Publicado en el Periódico El Restaurador - Año II N° 8 - Setiembre 2008 - Pags. 8 y 9
Jorge Guinzburg, Sarmiento y el Día del Maestro
por Norberto Jorge Chiviló
Hace tres años atrás –2005–, mas o menos para esta época, próximos al “Día del Maestro”, habían ocurrido ciertos hechos que llamaron en ese entonces la atención de la opinión pública: vedettes que querían entrar al Congreso, guerra a pedradas entre alumnos de dos colegios platenses, la agresión de un colectivero a un no vidente y otros más, que no son distintos a los que vemos y leemos todos los días y de los cuales y desgraciadamente, nuestra población ya se está acostumbrando por su repetición.
Ese viernes 9 de setiembre se habían desarrollado en todas las Escuelas, el acto del Día del Maestro, en homenaje a Domingo Faustino Sarmiento. Dos días después –domingo 11– en el diario “Clarín”, el Sr. Jorge Guinzburg, –recientemente desaparecido–, en su columna dominical “desde el diván”, relacionaba esos hechos con la figura del “gran sanjuanino” Sarmiento. En las palabras de Guinzburg, noté un cierto estado de desazón y angustia y por ello decidí escribirle para hacerle notar que el personaje –Sarmiento- no hubiera estado tan a disgusto con los hechos que se habían producido.
Jorge Guinzburg |
He aquí la columna "desde el diván" del Sr. Jorge Guinzburg:
Congoja sarmientina
A veces, distraído, tarareo algún tema, mientras camino. El viernes, al cruzar la calle rumbo al consultorio, me escuché de pronto cantando "Fue la lucha, tu vida y tu elemento, la fatiga tu descanso y calma": el Himno a Sarmiento. Claro, pensé, el próximo domingo se celebra el Día del Maestro y el inconsiente no es consiente de lo que hace, pero lo consiente.
Evité mirar al resto de los transeúntes y seguí mi camino hasta encontrarme por fin en el diván, tratando de entender por qué no entiendo.
Evoqué, una vez más, al Gran sanjuanino. ¿Cómo se habría sentido esta semana conviviendo con nuestra realidad? ¿Reconocería el país soñado leyendo las noticias en los periódicos?
El lunes, atraído por el foro de mujeres que reunió a 900 dirigentes políticas, sociales y empresarias, podría haber llegado a un hotel céntrico para comprobar que varias ex vedettes son candidatas en las próximas elecciones. Después de todo, ¿acaso el Congreso no es como un gran teatro de revistas, con peleas de cartel, lenguaje subido de tono, la presencia de algunos cómicos y una gran preocupación por la recaudación?
Hombre de origen humilde, viajaría en colectivo. Quizá le habría tocado presenciar, entonces, cómo un chofer de la línea 102 golpeaba a un no vidente porque éste insistía en viajar gratis a pesar de haber caducado su certificado de discapacidad. Claro, el bastón blanco y la mirada perdida no alcanzan para probar la ceguera; es necesario presentar un papel que lo atestigüe.
Humilde, pero con inquietudes culturales, lo imagino a Sarmiento acudiendo el lunes al Teatro Colón a presenciar el Festival Martha Argerich con la Orquesta Sinfónica Juvenil de Venezuela.
Como tantos otros, Domingo Faustino tendría que haberse trasladado hasta el Teatro Coliseo porque el conflicto gremial impidió realizar la velada en el principal escenario de la lírica argentina.
La gran pianista argentina también se vió obligada a levantar el concierto del jueves por el paro de la Filarmónica y la imposibilidad de reemplazarlos por otros músicos cuando el escenario fue tomado por los huelguistas.
Al fin, negándose a reemplazar el piano por los bombos, Martha se irá del país agregando una vergüenza más a la larga lista.
