Publicado en el Periódico El Restaurador - Año IX N° 36 - Setiembre 2015 - Pag. 16
Opiniones
ROBERT CUNNINGHAME GRAHAM
Después de fallecer su padre en
1883, tomó el apellido Cunninghame Graham, en lugar del de Bontine. Regresó a
Inglaterra donde se convirtió al socialismo participando activamente en
política, tratando de mejorar los derechos de los trabajadores. Fue elegido
para integrar la Cámara de los Comunes en el año 1886. Como partidario de
libertad de Escocia, tomó parte activa en la creación del Partido Nacional de
Escocia en 1928 y en 1934 fue elegido como
primer presidente del Partido Nacional Escocés.
Escritor notable y de gran talento,
publicó gran número de libros y artículos, sobre historia, poesía, ensayos,
biografía, viajes y cuentos. Podemos citar entre ellos Retrato de un Dictador (Sobre Francisco Solano López), Caballos de la Conquista, Cuentos
de jinetes, El Río de la Plata, La Arcadia Perdida, trabajo realizado
después de una travesía a caballo de 600 millas por el Río Paraná a las
Cataratas del Iguazú, investigando el papel de los jesuitas con los nativos de
esas tierras, siendo esta la inspiración de la película La Misión, que recibió varios premios cuando se estrenó en 1986;
etc.
En Inglaterra tenía un caballo al
cual le puso el nombre de Pampa, que
lo acompañó durante 20 años
Cuando se encontraba en nuestro país
para visitar el lugar de nacimiento de su amigo Guillermo Enrique Hudson,
falleció en el Plaza Hotel de Buenos Aires, el 20 de marzo de 1936. Sus restos
fueron repatriados a su querida Escocia, para descansar junto a los de su
esposa
- - - - - - - -
En su libro El Río de la Plata (Establecimiento tipográfico Wertheimer, Lea y
Cía, Londres, 1914), Cunninghame Graham relata distintas vivencias a través de
su viaje por la provincia de Buenos Aires. En el capítulo inicial "El Gaucho"
hace un relato sobre el comportamiento del habitante de las pampas, contando
anécdotas vividas.
Entre ellas y en lo que interesa a
este trabajo, hizo el siguiente relato, destacando que el gaucho pese al largo
tiempo transcurrido desde el derrocamiento de Rosas del poder, nunca lo olvidó
y él mismo, en el relato llama al exgobernante "gaucho genuino".
"El
Río de la Plata: así llamábamos al país, en ese entonces, por allá en 1870,
cuando todavía el nombre de Rosas inspiraba temor entre los gauchos más viejos,
o tal vez, para decirlo con mayor propiedad, les parecía ser el de un Dios
tutelar".
"Cuántas veces los he oído, ya en la frontera meridional de la provincia de Buenos Aires, que entonces estaba en Bahía Blanca, y también en el Oeste, cerca de Tapalquén [Tapalqué] y del Fortín Machado, después de clavar su facón en el mostrador de la pulpería, y de despachar de un trago un vaso de caña, gritar: 'Viva Rosas', añadiendo una o dos maldiciones, probablemente por motivos de eufonía. El inolvidable jefe [Rosas], tipo de todos los vicios y virtudes de su clase, gaucho genuino, si los hubo, capaz de echar el sombrero al suelo y de alzarlo al galope, sin apoyar la mano en la silla, indiferente al gasto de la vida humana y pródigo en derramar sangre, hacia poco que había muerto, convertido en un pacífico burgués, cerca de Southampton; empero su espíritu díscolo aún sobrevivía…"