Publicado en el Periódico El Restaurador - Año II N° 8 - Setiembre 2008 - Pag. 11
Algo más sobre Rosas y Alberdi
En nuestro número anterior, en la nota de tapa, nos referimos a ese “otro” Alberdi, el amigo del Restaurador. Muchos de nuestros lectores, nos manifestaron que no conocían ese costado de la personalidad de Alberdi y se interesaron sobre su frase “Yo combatí su gobierno. Lo recuerdo con disgusto”. Para satisfacer la curiosidad de los lectores, transcribimos la carta que fue publicada el 25 de mayo de 1910 en el Nº 1514 del diario “El Porvenir” de San Juan y que dice así:
Paris, 27 de Junio, 1887.
Mi apreciable amiga y señora:
Durante un largo silencio, que su carta del 24 de Mayo ha venido a interrumpir, con mucho placer para mi, la he recordado con muchos motivos, y uno de ellos es el que Vd. toca en su carta; lo sucedido con respecto al funeral que debió hacerse al General Rozas, y cuya prohibición fué para mí enigma, que no comprendo hasta ahora. No creía ya jamás que la pasión pudiese llegar a este extremo.
Cuando la muerte del General, yo escribí á doña Manuelita, dos palabras de dolorosa simpatía por la situación que ese evento le hacía en país extraño y ausencia de su marido. Estando últimamente, la he visitado. La ví llorando la muerte de su padre, de un modo que hacía honor al corazón más elevado y a la más alta educación. Sería llenar un libro decirle a usted lo que en esa conversación la oí, sobre el final del hombre notable, de que se gloria de descender hoy mismo.
Ella y su familia pueden consolarse con un hecho: Mientras se levantan altares a San Martín, su espada está en Southampton, sirviendo de trofeo monumental a la tumba de Rosas, puesta en ella, por las manos mismas del héroe de Chacabuco y Maipú.
Yo he combatido a Rozas desde niño. Se lo recordé a él mismo en Londres por si lo ignoraba. Por oposición a su gobierno, dejé el país hasta ahora. Creo según esto, tener más derecho que nadie para juzgarle. Su conducta en Europa, no ha sido inferior que la de San Martín. Yo no tendría derecho de hablar de otro modo. Me visitó muchas veces en Londres, y con respeto, se puso a mi disposición. No por mi persona, sinó por mi calidad de representante del Gobierno que lo había derrocado. Ese respeto al vencedor, sin coacción ni motivo de temor, es tenido en todo pueblo civilizado, como respeto liberal de la ley.
Yo combatí su gobierno. Lo recuerdo con disgusto. Pero dejé de tener adversión a su persona, desde que lo ví inclinarse con respeto ante la autoridad de su país, desde una distancia que pudo él emplear como baluarte de agitación y de lucha, contra sus adversarios victoriosos. Otros muchos gobernantes caídos lo han hecho.
Nada le digo en esta carta, que no sea la expresión de mi conciencia, pero le ruego no divulgue su contenido en el interés de la paz de Vd. y mía. Hay juicios, que es preciso dejar a la Historia emitir y apreciar.
Juan Bautista Alberdi.