Publicado en el Periódico El Restaurador - Año XI N° 43 - Junio 2017 - Pag. 6
Algunas opiniones sobre Manuelita
De José Mármol, escritor antirrosista, autor de Amalia
"Manuela oye a todos; recibe a todos con afabilidad y dulzura. El plebeyo encuentra en ella la bondad en las palabras y en el rostro. El hombre de clase halla cortesía, educación y talento. Manuela no es una mujer bella, propiamente hablando; pero su fisonomía es agradable y simpática, con ese sello indefinible, pero elocuente, que estampa sobre el rostro la inteligencia, cuando sus facultades están en acción continua. Su frente no tiene nada de notable, pero la raíz de su cabello castaño oscuro, borda perfectamente en ella, esa curva fina, constante y bien marcada, que comúnmente distingue a las personas de buena raza y espíritu. Sus ojos, algo mas oscuros que su cabello, son pequeños, límpidos, y constantemente inquietos. Su mirada es rasa. Se fija apenas en los objetos, pero se fija con fuerza. Y sus ojos, como su cabeza, parece que estuvieran siempre movidos por el movimiento de sus ideas".
"El color de su tez es pálido, y muy a menudo con ese tinte enfermizo de los temperamentos nerviosos".
"Agregad a esto una figura esbelta; una cintura leve, flexible, y con todos esos movimientos llenos de gracia y voluptuosidad que son peculiares a las hijas del Plata, y tendréis una idea aproximada de Manuela Rosas, hoy a los 33 años de su vida; edad en que una mujer es dos veces mujer".
"Manuela Rosas es el rasgo histórico más visible, después de su padre, en el cuadro de la dictadura argentina".
De William Mac Cann, viajero inglés que estuvo de paso por estas tierras.
"Los asuntos personales de importancia, confiscaciones de bienes, destierros y hasta condenas a muerte, se ponían en sus manos como postrer esperanza de los caídos en desgracia. Por su excelente disposición y su influencia benigna para con su padre, doña Manuelita era para Rosas en cierto sentido lo que la emperatriz Josefina para Napoleón"
Del Reverendo Pontoppidan, de la fragata danesa Bellona, en 1840 y de paso por Buenos Aires, realizó esta descripción.
“Manuelita presenta un aspecto interesante sin ser regularmente hermosa. Espiritualidad y alma se reflejan en todo su exterior, pero sus modales son exaltados, sus ojos echan llamas, y en todos sus rasgos y movimientos se puede leer cuál es su situación singular en la vida. Los oficiales se sienten cómodos en compañía de doña Manuelita y admiran a esta mujer graciosa y guapa que monta los caballos más indómitos, fuma un cigarrito si el caso se ofrece, toca el piano y canta, y no mal, y entretiene una conversación corriente en español bueno y francés malo mezclados”.
De Ventura de la Vega, poeta argentino, radicado en España y miembro de la Real Academia Española, que conoció a Manuelita en Southampton poco tiempo después de su casamiento, a mediados de 1853.
"Es alta, muy alta, morena, pelo negro, ojos pardos muy expresivos, boca y nariz pequeñas… No es gruesa pero tampoco puede decirse que es muy delgada, tiene muy bonito cuerpo, y un aire de lo más distinguido y elegante que se puede ver. Su conversación es franca; pero muy fina y con golpes de talento que dejan parado".
Detalle del retrato de Manuelita Rosas, pintado por Prilidiano Pueyrredón |