Un cañón en el Palacio de Justicia
por Carlos Fresco (Periodista e historiador)
|
Parque de Artillería
|
El viejo edificio del
Parque de Artillería fue demolido en 1903 para dar lugar a la construcción del
actual edificio de Tribunales.
Un día, Enrique
Udaondo, a la sazón director del Museo Colonial e Histórico de la provincia de
Buenos Aires (1), que está en Luján, ingresó al Palacio de los Tribunales y se
dirigió al despacho del doctor Antonio Bermejo, que era el presidente de la
Corte Suprema de Justicia (2). En esa oportunidad fue a pedirle el viejo cañón
“El Criollo”, que fue tomado como trofeo a los paraguayos en la guerra de la
Triple Alianza, y que se encontraba en dicho Palacio, para trasladarlo al
Museo.
El magistrado, atónito
y desconcertado ante tal pedido, no podía dar fe a las palabras de Udaondo. No
podía imaginar que una pieza de artillería de tal porte pudiera estar en los
Tribunales, en el mismo solar donde décadas atrás estuvo el Parque de
Artillería. Grande debe haber sido su sorpresa cuando ambos bajaron al sótano
del edificio y pudo comprobar que allí se encontraba el mencionado cañón.
Esta enorme pieza de
artillería, que había sido construida con la fundición de utensilios de cocina,
estuvo emplazada sobre una alta cureña y se exponía en el patio, frente a la
Puerta principal del Parque de Artillería, que daba a la plaza. Estaba junto
con el vetusto cañón “El Cristiano”, que había sido fundido con campanas de las
iglesias del Paraguay,
Del hueco al Parque de
Artillería
Donde hoy se encuentra
el Palacio de Tribuales fueron tierras de Juan Gregorio Zamudio, que tenía
alrededor de 10 manzanas abandonadas; por ello se lo denominaba “hueco”, y a la
zona se la conocía como el “hueco de Zamudio”.
Al morir éste, las
tierras se fraccionaron para que cada uno de sus hijos recibiera la parte que
le correspondía. Felipe Filiberto Arguibel y Larregui, abuelo de Encarnación
Ezcurra, la esposa de Rosas, compró a los herederos los distintos lotes y
cuartos (4) hasta hacerse dueño de la manzana donde hoy se encuentra el Palacio
de Justicia.
Arguibel murió en 1801
y la manzana comprendida por Lavalle, Talcahuano, Libertad y Uruguay, donde
tenía su quinta (hoy el solar de los Tribunales), le fue expropiada a sus
herederos por la Junta Provisional de Gobierno en 1810 para levantar una
fábrica de armas y luego el Parque de Artillería, que anteriormente habían
estado en Defensa y Humberto 1°, San Martín y Viamonte, y en Viamonte y
Suipacha, frente a lo que se conoció como Plaza del Temple; de allí que la
calle Viamonte se la denominaba Del Temple, porque pasaba frente a dicha plaza.
El vendedor fue Juan
J. de Ezcurra (suegro de Rosas) y la escritura se firmó el 28 de noviembre de
1818 ante el escribano de gobierno José R. de Basavilbaso, para establecer una
fábrica de armas.
El primer director de
la fábrica fue Domingo Matheu, designado en ese cargo el 29 de septiembre de
1811.
En ese tiempo el
“hueco” que daba al frente del Parque de Artillería era un basural, hasta que
en 1822 se convirtió en plaza. Muy pocas viviendas se encontraban en los
alrededores, por lo que el Parque de Artillería aparecía como una construcción
imponente, con su frente por Lavalle; de ahí que a esta calle se la conoció
durante muchos años por el nombre de Del Parque. Y ese mismo nombre recibió el
barrio.
Un muro liso rodeaba
la manzana, lo que formaba el edificio de estilo colonial. En su pórtico lucía
la estatua de Marte.
En la época de Rosas
se instaló el arsenal con frente a la calle Uruguay.
El general Tomás de
Iriarte, en sus Memorias, cuenta que en 1828 el gobierno recurría directamente
al fraude en las elecciones para que triunfaran los federales. Iriarte, que era
uno de los jefes a cargo, reconoce haber utilizado a los operarios del Parque
de Artillería “para hacer triunfar la lista del gobierno de la parroquia de San
Nicolás” ¿un anticipo del “fraude patriótico”?
