jueves, 1 de diciembre de 2016

El Combate de Vuelta de Obligado según la prensa

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año XI N° 41 - Diciembre 2016 - Pags. 12 a 14  

 Bicentenario de la Declaración de la Independencia de las Provincias Unidas de Sud América el  9 de Julio de 1816 

El Combate de Vuelta de Obligado según la prensa

En el N° 17 de este periódico -pags. 14 a 16- publicamos bajo el título "A 165 años del Combate de la Vuelta de Obligado - Su desarrollo contado hora a hora" las notas tomadas de la cartera de bolsillo por el comandante de la 1° Batería "Restaurador" , teniente de Marina Álvaro José de Alzogaray, en los días 18, 19 y 20 de noviembre de 1845. 

En el presente número ofrecemos a los lectores, lo publicado sobre aquel combate en La Gaceta Mercantil de Buenos Aires y en Le Patriote Français de Montevideo en su edición del 28 de noviembre de 1845

Guerra del Paraná
Battle of Obligado. Acuarela sobre papel de C.J. Hodges. Colección Horacio Porcel.

En la ilustración de arriba, se visualiza al medio los distintos navíos anglofranceses; detrás y a la derecha, se observan las barcazas que unidas por cadenas cerraban el paso río arriba y abajo se pueden apreciar los pequeños barquichuelos  preparados por las fuerzas argentinas con material inflamable con el fin de que una vez prendido fuego y arrastradas por la corriente del río, incendiaran los barcos invasores.

La Gaceta Mercantil

Tenemos la más legítima satisfacción y honor en publicar el parte del glorioso y memorable combate que han sostenido el 20 de noviembre contra las escuadras Inglesa y Francesa en el río Paraná las fuerzas Argentinas defensoras del Paso de Obligado a las órdenes del General Lucio Mansilla, Comandante en jefe accidental del Departamento del Norte.

El territorio Argentino ha sido atacado por las fuerzas Anglo-Francesas sobre las márgenes del río Paraná. La poderosa artillería de las escuadras combinadas Francesa e Inglesa ha destruido en ocho horas consecutivas de vivo fuego nuestra baterías, compuestas de 35 piezas de los calibres de 4, 8, 10, 12, 16, 18, y 24, servidas por artilleros y soldados improvisados, cuyo valor heroico no han podido abatir los invasores, a pesar de la inmensa ventaja de sus fuerzas de artillería y de sus cañones, y del valor e intrepidez que han desplegado en el ataque. ¡¡Cuántos de esos jefes y oficiales enemigos, mirando por el orgullo de su país, habrán sentido el pesar de verse implicados por la triste arbitrariedad de los Ministros Ouseley y Deffaudis, en una guerra tan injusta, y tan sin gloria para la Francia y la Inglaterra!!

Un General Argentino, célebre por sus hechos militares y consagración a la Causa Americana, guiando a estos bravos Argentinos, ha justificado por un acto de heroísmo la confianza de que en sus manos flamearía sin mancha el pabellón Argentino.

El General Mansilla, los valientes jefes, oficiales y soldados de su mando, han mostrado en esta jornada de honor inmenso, que los Argentinos están firmemente resueltos en defensa de su independencia y de su honor, a resistir el poder de la Inglaterra y la Francia. Nuestros enemigos, cuyo poder naval no ha resistido ninguna nación, los valientes jefes, oficiales y marinos Ingleses y Franceses que se han batido con nuestros valientes, han visto de cuánto son capaces y están resueltos a hacer los Argentinos en defensa de su honor e independencia, aun donde no alcanza el poder de sus lanzas victoriosas. Ellos son los mejores testigos de la gloria nacional en la heroica jornada del 20 de noviembre.

Sobre la cratera de un volcán de balas, bombas, proyectiles, granadas y metralla, esas improvisadas fuerzas Argentinas han sostenido en una frágil explanada, en tan desigual combate, con altivo y noble valor, el glorioso pabellón de la Confederación.

Argentina, radiante de gloria inmortal. Este hecho de armas se recordará siempre entre los más gloriosos de la independencia Americana. La toma de 19 cañones de nuestras baterías por el enemigo, sólo tuvo lugar después de ocho horas de un combate heroico, después de que un aparte de nuestras piezas de artillería habían sido desmontadas, y puestas fuera de combate, por muertos y heridos, la mayor parte de nuestros artilleros, por los poderosos fuegos del enemigo, después de que ya se habían concluido las municiones, y cuando el mismo General Argentino, al emprender personalmente una carga a la bayoneta con la infantería para resistir las fuerzas del desembarco, cayó por un golpe de metralla y quedó fuera de combate. Aún entonces disputaron el terreno de nuestras fuerzas, salvaron toda la artillería volante, y tomaron posición cerca del enemigo, sitiándolo inmediato al alcance de sus cañones. La gloria de resistir por tanto tiempo con tanto efecto y valentía el poder naval Anglo-Francés, es un suceso nuevo que revela el heroísmo y enaltece la gloria del pueblo Argentino.

