jueves, 1 de diciembre de 2016

San José Gabriel del Rosario Brochero

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año XI N° 41 - Diciembre 2016 - Pag. 15 

 Bicentenario de la Declaración de la Independencia de las Provincias Unidas de Sud América el  9 de Julio de 1816 


SAN JOSE GABRIEL DEL ROSARIO BROCHERO

Una estampa de su vida.

Por Guillermo M. Masciotra


Padre Brochero
Con motivo de la elevación a los altares del sacerdote argentino, que dedicó su vida a la actividad pastoral, asistencial y del desarrollo de obras de infraestructura que mejorarían la calidad de vida de los pobladores de los sectores menos comunicados de la Provincia de Córdoba, deseamos que sea conocido un testimonio escasamente divulgado de su vida.

Vamos ahora a destacar su compromiso con la búsqueda de aquellos, que se encontraban más lejos de la palabra de Dios y es precisamente su relación con el personaje que nació y vivió en ese gran sistema de lagunas y salinas ubicado en el territorio las provincias de San Juan, San Luis y Mendoza; hablamos de la relación que mantuvo el Padre Brochero, con el caudillo José Santos Guayama, indomable gaucho, que integró las filas de Ángel Vicente Peñaloza y Felipe Varela, y a quien se lo conocía como un gaucho lagunero.

Quién fuera teniente en las filas de Peñaloza y teniente coronel de las tropas de Varela, e integraba el gauchaje que conformaba esa “caballería irregular“ que era la montonera, fue activo partícipe de la rebelión de las Lagunas de Guanacache, Desaguadero y Bebedero, cuando comenzaron las obstrucciones y desvíos en los cauces de los ríos Mendoza, San Juan y Desaguadero.

Guayama, que se había casado con Agapita González tuvo dos hijos, convivió con las comunidades huarpes y su muerte fue anunciada en repetidas ocasiones durante los últimos años de su vida. Conocedor de la situación en que se encontraba este gaucho, con pedido de captura, perseguido y rodeado por fuerzas policiales y nacionales, sin el apoyo ni la protección política de los gobernantes que lo acercaban con promesas en las elecciones, y con escasos seguidores, Brochero decidió ir en su búsqueda como siempre intentaba con los fieles más lejanos, deseando devolverlo a la vida civil luego de tantos años de lucha. Su tenacidad en todas las tareas emprendidas, significaba que no se detendría hasta encontrarlo y convencerlo de una nueva vida.

No se puede afirmar con exactitud que fueran amigos, pero seguro que no eran adversarios, al contrario, el tal vez ultimo montonero tenía en claro la obra sacerdotal de Brochero que se expandía.

Así el cura cordobés tomó contacto con algunos de los últimos seguidores del caudillo, para que le hicieran llegar el mensaje que deseaba verlo. Finalmente acompañado por un  guía conocido de Guayama, partió para La Rioja, deambuló sin resultado, ya que Guayama, recelando tal vez, eludió la entrevista.

No abandonó la búsqueda y el intento de acercarse al gaucho lagunero para redimir su vida, la fibra del espíritu lo había constituido al P. Brochero en un incansable sacerdote que siempre estaba con el dolor y la adversidad, lo siguió buscando, sin persecución pero sin pausa, así logró finalmente entrevistarlo donde le planteó propuestas de ayuda económica, una nueva vida y gestiones para lograr su indulto.

Era el gesto humanitario del Pastor que busca hasta la última oveja, que procuraba establecer con sus actitudes un estilo de vida. En la realidad ambos configuraban una amistad desde posiciones encontradas, pero destinadas para lograr el bien común y aspiraba también a que Guayama fuera ejemplo, para redimir a otros individuos, pues así como visitaba enfermos reconfortándolos en la enfermedad, no vacilaba tampoco en concurrir al escondite del prófugo para encaminar al díscolo, explicar el tiempo histórico que se imponía y que era imposible seguir escondido y vivir en una fuga permanente.

Guayama, prometió estudiar las ofertas y propuestas del sacerdote, seguramente impresionado por la sinceridad y buena fe del religioso. La mejor prueba del gesto lo compone el hecho, que cuando es detenido en San Juan, estando prácticamente solo y sin resguardo, intuyendo lo que podía pasarle, desde la cárcel -donde será pasado por las armas-, le escribió al P. Brochero para que le salve la vida. Lamentablemente la carta llegó muy tarde a manos del hoy Santo.

José Santos Guayama fue fusilado y sepultado en San Juan.