martes, 1 de diciembre de 2009

Para pensar - Alonso Piñeiro - Día de la Raza

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año IV N° 13 - Diciembre 2009 - Pag. 15   

Para pensar

Publicado en el diario “La Prensa” el día 11 de octubre de 2009, en la columna “Los fantasmas del pasado”

El Día de la Raza

Por Armando Alonso Piñeiro

Aquí estamos, una vez más, en vísperas del aniversario del Descubri­miento de América. Es decir, se ce­lebrará mañana el Día de la Raza, lo quieran o no los racistas que irónica­mente reivindican el imperialismo de las civilizaciones precolombinas. Incas, aztecas, apaches, sioux, mapu­ches eran agrupaciones divididas en castas y caracterizadas por sus ritos sanguinarios, sus luchas fratricidas y sus bárbaras expansiones imperia­les en detrimento de sus vecinos.

Muchos siglos más tarde, un pre­sidente argentino, -el radical Hipó­lito Yrigoyen- firmó en 1916 un de­creto fundamental, declarando el 12 de octubre como fiesta nacional. Curiosa y lamentablemente, en ninguna parte del documento, en ninguna parte de sus tres considerandos, se menciona la expresión “Día de la Raza”, que surgiría espontáneamente al poco tiempo como expresión de la voluntad popular. Sí, reconoce el decreto que "El descu­brimiento de América es el aconte­cimiento más trascendental que ha­ya realizado la humanidad a través de los tiempos, pues todas las reno­vaciones posteriores derivan de este asombroso suceso, que a la par que amplió los límites de la tierra, abrió insospechados horizontes al espíritu". De manera que, en pri­mer lugar, quienes afirman que Yri­goyen bautizó el 12 de octubre co­mo Día de la Raza adolecen, por cierto, de ignorancia elemental.

Pero vaya y pase la insipiencia. Lo grave es que aquellos opuestos a la conmemoración se basan en la pre­tendida creencia de un "genocidio" español sobre los aborígenes, algo que nunca existió y que no puede ser probado documentalmente. Por añadidura, ni siquiera existía la ne­cesidad de tal genocidio -palabra mal empleada, puesto que nació a me­diados del siglo XX-, ya que en la época precolombina no existían elementos aplicables a una matanza ge­neralizada e indiscriminada, salvo las que hicieron los propios pueblos indigenistas. Como lo escribiera Ju­lián Marías, los habitantes de este continente "no tenían noción de su existencia, de su conjunto, de su al­cance. No se conocían, no habían re­corrido su cuerpo, no podían hablar entre sí. Se hablaban centenares, aca­so millares de lenguas, la mayoría de las cuales se reducían a pequeños territorios, a tribus aisladas que no te­nían nada en común".

Ahora bien. Quienes están en contra del Día de la Raza incurren en una grave actitud racista, y deben ser denunciados ante el Instituto Nacional contra la Discriminación (INADI) al cometer un acto de dis­criminación en perjuicio de la raza, es decir, de la raza humana. Equivo­car raza por racismo es otro acto de ignorancia. Hace exactamente dos años, Hipólito Solari Yrigoyen afir­mó con acierto que intentar cam­biar la denominación tradicional del 12 de Octubre perpetra el aludido delito, pues no existe ningún fundamento que "autorice a invo­car que el Día de la Raza que se re­cuerda en la Argentina exalte a alguna etnia en desmedro de otras, si­no que las incluye a todas como in­tegrantes de la raza humana. La denominación lleva implícita, por lo tanto, un reconocimiento de nues­tro pluralismo étnico y cultural".

El Día de la Raza es, por otra par­te, el nacimiento de la etnia criolla, que no se hubiera creado si no fue­ra por la empresa colombina, por el respeto escrupuloso -entre otros méritos- del gobierno peninsular ante las costumbres indígenas. Tan es así que un siglo después del Des­cubrimiento, el gobierno de Felipe II, por intermedio del Consejo de Indias, se negó a imponer obligatoriamente el idioma castellano -lue­go conocido como español- con estas sabias palabras del monarca re­firiéndose a los aborígenes: "No pa­rece conveniente forzarlos a aban­donar su lengua natural, sólo habrá que disponer unos maestros para los que quieran aprender".

Cuando elementos ajenos a la concordia y la comprensión de la historia pretenden enarbolar pen­dones de hostil oposición, cuando se intenta deslucir la gesta inmortal con bastardas apelaciones a falsas reivindicaciones indigenistas, el 12 de Octubre nos viene a recordar que el heroísmo de la España eterna sig­nificó fundar un Nuevo Mundo a la faz del mundo clásico y sentar los principios humanos de una nueva dignidad humana, basada en la fu­sión de dos razas ávidas de mutuo conocimiento. Sobre este hecho se erige toda la grandeza del Descubri­miento y la Colonización, regados con la roja sangre común de ambos linajes, el talento y el empuje, la fie­ra convicción y la honda pulsación, en definitiva el secreto latido de la historia que nos impone su legado desde los arcanos ancestrales del pa­sado solidario.