REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA
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En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años.
Como dijo Rousseau, “para establecerse y subsistir el Estado revolucionario deberá destruir a la Iglesia y los cuerpos naturales de la sociedad”.
Así, la Asamblea Legislativa francesa dijo: “Los males que resultan de las corporaciones han sido expuestos. La tendencia natural que ellas tienen a crecer, la oposición constante de su interés con el interés general se han visto con toda claridad. Los proyectos de los enemigos de la revolución se fundan sobre los bienes del clero... devolvedlos a la Nación y ellos serán destruidos”. (Diario de decretos y debates -9 de abril de 1790- nr 238) Por eso el papa Pío VI enseñó:
“La Asamblea Nacional se ha abrogado la potestad eclesiástica, estableciendo tantas y tantas cosas contrarias no sólo a los dogmas sino también a la disciplina eclesiástica y obligando a todos los obispos y eclesiásticos con juramento a la observancia de su decreto. Más esto de ningún modo debe maravillar a aquellos que por la constitución misma de la Asamblea fácilmente comprenden que a ninguna otra cosa se encamina ni de ninguna otra cosa trata que de abolir la religión católica...” (Breve Quod Aliquantum, del 10 de febrero de 1791).
Veamos sólo algunos hechos de cómo procedió con la Iglesia la “gloriosa Revolución”, cuyo bicentenario acaba de celebrarse:
El 12 de noviembre de 1789 los bienes del clero son puestos a disposición de la Nación.
El 13 de febrero de 1790 se decreta la secularización de los religiosos, prohibiendo los votos de religión.
El 20 de marzo se decreta se hagan los inventarios de las iglesias y locales del clero. Desde la Revolución las iglesias católicas son del Estado, que —desde el Concordato de 1801 a que fue obligado por la resistencia vandeana— facilita su uso a la Iglesia.
La Asamblea Nacional francesa votó del 9 de abril al 12 de julio de 1790 “la Constitución civil del clero” que instaura una Iglesia nacional.
Allí Robespierre dijo que: “La Nación debe conservar (en sus manos) todo lo que es necesario para el culto, para el sostén de la religión católica...”. Y reclama la supresión del celibato eclesiástico.
El 6 de abril de 1792: la Asamblea Legislativa suprime el hábito religioso.
El 18 de agosto de 1792: supresión de todas las congregaciones religiosas.
El 17 de noviembre de 1792: se aprueba el matrimonio de los clérigos.
El 22 de enero de 1783: Circular del consejo ejecutivo para imponer al clero “constitucional” la obligación de casar a los divorciados y a los sacerdotes.
El 3 de abril de 1789 (14 germinal, año VI): Resolución del directorio relativo al calendario y a los mercados para impedir el ayuno de los viernes.
Mártires y víctimas de la Revolución
La Iglesia ha beatificado hasta ahora 374 mártires, asesinados por “odio de la fe” a saber:
Las 16 carmelitas de Compiegne, guillotinadas el 17 de julio de 1794 (beatificadas por la Iglesia en 1906).
Las 15 religiosas de Valenciennes (3 Hijas de la Caridad y 11 Ursulinas) guillotinadas el 26 de junio de 1794 (beatificadas en 1920).
Las 32 religiosas de Bollene, guillotinadas en Orange del 6 al 26 de agosto de 1794 (beatificadas en 1925).
El padre Noél Pinot, guillotinado el 21 de febrero de 1794 (beatificado en 1926).
Los 191 mártires guillotinados en la prisión del Carmelo el 2 de septiembre de 1792 (beatificados en 1926.
El padre Pierre-René Rogue, guillotinado en Vannes el 3 de marzo de 1796 (beatificado en 1934).
Los 19 mártires de Laval, guillotinados el 21 de enero de 1794 (beatificados en 1955).
Los 99 mártires de Angers (12 sacerdotes; 3 religiosas y 94 laicos, de ellos mujeres) ejecutados entre octubre de 1793 y octubre de 1794.
Otras causas en proceso de beatificación en Roma son los de:
El padre Jean Poulín de Arras ejecutado el 22 de agosto de 1793 y otras 157 víctimas de la misma ciudad, entre 1793 y 1798.
El padre Ignacio José Gosseau, de Valenciennes y 46 sacerdotes y religiosos de la misma ciudad, ejecutados entre 1792 y 1799.
Tomás Merle de Castillon y otras 71 personas ejecutadas en Lyon entre 1792 y 1794.
Los 5 capuchinos ejecutados en Nimes el 14 de junio de 1790, Jean Baptiste Souzy ejecutado en L'Ile Madame el 27 de julio de 1793 y sus 102 compañeros también muertos por la fe entre 1793 y 1795.
Los 110 niños de menos de 7 años masacrados en Lucs-sur-Boulogne en Vendee, por la “columna infernal” del general Cordellier.
No se agota con esto la lista de quienes murieron por causa directa de su fe.
Así, en Nantes, están los 143 sacerdotes ahogados en el río Loira a fines del año 1793.
En Toulouse el padre Duchein, ejecutado el 7 de noviembre de 1793.
En París, Ana Poulain y su criada Margarita, condenadas a muerte el 21 de diciembre de 1793 por haber escondido a un sacerdote proscripto.
El padre Fenelon, sobrino nieto del autor de “Telémaco” guillotinado también en París, julio 1794.
En Puy la señora de Beauzac, madre de un sacerdote refractario a la Constitución civil del clero; y la familia Best (el marido, su esposa y su cuñada) guillotinados en enero de 1794 por ayudar al clero fiel.
En Dax sor Margarita Rustau, Hija de la Caridad, guillotinada el 9 de abril de 1794.
En Montpellier, María Coste, campesina guillotinada el 3 de mayo de 1794 por haber alimentado a un sacerdote proscripto.
Se calculan en 2 millones de personas las víctimas del terror en Francia. A ellos deben agregarse las víctimas de las guerras de la Revolución y el imperio napoleónico en toda Europa, desde España hasta Rusia. Todo ello en nombre de los derechos del hombre y el ciudadano.
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