sábado, 1 de diciembre de 2007

Historia del óleo sobre tela de Rosas por Monvoisin

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año II N° 5 - Diciembre 2007 - Pag. 2 


Historia del óleo sobre tela 
de Rosas por Monvoisin

El Director del Museo Nacional de Bellas Artes, don Eduardo Schiaffino, de paso por París remitió una carta al diario “La Nación”, que fue publicada el 20 de febrero de 1905, en la cual daba cuenta del hallazgo de una pintura desconocida del Restaurador de las Leyes, (reproducida en la pág. 1) que se encontraba en poder de los sobrinos del pintor y que fue adquirida para el Museo.

En esa carta, -que transcribimos extractada- decía:

“Señor director de La Nación: Tengo el agrado de acompañar a usted la primera fotografía del retrato de D. Juan Manuel Rozas, en traje de paisano, pintado en Buenos Aires en 1842, por el distinguido pintor francés Raymond Quinsac Monvoisin, obra totalmente descono­cida en la República Argentina y que debido a una circunstancia casual hallé en Boulogne-sur-Seine en poder de los sobrinos del artista, sus herederos directos, pues no tuvo descendencia”.

"Esta pintura al óleo, de la que no se tenía la menor noticia, que ha permanecido oculta durante sesenta y dos años, ocupa el primer sitio en la iconografía del dictador, numerosa por la repetición a saciedad de la misma efigie de orden inferior, pero poco variada y eficaz para la documentación gráfica del personaje”.

En esa carta Schiaffino, también realizó una descripción y detalle preciso del admirable óleo que había adquirido: "Era bien D. Juan Manuel Rozas, en traje de paisano argentino, con poncho negro a franjas amarillosas y rojizas, vuelto sobre el hombro derecho para dejar libre el brazo y mostrando el forro punzó; la mano izquierda levantada sobre la cintura, deja ver también el forro colorado; la camisa blanca sin almidón, se abre en torno al potente cuello, mientras un pañuelo de seda amarillo gris, bordado de rojo, se anuda negligentemente sobre el pecho”.

"Rozas, casi de perfil, mira en lontananza con la mirada acerada y fría de sus ojos azules; la máscara carnosa y robusta, la nariz promi­nente y aguda, los labios finos y hundidos, que parecen cerrarse hermé­ticamente, en desacuerdo con la plasticidad total de la fisonomía, y la cabellera tupida, de un tono ardiente castaño rojizo, que contrasta con la tez florida blanco rosada, apenas tostada por la intemperie, consti­tuyen una efigie de emperador romano, enigmática y cruel. El personaje se destaca sobre un cielo azul, velado de nubarrones grises."

"La fotografía que publicamos exagera el tono del pelo y de la pa­tilla y la confunde con las sombras del cuello, pareciendo prolongado como un barbijo, pero esta exageración no existe en la pintura, que se mantiene en una tonalidad rubia."