lunes, 30 de agosto de 2021

Bloqueo francés - Visión de un periódico de Nueva York

REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA

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En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años. 
En el año 1840 se editó en Buenos Aires un folleto titulado ESPIRITU DE LOS MEJORES DIARIOS QUE SE PUBLICAN EN EUROPA Y AMÉRICA, que contenía varios artículos publicados en el extranjero referentes al bloqueo francés. Uno de ellos, titulado "Buenos Aires", lo transcribimos a continuación. 
El artículo transcripto había sido publicado el 14 de diciembre de 1839 en el Noticioso de Ambos Mundos de los Estados Unidos, de Nueva York. 

Rosas


BUENOS AIRES

Tenemos papeles de Buenos Aires hasta el 24 de Setiembre, tiempo en que quedaba aquella República en muy crítica situación. Un ejército de 6,000 hombres a las órdenes del acreditado General Echagüe, había invadido la Banda Oriental y marchaba triunfante hacia Montevideo, su capital. Esta ciudad que estaba fortificado a toda prisa con la ayuda de algunas fuerzas auxiliares francesas sacadas de la escuadra bloqueadora, mientras que el actual Presidente D. Fructuoso Rivera hacía todos los preparativos posibles para salir a contener a los argentinos,  quienes parece estaban ya a ocho o diez leguas de la ciudad, y por consecuencia de un momento a otro se esperaba que se daría una batalla sangrienta.

Por otra parte el general argentino Lavalle, a la cabeza de todos los descontentos refugiados en Montevideo, y ayudados de algunas fuerzas de dicha República, había entrado por la provincia de Entre Ríos, para distraer las fuerzas de Buenos Aires; y con ánimo de hacer una revolución contra el Presidente Rosas, y trastornar su gobierno. En este estado de cosas, preciso es que las primeras noticias que se reciben de aquel país sean de la mayor importancia. 

Nosotros no daremos nuestra opinión sobre cuál de los partidos que agitan por desgracia a aquellas Repúblicas, es al que tiene más derecho a dirigir sus destinos, ni cuál sería el más conveniente y adecuado a aquellos pueblos, para lo cual milita la sencillísima razón de que tampoco conocemos sus verdaderas necesidades, ni sus recursos, ni sus elementos, ni aún los planes ni intenciones de sus respectivos caudillos; además de que sería mucha presunción querer arreglar a tanta distancia, y siendo extranjeros, las disensiones civiles entre hermanos y vecinos. Empero hay un punto muy principal, que resulta en las cuestiones que se han agitado en medio de esos movimientos revolucionarios, el cual está sujeto a la jurisdicción del público en general, y en particular de la prensa libre, y así todos tenemos derecho a ejercer sobre él una censura imparcial, sin miedo de incurrir en la nota de intrusos, ni de cometer error alguno, con solo dejarse guiar fielmente por las inspiraciones de la justicia y del buen sentido. Este punto es la complicación del inicuo bloqueo que tienen puesto los franceses a Buenos Aires y demás puertos de la República Argentina.  Apenas puede concebirse como en el presente siglo pueda tolerarse una infracción tan escandalosa del derecho de gentes, un ataque tan injusto al principio de soberanía que cada nación reconocida tiene derecho a ejercer en la formación de sus leyes, y en el acuerdo de sus tratados. Todo el mundo sabe que el origen de aquel bloqueo, lo mismo que el que sufrió Méjico, no es otra cosa que el querer el gobierno de Luis Felipe obligar por la fuerza a las nuevas Repúblicas de América a hacer tratados a su antojo con la Francia, y de este modo enmendar el yerro que sus antecesores cometieron en no haberse anticipado a reconocer la independencia de aquellas, y a sacar las mismas ventajas que en época anterior y más oportuna obtuvieron los Estados Unidos y la Inglaterra. Es el mismo caso que si luego que se acabó la guerra en España, vencido y extrañado D. Carlos, y consolidado el gobierno de la Reina, viniese la Rusia a bloquear los puertos de la Península, porque no se le concedían los mismos privilegios que a Inglaterra y Francia.

El bloqueo pues de los Franceses, no solo es un insulto a la razón, y a los derechos inenajenables de la República Argentina, sino que es un ataque directo a todos los nuevos gobiernos de América que se hallan en igual caso; y a pesar de eso hemos visto con dolor al Gobierno de Montevideo tan envilecido, que ha dado favor y ayuda a los injustos agresores, lo mismo que los descontentos de Buenos Aires refugiados allí, incapaces unos y otros de abrigar en sus corazones un rasgo noble de olvidar por un momento sus querellas interiores o sus enconos personales, para unirse y acudir a la primera necesidad al escarmiento del enemigo común, a la defensa de la causa de la América entera, o a lo menos de aquella gran porción poblada de raza española. ¡Mengua eterna a los seres degradados que no sacrifiquen sus pequeñas rencillas a los clamores de la patria, y que no sepan acallar los gritos de los agravios particulares ante la voz noble y sagrada de la independencia nacional !!!

En medio de tanta degradación, un héroe vemos brillar: este héroe es el Presidente de Buenos Aires, el General Rosas. Llámenle enhorabuena tirano sus enemigos, llámenle déspota, llámenle tigre, nada nos importa todo esto: él es patriota, tiene firmeza, tiene valor, tiene energía, tiene carácter, y no sufre la humillación de su patria. Rosas, resistiendo a los franceses a la cabeza de un pueblo débil, dividido, y empobrecido por las continuas disensiones civiles, se ostenta grande, magnánimo, eminente: y Luis Felipe, empleando sus inmensas fuerza y recursos en hacer la guerra a ese mismo pueblo, hallándose al frente de una de las primeras potencias del mundo, aparece como un pigmeo, como un miserable, porque es injusto, y porque no puede beber más que ignominia en maltratar a los débiles.

(Del Noticioso de Ambos Mundos de los Estados Unidos, publicado en Nueva York, fecha 14 de Diciembre de 1839)


La transcripción se hizo de acuerdo a la grafía actual