miércoles, 1 de septiembre de 2010

San Martín - Su apoyo a la política de Rosas

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año IV N° 16 - Setiembre 2010 - Pags. 1 y 2  

A 160 años del paso a la inmortalidad del Brig. Gral. de la Confederación Argentina, don José de San Martín

Su apoyo a la política de Rosas. Consideraciones acerca de la salud del Libertador

                                                                                           Por Norberto Jorge Chiviló

(1)

 

El 17 de agosto ppdo. se cumplieron 160 años del fallecimiento del Padre de la Patria, don José de San Martín. Con este artículo queremos rendirle nuestro sentido homenaje.

Los Padres de la Patria, los Brigadieres Generales de la Confederación Argentina, José de San Martín –tal como él se designa en su testamento– y Juan Manuel de Rosas, si bien no se conocieron personalmente, mantuvieron una larga amistad a través de una interesante correspondencia epistolar.

San Martín, había regresado desde Europa al Río de la Plata a principios de Febrero de 1829, a casi cincuenta días de producido el Motín de Lavalle contra el legítimo Gobernador de la Provincia Manuel Dorrego, pero debido a tal circunstancia, no quiso desembarcar en Buenos Aires y después de residir poco mas de un mes en Montevideo, se retiró del Río de la Plata, radicándose definitivamente en Europa, de donde no regresaría en vida.  En el mes de diciembre de ese año, la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires designará a Rosas como Gobernador.

La amistad, entre estos dos grandes y máximos personajes de la Historia Argentina, se originó a raíz del bloqueo francés al Río de la Plata en el año 1838. Fue en esos momentos difíciles para la existencia de la Confederación Argentina, a cuyo frente se encontraba Rosas –como encargado de las Relaciones Exteriores–, cuando el Libertador, enterado del injusto bloqueo a su país, le remitió una carta el 5 de agosto de ese año, para ponerse a su disposición para servir a mi patria en la guerra contra la Francia o en cualquier clase que se me destine(Ver “E.R.” Nº 6, pág. 3).

Con esa carta se iniciaba su correspondencia con Rosas, que duraría doce años, siendo la última la que remitió San Martín el 6 de mayo de 1850, es decir tres meses antes de su fallecimiento (ocurrido el 17 de agosto).

En esta última carta le manifestó a su amigo Rosas, su satisfacción por cómo se encontraba la Confederación Argentina en esos momentos, dando su total reconocimiento a la política rosista, expresándose en estos términos: “…como argentino me llena de un verdadero orgullo, al ver la prosperidad, la paz interior, el orden y el honor restablecidos en nuestra querida patria; y todos estos progresos efectuados en medio de circunstancias tan difíciles, en que pocos Estados se habrán hallado…”, felicitando también a Rosas de la siguiente forma “Por tantos bienes realizados, yo felicito a Ud. sinceramente como igualmente a toda la Confederación Argentina y terminando su misiva, con un deseo que es un mandato moral a todos los argentinos cuando le dijo: “Que goce Ud. de salud completa, y que al terminar su vida pública, sea colmado del justo reconocimiento de todo Argentino, son los votos que hace y hará siempre a favor de Ud. este su apasionado Amigo y compatriota”.

Esa amistad entre San Martín y Rosas, fue ignorada y silenciada durante muchísimo tiempo por la llamada “Historia Oficial”, ya que era inconcebible para los historiadores de esa línea histórica que Don José de San Martín –consagrado como personaje máximo de la nacionalidad argentina y héroe de toda América–, llegara a tener amistad y aprobara los actos de gobierno de quien ellos consideran un “tirano sangriento”.

Esa amistad entre estos dos hombres públicos, sumada al hecho del legado por parte de San Martín, en la cláusula 3º de su testamento fechado en 23 de enero de 1844 de su glorioso sable corvo, y al apoyo que dio siempre a la gestión pública de Rosas, turbó la mente de los unitarios y posteriormente de los historiadores liberales y a los que aún hoy siguen esa corriente historiográfica.

En aquella época, el unitario Valentín Alsina en carta del 9 de noviembre de 1850 remitida a su correligionario Félix Frías, dijo de San Martín: “Como militar fue intachable, un héroe; pero en lo demás era muy mal mirado por los enemigos de Rosas. Ha hecho un gran daño a nuestra causa (la de los unitarios) con sus prevenciones, casi agrestes y serviles, contra el extranjero copiando el estilo y fraseología de aquél (Rosas)… Nos ha dañado mucho fortificando allá (Europa) y aquí (América) la causa de Rosas, con sus opiniones y con su nombre; y todavía lega a un Rosas, tan luego su espada. Esto aturde, humilla e indigna… pero mejor es no hablar de esto”.             

