Publicado en el Periódico El Restaurador - Año IV N° 13 - Diciembre 2009 - Pag. 7
Opiniones
Sábato y Falú |
Durante su juventud, militó en el Partido Comunista, llegando a ser
Secretario General de
En 1934 escribió su primera novela:
En 1943, abandona definitivamente la ciencia para dedicarse a la
literatura y la pintura.
En 1945 el diario
En 1948 publicó su otra novela El
Túnel, en 1961 editó Sobre Héroes y
Tumbas –considerada como una de las mejores obras de la literatura
argentina– y en 1974: Abaddón el
Exterminador, todas ellas de trascendencia internacional. Fue autor también
de innumerables ensayos.
Algunas de sus
novelas fueron adaptadas al cine y muchas de sus obras fueron traducidas y
editadas en varios idiomas.
En 1965 se lanzó el disco Romance de la muerte de Juan Lavalle, con canciones
con letra de Sábato y música de Eduardo Falú.
Recibió innumerables
premios, fue reconocido por Universidades y nombrado ciudadano ilustre de la
ciudades más importantes de nuestro país y del extranjero.
Con la llegada del
gobierno democrático en 1983, Ernesto Sábato, fué nombrado Presidente de
Actualmente reside
en la localidad de Santos Lugares (Ptdo. de Tres de Febrero), vecina a nuestra Ciudad,
donde se dedica a la pintura, ya que por prescripción médica, no puede leer ni
escribir.
He aquí su opinión
sobre Rosas:
"En muchas
oportunidades, como en una carta a Clarín en 1966, afirmé que es una triste
muestra de inmadurez política y espiritual el exilio póstumo de don Juan Manuel de Rosas. Un hombre que luchó
por la soberanía nacional contra potentes enemigos de fuera, así como contra
los argentinos que desde dentro los apoyaban; en una época en que no había
organismos internacionales que permiten exponer y haga condenar las agresiones,
cuando un pequeño país solo podía confiar en la decisión, el coraje y el honor
de sus hombres."
"Sus
adversarios mencionan una extensa lista de errores y de violencias, pero no
mencionan los errores y violencias que ellos mismos cometieron. Sea como fuere,
una nación no se logra con la negación sistemática de los que contribuyeron a
su fundamento, sino sobre el diálogo de buena fe, la crítica constructiva y el
reconocimiento de los hechos, positivos del adversario, por encima de las
diversas maneras de entender la complejísima realidad política y social. Y si
no miremos cualquier país maduro, Francia, por ejemplo, donde las arduas
querellas no han intentado borrar los nombres de los grandes conductores; donde
hasta los más acérrimos enemigos de Napoleón caminan todos los días por la
calle Bonaparte y por las avenidas que conmemoran sus batallas".
"Aquí, en cambio, en esta ciudad de Buenos Aires, hay calles que celebran la memoria de modestos concejales, por el solo mérito, quizá, de haber promovido la lucha contra el tabaco, o exigido salivaderas en los lugares públicos; pero no hay una sola calle, y mucho menos una avenida, para hombres como Rosas o Quiroga".