Esta semana el desconcierto del padre del aula no tendría límites con las idas y vueltas que tuvo la autorización a los piqueteros de llegar a la Plaza de Mayo; la negativa del lunes, el permiso del miércoles y, por fin, la imposibilidad de concretar la marcha el viernes cuando la policía los desvió y todo terminó en la Avenida 9 de Julio. Ante tanta contraindicación algunos imaginaban a los gendarmes cortando el Puente Pueyrredón exigiendo al Gobierno que se ponga de acuerdo.
La información llegada desde el Ministerio de Economía anunciando que el riesgo país de la Argentina había caído ubicándose por debajo de Brasil de seguro alegraría al prócer, pero, al día siguiente, al enterarse de que todo fue un error de los funcionarios del área de finanzas, lo invadiría una gran vergüenza ajena.
A la vergüenza se le sumaría la tristeza al saber del duelo a piedrazos entre los alumnos del Colegio Nacional y el Liceo Víctor Mercante (ambos de La Plata) que encontraron en la batalla campal la manera de dirimir su rivalidad.
Chiche Duhalde amenazando con contar todo lo que sabe, los jueces federales investigados por posible cobro de sobresueldos, una jueza de Corrientes anulando boletas de un frente de izquierda porque la imagen de San Martín y el Che no pueden ir juntas, la suspensión del gobernador de Tierra del Fuego, acusado de incumplimiento de los deberes de funcionario público, el sabotaje de sindicalistas a una torre de alta tensión –por citar sólo algunos hechos de la semana– terminarían por matar de nuevo a Sarmiento. O al menos lo llevarían a hacerse algunas preguntas; ¿qué aprendimos?, ¿cuál es nuestra escuela? y ¿quienes son hoy nuestros maestros?
Este fue el correo electrónico que le envié a Jorge Guizburg el 20 de setiembre de 2005
De mi mayor consideración:
No soy lector
habitual del diario “Clarín”, pero el día 11 de setiembre pasado lo compré
porque me interesaba el libro “
A escasos metros de mi domicilio hay una escuela y yo
también el viernes 9 escuché el himno a Sarmiento. Muchos recuerdos vinieron a
mi memoria de aquellos ya lejanos años de la infancia.
Recuerdo que una parte del himno era: “Gloria y Loor,
honra sin par…” y nosotros con esa candidez y picardía de chicos cantábamos
“Gloria y Olor, honra sin par…”. ¡Gran travesura la misma!!!.
Yo también en el diván de mi casa recordé ese domingo a
Domingo Sarmiento –vaya la redundancia– y al leer su columna también me
pregunté: ¿Cómo se habría sentido esta semana el “Gran Sanjuanino”, conviviendo
con nuestra realidad?. ¿Reconocería el país soñado, leyendo las noticias en los
periódicos?.
También esos días me había conmovido un poco por las
peleas a pedrada limpia entre dos grupos de estudiantes de
Pero ¿qué mejor
que leer a Sarmiento para saber como pensaba?. Así hurgueteé en mi biblioteca y
justamente encontré Recuerdos de Provincia, que es el Tomo 6 de la serie
“Clásicos” de “
Comencé a releerlo
y en la pág. 131, encontré esta “confesión”: “La familia de los Sarmientos tiene en San Juan una no disputada
reputación, que la han heredado de padres a hijos, dirélo con mucha
mortificación mía, de embusteros. Nadie les ha negado esa cualidad, y yo les he
visto dar tan relevantes pruebas de esta innata y adorable disposición, que no
me queda duda de que es alguna cualidad de familia”.
El periódico “El Mosquito”, publicó esta caricatura
de Domingo F. Sarmiento, al finalizar su presidencia en 1874, debajo de la
caricatura, llevaba esta leyenda “El feld-mariscal Domingo, Gran duque de
Carapachay, nombrado por el Mosquito, agradecido por los buenos ratos y el tipo
rico que le ha proporcionado durante seis años”
Haciendo un poco de memoria recordé también que el “Gran
Maestro”, cuando le dedicó un ejemplar del Facundo al general José
María Paz, el 22 de diciembre de 1845, le confesó que era una "obra improvisada", y que estaba
"lleno de inexactitudes, a
designio a veces".