Posteriormente se
instaló el cuartel, que miraba a la plaza, y se ampliaron los talleres. En 1863
el Parque tenía siete almacenes grandes con material de guerra, cinco talleres,
una sala de armas, oficinas y habitaciones para sus empleados. En los dos
patios se depositaban piezas de artillería y proyectiles de gran calibre,
carros y cureñas.
Los sones militares,
los toques de clarines, el redoble de tambores y las dianas eran los acordes
que por muchos años marcaron las horas del día en la apacible zona que se iba
transformando con el correr del tiempo.
|
Cañón El criollo en el interior del Parque de Artillería, en vísperas de la revolución. |
A medida que el progreso
se iba instalando en los distintos barrios parroquias, como se los denominaba
entonces, los primitivos cuarteles y fábricas de armas se fueron trasladando a
zonas menos pobladas.
En 1872 una comisión
de vecinos destacados le solicitó al presiden de la Nación, Domingo Faustino
Sarmiento (6), el traslado del Parque de Artillería como medida de precaución
para protección de la vida del vecindario, que estaba expuesto a una catástrofe
como la que se produjo en 1865 en la Plaza San Martín por la explosión del
polvorín, que causó más de 70 víctimas. El tiempo pasaba, no se procedía al
traslado y los petitorios y protestas continuaban.
Corría el año 1884 y
los vecinos al Parque se dirigieron al intendente Torcuato de Alvear quejándose
por el humo y el vapor que invadían las calles aledañas, arrojados por las chimeneas
y las fraguas de la fábrica de armas. Ese hollín que despedían caía sobre los
techos y las aguas de lluvia lo arrastraba a los aljibebes inutilizándolos para
el servicio hogareño.
Un año más tarde se
ordenó la construcción del Arsenal Principal de Guerra Esteban de Luca, en las
calles Combate de los Pozos, Rincón, avenida Brasil y Juan de Garay. Y muy
cerca, en avenida Brasil y Pichincha, lindando con el arsenal, se construyeron los
cuarteles, El Regimiento 5° que tenía asiento en el Parque fue trasladado a
Campo de Mayo.
Pero el viejo Parque
siguió en pie.
En 1887 el 2° Batallón
del Regimiento 1° de Infantería tenía su cuartel en la esquina de Libertad y
Tucumán. En 1888 se instaló el Cuerpo de Bomberos, y al abrirse la Avenida de Mayo
se demolió el edificio que ocupaba frente a la plaza Lorea. Al año siguiente
los bomberos lo abandonaron y fue ocupado por el arma de Ingenieros.
El baluarte de los
boinas blancas
En 1890 el gobierno de
Miguel Juárez Celman (7) pasaba por un quiebre de las instituciones, y quiebra
financiera, económica y moral. Así las cosas, se programó un estallido
revolucionario cuyos principales actores y cabecillas provenían de la Unión
Cívica, de reciente formación.
El 26 de julio de
1890, en la casa del general Viejobueno, en los altos del Parque, se
encontraron, en una pieza, unos veinte revolucionarios. En otra estaba el
doctor Leandro N. Alem, que había ingresado en el Parque de Artillería durante
la madrugada.
Los adictos al
movimiento revolucionario fueron llegando al Parque, hasta juntarse unas 150
personas, que se apropiaron de armas y municiones del viejo cuartel de
artillería.
Una vez que comenzaron
los disparos de las fuerzas leales contra los acantonados revolucionarios, que
también se fueron ubicando en distintos puntos alrededor de la plaza Lavalle y
llevaban boinas blancas para su identificación, la lucha se fue haciendo más
encarnizada y las bajas numerosas.
El 28 se intentó
llegar a un armisticio, pero éste fracasó. Mientras, en el Parque de Artillería
se estaban quedando sin municiones, por lo que la resistencia se hacía inútil.
Al día siguiente se
llegó finalmente a un armisticio en condiciones honrosas para los vencidos
revolucionarios. En esta asonada también resultó vencido el presidente Juárez Celman,
que debió renunciar.
