REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA
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Así llamamos a esta seccción en la que incluiremos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años, que redescubrimos justamente "revolviendo" nuestra biblioteca.
Hoy encontré en la "Revista del Instituto Juan Manuel de Rosas de Investigaciones Históricas" N° 6 de diciembre de 1940, un artículo muy interesante, sobre el tema de "Los prontuarios policiales en la época de Rosas".
LOS PRONTUARIOS POLICIALES EN LA ÉPOCA DE ROSAS
Por Julio Castellanos
Con Rosas está
ocurriendo lo que con muchas ciudades desaparecidas, que al excavar sus ruinas
los arqueólogos se encuentran con que hay que modificar el concepto que se tenía
de ellas, calificadas de ciudades bárbaras, puesto que la piqueta viene a poner
al descubierto, hoy una estatua artísticamente modelada, mañana una copa de oro
cincelada de una manera maravillosa y al otro una columna perfecta, obras que
por su estilo y por la materia empleada en ellas, ponen de manifiesto que esas
ciudades habían adquirido una cultura superior, y por lo tanto, hay que
modificar el juicio que de ellas se tenía.
El hecho no debe sorprender –veinte años de gobierno dejan muchos resentidos–, y cuando éstos triunfan es humano, políticamente, modificarlo todo.
Al estilo Luis XIV
sucedieron los luises XV y XVI, el Directorio, el Napoleónico, el Luis Felipe,
etc., y como es lógico, cuando un estilo deja de ser porque la moda hizo ley
imponiendo otro, el anterior pasa a los desvanes o a los cuchitriles de los
chamarileros. Tal suelen hacer los políticos triunfadores o muchos
historiadores que disfrutan de sus prebendas.
Todo cuanto se
escribió contra Rosas, no ya por los políticos contrarios, sino lo que fue
invención de mentes calenturientas que fabricaban novelas por entregas para
solaz de sus lectores, y de acuerdo con el último grito del romanticismo, pasa
por cierto.
El
folletinero ha hecho mucho daño a la historia porque desempeñó un papel muy
semejante al del falsificador de moneda, que pretende pasar lo malo por bueno.
Pero las mentiras,
por muchas que sean, y a veces estén refrendadas por algún pseudo historiador,
tienen que dejar paso a la verdad. Y el documento que pone en circulación una
orden, el decreto oficial, y hasta la misiva íntima al correligionario, así
como el tratado internacional que se archiva en una cancillería extranjera,
suele hacer extemporáneamente su aparición y deja en descubierto al
falsificador.
No es que creamos
“tabú” a los documentos oficiales, pues de sobra sabemos que hay mensajes que
dicen lo contrario de lo que el gobernante hizo.
Volviendo al caso
de Rosas, es mucho lo que hay que desbrozar todavía para que, a su persona y a
sus hechos, se les dé en la historia el lugar que en justicia le corresponde,
pero ya existen trabajos que han realizado parte de la tarea, algunos abonados
por historiadores de prestigio, y otros, por escritores que han hambre y sed de
justicia histórica, porque han llegado a descubrir que la figura de Don Juan
Manuel merece de los verdaderos patriotas, que no están embanderados en ningún
partido, que se la rehabilite.
Podrá ser hoy o
mañana, pero ello llegará; hay muchos Plutarcos que en su afán de hacer
paralelismo ven que no desmerece la personalidad de Rosas al lado de muchos
próceres, y más se afirman en ello, cuando ven que la Ilustrísima Personalidad
de San Martín, con mayúscula, con sus escritos y con su acto de donarle el
glorioso sable, está de parte de ellos.
Epoca es ésta de
revisión, y al hacerla, surge que la Unidad Nacional se logró por el tesón y el
patriotismo del Ilustre Restaurador de las Leyes, y que si mucho se le ha
vilipendiado en el pasado, hoy son muchos los que creen que la autoridad que él
impuso como mandatario, sus actos de gobierno, tanto en lo nacional como en lo
internacional, deben imitarse porque estaban inspirados en la justicia, en el
desinterés y en el más puro amor a la patria.
