jueves, 1 de diciembre de 2016

El fracaso de un reportero

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año XI N° 41 - Diciembre 2016 - Pag. 9 

 Bicentenario de la Declaración de la Independencia de las Provincias Unidas de Sud América el  9 de Julio de 1816 

EL FRECASO DE UN REPORTERO

Con motivo de la próxima asunción de Yrigoyen a la Primera Magistratura del país, el director de la revista Caras y Caretas -de gran difusión en aquella época- le dejó una nota al reportero Emilio Dupuy de Lome, que le pedía: "Haga usted cuanto antes una información sobre el futuro Presidente. Entrevístelo. Retrátelo en su casa…" 

En el número N° 938 del 23 de setiembre de 1916, en el artículo "En busca de Don Hipólito - El fracaso de un reportero", Dupuy de Lome relató cómo le fue con la misión encomendada, ya que la tarea no era nada fácil y menos aún sencilla, teniendo en cuenta la personalidad del caudillo radical, nada propenso a aparecer en público, ser reporteado y menos aún fotografiado.

En ese interesante artículo, contó que a fin de contactar al futuro mandatario para realizar la entrevista, buscó su número telefónico en la guía, comprobando que no había teléfono a su nombre, tras lo cual le envió tres cartas que no fueron contestadas, y no le quedó más alternativa que trasladarse en compañía del fotógrafo a la casa ubicada en la calle Brasil N° 1039, donde Don Hipólito vivía. 

Casa de Hipólito Yrigoyen
Un vecino de la cuadra -cuando los vio llegar-, se ofreció a mostrarles la casa buscada, pero les aconsejó que escondieran la máquina fotográfica -tengamos en cuenta que en aquella época esas máquinas eran tremendos armatostes- pues de verla los habitantes de la casa le cerrarían la puerta en las narices, atento a la fobia que Yrigoyen tenía de ser fotografiado.

El futuro presidente vivía en el primer piso del inmueble, ya que en la planta baja había un comercio (ver ilustración de la derecha). Cuando llegaron frente a la puerta, el vecino les dijo: "Aquí vive el futuro Presidente de la República. Por esa puerta (1) entra y sale, no se sabe cuándo, aquellos dos balcones (2) están siempre cerrados, pero en cambio esa ventana (4) suele estar abierta algunas veces".

Los reporteros lo interrogan "¿Y usted no le ha visto nunca?". "Jamás -contestó- Yo no sé de qué artes se vale para salir y entrar. Hace unos tres meses que me paseo por esta cuadra mañana y tarde, sin lograr verle, ni de día, ni de noche".

Seguidamente, ven salir de la casa a un joven de unos veinticinco años de nombre Vicente Scarlatto, quien -según el vecino- es hombre de confianza de Yrigoyen, quien sale y entra de la casa muchísimas veces, trayendo y llevando papeles, comportándose como un verdadero secretario. Es un joven simpático y tiene un dejo italiano en su conversación.

El reportero lo encara y se interesa en ver al doctor Yrigoyen "esta es mi tarjeta… Vengo de Caras y Caretas… estoy con el fotógrafo". 

"La palabra fotógrafo fue algo así como un pistoletazo. Me miró de pies a cabeza… enrojeció… y devolviéndome la tarjeta, me soltó un. -¡Accidente!... que me dejó helado. El doctor Irigoyen no está in la cabetale…está en su stanza…vendrá no se sabe cuándo… pero quella storia del retrato, me parace que será inutile…".

Después de escuchar una serie de razones que le dio Scarlatto, sobre la imposibilidad de lograr su cometido, el reportero consideró que era imposible entrar por la puerta de Brasil 1039 y resolvió volver a donde estaban el vecino y el fotógrafo esperándolo, y los tres decidieron "acechar" al futuro Presidente desde una terraza de una propiedad vecina, para lo cual convencieron al personal de servicio de la casa lindera que los dejara pasar con la excusa que era para fotografiar desde aquel lugar el edificio del Congreso, distante 20 cuadras de allí!.

Después de encaramarse en la cornisa de una pared para obtener una mejor vista, esperaron agazapados para sorprender a don Hipólito en el interior de su casa (tal como lo hacen los actuales paparazzi).

"Fue una larga espera, en la casa no se movía nadie. Reinaba un gran silencio… parecía la casa de la Bella Durmiente. Resolvimos tomar simplemente una fotografía del edificio, pero cuando tuvimos enfocado, a la vista de pájaro, el interior de la casa, noté con gran sorpresa que don Hipólito nos contemplaba extrañado desde el corredor. Yo temblé de pies a cabeza… La mirada fría de aquel hombre me dio espanto; pegué un salto hacia atrás y seguido de mis dos acompañantes, corrí por las azoteas hasta llegar a una, en la que supuse que ya no estábamos al alcance de su mirada".

Casa de Yrigoyen
"-¿Le vieron ustedes?"

"-¿A quién?"

"-¿Cómo a quién?... A don Hipólito".

"Estaba allí, frente a nosotros, en el corredor. Ambos soltaron la risa… No habían visto a nadie. Sólo yo, por una sugestión imaginativa, lo había visto…. ¡¡Qué papelón!!..."

"-Yo he de verle, les dije reaccionando. No se han de reir de mí…"

Pero no obstante los aprestos realizados por el reportero y el fotógrafo, no dieron el resultado esperado y no tuvieron más alternativa que darse por vencidos y volvieron a la redacción de la revista, no sin antes haber entrevistado al cartero, al lechero, al peluquero y su sastre, algunos de los cuales manifestaron no haber podido nunca ver al dueño de casa, señalando también que las sirvientas del lugar siguen la consigna de "Ver, oir y callar" 

El artículo cuenta con varias fotografías además de la fachada de la vivienda de Yrigoyen otra, en la que se ve a don Hipólito, observando antes de salir a la calle si hay "moros en la costa", la foto da la impresión de haber sido trucada. El epígrafe de esa foto, dice: "Según afirman los vecinos, antes de salir, toma sus precauciones, observando si no hay a la vista, repórters, fotógrafos o correligionarios, de quienes huye como gato escaldado…"