San Juan de Arce, Amberes, San Juan de Huíos, Tánger, Mogador y otras fortalezas, plazas y castillos de mar y tierra, coronados de gruesa y numerosa artillería, defendidos por fuerzas considerables, expertas y valientes han cedido rápidamente al poder naval, y a la poderosa artillería de la Inglaterra y de la Francia. En una hora han sido destruidos y tomados.

Los Argentinos no han perdido esos 19 cañones sino cuando estaban concluidos todos los medios de resistencia, salvando aun así completamente toda la artillería volante, sin dejar prisioneros ni rendidos, después de ocho horas de un vigoroso combate en que el enemigo ha sufrido sangrientos estragos en sus soldados y marinos, y considerables averías es sus orgullosos bajeles.

La bandera Americana sobre las baterías de Obligado tiene este lauro, este hecho de armas nuevo en la guerra, que honra a una nación amante de la libertad, del honor y de la gloria, y que muestra a la América y al mundo la dignidad con que defiende su independencia, sus derechos, sus tierras, sus ríos y su honor.

Elevemos nuestros fervientes votos al Árbitro Supremo de la libertad, por el honor inmenso que resulta al país de este memorable combate. Grande es la gloria nacional del 20 de noviembre, y esclarecido el renombre de los Argentinos que han combatido con denuedo inmortal.

La sangre Argentina ha corrido, pero doble mayor es la sangre Francesa e Inglesa que ha enrojecido las aguas y las márgenes del Paraná. Nuestra frágil batería ha sido destruida; más la poderosa flota enemiga ha sufrido grandes pérdidas.

Ciento trece cañones del más grueso y poderoso calibre, de a 24, 32, 48, 64, y 80, el número de artilleros infinitamente mayor, y la consumada pericia de éstos, daban a los Anglo-Franceses el poder de destruir aquel baluarte desigual, defendido por el valor Argentino. Tenían la inmensa superioridad del calibre, del número de piezas, y en la misma proporción la actividad, rapidez y ventaja en el manejo de la artillería denodadamente dirigida Tenían infinita cantidad de proyectiles destructores, que no tenían allí los Argentinos. El ejemplo de los Ministros de Inglaterra y de Francia, que sin precedente declaración de guerra nos han agredido así, autoriza a emplear medios más poderosos y mortíferos de defensa de nuestra costa contra las fuerzas navales enemigas, que el Gobierno Argentino con admirable moderación no ha querido permitir se empleasen, ni aun en esa irritante circunstancia en que los ríos interiores y litorales Argentinos han sido tan injusta e inauditamente invadidos.

Esta jornada memorable ha multiplicado nuestras fuerzas.

El país, inflamado por un sacudimiento glorioso, despliega el más heroico entusiasmo e impotente unanimidad. No ha manchado ninguna defección tanta gloria. El momento en que los Ministros de Inglaterra y de Francia calcularon sucesos funestos a la libertad de la República, ha reunido todas las fuerzas, ha manifestado, con la actitud más firme y valiente, la resolución profunda y la voluntad invariable de la nación. Los valientes de Obligado han consignado con su heroísmo una declaración elocuente y gloriosa del sentimiento nacional.

Los invasores, a pesar del valiente arrojo que han mostrado delante de tan inesperada e inmortal resistencia de las fuerzas Argentinas, naturalmente no han podido avanzar más allá del alcance de sus cañones.

La conducta de los jefes y oficiales Franceses e Ingleses, después del combate, los honra y muestra el respeto que han tributado a un enemigo valiente y generoso, y a una causa justa.

Según el último parte del teniente Coronel D. Juan Thorne al General en Jefe, no han hecho botín: han respetado los alojamientos y propiedades; y no han desordenado su valor con ningún acto reprobable. No pocos de esos mismos jefes y oficiales de la marina de Francia y de Inglaterra, contra sus convicciones y conciencia habrán combatido por subordinación, por deber y por honor, en ese ataque injustísimo en todos los sentidos, inútil en todas sus consecuencias y resultados, y contrario a la humanidad.

Ellos han salvado el renombre de valientes, peleando con adversarios capaces de valorarlo, como de resistirlos gloriosamente.

