Publicado en diario Clarín el 8 de agosto de 2021
MACRI & FERNANDEZ
Por Rodolfo Terragno
– Político, diplomático y periodista
Es una iniciativa
del gobierno de Mauricio Macri, pero la continuará el gobierno de Alberto
Fernández. Lo hará con el apoyo del radical gobernador de Mendoza y los
justicialistas gobernadores de San Juan y La Rioja, que seguirán los pasos de
sus respectivos predecesores. Tendrá el apoyo del Congreso, que ratificará lo
votado por todos los senadores y diputados en 2019.
La embajadora argentina ante la UNESCO impulsará la postulación
con la misma certeza que me animó a mí en la anterior gestión.
Todo esto es un pronóstico, pero es fácil que se haga realidad: San Martín no es de “Juntos por el Cambio” ni del “Frente de Todos”. Y el objetivo es que la UNESCO declare Patrimonio de la Humanidad las Rutas Sanmartinianas de los Andes.
La UNESCO ya las inscribió en su lista tentativa, pero ahora hay
que presentar pruebas históricas, mapas, facsímiles, nuevos aportes y
auspicios. Es necesaria la participación de historiadores, arqueólogos,
geólogos, educadores, escritores, cineastas, fotógrafos y artistas,
Los fundamentos de la postulación fueron, en síntesis, los
siguientes:
Esas rutas no tienen sólo un valor histórico. Charles Darwin
recorrió dos de ellas en 1835, dieciocho años después de que lo hiciera el
Ejército de los Andes. Lo asombró hallar, a 4.000 metros de altura, “conchas
marinas que alguna vez se han arrastrado en el fondo del mar”, e hizo numerosas
observaciones geológicas que lo llevaron a develar que los Andes se formaron
por erupciones volcánicas submarinas.
Hoy, la astrobióloga Nathalie Cabrol, directora de un instituto
financiado por la NASA, sostiene que hay en la zona, del lado chileno,
condiciones ambientales análogas a las de
Marte, y busca (hasta con robots) moléculas orgánicas que
fundarían su hipótesis sobre la existencia de vida extraterrestre.
Los misteriosos y a veces aterradores Andes fueron el escenario de
la hazaña: dividido en seis columnas el Ejército de los Andes se internó en
otros tantos pasos –ubicados en Mendoza, San Juan y La Rioja- y cruzó a Chile
venciendo las altas cumbres. Eran 5.423 hombres con 9.280 mulas, 1.600 caballos
y 16 piezas de artillería.
El historiador inglés James Metford sostuvo que “la habilidad de
San Martín para conducir a sus hombres a través de los desfiladeros y abismos
de la Cordillera de los Andes merece que se lo compare con Aníbal”.
Pero John Lynch, célebre biógrafo de San Martín, afirmaba que la
proeza del argentino había superado la mítica hazaña del cartaginés. Lo hacía
comparando alturas: San Martín trepó hasta 4.536 metros en los Andes, mientras
que, en los Alpes, Anibal no ascendió más que 1,850.
Margaret Harrison, autora del libro
“Captain of the Andes. The life of José de San Martín”,
coincide con Lynch. Dice, con cierta exageración, que la de Libertador fue una
“hazaña sin par, más espectacular que las marchas de Alejandro, Aníbal o
Napoleón.”
Pero la de San Martín no fue una expedición conquistadora. Al
contrario, fue la primera parte de un Plan Continental concebido para desalojar
el despotismo de esta parte de Sudamérica y asegurar la independencia de tres
actuales naciones: Argentina, Chile y Perú; e indirectamente la de Bolivia y
Uruguay, cuyos territorios eran entonces parte de la Argentina.
La liberación de Chile fue la primera parte de ese plan, concebido
por San Martín, que culminaría en 1820 con la liberación del Perú.
Una asombrosa prueba de la finalidad que llevaba la expedición es
que el Ejército de los Andes arrastró por esas cumbres, junto con la
artillería, 11 cajas con 725 libros que San Martín había traído de Europa. En
esas cajas iban historias de la Revolución Francesa. biografías de Rousseau y
Richelieu, tratados de derecho civil y penal, ensayos sobre la libertad de
comercio, manuales de agricultura, diccionarios y enciclopedias.
Algunos de esos libros los donó en Chile y la mayor parte la
destinó a la Biblioteca Nacional que creó en Perú.
El historiador venezolano Mariano Picón Salas sostuvo que el
“épico” cruce –llevado a cabo por “figuras de una homérica estatura,
merecedoras de una Ilíada americana- fue “parte de un proceso que encarnaba el
liberalismo político y la democracia representativa, inspirado en la
Constitución de los Estados Unidos y la Revolución Francesa”.
Vencidos los realistas, Bernardo de O’Higgins, co-partícipe
principal de la hazaña andina, asumió como Director Supremo de Chile e hizo
plebiscitar una Constitución que creó una división de poderes y garantizó los
derechos a “la libertad, la seguridad y la propiedad”, O’Higgins, por otra
parte, abolió los títulos de nobleza y declaró la igualdad entre indígenas,
criollos y europeos.
Medidas similares adoptaría San Martín en Perú.
El triunfo de ambos terminó con el absolutismo encarnado en los
virreyes, representantes de un “Rey por Gracia de Dios”, que había restablecido
la Inquisición y perseguía a los disidentes.
España rinde actualmente homenajes a San Martín, que no se alzó
contra ella sino contra aquel absolutismo. En un video, el gobierno español
expresa: “El Libertador de la Argentina. merecedor de tributo y admiración,
llevó a América la manera de ser española”.
La gesta ha influido en la formación de la identidad chilena y
argentina. Ha sido y es objeto de ensayos, novelas, poesías, películas y
canciones. Organismos públicos y privados realizan constantemente excursiones,
a caballo y mula, por las Rutas Sanmartinianas.
Pablo Neruda, en su “Oda a San Martín” profesó reconocimiento a
esos desfiladeros.
Más allá de Sudamérica, el héroe y poeta cubano José Martí veneró
esas Rutas Sanmartinianas por las que “iban los hombres como por el cielo,
hambrientos, sedientos, mientras abajo, muy abajo, los árboles parecían yerba y
los torrentes rugían como leones”.
André Malraux sostuvo en Francia que, cruzando los Andes, San
Martín creó, de la nada, una democracia.
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