jueves, 1 de marzo de 2007

Sesquicentenario de la muerte del Almirante Guillermo Brown

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año I N° 2 - Marzo 2007 - Pags. 1 a 3 


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“Es preferible irse a pique que rendir el pabellón...” (1)


SESQUICENTENARIO
DE LA MUERTE 
DEL ALMIRANTE
GILLERMO BROWN

Por el Dr. Guillermo Masciotra



El 3 de Marzo de 1857, falleció en su KINTA de Barracas, Guillermo Brown, héroe máximo naval de la República Argentina, defensor a todo trance de los ideales de la patria naciente. Combatió en las aguas a los enemigos de la Nación Argentina. Llevó nuestro pabellón celeste y blanco al mismo corazón de las costas enemigas. Repetidas veces fue convocado por las autoridades de turno en el gobierno para dirigir la incipiente Armada Nacional. Durante cuatro décadas prestó servicios, comprometió su patrimonio, formó una generación de marinos que se llenó de gloria en las guerras de la Independencia, contra el Imperio de Brasil, las campañas de Corso y frente al ataque avieso del poder naval anglo francés. Conoció la gloria y la injusticia, el reconocimiento del pueblo y la cárcel a la que lo intentaron recluir.

La Campaña Naval del año 1814

Para una mejor visión del momento geopolítico que transcurría en el Río de la Plata, diremos que había fracasado el Primer sitio de la Plaza Fuerte de Montevideo por las tropas al mando del Gral. José Rondeau. La segunda campaña en la Banda Oriental del ejército patriota al mando del Gral. Carlos de Alvear, tampoco logra la rendición del bastión realista a pesar de la importante victoria del Combate del Cerrito. Mientras tanto, la ciudad sitiada por tierra, se procuraba víveres frescos de nuestras poblaciones y aguardaba refuerzos desde España, basada su estrategia en el poder naval.

Así se comienza a gestar la idea de dotar de una fuerza marítima que disputara la supremacía realista de las aguas. De la misma participan: Juan Larrea, vocal de la Primera Junta de Gobierno, Guillermo White financista de la empresa y proveedor de naves, con las colaboraciones activas de Martín Jacobo Thompson, capitán del puerto de Buenos Aires y el comisionado de marina Benito Goyena. En realidad éstos dos últimos son los que pasan a colaborar directamente con el alistamiento de la escuadra patriota, cuyo mando hubo de recaer en Guillermo Brown, marino irlandés radicado en Buenos Aires, que había prestado algunos servicios en el Río de la Plata a la causa de Mayo. Es necesario mencionar que en un momento se pensó en Benjamín Seaver recomendado de White y al cual se le asignó el mismo grado militar que a Brown de Teniente Coronel de Marina. Seaver actuó a las órdenes de Brown y muere heroicamente en Martín García.

La campaña naval de 1814 se inicia con la premisa de dominar el río. En febrero de 1814 los realistas al mando del experimentado marino Romararte refuerzan la isla Martín García. En marzo de 1814 Brown zarpa para atacar a Romararte, quien lo espera en las cercanías de la isla donde duros combates se libran durante cuatro días y finalmente se ocupa la isla.

La fuerza naval española que se refugia río arriba queda aislada de Montevideo, pero valiosos marinos dejan sus vidas en esas aguas: Seaver, Smith, Martín de Jaumé. Este combate de Martín García dio lugar a la persecución de la fuerza española refugiada en Arroyo La China por las naves patriotas al mando de Tomás Notter, que muere en combate al igual que Pedro Spiro, que vuela la nave para evitar su captura. Si bien este último enfrentamiento no fue favorable a las fuerzas de Brown, significó que Romararte con sus naves muy averiadas quedara enclaustrado en el Río Uruguay, y finalmente se rindiera días antes de la caída de Montevideo.