Mas la responsabilidad de la sangre que tan copiosamente ha corrido es enteramente de los Ministros de Inglaterra y de Francia, contra las declaraciones más solemnes y explícitas de sus respectivos gobiernos que, no habiendo declarado la guerra, no es creíble que aprueban tan deplorables excesos. Se agregan a los fuertes cargos que pesan sobre aquellos Ministros, por su injusticia y ansia horrible de destrucción inútil, de efusión de sangre, y de calamidades y horrores de una guerra sin causa y sin porvenir para los intereses bien entendidos, y para el honor y gloria de sus respectivas naciones.

Queda a ellos sólo este anatema de la justicia y de la humanidad.

A ellos tendrán que dirigir los jefes Ingleses y Franceses el parte de esta sangrienta batalla, la relación del heroísmo con que una nación nueva, generosa y valiente sostiene el juramento santo de su independencia, sus derechos, su territorio, y sus hogares: derechos los más sagrados de la civilización y de la humanidad: a ellos, que aún osarán titularse “Ministros de paz y de amistad”.

El General Mansilla, aliviado de la gloriosa herida que recibió en el combate, guarnece con las fuerzas de su mando el litoral del Paraná, y ha dispuesto las medidas necesarias a la ulterior defensa.

Puede calcularse el inmenso número de balas y proyectiles que arrojaron las escuadras coligadas Inglesa y Francesa sobre nuestras gloriosas baterías, por el hecho de que éstas dispararon sobre los enemigos las cuatro mil balas de cañón que tenían, incluyendo la artillería volante.

La conducta del General, Jefes, Oficiales, y soldados Argentinos se recomienda altamente por sí misma al aprecio de todos los amigos de la libertad y del valor.

Nos es muy grato y honroso felicitar íntimamente al bravo benemérito General D. Lucio Mansilla, y a los denodados, Jefes, Oficiales y soldados que tan dignamente manda.

El valor con que han combatido tan gloriosamente contra el poder naval de la Inglaterra y la Francia en el Río Paraná, es digno de las congratulaciones de la Confederación Argentina, del patriótico entusiasmo que les dedica la provincia de Buenos Aires, y de las simpatías universales que se conceden siempre a todos los valientes que defienden con heroico denuedo su independencia y honor nacional.

Nos es también muy satisfactorio publicar la honorífica y expresiva contestación del Gobierno al parte de esta jornada gloriosa del valor Argentino; y felicitar intensamente a los Gobiernos de la Confederación Argentina, al ilustre Presidente Oribe, a los esclarecidos Generales Urquiza y Pacheco, a los Ejércitos Orientales y Argentinos, y a sus denodados Generales, Jefes, Oficiales y soldados.

¡Honor a los bravos defensores de la independencia nacional, y al intrépido General que tan gloriosamente los ha comandado!


Le Patriote Français 

El 20 del actual las posiciones del enemigo en el Paraná fueron atacadas por las fuerzas anglofrancesas. La resistencia fue obstinada. El combate duró desde las 10 horas hasta las 7 p.m.; cuando habían sido tomadas todas las baterías, y el enemigo destrozado con pérdidas considerables. 

Al ser ocupadas las baterías fueron hallados 250 muertos en uno, y 160 en otro, todos ellos negros. Se capturaron 22 piezas de artillería. Cuando la infantería del enemigo comenzó a retroceder su propia caballería cargó contra ella para obligarla a reanudar el combate. Es así como luchan los voluntarios de Rosas. 

Las bajas de las fuerzas combinadas son, de parte de los franceses, 18 muertos y 70 heridos. Entre los muertos está Michaud, teniente segundo del St. Martin, y entre los heridos están el teniente Hello, del mismo barco; Vemex, de la Pandour, Simonneau, de la Expeditive y Dariel, de la Fulton. 

Los ingleses tuvieron 10 muertos y 25 heridos; entre aquellos el teniente Brickdale, de la Firebrand; y Mr. Andrews, de la Dolphin. 

La Dolphin recibió 107 balas y la Fulton 104. El St. Martín estaba totalmente averiado. 

Los franceses dispararon alrededor de 1.500 balas de cañón. Varios de los cañones enemigos fueron desmontados en el momento del desembarco, que terminó con el combate. 

Hemos sabido de una fuente auténtica los siguientes detalles, que nos coloca en conocimiento de los resultados obtenidos: 

El 18 del actual las fuerzas combinadas anclaron a unas tres millas de la Punta de Obligado. Al amanecer del 19, la posición del enemigo fue reconocida y ambos comandantes estaban convencidos de que la posición y la construcción de las baterías demostraban gran eficiencia militar. Había cuatro baterías, dos a una altura de 60 pies por encima del nivel del río y dos en terreno bajo. Estas tenían 22 cañones, de 32, 28, 24, 18 y 12 libras, protegidas por fuertes instalaciones de argamasa; una línea de 24 embarcaciones, unidas por tres cadenas, cerraba la entrada al canal del río, que en este lugar tiene 800 yardas de ancho; en un extremo de esta línea fueron colocados diez barcos de fuego, y en el otro extremo se estacionó un bergantín de seis cañones. 