De los crímenes
que se le achacan no están libres, ni los gobernantes que le antecedieron, ni
los que le sucedieron, y es de notar que todos los gobernantes de los
países americanos fueron tildados de lo mismo. Era la época. El sectarismo no
reflexiona, y atribuye, a los que se encuentran en el poder, las fantasías que
suelen ser parto de su imaginación.
Y un hecho
indiscutible debemos hacer notar: que si Rosas llegó al poder no se debió a la
sorpresa de un cuartelazo afortunado de un militar ambicioso, o con la ayuda de
empresas extranjeras, sino que fue llevado al gobierno por la libérrima
voluntad de los legítimos representantes del pueblo, y después de un plebiscito
que dio una mayoría abrumadora a su favor.
Y de que sus dotes
de gobernante algo debían significar, dicenlo el recibimiento oficial que se le
hizo en Inglaterra a su llegada, cuando pobre y desterrado, nada podía dar,
siendo el jefe del gobierno, Lord Palmerston, quien más le honró, brindándole
una amistad que duró hasta su muerte.
A pesar de todo
cuanto se ha dicho en su contra, nadie osó hasta hoy enrostrarle que fuera
malversador de caudales públicos; sus cuentas con el erario son bien claras y
precisas, y aun cuando tuvo que sostener guerras internacionales jamás recurrió
a empréstitos.
En cuanto puso
mano, se nota enseguida su espíritu ordenado; era un trabajador infatigable al
que no se le escapaba detalle, exigiendo de todo empleado público el
cumplimiento de su deber, no perdonando a nadie la menor falta, y, cuando de la
tranquilidad del país se trataba, era inexorable hasta con sus allegados.
El estaba en
potencia en todo, bien se tratase de Hacienda Pública, de la Organización del
Ejército, del régimen a que tenía que estar sometidos los hospitales y asilos,
de la Instrucción Pública, del servicio de chasques y de cuanto se refería a
los servicios públicos.
Y del rigor a que
tenía sometida la Policía, todos sabemos que cuanto pasaba en la ciudad pronto
era sabido por él; díganlo la rápida pesquisa del robo de dos millones de pesos
a la Casa de Moneda por medio de la falsificación de una orden firmada por
Rosas, que había hecho un titulado Murillo, que se hacía pasar por Vidal y
después por Vera y por último resultó llamarse Andrés Vallejo.
En veinticuatro
horas se prendió al delincuente, y Rosas al recibir la nota de su detención, se
asombra de que su letra y firma hayan podido ser falsificadas con tal perfección,
lo que no obsta para que al pie de ella, en uso de las facultades
extraordinarias que le había acordado la legislatura, pusiera el cúmplase a la
pena a que se había hecho acreedor el tal Vallejo.
Tal rapidez se
explica, porque en aquellos tiempos, aunque no existían las impresiones
digitales, no faltaban los prontuarios que se hacían escrupulosamente, y para
muestra vamos a transcribir dos, cuyos originales se encuentran en el Archivo
del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas. (1)
DEPARTAMENTO DE
POLICIA
“Viva la
Confederación Argentina”
“Mueran los
Salvajes Unitarios”
“Muera el loco
traidor Salvaje unitario Urquiza”
Buenos Aires,
Octubre 9 de 1851.
Año 42 de la Libertad, 36 de la In-
dependencia y 22 de la Confedera-
ción Argentina.
JOSE Ma.
BUSTILLOS, edad 32 años calza bota fuerte, es sano no es borracho. Patria
Buenos Ayres, no sabe domar, anda regularmente a caballo, se ocupa en el
Comercio de Frutos del País, domicilio Calle la Victoria n° 33 y ¾ sabe leer y
escribir presta sus servicios en el 3er. Batallón de Patricios en clase de
soldado es hijo de Don Manuel José Bustillos y de Doña Manuela Prudant. Estado
casado, color blanco, pelo rubio, es hombre de pueblo, bueno para infantería.
VISTE pantalón de casimir negro chaleco de raso punzó camisa de hilo
corbata de seda, levita de paño negro, sombrero redondo usa la divisa y
cintillo federal. Es de buena conducta y no sabe emborracharse.
Servicios que
ha prestado a la Santa causa Nacional de la Federación.