La campaña naval de Montevideo también mostró la capacidad de organización, selección del personal adecuado y contracción al trabajo para reparar en breve tiempo las maltrechas embarcaciones en la Ensenada de Barragán y sitiar Montevideo, que al poco tiempo comienza a sufrir la falta de víveres. Simultáneamente el bloqueo se refuerza con nuevas naves que al mando de Hubac y Lamarca entre otros, completan el cerco naval. Finalmente las naves realistas al mando del Capitán de navío de la Serna deben salir a romper el bloqueo marítimo. Entre el 14 y el 17 de mayo de 1814 se suceden los combates, que determinan que las averiadas naves españoles se refugien en el puerto de Montevideo. La plaza al mando del General José Vigodet se rendiría el 23 de Junio de 1814. Previamente a principios de junio, Romararte todavía refugiado en Arroyo La China ofreció su rendición al Capitán Hubac. Las consecuencias de la victoria de Montevideo significaron el fin del dominio realista en el Río de la Plata y la captura de más de setenta embarcaciones, cañones, fusiles y pertrechos muy valiosos para las Provincias Unidas. Para completar la campaña naval de 1814 atacan en el mes de diciembre de ese año, Carmen de Patagones que estaba desde 1812 en manos realistas. Después de un mes de sitio, el jefe español se rindió con su pequeña flotilla. La señera figura de Guillermo Brown cobró una enorme popularidad y respeto. Su férrea disciplina y el ejemplo de servicio para combatir con una pierna quebrada significaron el reconocimiento de oficiales y marinería que integraban la escuadra naval. “La victoria naval de Montevideo es lo más grande que hasta el presente ha realizado la revolución americana” de esa forma el entonces Coronel José de San Martín, califica el triunfo naval de Montevideo del día 17 de Mayo de 1814. Posteriormente para disgusto de Brown y sus comandantes, en 1815 la flota fue desmantelada, a pesar de la valiosa colaboración que significó la victoria naval en el Sitio de Montevideo y que provocara la rendición de la plaza realista a las fuerzas del General Carlos de Alvear. 

Campaña de Corso al Pacífico

En 1815 el Gobierno de Buenos Aires ante las noticias de la inminente zarpada desde España de la Expedición del Gral. Pablo Morillo, destinada al Río de la Plata o al Caribe para cumplir con los designios de la Santa Alianza y el Congreso de Viena, decide la creación de una fuerza naval corsaria, para apoyar los movimientos insurreccionales en los dominios españoles del Pacífico. En concordancia con el pensamiento del Gral. San Martín de llevar la guerra de la independencia más allá de los límites del antiguo Virreinato del Río de la Plata, se firma un convenio de corso al Mar del Sur con Brown, que había sido convocado nuevamente. En esta oportunidad alista a la fragata Hércules, veterana de la campaña de 1814 y de su propiedad y el bergantín Santísima Trinidad aportado por el gobierno, más la goleta Constitución de propiedad de patriotas chilenos y la goleta Halcón al mando del exoficial de Granaderos a Caballo Hipólito Bouchard, armada por un empresario porteño y mando independiente. A punto de partir la expedición se le ordena a Brown, que permanezca en Buenos Aires y delegue el mando en Miguel Brown. Esta contraorden lesiva a los intereses de la expedición es desobedecida por el marino que zarpa hacia el cabo de Hornos, donde se pierde en un temporal la Constitución, se une con Bouchard en el sur de Chile y deciden actuar en conjunto. En 1816 bloquean el puerto del Callao, apresan buques españoles con su valiosa carga e interrumpen el tráfico marítimo con los puertos de Chile. Entre las presas está la famosa fragata Consecuencia, luego rebautizada La Argentina y que llegara hasta Monterrey, Madagascar y las Filipinas en su crucero de corso con Hipólito Bouchard. Atacan Guayaquil, otra plaza fuerte española, donde en el poco navegable río Guayas, Brown cae prisionero y finalmente es liberado por gestión de su hermano Miguel Brown. Parten los corsarios rumbo a las islas Galápagos, donde separan las rutas de corso y las presas, llegando así a las costas de Colombia, donde desembarca refuerzos para los rebeldes que enfrentan a las tropas del Gral. Morillo. Vuelve para el sur del continente y con la Hércules ingresa al Atlántico, donde navega con rumbo norte, y en las cercanías del Río de la Plata, recibe de un buque inglés la falsa noticia que los portugueses atacaban Buenos Aires. Así decide continuar por las costas de Brasil y arribar a las Indias Orientales donde fue acusado de piratería por los ingleses. Expropiada su carga y su buque, la tripulación presa y enferma, con su hermano Miguel logran posteriormente apelar en Inglaterra la bárbara decisión obteniendo la devolución de la fragata Hércules, con la cual en 1818 regresa a Buenos Aires donde nuevamente es arrestado por desobediencia. Juzgado llega a ser condenado a muerte. La oportuna intervención de Juan José Paso y Benito Rolón hizo que el Director Supremo José Rondeau, cerrara la causa en su contra, liberara a Brown y le otorgara el retiro con uso de grado y uniforme en mérito a los servicios prestados a la causa de la libertad y el resultado político de la campaña al Pacifico.

