miércoles, 1 de septiembre de 2010

Los 33 orientales

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año IV N° 16 - Setiembre 2010 - Pags. 8 a 10 

 A 185 AÑOS DE UNA GESTA

LOS 33 ORIENTALES

Por El Federal Apostólico

Los 33 Orientales
Juan Antonio Lavalleja


Como fue explicado en el número anterior de este periódico, a raíz de la firma del tratado de Tordesillas entre castellanos y portugueses se delimitaron las nuevas tierras de Indias entre Castilla y Portugal,  y desde el principio del establecimiento de estos reinos en América, se produjo un avance de los lusitanos hacia el occidente y el sur del continente, con la intención de ocupar nuevas tierras y dominar el Plata que era una zona altamente estratégica y extender así las fronteras del Brasil hasta estos territorios. Debemos tener en cuenta que el Río de la Plata era la entrada y salida a una extensa cuenca fluvial, que llegaba tanto al Mato Grosso, como hasta Potosí y el Paraguay. Así también la Banda Oriental –que comprendía lo que hoy es la República Oriental del Uruguay y parte del actual estado brasileño de Río Grande do Sul– era una tierra de gran riqueza agropecuaria, donde se producía el tasajo, que era el alimento de la población esclava del Brasil y era codiciada por los hacendados del sur de Brasil.

Limite entre los dominios castellanos y portugueses establecidos
por el Tratado de Tordesillas.


A raíz de esa política expansionista lusitana y para poner coto a la misma había sido creado el Virreinato del Río de la Plata en 1776 y se había dado curso a la expedición Cevallos.

Las cruentas luchas entre españoles y portugueses y posteriormente por sus descendientes americanos, se extendieron a través de tres siglos.

El conflicto se agravó después de 1808 con la instalación en Río de Janeiro de la Corte portuguesa que había huido de Portugal a raíz de la invasión napoleónica. Prácticamente el Brasil dejaba de ser colonia, convirtiéndose en el centro del poder portugués y sede de sus autoridades, transformándose en reino el 16 de julio de 1815. En 1816 el príncipe regente, al fallecer su madre, toma la corona con el nombre de Juan VI y se proclama rey de Portugal, Brasil y Algarve. La política expansionista se incrementó, con vista a la creación de un imperio.

Los 33 Orientales
(1)
Durante el período comprendido entre 1816 y 1820 se había producido un conflicto en la mesopotamia argentina, parte del sur de Brasil y aquella otra provincia argentina de la Banda Oriental, donde José Gervasio de Artigas, el “Protector de los Pueblos Libres”, había conformado la Liga Federal. Artigas con sus ideas republicanas y federalistas, ejercía su influencia en esa vasta región.

A Artigas se le opusieron por un lado los directoriales (unitarios partidarios del Directorio) de Buenos Aires y los monárquicos del Brasil quienes lo consideraban un propagador de la “anarquía” y la “barbarie” y sobre todo, éstos últimos que lo consideraban peligroso por sus ideas republicanas.

Se produjo así en la Banda Oriental la invasión portuguesa –de 16.000 hombres– con el fin de combatirlo y anular la influencia del caudillo y sus ideas “perniciosas” para la supervivencia de aquel reino, pero con intenciones concretas de conquista de este importante y rico territorio. Esa invasión contó con la neutralidad para no hablar del consentimiento y la complicidad del gobierno directorial que gobernaba en las Provincias Unidas del Río de la Plata, quienes también veían a Artigas y a otros caudillos que lo seguían como sus enemigos y en realidad lo que solo les interesaba era la derrota a cualquier precio de Artigas, no importándoles incluso perder la Provincia Oriental a manos de los portugueses y brasileños.

Producida la invasión portuguesa-brasileña a la Provincia Oriental, en 1816, el Director Supremo de las Provincias Unidas, Juan Martín de Pueyrredón, no sólo no declaró la guerra al Reino de Portugal y Brasil por esa invasión que mancillaba a una provincia argentina, sino que por el contrario atacó de manera constante a las provincias que conformaban la Liga Federal, las que por ese motivo no pudieron colaborar con Artigas para rechazar al invasor portugués. Pese a la resistencia opuesta principalmente por Artigas y sus orientales, los brasileños se impusieron después de una lucha de cuatro años y ocuparon toda la Banda Oriental y el 30 de junio de 1821 la anexaron y la incorporaron al Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve con el nombre de Provincia Cisplatina. Así la Provincia Oriental dejaba de ser argentina para pasar a formar parte del Brasil. Instalados en suelo Oriental, los portugueses otorgaron títulos nobiliarios a nativos partidarios del Brasil.