También
en otra oportunidad, le escribió Sarmiento a su amigo Rafael García el 28 de
octubre de 1868: "Si miento lo
hago como don de familia con la naturalidad y la sencillez de la verdad".
Por
cierto y a confesión de parte, relevo de pruebas, don Domingo no era muy afecto
a
Continué con la lectura y en la pág. 135, dice don
Domingo en su libro: “Por las tardes
de los domingos (vaya otra vez la redundancia) el provincial se tornaba en general en jefe
de un ejército de muchachos (el general en jefe de tal ejército era
el propio Sarmiento…Oh!), ¡ay de los
que quisiesen hacer frente a aquella lluvia de piedras que salía del seno de mi
falange!”
En el relato de sus “guerras” juveniles, el “General en Jefe” Sarmiento nombra a
quienes fueron sus seis “reclutas”, los niños Barrilito, Piojito, Chuña,
Velita, Gaucho Riberos y Capotito, compañeros estos inseparables del niño
modelo y valiente en aquellas guerrillas a pedradas, contra otra banda de
párvulos. –¿Habrá sido por su estrategia y valentía demostrada en esas batallas
campales entre bandas juveniles que a Sarmiento muchos años después se le
dieron grados militares hasta llegar a General…??? –
Después de lo leído, Sr. Guinzburg, no creo que Sarmiento
hubiera estado a disgusto –muy por el contrario– o hubiera sentido vergüenza al
saber del duelo a piedrazos entre los alumnos del Colegio Nacional y el Liceo
Víctor Mercante de
Señor Guizburg, nuestro personaje
tampoco se hubiera admirado de que varias ex vedettes sean candidatas para las
próximas elecciones, porque también el Congreso y la política en la época de
don Domingo eran como un gran teatro de revistas, como lo es en la actualidad.
Las agresiones verbales eran como lo son hoy en día y si no veamos que decía
por ejemplo Sarmiento –gran pendenciero de su época– de Juan Bautista Alberdi: "Charlatán, mal criado y pillo, saltimbanqui,
raquítico y jorobado, conejo, eunuco, zonzo, camorrista insigne y botarate
insignificante. Asco me da la baba de su envidia hipócrita y de su ambición
rastrera. (Usted y sus amigos son unos) intrigantes y una banda de piratas.
Cínico, mentiroso, malvado, traidor, alma torcida y detractor de oficio que
escribe sin creer palabra de lo que dice..."
De
José Mármol escribió en El Nacional del 6 julio de 1857: "El señor senador Mármol es el
representante en la legislatura de todo lo que se ignora, y no se toma el
trabajo de aprender nada. Para él es un bagaje inútil el más leve
conocimiento de lo que se trata". De Pastor Obligado, (Gobernador de
Del
gaucho Martín Güemes dijo: "Destruyó
todo derecho para hacer valer el suyo propio". Cuando Bernardo de
Irigoyen lo llamó "traidor a la patria" por la entrega de
Para
el dictador Rosas y el general Quiroga pidió "maldición eterna"; y a los caudillos Estanislao López,
Francisco Ramírez y Juan Bautista Bustos los trató como a Artigas y a Manuel
Oribe, de quien dijo al conocer su muerte en 1857: "Ya no existe el bárbaro sangriento que regó de sangre los pueblos
del Plata. La sangre le gusta y la derrama sin medida. Nunca se vio monstruo
semejante a él".
Cuando
en 1858 pretendió entrometerse en la dirección de las Escuelas de
En 1881, siendo presidente del Consejo
Nacional de Educación, también se peleó con todos sus miembros (Alberto
Larroque, Carlos Guido y Spano, Miguel Navarro Viola, Adolfo van Gelderen,
etc.) en la primera reunión, les dijo la siguiente insolencia: "Tengo el honor de no conocerlos como
educacionistas". Luego de advertirles que no hacían falta, pues se
bastaba solo, añadió: “¿Cómo voy a
gobernar el consejo con un burro como Guido y Spano?".
