martes, 21 de marzo de 2023

Edificios donde funcionó la Corte Suprema de Justicia de la Nación - Caserón que perteneció a Rosas

REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA

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En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años. 


Este artículo que a continuación se reproduce, fue publicado en el revista Abogados, de mayo-junio de 2005.

Corte Suprema

La itinerante Casa de Justicia

por Carlos Fresco (Periodista e historiador)

La primera sede de la Corte estuvo emplazada en lo que fue la casa de Juan Manuel de Rosas, en Bolívar y Moreno.

Edificio de la Corte Suprema
Caserón de Juan Manuel de Rosas en Bolívar y Moreno (c. 1910)

El poder más joven de la República, la Corte Suprema de Justicia, sesionó en distintos edificios, alguno de ellos de larga trayectoria, hasta que finalmente hoy tiene su lugar definitivo en el Palacio de Tribunales, en el solar que ha sido mudo testigo de los avatares de nuestro pasado.


El Poder Judicial de la Nación es el más joven de los tres poderes instalados en la República Argentina.
La primera Corte, designada por Urquiza a fines de 1854, nunca llegó a reunirse. El presidente de la República Bartolomé Mitre (1862-1868), de acuerdo con la ley, organizó la Corte Suprema Federal de Justicia de la Nación.
El 18 de octubre de 1862, Mitre, por medio de un decreto, nombró la primera Corte argentina con la presidencia de Valentín Alsina, Francisco de las Carreras, Salvador María del Carril, Francisco Delgado, José Barros Pazos y Francisco Pico como procurador general.
El 15 de diciembre decretó que el tribunal principal se instalara un mes más tarde. Pero Alsina no aceptó ser presidente del mismo, por lo que Mitre, por decreto del 1° de junio de 1863, nombró en ese puesto al doctor Francisco de las Carreras, que permaneció en el cargo hasta 1870.

Su residencia
La Corte sesionó en lo que fue el caserón de Juan Manuel de Rosas en la ciudad, que comprendía casi media manzana, limitada por mitad de cuadra de Bolívar, toda la cuadra de Moreno y la esquina de Perú donde hoy está el bar El Querandí.
Originalmente, sobre Moreno estaba la casa que era de Juan Ignacio de Ezcurra, padre de Encarnación. Allí fue a vivir Rosas al poco tiempo de casarse con ésta. En 1836 (1) Rosas comenzó a comprar las casas linderas, y finalmente le adquirió (2) a su suegra, Teodora Arguibel, la casa paterna de su mujer. Así, y mediante las modificaciones que realizó el maestro Miguel Cabrera, se formó ese gran caserón que fue sede de su gobierno en la ciudad.
Cabe recordar que en ese mismo caserón tuvo su asiento (3) el gobernador provisorio de la provincia de  Buenos Aires después de Caseros, doctor Vicente López y Planes, dado el estado de abandono que presentaba el Fuerte de Buenos Aires.
Allí, en ese edificio con una larga historia, el 11 de octubre de 1863, por una acordada, la Corte dictó su reglamento interno, y el 15 de ese mes, su primera sentencia; por ello éste es el día elegido para celebrar el aniversario del máximo tribunal argentino, diez años después de haber sido creado por la Constitución de Santa Fe de 1853.

Cambios de edificios
En 1886, el Supremo Tribunal, presidido por José Benjamín Gorostiaga (4) desde 1878 hasta 1886, arrienda la propiedad de Andrés Egaña, casi lindera a la primera ubicación, Perú 195- 199 (en ese entonces la numeración correspondía a la esquina de Belgrano (5)).
En 1902, siendo atin presidente de la Corte el doctor Benjamín Paz (6), ésta ocupó oficinas del edificio de San Martín 275, donde hoy está el Banco Central; la Cámara Civil, en el Cabildo; y los jueces del crimen trabajaban en dependencias del Departamento de Policía, inaugurado en 1889. Posteriormente, y a la espera de que se terminaran las obras del edificio de Tribunales, la Corte Suprema ocupó el primer edificio que se construyó dónde iba a estar la Escuela Petronila Rodríguez.

La casa definitiva para la Justicia
En la Cámara de Senadores, el miembro informante Carlos Doncel se refirió a “la necesidad urgente y sentida de proveer de un edificio adecuado a los tribunales de la Capital, instalados en varias casas que no ofrecen comodidad, lo que constituye un inconveniente para una buena administración de justicia”.
El 14 de mayo de 1902 los diputados Emilio Gouchon, F. P. Bollini, D. M. Torino y M. Argañaraz presentaron un proyecto de ley destinado a construir la casa para la Justicia, que seria levantada en un terreno de propiedad fiscal limitado por Lavalle, Talcahuano, Tucumán y Uruguay, donde estuvo el Parque de Artillería.
El 24 de julio de 1902 el proyecto quedó convertido en ley n° 4.087. El presidente Julio Argentino Roca la promulgó el 31 de ese mes y año. Esta ley facultó al Poder Ejecutivo a adoptar los planos que trazó para tal efecto el arquitecto francés Norberto Maillart, en abril de 1889, durante la presidencia del doctor Juárez Celman.
En diciembre de 1903, el escribano mayor de Gobierno, doctor Enrique Garrido, labró el acta por la cual se traspasó el predio del Parque de Artillería al Ministerio de Justicia e Instrucción Pública.
El Palacio de Justicia se levantaría, finalmente, en el solar que fue de Ambrosio de Zamudio y, posteriormente, de Felipe de Arguibel (7), caballero de origen francés que castellanizó su apellido D'Argibel, abuelo de Encarnación Ezcurra, la mujer de Rosas. Solar en el que posteriormente se erigió el Parque de Artillería. Como si fuera un extraño designio, donde se velaron las armas de la Patria se velaría la fiel ejecución de la Justicia.



