sábado, 1 de septiembre de 2007

Actuación de Thorne en Obligado

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año I N° 4 - Septiembre 2007 - Pags. 3 y 4 

Actuación de Thorne en Obligado


El 25 de octubre de 1883, se recibió en el Consulado General Argentino en Londres, el siguiente documento remitido por el Almte. de la Royal Navy, B.J. Sullivan, quien había actuado en el Combate de Obligado y que fue publicado en La Tribuna Nacional del 22 de diciembre de 1883 y que dice así:



“En la batalla de Obligado en el Paraná, el 20 de noviembre de 1845, un oficial que mandaba la batería principal, causó la admiración de los oficiales ingleses que nos hallábamos más cerca de él por la manera con que animaba á sus hombres y los mantenía en su puesto al pie de los cañones durante un fuerte fuego cruzado bajo el cual esa batería estaba más especialmente expuesta.




“Por más de seis horas se paseó por el parapeto de la batería exponiendo su cuerpo entero sin otra interrupción que cuando de tiempo en tiempo ponía él mismo la puntería de un cañón.

“Por prisioneros heridos de su regimiento, supimos después que era el coronel Rodríguez, del Regimiento de Patricios de Buenos Aires. Cuando todos los artilleros fueron muertos ó heridos hizo maniobrar los cañones con soldados de su regimiento de infantería hasta que el combate estuvo casi terminado, perdiendo 500 muertos y heridos, de 800 que lo componían.

“Cuando los marineros y soldados ingleses desembarcaron á la tarde y tomaron esa batería, él con los restos de su regimiento sola­mente, y sin otro concurso de las fuerzas defensoras, mantuvo, su posición en retaguardia á pesar del fuerte fuego cruzado de todos los buques por entre los bosques que se hallaban detrás de la batería y fué el último en retirarse.

“La bandera de la batería que había defendido tan noblemente fué arriada por uno de los hombres, de mi mando y me fué dada por el oficial inglés de mayor rango, capitán Hotham. Al ser arriada la bandera cayó sobre algunos de los cuerpos de los caídos y fue manchada con su sangre. He visto últimamente que la bandera de un regimiento inglés que se hallaba en poder de una familia desde la guerra de 1807, había sido restituída al regimiento por esa familia.

“Deseoso de seguir ese ejemplo, quiero restituir al coronel Rodrí­guez si vive, ó sino al Regimiento de Patricios de Buenos Aires si aun existe, la bandera bajo la cual y en la noble defensa de su patria, cayeron tantos de los que en aquella época lo componían.

“Si el coronel Rodríguez ha muerto y si el regimiento no existe ya, yo pediría á cualquiera de los miembros supervivientes de su familia que la acepten en recuerdo suyo y de la muy brava con­ducta de él, de sus oficiales y de sus soldados en Obligado.

“Los que nos habíamos batido contra él y habíamos presenciado su abnegación y bravura, tuvimos grande y sincero placer al saber después que había salido ileso hasta el fin de la acción”.

La bandera fue remitida a Buenos Aires. Considerando que el Alte Sullivan había designado por un error de información al Coronel Rodríguez, como encargado de una de las baterías de Obligado –lo que en la realidad no había ocurrido-, el hijo de Juan Bautista Thorne, realizó una consulta al Sr. Víctor J. Elizalde, combatiente también en Obligado, quien le contestó a Juan A. Thorne, el 21 de abril de 1891:

“En contestación á su muy apreciable del 20 del presente mes en la que me pide que como combatiente y testigo ocular en el memorable combate de Obligado le certifique á la vez que le ade­lante algunos antecedentes sobre la conducta que observó su finado padre el coronel Thorne, durante la acción, como también si fué el coronel Ramón Rodríguez jefe de algunas de las baterías que se formaron para resistir al poderoso enemigo que nos asaltó; le diré á usted:

“Que el coronel Thorne fué ocupado por el general Mansilla en la construcción y dirección de las fortificaciones como también se le dió el mando de la batería "Manuelita" de donde se retiró después que las demás baterías habían quemado su último cartucho.

“Diré a usted además: la brava y serena conducta de su padre mereció del general en jefe y de todos sus compañeros, la aprobación y el aplauso, por el hecho de que él no abandonó el merlón de su batería, y si lo hacía, era cuando veía que sus artilleros no daban en completo y certero blanco.