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Don Pedro I
Juan VI de Portugal había regresado a la metrópoli (fines de abril de 1821), dejando a su hijo el príncipe Pedro como regente en el Brasil, quien posteriormente fue requerido también por las Cortes y su padre para regresar a la metrópoli, ya que habían decidido volver a convertir al Brasil en colonia. El príncipe Pedro resolvió quedarse en América y declaró la independencia del Brasil –conocido el hecho como “Grito de Ipiranga”–, siendo proclamado emperador y Defensor Perpetuo del Brasil como Pedro I, el 12 de octubre de 1822. 

Pero muchos argentinos, de una y otra orilla no se conformaron con esa situación, sino que por el contrario trataron de revertirla. Muchos orientales, entre los que se encontraban Lavalleja y los hermanos Oribe formaron en Buenos Aires un centro de resistencia, con la intención de invadir aquel territorio para insurreccionar a su población y lograr la expulsión de los portugueses, siendo ayudados con dinero y medios por  muchos hacendados y hombres de negocios, de este lado del Plata, como Terrero, Lezica, Rosas, Dorrego, los hermanos Anchorena y otros federales.

Juan Manuel de Rosas, uno de los principales hacendados de la provincia de Buenos Aires, con el pretexto de comprar campos se había dirigido primero a Santa Fe y Entre Ríos para no despertar sospechas y luego pasó a la Banda Oriental, pero su intención real era llevar cartas de Lavalleja y de los Oribe, comprobar in situ en este último lugar, las posibilidades reales de éxito de la cruzada libertadora, reuniéndose con personalidades y comprometer a los patriotas para que apoyaran la empresa, a la par de ver y estudiar a las tropas portuguesas ocupantes.

Muchos años después y encontrándose Rosas en el exilio 1868 dirá: "Recuerdo, dice, al fijarme en los sucesos de la República Oriental  la parte que tuve en la empresa de los 33 patriotas". Luego de referirse al itine­rario que siguió con el objeto aparente de su viaje de la compra de campos, agregará: "Ello era una trampa armada a las autoridades brasileras en esa provincia (la Orien­tal) para que no sospecharan el verdadero importante objeto de mi viaje, que era conocer personalmente la opinión de los patriotas, comprometerlos a que apoyasen la empresa, y ver el estado y número de las fuerzas brasileras. Así procedí de acuerdo en un todo con el ilustre general don Juan Antonio Lava­lleja; y fuí también quien facilitó una gran parte del dinero necesario para la empresa de los 33…".

La expedición para la invasión a la banda oriental, se prepara en forma cuidadosa.

Así, a mediados de abril de 1825, Juan Antonio de Lavalleja y sus compañeros se lanzaron a la empresa, embarcándose desde los puertos de San Isidro y Quilmes, pasando por las islas del delta del Paraná y cruzando con mucho sigilo el río Uruguay, tratando de evitar el contacto con la flota portuguesa, para por fin desembarcar en la madrugada del día 19 en la otra orilla, en la Playa de la Agraciada o Arenal Grande, donde los aguardan otros insurrectos, dando inicio así a lo que en la historia se conoce como la gesta de “Los 33 Orientales”.

Los 33 Orientales
El Juramento de los Treinta y Tres (2)


Hay controversias entre los historiadores en cuanto al número exacto de los miembros de la cruzada, ya que según algunos, los integrantes de la fuerza llegaron al medio centenar. No eran todos orientales, ya que se encontraban también nativos de otras provincias argentinas (entrerrianos, bonaerenses y paraguayos). Pero la tradición los denomina como los “33 Orientales”.

La bandera de los 33 era la misma que había enarbolado Artigas en la Liga Federal, era tricolor, con franjas horizontales, con los colores azul (que simboliza la grandeza), blanco (simboliza la república) y rojo (por la sangre derramada por la libertad y la independencia), y sobre la franja blanca llevaba la siguiente  leyenda: “Libertad o muerte“, como reafirmación del juramento realizado por los integrantes de la Cruzada.