Injustamente atacado por quienes no ven el aporte de su temple y valentía, ni el compromiso personal del bravo irlandés, debe vivir en una casa prestada. Posteriormente en 1822, regresa su familia de Europa a Buenos Aires. Recupera su Kinta de Barracas, y se dedica al tráfico marítimo con las Indias Orientales. De esa manera el vencedor de Montevideo, vuelve a ser reconocido públicamente como en 1814, a pesar de tres años de injustos ataques que durante su ausencia por el crucero de corso le propinaron ocultos enemigos en Buenos Aires.

La guerra con Brasil

Declarada la guerra por el Imperio de Brasil en diciembre de 1825, el gobierno argentino contrata al capitán de navío inglés Robert Ramsay, para dirigir la guerra marítima. Llegado al Plata, este experimentado marino declina su nombramiento y sugiere que el mismo recaiga en el bravo irlandés a quien incluso obsequia su espada con una emotiva nota.

Brown inicia por tercera vez la tarea de armar buques y tripulaciones para enfrentar la poderosa fuerza naval imperial. Carente de medios, improvisa una reducida flota con la fragata 25 de Mayo, los bergantines Belgrano, Congreso Nacional, República y Balcarce y la goleta Sarandi, demás de un buque hospital y las eficaces cañoneras. Decide atacar Colonia y en Punta Collares se inician las acciones, donde demuestra su enorme agresividad frente a un enemigo superior y hace uso de su gran conocimiento del Río de la Plata. En el combate frente a Colonia en la isla San Gabriel (que obligó al enemigo a desguarnecer Martín García), realizó brillantes maniobras náuticas, como asimismo durante los combates menores que se sucedieron y que provocaron por la falta de resultados favorables en el bando imperial el cambio en el mando naval brasileño del almirante Ferreira Lobo por el almirante Pinto Guedes.

La formación de comandos y tripulaciones es uno de los grandes méritos del marino irlandés. No tolera la mínima defección en el combate, releva mandos pero consolida sus fuerzas. Toda una generación de marinos se cubrirá de gloria: Espora, Rosales, Parker, Robinson, Pinedo, Seguí, Drumond, Coe, Granville, son algunos de los nombres que se baten siempre en inferioridad y no vacilan en ofrendar sus vidas. Llegaría luego la gloriosa jornada de Los Pozos donde el pueblo de Buenos Aires, desde los techos, observó alborozado como la exigua fuerza patriota enfrentaba a la flor y nata de la marina imperial que con 31 buques se retira y Brown desembarca ovacionado en Buenos Aires. Vendrán luego los combates de Quilmes, el crucero a las costas de Brasil, que obligó a descomprimir el bloqueo sobre el Plata y trajo el descalabro en el comercio marítimo del sur de Brasil con la llegada de la guerra a sus propias aguas.

Las jornadas de Navidad de 1826 son testigos de los combates del río Uruguay ,y el inicio de la denominada la campaña del Juncal. En esa oportunidad la flota brasileña del Alte. Senna Pereira se rindió luego de combatir durante tres días. Aquí el genio de Brown brilla en lo más alto, su concepción estratégica deja a los buques imperiales divididos sin salida, con un cerco formado por las naves de Brown y la reforzada isla Martín García, impidiendo así la llegada de auxilios desde Montevideo. Con la rendición de la expedición de Senna Pereira se capturan valiosas embarcaciones para reemplazar y acrecentar la flota de la Republica Argentina, que luego sostiene combates menores en la zona de Quilmes con las fuerzas bloqueadoras. Tanto impacto causa la actuación de Guillermo Brown en los mandos brasileños que se intenta lejos del Plata un ataque contra Carmen de Patagones, donde las fuerzas imperiales son nuevamente derrotadas de manera contundente en el Cerro de la Caballada. También circuló la versión que se intentaría secuestrar o matar a Brown en su casa por parte de corsarios, esto obliga a patrullar la boca del Riachuelo por algún tiempo.

En un intento por romper el bloqueo, se produce el combate de Monte Santiago, que fuera el encuentro más adverso de toda la actuación donde Brown es herido, muere el valiente Drumond, Granville pierde un brazo y las bajas superan los 200 hombres, regresando a Los Pozos sólo dos de las cuatro embarcaciones que intentaron romper el cerco. Terminada la guerra, pediría el retiro. Su figura era reconocida en la calles, admirada su valentía, se lo llamaba cariñosamente General Brown. También se lo llamaría para la función pública como Gobernador de la provincia de Buenos Aires y director del Banco Nacional luego Banco de la Provincia de Buenos Aires.

