REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA
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Lo encontraron a metros del Zócalo, el corazón de la
Ciudad de México. Se estima que llegó a tener 60 mil calaveras.
Un grupo de arqueólogos halló el más grande “Tzompantli”
(altar formado por cráneos) de Tenochtitlan, la antigua capital de los Aztecas,
cuya existencia no había sido comprobada pero era consignada en las más
destacadas crónicas de la conquista española.
El muro —de unos 34 metros de largo por 45 centímetros de
alto— formado por hileras de cráneos de víctimas sacrificadas con motivos rituales
para honrar a los dioses, fue hallado en una excavación realizada en la Calle
de Guatemala número 24, a unos metros del Zócalo, la plaza principal de la
ciudad de México. El arqueólogo Eduardo Matos, que por varios lustros encabezó
la búsqueda de restos arqueológicos en el Templo Mayor, (adyacente al Palacio
Nacional y a la Catedral, frente al Zócalo), considera que se trata del llamado
“Gran Tzompantli de Tenochtitlán”
“Muchos de estos cráneos pudieron pertenecer a enemigos
de los mexicas (Aztecas) que eran capturados, sacrificados y decapitados, como
una advertencia de su poderío”, afirmó Matos.
Se estima que el gran Tzompantli llegó a tener 60.000
cráneos humanos a la llegada de los españoles, que contemplaron horrorizados este
monumento, que no era típico de los Aztecas: altares análogos han sido hallados
en otras ruinas arqueológicas de México.
Según las fuentes históricas del siglo XVI, los
tzompantli —hilera de cráneos, en la lengua Azteca— por lo general eran
“basamentos muy bajos alargados y que en su parte superior tenían clavados una
serie de postes de madera con travesaños, en los cuales se colocaban los cráneos
de los decapitados en determinadas ceremonias”
“Hay una actitud biofílica y no necrofílica, en el
sentido de ofrendar a Dios lo más preciado para que la vida pueda continuar en
la tierra”, señaló Matos, quien además estima que este “es un tipo de manifestación
que vemos en muchas religiones, en las que se hacen ofrendas a la divinidad
para que sea posible la vida”.
Los cráneos fueron pegados con argamasa de cal, arena y arena volcánica. La edificación del tzompantli, según los investigadores, sería contemporánea a la construcción del Templo Mayor, entre 1486 y 1502, poco antes de la llegada de los conquistadores españoles.