Siendo empleado
en el Correo fue preso en el año de 1840 por salvaje unitario y conducido a la
cárcel de Cabildo, de donde salió poniendo personero, y fugó en ese mismo año a
Montevideo y el Gobierno intruso de Montevideo le dio el grado de Teniente
Coronel de infantería a las órdenes del salvaje asqueroso unitario Manco Paz
hasta que este salió de Montevideo. Luego emigró al Brasil y acogiendose al
indulto que S.E. tuvo a bien acordar regresó a su país.
JUAN MORENO.
Se trata en este
caso de una persona conocida, a la que solían llamar el paquete Bustillo por su
elegancia y el esmero que acostumbraba a poner en su persona.
Como se deduce de
la lectura de ese prontuario, a pesar de sus andanzas contra el régimen
implantado por Rosas, se acogió al indulto que acordó el gobierno a los que
regresaban al país, siéndole concedido, lo cual prueba que Rosas no era tan
duro de corazón como lo hacen figurar, y que los unitarios sabían que nada
tenían que temer cuando el Restaurador tenía empeñada su palabra.
En cuanto al otro
prontuario se trata nada menos que del hijo de don Bernardino Rivadavia, el
que, como es natural, no podía ser más unitario. Leámosle:
DEPARTAMENTO DE
POLICIA
“Viva la
confederación Argentina”
“Mueran los
Salvajes Unitarios”
“Muera el loco
traidor Salvaje unitario Urquiza”
Buenos Aires,
Octubre 17 de 1851.
Año 42 de la
Libertad, 36 de la In-
dependencia y 22 de la Confedera-
ción Argentina.
JOAQUIN
RIVADAVIA: edad 37 años – calza bota fuerte – es sano – no es borracho –
natural de Buenos Aires – no sabe domar – sabe andar bien a caballo - se ocupa
en un escritorio de Agencia – Su domicilio Calle del Parque num. 51. Sabe leer
y escribir y en prueba de ello firma la presente clasificación – se halla
enrolado actualmente en el Juzgado de Paz de la Catedral al Norte – hijo
legitimo de D. Bernardino Rivadavia y de Da. Juana del Pino – de estado casado
– color blanco – pelo castaño algo cano – es hombre de pueblo – es bueno para
caballería.
VISTE: levita
de paño – chaleco punzó – pantalón de paño – camisa blanca corbata de seda –
bota fuerte – sombrero de pelo negro – usa la divisa y sintillo federal.
Es de buena
conducta y no es borracho.
SERVICIOS a la
Santa causa de la Federación Nacional. No ha prestado ninguno – Dice que
habiendo llegado de Francia el año de 1828, cuando el motín militar del Salvaje
asqueroso unitario Lavalle, lo hicieron Alferez de Caballería, y que sirvió con
los amotinados hasta la convención, después de lo cual emigró al Estado
Oriental del Uruguay hasta el año de 1833 que volvió a esta Ciudad, y que en el
mismo año pasó con licencia a Mercedes en la Banda Oriental á hacerse cargo de
una estancia de su Padre – Que el año de 1837 entró al servicio con los
salvajes asquerosos unitarios en el Ejército del salvaje asqueroso unitario
Lavalle, quien lo hizo Capitan en la campaña contra el Sr. Presidente legal del
Estado Oriental: que se halló en toda la guerra que hizo el pardejón salvaje
asqueroso unitario Rivera contra el Gobierno legal de aquel Estado. Que cuando
el salvaje asqueroso unitario Lavalle invadió esta Provincia sirvió con él en
toda la campaña habiéndole dado el título de Sargento Mayor de Caballería
hallándose en todas las acciones de guerra que tuvieron lugar hasta la Rioja,
en donde se separó y pasó a Bolivia, y desde allí por Matogrosso se vino al Rio
Janeiro se embarcó y se vino a Montevideo. Que allí fue llamado al servicio por
el titulado Ministro salvaje unitario Pacheco y Obes y le fue dado el mando de
un escuadrón de Caballería con el que salió a campaña hasta que los emigrados
argentinos se separaron y marcharon a Corrientes donde sirvió a las órdenes del
salvaje asqueroso unitario manco Paz – Que cuando el exercito Paraguayo llegó a
Corriente, fue pedido por su titulado general y al presentarse a servicio le
dieron el grado de Teniente coronel continuado en aquel hasta la disolución,
que pidió su pasaporte para el Brasil donde se retiró. Que de allí paso
embarcado a Montevideo y a los pocos días se trasladó a esta Ciudad el año
1848. Que luego que se hizo publica la traición del salvaje, loco, traidor,
unitario Urquiza, ofreció sus servicios al Supremo Gobierno, dirigiéndose á
S.E. por conducto del Capitan escribiente D. Pedro Rodriguez, lo mismo que lo
ha hecho personalmente recordando su oferta á la Señorita Da. Manuelita Rosas y
Ezcurra, la cual la reitera hoy al hacerle la presente clasificación.