Período de la Confederación Argentina

En 1838 el presidente del Uruguay Gral. Manuel Oribe, le ofrece el mando de la Marina de Guerra Oriental, que casi no existía. Brown con el permiso del gobierno argentino acepta el cargo, de crear una marina. Sin embargo el ataque del Almirante francés Leblanc, en apoyo del general Rivera contra el gobierno constituido por Oribe, provoca la caída de este último y la renuncia de Guillermo Brown.

Rivera con el apoyo de Francia y emigrados argentinos declara la guerra a la Confederación Argentina que apoyaba a Oribe para recuperar la presidencia de la que había sido despojado. Asimismo Rivera nombra jefe de la marina a Juan Coe, antiguo subordinado de Brown, quien por cuarta vez es llamado para recrear una marina de guerra Argentina tarea que asume a los 64 años. Nuevamente se dedica con tesón a la tarea. Vence a Coe frente a Montevideo y Punta Indio, desarticula la marina oriental que Rivera había formado y obliga al cambio de estrategia uruguayo que releva a Coe por el dominio absoluto que Brown tenia del Plata.

Sin embargo Rivera con auxilio francés, contrata a José Garibaldi para formar una segunda división naval, que ataca el litoral fluvial argentino e intenta llegar a Corrientes luego de superar Martín García con un ardid. Como en anteriores oportunidades Brown sale a la captura del enemigo al que enfrenta en el río Paraná y lo vence en el combate de Costa Brava. Con sus naves perdidas y sus fuerzas diezmadas, la flotilla de Garibaldi desaparece al igual que el peligro sobre las poblaciones costeras. El Gral. José María Paz menciona los rumores sobre un intento de lograr la defección del Alte. Brown que nuevamente dueño del Plata sitiaba Montevideo, se dice que Brown habría respondido “Yo juré defender a la nación Argentina”; idéntica frase habría respondido a quien le reprochara su conducta de luchar a las órdenes del gobierno de Juan Manuel de Rosas.

La noticia de la victoria en Costa Brava trajo nuevamente un gran reconocimiento popular a su persona. Los elevados conocimientos de los ríos lo habían convertido sin duda en un dominador de las aguas del Plata y sus afluentes. A su desembarco en Buenos Aires lo recibió una multitud con festejos, a los cuales no era muy afecto, pero aceptaba ese trato el viejo Bruno, manera con la cual lo solía citar Rosas, quien siempre respetó las conductas y pensamientos del Almirante.

Luego la intervención anglo francesa provocaría el robo de la Escuadra, episodio que afectó el espíritu del glorioso marino. Lleno de indignación regresó a Buenos Aires. Sería su último episodio naval. Asistió a la devolución de la flota. Su hijo Eduardo Brown combatió al mando de la batería que llevaba su nombre en el Combate de la Vuelta de Obligado y también en los combates de Paso del Quebracho, Tonelero y Acevedo contra el poder naval combinado anglo francés donde también marinos que se habían formado con el Almirante Brown, volvieron a dar testimonio de esa generación que combatió bajo sus órdenes.

Después de Caseros

Luego de Caseros, el marino irlandés que tanto aportara a la Nación Argentina, fue dado de baja al igual que su hijo Eduardo. No concurrió al desfile del 20 de febrero de 1852 en las calles porteñas de las tropas brasileñas. Aceptó nuevamente la injusticia que posteriormente fue reparada por el Ministro de Guerra Manuel de Escalada que no vaciló en reconocer los enormes aportes y reponerlo en las filas de la Marina de Guerra.

Se había hecho justicia, con quien siempre afirmó que deseaba estar donde tremolara la enseña celeste y blanca.

(1) Es preferible irse a pique  que rendir el pabellón”, fue la consigna  enviada por el Almirante Guillermo Brown a sus marinos el 30 de julio  de 1826, durante el  combate naval de Quilmes.
(2) ALMIRANTE DON GUILLERMO BROWN 
       1777 (FOXFORD - IRLANDA) - 1857 (BUENOS AIRES)
      TÉMPERA SOBRE MARFIL, MINIATURA 77 POR 60 MM. 
       DE HENRY HERVÉ. C. 1825, EN M.H.N.