“Cónstame también que le intimó por dos veces la orden de que suspendiera el fuego y se retirara de la batería, pero él contestó: "que sus cañones le imponían hacer fuego hasta vencer ó morir"; mereciendo por este desacato el que fuera arrestado en el convento de San Lorenzo adonde fué transportado herido y sordo. Allí mismo el general Mansilla fué á visitarlo y felicitarlo por su conducta, de­jando al retirarse la orden de que quedaba levantado su arresto.

“En lo que se refiere al coronel Ramón Rodríguez, le diré que este jefe no tuvo otro rol durante el combate que permanecer á la en­trada del monte, de donde salió, cuando ya no había defensores en las baterías y el enemigo desembarcó dándoles la más franca y soberbia carga á la bayoneta, al frente de su batallón Milicianos de Buenos Aires.

“Deseando que le satisfaga esta exposición verídica, lo saluda muy atentamente”.

Con el mismo objeto Juan A. Thorne había consultado también a Adolfo Saldías, quien le contestó el día 22 de abril de 1891: "Estimado amigo: En respuesta de su estimable carta del 20 del presente mes en la que Ud. se sirve pedirme mi opinión sobre si fue el coronel Ramón Rodríguez o el coronel Juan B. Thor­ne, quien mandaba una de las baterías en el combate de Obligado, contra las escuadras aliadas de la Gran Bretaña y de la Francia y quién fue el último que se retiró de ese glorioso campo de batalla le diré que fue el coronel Thorne. El coronel Rodríguez, benemérito Oficial del Ejér­cito Auxiliar del Perú y del Republicano contra el Imperio del Brasil, no mandó batería alguna en Obligado. Según se ve documentado en mi "Historia de Rozas y de la Confederación Argentina". Eran cuatro esas bate­rías, respectivamente mandadas por el mayor Alzogaray, por el teniente Brown, por el teniente Palacios y la del extremo izquierdo por el teniente corone J. Thorne. El coronel Rodríguez tenía mando del batallón de Pa­tricios de Buenos Aires y estaba de flanco en el extremo derecho, no ha­biendo en esa línea a sus órdenes más que cuatro cañones al mando del teniente José Serezo. El combate se inició naturalmente contra las bate­rías de la derecha; rota la cadena que sujetaba los barcos que forma­ban línea de atajo al pasaje del río el fuego de los franceses e ingleses se concentró en la izquierda. A las cuatro de la tarde las baterías habían quemado casi todos sus cartuchos y cuando la mortandad y el estrago en­señaban la derrota a los argentinos. Pero la batería de Thorne se sostu­vo todavía más de una hora. Diósele la orden de retirarse y contestó que le quedaban municiones. Reiterósele la orden, y entonces, puesto de pie so­bre el merlón de la batería y al ir a arengar a los escasos soldados, fue derrumbado en tierra. El "Philomel", que mandaba el capitán Sullivan, y que venía de vanguardia, operó su desembarco en la costa y fue entonces cuando se tomó la bandera de la batería argentina. La bandera argentina del batallón de Patricios de Buenos Aires fue tomada por los marineros franceses y existe en el Hospital de Inválidos de París. No es du­doso, por lo demás, que un jefe de las relevantes cualidades del coronel Rodríguez habría sido capaz de la acción que le supone el almirante Sullivan; pero precisamente por su antigüedad y por sus condiciones, y en los primeros momentos que se siguieron a la acefalía del mando en jefe, producida por la herida que postró al general Mansilla, fue el coronel Rodríguez quien lo asumió, llevando personalmente una carga a la bayoneta sobre los ingleses y franceses que desembarcaron cuando apagaron los fuegos de las tres baterías de la derecha y del centro. Los aliados no desembarcaron por frente a la batería de la izquierda que mandaba Thorne sino a la caída de la tarde, cuando ya no podía tronar allí el cañón argentino. Esta misma comunicación del almirante Sullivan al cónsul argentino en Londres, se publicó en la Tribuna Nacional del 22 de diciembre de 1883, y no hay más que fijarse en los detalles que da tan caballeresco oficial, y que están perfectamente corroborados por documentos y aún por testigos que sobrevivieron, para comprobar que se refieren no al coronel Rodríguez, sino al coronel Thorne. El cónsul argentino, señor Guerrico, pariente, según tengo entendido, del coronel Rodríguez, quizá por falta de datos no pudo rectificar la verdad de los hechos, a bien que, repito, al coronel Rodríguez no le fue necesario, arrebatar gloria a sus compañeros para recoger la que recogió conteniendo a los vencedores con una soberbia carga a la bayoneta, a la cabeza de sus milicianos de Buenos Aires. Soy su atento S. S. Adolfo Saldías”.