Publicado en el Periódico El Restaurador - Año III N° 11 - Junio 2009 - Pags. 10 y 11
EL TUNEL
(Historia de otra conspiración
unitaria)
Por la profesora Beatriz Celina Doallo
|
Emblema de la Policía |
Los terrenos de la
zona céntrica de la ciudad de Buenos Aires, especialmente en las adyacencias de
la Plaza de
Mayo, están horadados por túneles ligados, en algunos casos, con otros. Cuando
las autoridades hispanas construyeron el Fuerte la experiencia les hizo
practicar una galería subterránea que serviría de escape si la situación –ataque
de indios o de naves piratas– lo exigía. Ese túnel es el único que se menciona
en la documentación que se enviaba al Consejo de Indias, por lo que tiene el
status de obra pública.
No ocurrió lo
mismo con el resto; a medida que se edificaban otros edificios para actividades
de gobierno, como la
Aduana Nueva, o iglesias y conventos, se prolongó y bifurcó
esa galería original, realizándose otras que comunicaban las recientes
construcciones entre sí. Esas obras subsiguientes carecen de documentación
oficial y se asegura que se realizaron con el mayor secreto, utilizando a
indígenas que al concluir los trabajos eran devueltos a sus tolderías. Pese al sigilo,
es poco creíble que la población ignorara tales obras por la extracción de
enormes cantidades de tierra producto de las excavaciones y la presencia de los
indios que trabajaban en las mismas. Un misterio equiparable con el del tesoro
del virrey Sobremonte...
Los túneles fueron olvidados y su
existencia fue redescubriéndose durante las excavaciones para construir los
grandes edificios que rodean la
Casa Rosada y las líneas de subterráneos “C” y “D”; la
mayoría estaban en malas condiciones, obstruídos por derrumbes, y fueron
rellenados. Los que se hallaban bajo el antiguo emplazamiento del Fuerte se
descubrieron en 1942 y en 1957 se utilizaron para instalar el Museo de la Casa de Gobierno.
En 1983 la Comisión de la Manzana de las Luces,
ayudada económicamente por entidades extranjeras dedicadas a revalorizar
monumentos y lugares históricos, hizo excavar, apuntalar y poner en condiciones
de ser transitadas las galerías de su subsuelo, que ahora pueden recorrerse en
visitas guiadas. Con el hallazgo de cada nuevo túnel la imaginación
periodística y ciudadana ha dado rienda suelta a diversas hipótesis acerca de
su existencia, que se pueden sintetizar en cuatro teorías:
1) Que fueron realizados para
actividades clandestinas, tales como contrabando de esclavos y de mercancías.
2) Que se destinaban a refugio de los
pobladores en caso de ataque de indios o de piratas, lo cual nunca ocurrió.
3) Que se hicieron para dar protección
en caso de persecuciones religiosas, lo que es inaceptable puesto que la
población era mayoritariamente católica y existía tolerancia hacia otras
religiones.
4) Que eran canales de desagüe para
conducir al río las aguas provenientes de fuertes lluvias o inundaciones. Esta
suposición es tan inadmisible como la anterior porque varios túneles fueron
construídos a una profundidad de quince metros, y Santa María de los Buenos
Aires tenía sus desagües naturales con arroyos que, como el Maldonado,
posteriormente fueron entubados.
No todos los
túneles estaban conectados entre sí; se han hallado galerías subterráneas
aisladas que tal vez fueron construídas para escondite, depósito de mercaderías
o bodegas autorizadas, como las que en épocas actuales sirvieron para instalar El Lagar del Virrey en Recoleta o Michelángelo en San Telmo.
En La
Gaceta Mercantil del 17 de abril de 1848 un artículo hizo
referencia a la “posible existencia” de un túnel que llegaba hasta la calle
Comercio (hoy Humberto 1º) en su esquina con Balcarce, donde estaba el Hospital
de Hombres. Esa noticia, aparentemente sin relación con suceso alguno, fue la
primera información de prensa relacionada con los túneles, y tuvo su correlato
el 16 de mayo con la reproducción de una nota enviada, el 12 de ese mismo mes,
por el Jefe de Policía Juan Moreno (1) al Juez de Primera Instancia en lo
Criminal, doctor Eustaquio José Torres. En la misma le informaba que en febrero
de ese año el Comisario de la
Sección 2a –Buenos Aires estaba dividida en cuatro
Secciones policiales– había descubierto en la fonda de la calle Belgrano 99
(numeración de la época) “la boca de una mina de explosión, cuya entrada
principal se ubicó en el n° 97 de la misma calle”.