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Bandera de los 33 (3)


Una vez en suelo oriental, los invasores fueron incrementando sus fuerzas con la incorporación de gran cantidad de paisanos, logrando la adhesión de la mayoría del pueblo oriental, llegando a formar un pequeño ejército, al cual se le agregan contingentes llegados desde todas partes –no sólo de la Banda Oriental, sino también de Santa Fé y Entre Ríos– y así fueron tomando distintos pueblos y villas, llegando pocos días después a Montevideo, poniendo sitio a la ciudad desde el Cerrito y en poco tiempo llegaron a dominar toda la campaña de la provincia Cisplatina, con la excepción de algunos centros poblados.

Desde el 19 de abril la autoridad de hecho recayó en el Gral. Lavalleja.

El 14 de junio se estableció en el pueblo de la Florida, un “gobierno provisorio de la Provincia Oriental del Río de la Plata”, nombrando a Lavalleja generalísimo. Se organizó un Gobierno provincial, con un Poder Ejecutivo en cabeza de Lavalleja y un Poder Legislativo a cargo de la Sala de Representantes.    

A pedido de Lavalleja, las autoridades locales enviaron diputados a la Sala de Representantes de los Pueblos, la que quedó integrada con catorce miembros  bajo la presidencia del cura de Canelones Juan Francisco Larrobla. 

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Sala de Representantes de la Provincia Oriental (4)


Es allí en la Florida, donde esa Sala, reunida el 25 de agosto de 1825, votó “con valor y fuerza de ley fundamental” la declaración de independencia del Brasil y su reincorporación a las Provincias Unidas:

“1) Siendo írritos, nulos, disueltos, y de ningún valor para siempre todos los actos de incorporación, reconocimiento, aclamaciones y juramentos arrancados a los pueblos de la Provincia Oriental por la violencia de la fuerza, unida a la perfidia de los intrusos poderes de Portugal y el Brasil, que la han tiranizado, hollado y usurpado sus inalienables derechos y sujetándola al yugo de un absoluto despotismo desde el año 1817 hasta el presente de 1825. 2) En consecuencia de la antecedente declaración reasume la Provincia Oriental la plenitud de sus derechos, libertades y prerrogativas inherentes a los demás pueblos de le tierra; se declara de hecho y de derecho independiente del rey de Portugal, del emperador del Brasil y de cualquiera otro del universo con amplio poder para darse la forma que en uso y ejercicio de su soberanía estime convenientes”… “Siendo que el voto general, decidido y constante de la Provincia Oriental, era por la unidad con las demás provincias argentinas a que siempre perteneció por los vínculos más sagrados que el mundo conoce, queda la Provincia Oriental del Río de la Plata unida a las demás de este nombre en el territorio de Sud América, por ser la libre y espontánea voluntad de los pueblos que la componen, manifestada con testimonios irrefragables y esfuerzos heroicos desde el primer día de la regeneración política de dichas provincias”.

Por fin el gobierno de Buenos Aires acuciado por la creciente presión de la opinión pública, tomó partido y el 24 de octubre de 1825 el Congreso reunido en Buenos Aires, dictó la siguiente ley: “1º - De conformidad con el voto unánime de las Provincias del Estado, y con el que deliberadamente ha reproducido la Provincia Oriental por el órgano legítimo de sus representantes en la ley del 25 de agosto del presente año, el Congreso General Constituyente, a nombre de los pueblos que representa, la reconoce de hecho incorporada a las Provincias Unidas del Río de la Plata a que por derecho ha pertenecido y quiere pertenecer. 2º - En consecuencia, el gobierno encargado del Poder Ejecutivo Nacional proveerá a su defensa y seguridad”. Así la Provincia de la Banda Oriental, quedó reincorporada a las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Notificado el gobierno del Brasil de esa decisión del Congreso y de la Asamblea de Florida, su respuesta del 10 de diciembre fue la declaración de guerra y el 1º de enero de 1826, lo hacen las Provincias Unidas del Río de la Plata, dando inicio así a la primera guerra argentino-brasileña.

Contrariamente a lo que afirman algunos historiadores, la empresa de los 33 Orientales no tenía como finalidad la de constituir un nuevo estado independiente de las Provincias Unidas. Esos patriotas, que se sentían argentinos como el que más y que cruzaron el río, lo hicieron para iniciar una sublevación contra los brasileños que ocupaban esas tierras, para reincorporar esa provincia oriental, junto a sus hermanas argentinas como había sido la visión de Artigas de formar una confederación de pueblos en el Río de la Plata.

Fuentes:

“Historia Argentina”, José M. Rosa

“Historia de la Confederación Argentina”, Adolfo Saldías

“Crónica Histórica Argentina”, Editorial Codex S.A.

www.lagazeta.com.ar

 (1) “Artigas en la Ciudadela”, Oleo de Juan Manuel Blanes. 1884.

