Publicado en el Periódico El Restaurador - Año IX N° 33 - Diciembre 2014 - Pag. 7
La
estatua de Colón y su traslado
Por
El Federal Apostólico
La bella escultura de mármol que se encontraba emplazada
en Plaza Colón -detrás de la Casa de Gobierno- regalo de la comunidad italiana
por el Centenario de la Revolución de Mayo y cuya piedra fundamental fue puesta
el 24 de mayo de 1920, fue inaugurada un poco más de once años después con la
presencia del presidente Hipólito Yrigoyen.
El monumento realizado en mármol de Carrara, obra del
escultor Arnaldo Zocchi, fue esculpido en Italia y trasladado desarmado a la ciudad
de Buenos Aires. Pesaba 623 tn., con una altura total de 26 mts.
En el año 2013, el gobierno nacional, comenzó a desmontar
el monumento con varios argumentos, uno el que instituciones italianas habían
solicitado su emplazamiento en la ciudad de Mar del Plata, otro era que se lo desmontaba
a fin de "restaurarlo". Ambos argumentos con el tiempo resultaron que
no eran ciertos ya que la finalidad real era la de sustituir ese monumento por
el de la patriota altoperuana Juana Azurduy -regalo del gobierno de Bolivia-.
En el mes de mayo pasado el gobierno nacional y el de la
ciudad de Buenos Aires, acordaron que el monumento a Colón fuera emplazado en la Costanera Norte, frente
al Aeroparque metropolitano, y de cara al río, haciéndose cargo el primero de
los gastos que se ocasionaran por traslado, restauración y trabajos de
ingeniería para su nuevo emplazamiento.
Nadie ha discutido ni discute la instalación de una
estatua de Juana Azurduy en la ciudad de Buenos Aires, sino todo lo contrario, ya
que es bien merecida, pero tampoco era necesario sacar un monumento para
colocar otro, pues la ciudad tiene muchísimos lugares donde podría ser
emplazada, inclusive en la misma plaza Colón podrían haber convivido ambos.
Nadie tampoco, con un mínimo de criterio y dejando de
lado cuestiones ideológicas de moda, puede discutir el lugar que la historia
universal tiene asignado al Almirante Cristóbal Colón.
Un pequeño detalle. Los gastos de ese desplazamiento le significará al erario público nacional la friolera de $ 25.000.000 -aproximadamente- que hubiera podido tener otros destinos, más acordes a los tiempos que nos toca vivir.