También cuando en 1884, 110.000 mil
señoras solicitaron al Senado la escuela religiosa para sus hijos, Sarmiento
desestimó tal pedido diciendo: "No
vale un comino la opinión de todas las damas que firmaron la petición al
senado. (Y a las 24.000 de la capital)
les diré que de lo que menos entienden es de educación escolar. ¡A mí no me
vengan con zonceras. Las conozco a todas!" .
De Navarro Viola –publicista de nota
y presidente de la cámara de diputados de la nación– dijo que era un "pajarraco, oprobio de la literatura.
argentina, estafador, el perro más flaco, pulguiento y sarnoso, basura sucia y
hedionda y cloaca de inmundicias"; y a los demás católicos integrantes
del Congreso Pedagógico de 1882: José Manuel Estrada, Tristán Achával Rodríguez,
Emilio Lamarca, Pedro Goyena, Van Gelderen, y otros, los llamó: "charlatanes adocenados, infatuados,
malvados, traidores a la constitución y engañados por Satanás".
En homenaje a la brevedad, no es
necesario –a mi entender– abundar en
mayores agravios que el “Maestro de América”, disparaba a diestra y siniestra,
contra otros personajes de su época, como las pedradas de sus guerrillas
juveniles.
También
Sr. Guinzburg, medité que habría hecho Sarmiento en el caso del no vidente y el
colectivero. No me cabe la menor duda que se hubiera puesto de inmediato del
lado del colectivero.
Si…. Sr Guinzburg, sin dudar, se hubiera
puesto del lado del colectivero. A los hechos me remito.
El 13 de setiembre de 1859
dijo nuestro Prócer en el senado provincial refiriéndose al asilo de mendigos,
a la casa-cuna, a los hospitales y al hogar de huérfanos: "Las cámaras no deben votar partidas para caridad pública porque
la caridad cristiana no es del dominio del Estado. El Estado no tiene caridad.
No tiene alma. Si los pobres se han de morir que se mueran... El mendigo es
como la hormiga. Recoge los desperdicios. De manera que es útil sin necesidad
que se le dé dinero. ¿Qué importa que el Estado deje morir al que no puede
vivir por causa de sus defectos? Los huérfanos son los últimos seres de la
sociedad. No se les debe dar más que de comer".
En
su Informe del 10 de abril de 1859, como Director General de Escuelas, y
en El Nacional del 11 de junio de ese año escribió: "¿Que servicio prestarán a la patria las huérfanas, hijas de
padres viciosos o extraviados? ¿Por qué ha de gastar el Estado su dinero en
alimentar a nadie? Son dineros mal empleados los destinados al colegio de
huérfanas que, si cerrara, nada perdería en ello el Estado".
Si Sarmiento hubiera estado en el colectivo
de la línea 102, sí –no tengo la menor duda– se hubiera puesto a favor del
colectivero y hubiera dicho: “¡Cómo pretende este ciego… (ponga Ud. cualquier
epíteto de los que usaba el Maestro) viajar sin pagar!”
Sr.
Guinzburg, no se atormente pensando que nuestro país actual no es el que don
Domingo soñó. ¿No cree Ud. que estaría más que contento viviendo entre
nosotros?, donde la mentira ha pasado a ser
Me
acuerdo ahora del “Gloria y Olor”, …¿olor?… sí feo olor! ¿sexto sentido de los
niños…?. Vaya uno a saber.
¿Cómo
nos han mentido…no, Sr. Guinzburg?
Norberto Jorge Chiviló
Jorge Guinzburg contestó
“Estimado Norberto
Gracias
Creo que lo
suyo no es una carta, es una lección de historia.
Logró
conmoverme en cada párrafo y sentí como un honor inmerecido a mi columna los
datos que me aportaba.
Le reitero
mi agradecimiento y le envío un gran abrazo.
Jorge
Guinzburg”