Publicado en el Periódico El Restaurador - Año IV N° 13 - Diciembre 2009 - Pag. 6
A 50 años de su muerte, recordamos a un dibujante y pintor
argentino por excelencia: Florencio Molina Campos.
Por el
Federal Apostólico
Siendo
niño, Florencio, pasó sus vacaciones en la estancia de su familia en el Tuyú
(Madariaga, Pcia. de Buenos Aires), llamada Los Angeles, -de allí que tanto él
como sus nueves hermanos, llevarán como segundo nombre “de los Angeles”-, y
después en la estancia arrendada,
En
1926 expuso sus cuadros en su primera exposición que se realizó en el Galpón
Central de
“En
1930 Alpargatas le encargó 12 obras para ilustrar su almanaque del año
siguiente. En cada una de ellas Molina Campos representó la actividad campesina
principal correspondiente a cada mes: las fiestas del año nuevo, el carnaval,
etc. Ante el gran suceso, continuó realizándolos desde
En
el momento en que la empresa Alpargatas le encargó las primeras doce pinturas,
las obras del artista se vendían en $ 70, pero esa empresa le pagó a razón de $
500 por cada una de ellas.
Esos
almanaques se hicieron famosos no solo en nuestro país, sino también en los
países vecinos, donde fueron infaltables en cada casa o establecimiento de
campo y aún de la ciudad. Tal fue el éxito, que esos almanaques siguieron adornando
las paredes, no obstante el paso del tiempo y cuando ya ese calendario en sí
había perdido actualidad, convirtiéndose así en la primer pinacoteca popular
del arte nacional y que cada familia atesoraba con cariño. Su obra fue así
ampliamente conocida y reconocida.
En
el diario
Sus
obras fueron expuestas no solo en nuestro país, sino también en París, Nueva York,
San Francisco, etc.
Walt
Disney, -uno de sus admiradores- lo contrató para que lo asesorara para la
realización de varias películas: “Goofy goes gaucho”, “The Flying Gaucho” y
“Saludos Amigos”.
La
témpera era la técnica que le resultaba más cómoda, pero sin embargo también
dominó el óleo. Gustaba pintar a la tardecita o de noche sobre un tablero de
arquitecto.
Fumaba
habanos que un comercio de Buenos Aires, le traía directamente de Cuba.
En
la localidad de Moreno, a la orilla del río de
Es una característica de este
artista la deformación armoniosa del rostro de sus personajes -como decía el
pintor Pio Colivadino-, lo que los hace simpáticos y agradables, con sus ojos
saltones y su nariz agrandada. No ridiculizaba a sus personajes, como alguno ha
dicho, sino que exageraba sus rasgos. Se pueden apreciar en toda su obra, los
más mínimos detalles, ya sea en el paisaje, en las construcciones, en los
animales –el pelaje de los caballos por ejemplo-, en los carruajes, en las
“pilchas” de los paisanos y paisanas, como está “emprendado” un caballo… y en
las distintas situaciones.
Benito Quinquela Martín, dijo “Su
poder grotesco tiene el mismo poder de arrancar la risa. Eso es mucho en un
artista”
Es
imposible ver y admirar la obra de este artista, sin que le arranque a uno una
sonrisa y el recuerdo de alguna persona, parecida a los personajes de don Florencio.
Refugos. Molina Campos |