Según informaciones de todas fuentes, había unos 3.000 hombres de todas las armas para defender esta posición. 

Habiéndose decidido el plan de ataque, las divisiones tomaron posición de la siguiente manera: al norte, bajo el mando del capitán Trehouart; la corbeta Comus, comandante Inglefield; la Pandour, al mando del teniente Du Pare; y la Dolphin, teniente Leving. La segunda división al mando del capitán Sullivan; la corbeta Expeditive, teniente Miniac; el bergantín Fanny, teniente Key; y el bergantín Procida, teniente Marriere de la Riviére. 

Estas divisiones debían anclar a norte y sur, a una distancia de 700 yardas; mientras que los vapores Gorgon, capitán Hotham (comandante); Fulton, capitán Mazeres; y Firebrand, capitán Hope, anclaron a 1.500 yardas de la batería más distante. 

En la mañana del 20 había bruma, pero despejó hacia la hora 8, con una brisa fresca del sur; a los 43 minutos después de la hora 8 la división sur levó ancla, y a poco fue seguida por el St. Martin, Comus, Dolphin y Pandour. La corriente corría a razón de tres millas por hora. 

A los 50 minutos, después de la hora 9 las baterías abrieron fuego contra la Philomel y el resto de la división sur. La del norte no perdió tiempo en tomar posición; el viento amainó en el momento en que el cañoneo se generalizó y algunas embarcaciones estuvieron obligadas a anclar a dos cables más allá de las posiciones asignadas. 

A las 10 y media la acción se hizo general y si bien podemos percibir, por el efecto del fuego de los cañones de la escuadra, que el fuego de las baterías era irregular, aun así la resistencia fue obstinada; las posiciones de los artilleros que alcanzaban el fuego de los barcos eran inmediatamente relevadas; y, debe decirse, que la caballería enemiga emboscada en un monte, masacraba sin piedad a la infantería que intentaba fugar. A las 12 y media el bergantín enemigo Republicano estalló a raíz de ser alcanzado por un cohete de la Dolphin. Los barcos de fuego no tuvieron efecto a raíz de la corriente. En ese momento el capitán Hope, de la Firebrand, se embarcó para cortar las cadenas; y el éxito coronó sus esfuerzos, y abrió un pasaje, por el que pasó la Fulton a la hora 1, tomando a las baterías enemigas por el flanco; le siguieron rápidamente la Gorgon y la Firebrand.

Un instante antes de la maniobra el fuego de la costa había dañado desastrosamente al St. Martin y a la Dolphin. Parece que el enemigo se concentró en el primero de estos barcos, que, habiendo sido cortado su cable, derivó con el viento y recibió algo como 100 balas. La Expeditive y la Comus llegaron en apoyo de los barcos en el flanco, y se apostaron al alcance de fuego de mosquete de las baterías. 

El fuego enemigo ya había declinado y para la hora 4 de la tarde tan solo disparaban irregularmente. A esta hora el comandante inglés dio orden de ir a los botes, que debían unirse junto a la Gorgon y la Firebrand. El comandante francés, al mismo tiempo, dio orden de apoyar valerosamente al desembarco. A las 6 menos cuarto el capitán Hotham desembarcó con 325 hombres, infantes y marinos; un destacamento al mando del capitán Sullivan fue recibido en la cima del barranco con un fuerte fuego de mosquetes, pero el arribo del resto de la fuerza al mando del capitán Hotham obligó al enemigo a retirarse, al mismo tiempo el comandante francés hizo su desembarco y tomó las tres primeras baterías, cuya destrucción de inmediato ordenó. A la mañana siguiente se desembarcaron fuerzas de relevo y se completó la total demolición de las posiciones enemigas. Diez piezas de cañón de bronce fueron embarcadas, y el resto tiradas al río.

Juzgado por el número de muertos hallados en las baterías, así como el de carros usados todo el día para transportar a los heridos del lugar de la acción, las bajas enemigas han sido computadas en 400 hombres. El 21 las fuerzas combinadas permanecieron en tierra sin acoso del enemigo.

Se nos asegura que el capitán Hotham no halla los términos suficientemente fuertes para halagar a su colega francés, el capitán Trehouart, a quien dirigió las siguientes palabras: "Si existen hombres que merecen el nombre de bravos, son usted y sus tripulaciones".