En la calle Belgrano 97 había un
almacén cuyo propietario se llamaba Claudio Stegman. En la comunicación al
Juez, Moreno explicitaba su problema: “si ese túnel es más bien una de esas
minas de que hay tradición se hicieron en el país en otros años, o si se trata
de un complot de los salvajes unitarios”. Esta última suposición tenía
fundamento: la casa del Gobernador Juan Manuel de Rosas estaba en la calle
Restaurador Rosas (actualmente Moreno), esquina Universidad (hoy Bolívar), y el
túnel descubierto en la calle Belgrano era lindero con los fondos de esa casa.
Para cerciorarse
Moreno se arriesgó a descender por el aljibe de una casa en Belgrano 93, y
encontró a 5 metros
de profundidad dos entradas subterráneas. Ingresó a ambas, las halló obstruídas
y concluyó su examen por tener dificultades para respirar. Pasó el asunto a
algunos técnicos para que continuaran la investigación; el ingeniero Felipe
Senillosa fue el primero en informar que el túnel de Belgrano 99 era ”una mina
de explosión construida hace poco tiempo”. El inglés Samuel Weigel, vecino del
Partido de La Matanza,
a quien se requirió su opinión por haber sido minero en su país natal y también
en Famatina (La Rioja),
estuvo de acuerdo con Senillosa. Los ingenieros Feliciano Chiclana y Saturnino
Salas, y el coronel de Artillería José de Arenales, dibujaron planos de la
dirección y ubicación de ese túnel y de los dos subterráneos que explorara
Moreno, y dictaminaron que eran de construcción reciente, con lo cual se afirmó
la hipótesis de que se trataba de una conspiración unitaria para volar la casa
del Gobernador.
El asunto
comprometía al almacenero Claudio Stegman, quien había hecho en su almacén
algunas obras de construcción durante las cuales, por fuerza, debió ponerse en
evidencia el túnel clandestino. Stegman negó que los obreros le hubieran
informado acerca del mismo, que, por el estado en que se hallaba, había sido
dejado inconcluso. La investigación de Moreno no pudo ir más allá y la concluyó
enviando a Rosas los tres planos del túnel y sus bifurcaciones descubiertas, y
un parte en que detalló las exploraciones realizadas y los informes de los
técnicos.
En el parte Moreno
hizo un poco de historia, mencionando otros túneles, uno de ellos realizado en
1806 para hacer volar el cuartel inglés de La Ranchería durante la primera
de las invasiones inglesas y otro, de ese mismo año 1848, en los fondos del
almacén ubicado en la calle Universidad 97, explorado a raíz de que alguien
denunciara que allí existía un depósito ilegal de armas. El armamento no había
sido encontrado y no se dio más significación a ese túnel hasta que los
técnicos que trabajaron en el caso de la calle Belgrano 99 acordaron que había
sido prolongado en parte hacia la casa de Rosas.
A mediados del año
1848 el túnel principal y los secundarios que convergían al mismo fueron
rellenados y tapiados. Al parecer, Rosas restó importancia a las excavaciones y
a la noticia de una conspiración de sus enemigos para volar su casa, matando a
cuantos estuvieran dentro en el momento de la explosión. No era éste el primer
intento para asesinarlo; ya en 1841 José Rivera Indarte había proyectado en
Montevideo la máquina infernal que estuvo a punto de causar la muerte a
Manuelita Rosas (2).
La casa de la ex
calle de la Biblioteca,
rebautizada del Restaurador Rosas y por último Moreno, pasó a poder de
Manuelita como heredera de su madre, Encarnación Ezcurra, tras un largo juicio
que finalizó en 1877 con sentencia favorable, aunque recién en 1885 pudo la
hija de Rosas lograr que le entregaran la documentación que la acreditaba como
propietaria.
En el diario La Nación
del 8 de agosto de 1886 apareció esta breve noticia:
“Antigua
casa de Gobierno de la
Provincia. El señor Missolz, que ofreció en venta
al Gobierno Nacional la antigua casa de Rosas en la cantidad de $ 950.000 ha manifestado
al Ministro del Interior estar autorizado por el señor Terrero (3) para hacer
la propuesta. Se le pide que acompañe en su primer escrito un poder en forma
para ser tomado en consideración.”
(1) Ver “La gran estafa - El robo a la Casa de la Moneda” en el N° 4 de “El
Restaurador”.
(2) Ver “Es acción santa matar a
Rosas” en el N° 8 de “El Restaurador”.
(3) Máximo Terrero, esposo y apoderado
de Manuela Rosas.