(2) "El juramento de los Treinta y Tres". Oleo de Juan Manuel Blanes, 1875/1877. Museo Nacional de Bellas Artes de Montevideo

(3) Bandera original de los 33. Fue sustraida de un Museo en el año 1969 y todavía no fue hallada.

(4) Sesión de la Sala de Representantes de la Provincia Oriental, Óleo de Eduardo Amézaga, Museo Histórico Nacional, Montevideo.

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PROCLAMA DEL GENERAL LAVALLEJA

"Llegó en fin el momento de redimir nuestra amada patria de la ignominiosa esclavitud con que ha gemido por tantos años y elevarla con nuestro esfuerzo al puesto eminente que le reserva el destino sobre los pueblos libres del nuevo mundo. El grito heroico de libertad retumba ya por nuestros dilatados campos con el estrépito belicoso de la guerra. El negro pabellón de la venganza se ha desplegado, y el exterminio de los tiranos es indudable. ¡Argentinos, Orientales! Aquellos compatriotas nuestros, en cuyos pechos arde inexhausto el fuego sagrado del amor patrio, y de que más de uno ha dado relevantes pruebas de su entusiasmo y su valor, no han podido mirar con indiferencia el triste cuadro que ofrece nuestro desdichado país, bajo el yugo ominoso del déspota del Brasil. Unidos por su patriotismo, guiados por su magnanimidad, han emprendido el noble designio de libertadores. Decididos a arrostrar con frente serena toda clase de peligros se han lanzado al campo de Marte con la firme resolución de sacrificarse en aras de la patria o reconquistar su libertad, sus derechos, su tranquilidad y su gloria.

Vosotros que os habéis distinguido siempre por vuestra decisión y energía, por vuestro entusiasmo y bravura, ¿consentiréis aún en oprobio vuestro el infame yugo de un cobarde usurpador? ¿Seréis insensibles al eco dolorido de la patria, que implora vuestro auxilio? ¿Miraréis con indiferencia el rol degradante que ocupamos entre los pueblos? ¿No os conmoverá vuestra misma infeliz situación, vuestro abatimiento, vuestra deshonra? No, compatriotas; los libres os hacen la justicia de creer que vuestro patriotismo y valor no se han extinguido, y que vuestra indignación se inflama al ver la Provincia Oriental como un conjunto de seres esclavos sin gobierno, sin nada propio más que sus deshonras y sus desgracias. Cesen ya, pues, nuestros sufrimientos. Empuñemos la espada, corramos al combate y mostremos al mundo entero que merecemos ser libres. Venguemos nuestra patria; venguemos nuestro honor, y purifiquemos nuestro suelo con sangre de traidores y tiranos. Tiemble el déspota del Brasil de nuestra justa venganza. Su cetro tiránico será convertido en polvo, y nuestra cara patria verá brillar en sus sienes el laurel augusto de una gloria inmortal.

Argentinos Orientales: las Provincias hermanas sólo esperan vuestro pronunciamiento para protegeros en la heroica empresa de reconquistar vuestros derechos. La gran nación argentina, de que sois parte, tiene gran interés de que seáis libres, y el Congreso que rige sus destinos no trepidará en asegurar los vuestros. Decidios, pues, y que el árbol de la libertad, fecundizado con sangre, vuelva a aclimatarse para siempre en la Provincia Oriental. Compatriotas: Vuestros libertadores confían en vuestra cooperación a la honrosa empresa que han principiado.

Colocado por voto unánime a la cabeza de estos héroes, yo tengo el honor de protestaros en su nombre y en el mío propio, que nuestras aspiraciones sólo llevan por objeto la felicidad de nuestro país, adquirirle su libertad. Constituir la provincia bajo el régimen representativo republicano, en uniformidad a las demás de la antigua unión. Estrechar con ellas los dulces vínculos que antes la ligaban. Preservarla de la horrible plaga de la anarquía y fundar el imperio de la ley. He aquí nuestros votos. Retirados a nuestros hogares después de terminar la guerra, nuestra más digna recompensa será la gratitud de nuestros conciudadanos.

Argentinos - Orientales: El mundo ha fijado sobre vosotros su atención. La guerra va a sellar nuestros destinos. Combatid, pues, y reconquistad el hecho más precioso del hombre digno de serlo.
Campo volante, abril de 1825. — Juan A. Lavalleja."