Esos hechos, como ya dije, fueron completamente silenciados y ocultados a los argentinos por la “Historia Oficial” y sus seguidores. Tan es así que la figura de San Martín “desaparece” de la Historia Oficial, con su partida a las costas europeas y nada se vuelve a hablar más de él, ni que decir de esa correspondencia ya señalada, ni del apoyo a la gestión de Rosas y menos aún del legado a éste del sable libertador.

A raíz del trabajo tesonero de escritores e historiadores de la talla de Adolfo Saldías y Ernesto Quesada en el S. XIX, de Carlos Ibarguren, los hermanos Irazusta, Font Ezcurra, Mario César Gras, Ernesto Palacio, Manuel Gálvez, José María Rosa, en el siglo pasado, para nombrar a algunos, y a la acción esclarecedora desarrollada por el “Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas”, fundado en 1938, se fue conociendo poco a poco cual fue la verdad histórica.

Si bien nadie se atreve ahora a desconocer esa amistad y los gestos de San Martín hacia Rosas y la Confederación Argentina, sí tratan de poner un manto de duda acerca de la validez de esas actitudes del Libertador, alegando por ejemplo que cuando San Martín redactó su testamento y años mas tarde cuando envió tal carta, era una persona mayor –como si ello fuera causa de invalidez–… o ponen en duda su salud mental…, o bien, dicen que por la lejanía no tenía idea de lo que pasaba por estas tierras. Algunos, como Félix Luna y Felipe Pigna, –entre otros– reconocen que San Martín apoyó a Rosas solo en lo que respecta a su política externa de defensa de la soberanía, pero como si eso fuera poco, afirman que no le brindó apoyo en su política interior. Da la impresión que para estos últimos no hubiera existido la carta del Libertador del 6 de mayo de 1850, o bien hay que pensar que soslayaron su lectura ex profeso.

En el año 1973, en la Ciudad de Buenos Aires, Ordenanza mediante, se había dispuesto el cambio de nombre de la Av. Monroe por la de Juan Manuel de Rosas, lo que fue dejado sin efecto por las autoridades surgidas del golpe revolucionario del 24 de marzo de 1976. A fines del año 2005 hubo un intento en la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, para cambiar nuevamente el nombre de tal Avenida por la de Juan Manuel de Rosas, dando vigencia a la derogada Ordenanza ya mencionada, pero se opusieron muchos legisladores y en definitiva la cuestión no se trató.

En ese momento remití una carta a la sección Correo de Lectores del diario “La Nación”, que fue publicada el día 5 de noviembre de ese año, en la cual hacía mención a la última carta del 6 de mayo de 1850, y a la cual se hace referencia en esta nota, que implica un mandato moral del Libertador para todo argentino, considerando así que la negativa de la Legislatura a considerar y discutir ese cambio de nombre, estaba contrariando justamente aquel deseo del Padre de la Patria.

Días más tarde, el 12 de noviembre, salió publicada en ese diario y en la misma Sección, una carta el Sr. Luis José Vincent de Urquiza, –miembro de varias instituciones como la Sociedad Argentina de Historiadores, Instituto Urquiza de Estudios Históricos–, que textualmente decía: “Respecto de la carta del doctor Norberto J. Chiviló, publicada el 5 del actual, creo oportuno aclarar que el general San Martín se había instalado en París en 1830 y, que cuando el 6/5/1850 envió a Rosas la carta aludida tenía 72 años, faltaban dos meses para que falleciera y hacía mucho tiempo que estaba ciego. El Libertador hacía 30 años que estaba ausente de su patria, enfermo y ciego y que muy poco o nada podía saber acerca de lo que aquí pasaba. La carta que cita el Dr. Chiviló es verdadera…”

Como el lector apreciará, si bien no se lo dice directamente, se pone un manto de duda acerca de la capacidad del Brigadier General Don José de San Martín, para así descalificar su adhesión a la política de Rosas. ¡Menos mal que reconoció que la carta era verdadera!

Recibí varios correos electrónicos que adherían a mi postura y algún otro que trataba de descalificar la actitud del Libertador, argumentando que cuando remitió esa carta, ya era “viejo” y no estaba en sus “cabales”.

Inmediatamente contesté a dicho diario, con los argumentos que expongo en este artículo, pero la misma no fue publicada.

En primer lugar es necesario aclarar que los que adhieren a esas posturas descalificatorias no abonan sus dichos con prueba alguna, sino que son simples conjeturas o suposiciones personales que además difieren de la opinión de personajes de la época que convivieron con el Libertador o se cartearon con él.

