Publicado en el Periódico El Restaurador - Año XI N° 43 - Junio 2017 - Pag. 16
OPINIONES
DANIEL GARCÍA MANSILLA
Nació el 12 de octubre de 1866 en
París -Francia- donde su padre que era diplomático argentino cumplía sus
funciones como secretario de la legación argentina, por ello fue inscripto en
calidad de ciudadano argentino en el libro de actas de esa legación.
La familia paterna era de
ascendencia unitaria y por el contrario fue federal la materna, ya que era
sobrino nieto de Juan Manuel de Rosas y nieto del guerrero de la Independencia
y héroe del combate de Vuelta de Obligado, Lucio Norberto Mansilla.
Cursó sus estudios en Francia diplomándose en la Escuela de Ciencias Morales y Políticas de París, para completar los mismos en la Universidad de París -La Sorbonne-.
A los veinte años ingresó en el servicio exterior de la Nación, realizando una notable carrera diplomática, que duró 52 años, habiendo cumplido funciones en diversas jerarquías en las representaciones en Italia, Alemania, Brasil Suiza, Francia, la Santa Sede, siendo también embajador en Paraguay, Perú y Ecuador, la Santa Sede y España.
Siendo embajador en España, en los primeros días de iniciada la guerra civil española, hizo respetar el principio humanitario del derecho de asilo con respecto a refugiados y perseguidos políticos que habían buscado amparo bajo el pabellón nacional en su residencia en la villa turística de Zarauz -sobre el mar Cantábrico-, en la provincia de Guipúzcoa y posteriormente también hizo respetar ese principio en la capital de España.
Incursionó en
la poesía y el teatro y escribió unas memorias sobre su vida diplomática y
sobre su familia que tituló Visto, oído y
recordado (Editorial Guillermo Kraft Limitada, Buenos Aires, 1950), también
fue autor de innumerables artículos sobre literatura, arte, crítica y filosofía,
habiendo dictado innumerables conferencias.
Fue un católico practicante y después de quedar viudo en 1944 y sin descendientes, decidió brindar su vida a Dios; solicitó al Papa Pío XII una autorización especial para ser sacerdote, sin haber cursado el seminario, lo que le fue otorgado en 1953 ejerciendo el sacerdocio hasta el momento de su muerte ocurrida en Buenos Aires en el año 1957.
En el libro mencionado precedentemente, así opinó sobre su tío abuelo:
"A poco de la caída
de Rozas, hallábase nuestro amado país,
profundamente desquiciado y obligado a enfrentarse con enormes problemas de suma urgencia; lejanas provincias con intereses creados, imantadas por la
poderosa atracción comercial y social de naciones vecinas, que ponía en serio peligro la unidad nacional, hasta entonces mantenida con mano de hierro.
Era todavía escasísima nuestra población total, perdida en medio de espacios inmensos; pequeños grupos, amenazados en sus comunicaciones por indios salvajes que atacaban periódicamente las diligencias, robaban las haciendas en las estancias y se llevaban rehenes y mujeres. En cierta escala, don Juan Manuel había intentado ganárselos lealmente por las buenas, interesándolos en sus hábiles trabajos de campo, asociando a no pocos a determinadas faenas que les agradaban. Su abuelo materno, así como el hijo mayor, habían sido ambos cruelmente asesinados por aquellos bárbaros en el importante establecimiento llamado el Rincón de López, que aún conservaba su madre, doña Agustina López de Osorno, y que él mismo dirigió más tarde con gran acierto durante algún tiempo, ,antes de establecerse por su cuenta, trabajando con férrea voluntad. Procuró don Juan Manuel atraer a aquellos hombres a la civilización; aprendió su lengua y escribió con su puño y letra un interesante vocabulario y una rudimentaria gramática de la jerga, a fin de poder comunicarse con ellos directamente, sin intermediarios, y ganar así su estima y confianza; establecer pactos y convenios claros, cosa que logró en gran parte. Semejante política, razonable y cristiana, dio mejores resultados por cierto que el exterminio liso y llano preconizado en los Estados Unidos por el Indian Department...".