Publicado en el Periódico El Restaurador - Año XI N° 42 - Marzo 2017 - Pag. 15
La blanca mano de Marcó del Pont
Cuando Álvarez Condarco en diciembre de 1816, se presentó
ante Marcó del Pont -caballero Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden de
Carlos III, de la de San Hermegildo y de Isabel la Católica-, para entregarle
el oficio que le había dirigido el general San Martín, anoticiándolo de la
firma del Acta de la Independencia, el militar español le dijo al emisario, más
o menos, lo siguiente: "Yo firmo con mano blanca, y no como la de vuestro
general, que es negra", haciendo alusión de esa forma a lo que ellos
consideraban como una traición de San Martín, por haber desertado de la causa
de España, para venir a servir a la revolución americana.
Dos meses después, cuando ya había sido tomado prisionero
y conducido a Santiago, al Palacio Episcopal, que ocupaba San Martín, fue llevado a presencia de su vencedor, estaba vestido
con uniforme de teniente general, calzón corto, medias de seda, zapatos de
terciopelo con hebillas de oro, un poncho corto y un sombrero muy fino,
mientras que el general patriota lo recibió vestido muy simplemente con su
levita azul.
El capitán José Aldao, quien lo había tomado prisionero,
se dirigió a su Jefe: "Excelentísimo señor: tengo el honor de presentar a
Vuestra Excelencia al Teniente General Don Francisco Marcó del Pont, Presidente
de Chile, prisionero de las armas de la Patria".
El general San Martín, se acercó entonces al prisionero y
le dijo: "A ver esa blanca mano, Señor Don Francisco Marcó"; éste al
verse sorprendido por esas palabras, balbuceó una respuesta .
Después de abrazarlo para tranquilizarlo y de un buen
rato de conversación, San Martín le manifestó que se encontraba entre
caballeros que respetaban el derecho de guerra y que nada debía temer por su
seguridad personal y custodiado de dos edecanes lo hizo conducir al Consulado
donde se habían preparado unas habitaciones para su alojamiento.