NOTA Agrega
este individuo que el año de 1848 se enrolo en la Pasiba del Juzgado de Paz de
Catedral Norte, donde presta sus servicios como ciudadano de la 2da. Compañia
JOAQUIN
RIVADAVIA
JUAN MORENO (2)
Como se habrá
notado, no se trata en este caso de un cualquiera, sino de un hombre que había
actuado en cuantas pellejerías se lanzó el partido unitario para derrocar a
Rosas, que sabía leer y escribir, y que, dado el medio en que había figurado,
es de suponer que debía conocer a sus correligionarios para no tomar en cuenta
lo que decían de las barbaridades de Rosas, puesto que el año 1848 viene a
Buenos Aires y se enrola en la pasiva del Juzgado de Paz de Catedral al Norte,
donde presta servicios con la 2ª. Compañía. Más tarde al hacerse pública la
traición de Urquiza se ofrece para prestar servicios en el Ejército rosista,
dándose el caso de que un unitario peleara en defensa del gobierno de Rosas, y
ello solicitado personalmente a doña Manuelita, y también por conducto del
Capitán Pedro Rodríguez.
Indudablemente se
vivía en una época de sorpresas y la que debe causarnos el hecho de que el hijo
de don Bernardino adoptase resolución tan patriótica, se explica, porque no se
trataba como en las contiendas anteriores de una guerra civil, sino de una
guerra internacional contra el Brasil, al que se había aliado Urquiza. Así lo
entendieron muchos otros, entre ellos, los coroneles Díaz y Chilavert, quienes
combatieron al lado de Rosas en Caseros.
Para terminar vamos a transcribir unos párrafos del notable ensayo del señor E. M. S. Danero, titulado “Lucio Vicente López”: “Y – como dice Ernesto Quesada- mientras el primero (don Vicente López y Planes), siguiendo sus inclinaciones y obedeciendo a su idiosincrasia, continuó viviendo en Buenos Aires sin que personalmente nadie le achacara nada ni le hiciera el menor reproche, el hijo (don Vicente Fidel López), batallador y altivo, tuvo que emigrar de nuevo a Montevideo…” Y más adelante refiere, tratándose de don Lucio Vicente López: “Con el propósito de que iniciara sus estudios universitarios, su padre le envió a Buenos Aires”, y eso ¡en plena tiranía! Lo cual prueba dos cosas: que eran muchos los que se autoperseguían, y en que en lo referente a estudios superiores, los de aquí eran mejores que en Montevideo, puesto que allí no existían.
Mucho debía
representar Rosas para los argentinos que lo estimaban cuando para vencerlo,
por primera vez, tuvieron que coaligarse todos los descontentos y buscar la
ayuda de fuerzas extranjeras.
(1) Estos documentos juntamente con su magnifica biblioteca fueron donados al Instituto por la familia del ilustre historiador don Marín V. Lascano.
(2) Este documento rectifica lo afirmado por don Jacinto Yaben en la pág. 91 del Tomo IV de su obra “Biografías Argentinas y Sudamericanas”, en la que afirma que Joaquín Rivadavia volvió al país después de Caseros.
Se encuentra en Buenos Aires desde mucho antes de este hecho.
Es curioso y frecuente el afán de hacer pasar como volviendo al país después de Caseros a muchas personas que residían tranquilamente en él. El ambiente de la dictadura no era tan irrespirable como se pretende y muchos de los presuntos proscriptos hicieron su fortuna en el país durante esa época.
Lo mismo puede decirse de José María Bustillos, a quien también el señor Yaben, hace volver a Buenos Aires después del 3 de febrero de 1852.
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