El viejo edificio del
Parque de Artillería había sufrido, en toda su estructura, los impactos de
municiones de distintos calibres. En parte fue derrumbado, y los escombros y
distintos materiales que habían volado obstruían las calles aledañas. En su interior
el desorden y la destrucción de armamento y edificios hablaba por sí de la
encarnizada lucha que se había librado contra el que fue el baluarte de Leandro
N. Alem.
Las armas dejan lugar
a la Justicia
Finalmente, el 30 de
diciembre de 1903 se traspasó la manzana limitada por Lavalle, Uruguay, Tucumán
y Talcahuano del Ministerio de Guerra al de Justicia e Instrucción Pública. El
acto se realizó ante el escribano mayor de gobierno doctor Enrique Garrido.
Allí se levantaría el palacio que conocemos.
Distintas opiniones se
dieron a conocer ante esta resolución. La Prensa, en su edición del 31 de
diciembre de 1903, expresaba la pérdida del patrimonio arquitectónico y
cultural de esta forma: “Justamente con la demolición del viejo edificio del
Parque de Artillería desaparecerá de Buenos Aires un verdadero monumento
nacional, por el importante papel que le tocó desempeñar durante los períodos
más agitados del desarrollo de nuestra vida institucional”.
Por el contrario, La
Nación, en su edición del 1° de enero de 1904, aplaudió tal medida despreciando
el significado que tenía el viejo edificio. Bajo el título “Transformaciones
edilicias” apuntó: “La piqueta va a demoler el Parque de Artillería, y lo que
fue caserón vetusto de paredes agrietadas en la que el musgo se trepaba, será
más tarde el Palacio de Justicia, que reunirá a todos los tribunales,
centralizándolos. No hay quien no haya pasado alguna vez por aquel cuartel
viejo y ruinoso de aspecto tétrico, que frente a la Plaza Lavalle y en calles
tan centrales, constituía un verdadero adefesio. Edificado hace muchos años,
cuando no se sospechaba que Buenos Aire llegase a ser lo que es ahora, el
Parque fue construido para talleres y maestranza del ejército. Edificado más
tarde el Arsenal de Guerra los materiales pasaron a la nueva dependencia, y
desde entonces fue habilitado como Cuartel, hasta hace poco, en que estuvo allí
el palomar militar y el 5° de Infantería, actualmente destacado en el Campo de
Mayo”.
Al demolerlo se
encontraron en el subsuelo enterradas, distintas armas y municiones, como
sables corvos, granadas, municiones para ametralladoras y cañones. Entre ellos
uno que tenía la culata destrozada por una explosión producida en Humaitá, río
del Paraguay donde tuvo lugar la conocida resistencia paraguaya en la guerra de
la Triple Alianza, en 1868.
El proyecto del
edificio del Palacio de Justicia pertenece al ingeniero francés Norberto
Maillart, el que también proyectó el edificio de Correos y Telégrafos, sobre la
base del diseño de la Central de Correos de Nueva York, realizado en 1887, y el
Colegio Nacional de Buenos Aires en 1908. Y también elaboró un anteproyecto
para la Casa de Gobierno de Córdoba.
Las obras del Palacio
de Justicia comenzaron en 1905, para ser habilitado, en parte, en 1910.
Carlos Fresco es
periodista e historiador
NOTAS
1. Fue director desde
1923 hasta su muerte, acaecida en 1962
2. Fue presidente de
la Corte Suprema de Justicia durante 25 años, desde 1904 hasta 1929.
3. Esta curiosa
historia le fue suministrada al historiador Enrique Germán Herz por el profesor
Carloas María Gelly y Obes, amigo dilecto de Enrique Udaondo.
4. Se denominaba
cuarto a la fracción de una manzana, que
medía 17,5 varas de frente por 70 varas de fondo.
5. Gaceta de Buenos
Aires, del 3 de octubre de 1811.
6. Presidente de la
Nación desde 1868 hasta 1874. Lo sucedió a Bartolomé Mitre, que lo fue de 1862
a 1868.
7. Presidente de la
República desde 1886 hasta 1890.
Según pasan los años
Los nombres de las
calles de Buenos Aires fueron cambiando en distintas épocas. En este detalle se
dan los nombres que tomaron las que limitan la manzana donde hoy se levanta el
Palacio de Justicia y antes estaba el Parque de Artillería: la calle Lavalle se
llamó General Lavalle (1879), Parque (1822), Merino (1808), Santa Teresa (1769)
y San Benito (1738); Tucumán se llamó Herrero (1808) y Santiago (1734);
Talcahuano se llamó Irigoyen (1808) y Uruguay se llamó Pazos (1822).