después del Descubrimiento, el gobierno de Felipe II, por intermedio del
Consejo de Indias, se negó a imponer obligatoriamente el idioma castellano
-luego conocido como español- con estas sabias palabras del monarca refiriéndose
a los aborígenes: "No parece conveniente forzarlos a abandonar su lengua
natural, sólo habrá que disponer unos maestros para los que quieran
aprender".
Cuando elementos ajenos a la
concordia y la comprensión de la historia pretenden enarbolar pendones de
hostil oposición, cuando se intenta deslucir la gesta inmortal con bastardas
apelaciones a falsas reivindicaciones indigenistas, el 12 de Octubre nos viene
a recordar que el heroísmo de la
España eterna significó fundar un Nuevo Mundo a la faz del
mundo clásico y sentar los principios humanos de una nueva dignidad humana,
basada en la fusión de dos razas ávidas de mutuo conocimiento. Sobre este
hecho se erige toda la grandeza del Descubrimiento y la Colonización, regados
con la roja sangre común de ambos linajes, el talento y el empuje, la fiera
convicción y la honda pulsación, en definitiva el secreto latido de la historia
que nos impone su legado desde los arcanos ancestrales del pasado solidario.