El Libertador fue una persona bien informada, él sabía bien lo que pasaba no sólo en nuestro país sino en el mundo de aquél entonces. Pero como toda su correspondencia y opinión es favorable a Rosas y los federales, entonces hay que sembrar la duda –“muy poco o nada podía saber acerca de lo que aquí pasaba”, dicen–. Cuando alguien o algo beneficia a Rosas entonces viene… “si,… pero…”, como hacen con respecto a la defensa de la soberanía, que la reconocen pero alegremente tras cartón afirman “pero no aprobaba la política interna de Rosas”, sembrando así la duda en personas que no son entendidas en el tema y que pueden llevarlas a caer en el engaño, pero no ocurre así con quienes conocen toda la correspondencia del Libertador intercambiada con Juan Manuel de Rosas, con Tomás Guido y con otros personajes de aquella época.

Estos “historiadores” tendrían que escribir con más rigor científico y no afirmar vaguedades y faltos de todo apoyo documental.

Para descalificar al Gral. San Martín, refieren que era mayor cuando redactó el testamento – próximo a cumplir 66 años- y 72 años al escribir la mencionada carta. Cuántos personajes históricos de nuestra historia llegaron a tener más que aquella edad: ¿Cuántos años tenía Mitre, cuando fue elegido senador nacional?: 73; ¿Cuántos Sarmiento cuando fundó el diario “El Censor”?: 74; ¿Cuántos cuando Juan D. Perón accedió a su tercer mandato?: 78 y ello para referirnos a algunos personajes de la historia nacional y que decir de los que podemos encontrar en la historia universal.

¿Es la edad un signo de decadencia mental… o en realidad es totalmente lo contrario?. La persona con los años va teniendo una visión más acertada de las cosas que le dan su experiencia de vida y más tratándose –como el Gral. San Martín– de un personaje con una experiencia de vida y política poco común.

Además debemos presumir que una persona está en pleno uso de sus facultades mentales y es justamente el que alega lo contrario quien debe probarlo. No hay que probar que al momento de la redacción de su testamento o de su fallecimiento el Gral. San Martín se encontraba en pleno uso de sus facultades mentales. Pero no obstante lo haré, porque hay pruebas mas que suficientes que me permiten afirmar que el Gral. San Martín, había mantenido su lucidez hasta sus últimos instantes. Y a las pruebas voy.

Dormitorio del Gral. San Martín
El unitario Félix Frías, se encontraba en Francia cuando falleció el Gral. San Martín, a quien visitó y trató. Esto, escribió Frías en “La Gloria del Tirano Rosas” (lo extractado corresponde al capítulo “Muerte del General San Martín” del T° 39 de la colección “Grandes Escritores Argentinos” de la editorial W. M. Jackson, año 1945, pags. 127 y sgtes): “Hacía algún tiempo que el general consideraba próxima su muerte…El día 6 escribió en su cartera algunas palabras afectuosas de despedida para sus hijos. Su razón sin embargo se ha mantenido entera hasta último momento… En algunas conversaciones que tuve con él… pude notar un mes antes de su muerte que su inteligencia superior no había declinado. Vi en ella el sello del buen sentido que es para mí el signo inequívoco de una cabeza bien organizada. Hablaba con entusiasmo… Recordaba siempre… y su memoria conservaba frescos y animados recuerdos de los hombres y los sucesos de su época brillante… Su lenguaje era de un tono firme y militar, por decirlo así, cual el de un hombre de convicciones meditadas”.

Vamos a otra prueba: Después del fallecimiento del General, su yerno Don Mariano Balcarce, en la carta de fecha 30 de agosto de 1850, en la que comunica al gobierno de Buenos Aires el fallecimiento del prócer, expresa lo siguiente: “Aunque una larga y penosa enfermedad había agotado sus fuerzas físicas, conservó sin embargo hasta el postrer momento, toda la energía y lucidez de su ánimo, y con toda la serenidad que inspira una conciencia pura y sin tacha, rodeado de sus amados hijos exaló tranquilamente su último suspiro”. 

Por lo tanto, el deseo expresado por el Gral. San Martín, en su carta del 6 de mayo, reflejaba sus reales sentimientos. Además debemos decir que esa no fue la única carta que escribió San Martín a su amigo Rosas, ya que el intercambio epistolar fue muy interesante durante aquellos doce años y cuya lectura recomiendo a todo aquél que tenga interés en conocer nuestra verdadera historia. De esa lectura puede advertirse el respeto, la consideración y la admiración que la figura del gobernante argentino, despertaba en el Libertador San Martín.

Saque Ud. amigo lector sus propias conclusiones.


(1) El óleo sobre tela del Gral. José de San Martín, fue realizado en Bruselas aproximadamente en 1829. Para algunos, este óleo es de autor anónimo, mientras que para otros fue pintado por su hija Merceditas con la dirección de su profesora de pintura.

Este fue el retrato favorito del Libertador, que lo acompañó hasta el momento de su fallecimiento.

Actualmente se lo exhibe en el Museo Histórico Nacional.