El arquitecto
Norberto Maillart era arquitecto recibido en la escuela de Bella Artes de París, y a él le pertenecen los planos del Correo Central (8) y del Colegio Nacional de Buenos Aires (9). No sólo proyectó el Palacio de Justicia sino que también diseñó gran parte del mobiliario que aún permanece en uso en muchas oficinas de los Tribunales. Los planos originales sufrieron algunas reformas que sugirió el Consejo de Obras Públicas.
Las obras preliminares comenzaron en 1903, cuando se demolieron las viejas construcciones del Parque de Artillería. Allí se hallaron enterradas diversas armas: sables corvos, fusiles de avancarga y un cañón de gran tamaño que fue empleado en Humaitá (10).
El 24 de mayo de 1904, el presidente Roca y el ministro de Justicia, Juan R. Fernández, colocaron la piedra fundamental.
Una parte del edificio se habilitó para el Centenario, cuando se reunió, también allí, el Congreso Panamericano.
Mientras avanzaba la construcción se fueron haciendo muchas transformaciones al proyecto original, como las mansardas con techo de pizarra del último piso, que fueron transformadas en oficinas con muros de fábrica recubiertas en su parte exterior con tejas esmaltadas. La escalera de honor que debía conducir a la Corte Suprema, pasando por el lugar que hoy ocupa la estatua de la Justicia, fue suprimida ante la imposibilidad técnica de resolver su desarrollo con la amplitud necesaria; y se eliminaron escaleras sobre Tucumán y Lavalle.
En 1942 se inauguró la Sala de Audiencias de la Corte Suprema. Con tal motivo, el gobierno de la provincia de Santa Fe donó una réplica del Cristo de los Constituyentes para ser colocada sobre la cabeza del sitial del presidente del Alto Tribunal. Ante el original de esa imagen, que se encuentra en el Convento de San Francisco, de la ciudad de Santa Fe, se juró la Constitución de 1853.
El edificio de los Tribunales fue una obra largamente criticada, pero es la clara expresión de las características edilicias de fin del siglo XIX. Se sacrificaba lo funcional por lo visual, se magnificaban los espacios para dar majestuosidad y transmitirla como carácter señero de la institución que allí debía funcionar. Era una época en la que la decoración cumplía un rol importante, de allí la influencia griega, como la variedad de acróteras de distintos tamaños; el arte romano, con sus fasces o haces del lictor, sus metopas formadas por las cruces latinas y de San Andrés, las palmetas, las medusas, las máscaras grotescas, los frisos con sus metopas bucráneas y sus triglifos y sus gotas; y también está presente el arte egipcio con sus ornamentos, en los que deben reconocerse valores espirituales.

Notas
1. AGN. Reg. 1 1836. Fj. 408v. Escribano Luis López.
2. AGN. Reg. 6 1838. Fj. 123v. Escribano Marcos Leonardo Agrelo.
3. Decreto n° 1.476 del 17 de febrero de 1852. Leyes y decretos de la provincia de Buenos Aires.
4. José Benjamín Gorostiaga se domiciliaba en Cangallo 121, casi esquina San Martín, por ese entonces.
5. Gran Guía de la Ciudad de Buenos Aires editada por Hugo Kunz y Cía. Director, Edelmiro Mayer, 1886.
6. El doctor Benjamín Paz fue presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación desde el 13 de julio de 1892 hasta su fallecimiento, el 18 de noviembre de 1902.
7. AGN. Testamentaria 8.821, año 1791.
8. Los planos fueron dibujados sobre la base del diseño de la Central de Correos de Nueva York, realizada en 1887.
9. Los planos son de 1908.
10. Fortaleza paraguaya que fue tomada por el ejército aliado el 25 de julio de 1868.
 

Palacio de Tribunales
La estatua de la Justicia

En 1959 se emplazó en el hall central del edificio, sobre la calle Talcahuano, y colocada sobre un basamento que ya existía, alojado en un nicho, la estatua de la Justicia. Esta es obra del escultor Rogelio Yrurtia (1879-1950).
Es una figura hecha en bronce que mide 3,50 metros de altura y pesa aproximadamente 1.500 kilos. Representa a una mujer de pie, en ademán de avanzar con los brazos tendidos. Sus manos aparecen abiertas y unidos los pulgares. Su vestimenta es una túnica ceñida, y está calzada con sandalias. Sobre su cabeza lleva un casco, cuya visera proyecta sombras en los ojos, de tal modo que semeja que su vista está fija en el horizonte. El símbolo de la balanza de la Justicia se puede apreciar levemente en la parte frontal del casco.
La idea de emplazar esta estatua surgió del presidente del tribunal ante la falta de obras que embellecieran el palacio. Así, sugirió que en ese nicho se colocase una réplica de la estatua de la Justicia, de Yrurtia, adquirida por el doctor Carlos Delcasse. Al fallecimiento de este abogado, político y gran deportista -con quien se entrenó Jorge Newbery en la esgrima y el boxeo, en su quinta de Belgrano, conocida posteriormente por la Casa del Angel-, con el asentimiento de sus herederos, entre ellos el doctor Héctor E. González, hijo de Joaquín V. González, y yerno de Carlos Delcasse, y el beneplácito del autor de la obra, pudo ser alojada en la Casa de la Justicia. Una estatua similar corona la bóveda de la familia Delcasse en el Cementerio de Olivos.