Publicado en el Periódico El Restaurador - Año I N° 1 - Diciembre 2006 - Pgs. 3 a 5
JAURETCHE EN LA PORTADA DE LA REVISTA TODO ES HISTORIA N° 37 DE 1970 |
MAS ZONCERAS ARGENTINAS
A fines de la década del 60, Arturo Jauretche publicó su libro MANUAL DE ZONCERAS ARGENTINAS". Después de leerlo en aquél entonces, lo presté, desoyendo así el consejo de un sabio bibliófilo quien una vez me dijo, "Cuando prestás un libro a un amigo, perdés el libro y perdés al amigo".
A fines de la década del 60, Arturo Jauretche publicó su libro MANUAL DE ZONCERAS ARGENTINAS". Después de leerlo en aquél entonces, lo presté, desoyendo así el consejo de un sabio bibliófilo quien una vez me dijo, "Cuando prestás un libro a un amigo, perdés el libro y perdés al amigo".
Efectivamente
así sucedió con mi libro, no así con el "amigo"... ya
que con el tiempo me había olvidado
a quien lo había prestado. A propósito de esto, en una tradicional
librería de Buenos Aires - frente al Palacio de Tribunales-,
obsequian un señalador que dice: "Se inventaron muchas cosas,
pero aún falta un invento, el libro "bumerang" para poder
prestarlo y que vuelva...". Y yo agregaría "...y no perder
a ningún amigo".
Hace
poco, recorriendo las mesas de las librerías de la Av. Corrientes,
ví "Manual de zonceras argentinas" y nuevamente lo compré
y volví a recordar y a deleitarme con la prosa de don Arturo y con
aquellas zonceras argentinas: "Civilización y Barbarie".
"El mal que aqueja a la Argentina es la extensión",
"La libre navegación de los ríos", "El alumno
modelo", "El buen compañerito", "El niño que no
faltó nunca a la escuela", "El más grande hombre civil de
la tierra de los argentinos"... y otros.
Dice
Jauretche: "¿Los argentinos somos zonzos?... Esto es lo que nos
faltaba, convencidos como estamos de la "viveza criolla",
que ha dado origen a una copiosa literatura que va de la sociología
y la psicología a las letras de tango"
"Un
amigo mío -sigue Jauretche- que hace muchos años percibió la
contradicción entre nuestra tan mentada "viveza" y las
zonceras, la explicaba así: "El argentino es vivo de ojo y
zonzo de temperamento", con lo que quería significar que
paralelamente somos inteligentes para las cosas de corto alcance,
pequeñas, individuales, y no cuando se trata de las cosas de todos,
las comunes, las que hacen a la colectividad y de las cuales en
definitiva resulta que sea útil o no aquella "viveza de
ojo "...no somos zonzos, nos hacen zonzos" "El
humorismo popular ha acuñado aquello de "¡Mama, haceme grande
que zonzo me vengo solo!". Pero esta es otra zoncera, porque
ocurre a la inversa: nos hacen zonzos para que no nos vengamos
grandes, como lo iremos viendo".
"Las
zonceras de que voy a tratar consisten en principios introducidos en
nuestra formación intelectual desde la más tierna infancia -y en
dosis para adultos- con la apariencia de axiomas, para impedirnos
pensar las cosas del país por la simple aplicación del buen
sentido. Hay zonceras políticas, históricas, geográficas,
económicas, culturales, la mar en coche. Algunas son recientes, pero
las más tienen raíz lejana y generalmente un prócer que las
respalda. A medida que usted vaya leyendo algunas, se irá
sorprendiendo, como yo oportunamente, de haberlas oído, y hasta
repetido innumerables veces, sin reflexionar sobre ellas, y lo que es
peor, pensando desde ellas".
"Basta
detenerse un instante en su análisis para que la zoncera resulte
obvia, pero ocurre que lo obvio pasa con frecuencia inadvertido,
precisamente por serlo..."
"...muchas
(zonceras) tuvieron una finalidad pragmática y concreta que en el
caso las hace explicables aún como errores, y que su deformación
posterior, dándole jerarquía de principios, ha respondido a los
fines de la pedagogía colonialista para que actuemos en cada
emergencia concreta solo en función de la zoncera abstracta hecha
principio. Esto lo veremos muy particularmente en la increíble
zoncera de que la victoria no da derechos, que verdaderamente es un
"capo lavoro" en la materia".
"En
otras ocasiones, la zoncera no tiene un origen eventual sino que es
el resultado de una conformación mental. Es el caso de la zoncera el
mal que aqueja a la Argentina es la extensión que, erigida en
principio como consecuencia de otra zoncera -Civilización y
barbarie- llevó directamente a una política de achicamiento del
país que fue la que presidió la disgregación del territorio
rioplatense..."
"...la
zoncera...generalmente reposa en la "autoridad" del que la
enunció... Estas zonceras de autoridad, cumplen dos objetivos: uno
es prestigiar la zoncera con la autoridad que la respalda, como se ha
dicho; y otro reforzar la autoridad con la zoncera. Así los
proyectos de Rivadavia se apoyan en el prestigio de Rivadavia. Y el
prestigio de Rivadavia en sus proyectos..."
"...Este
es un manual de zonceras, y no un catálogo de las mismas. Doy con
unas cuantas de ellas, la punta del hilo para que entre todos podamos
desenredar la madeja. Y aclaro que yo no soy "uno" mas
"vivo" sino apenas un "avivado", y aún me temo
que no mucho, porque ya se verá como he ido descubriendo zonceras
dentro de mí..."
"Precisamente
para que no nos agarren descuidados otra vez, y a los que nos sigan,
es que se hace necesario un catálogo de zonceras argentinas que creo
debe ser obra colectiva y a cuyo fin le pido a usted su
colaboración... Haremos el catálogo entre todos. Por si usted está
dispuesto a colaborar con él,
este libro lleva unas páginas suplementarias convenientemente
rayadas para que vaya anotando sus propios descubrimientos, mientras
lo lee".
Efectivamente
el libro trae unas páginas rayadas para que cada uno de nosotros
podamos anotar más zonceras argentinas.
A qué
viene todo esto, amigo lector?
Que
el 20 de abril pasado, se inauguró oficialmente la 32° Feria del
Libro bajo el lema "El libro hace historia", y dio un
discurso el escritor Tomás Eloy Martínez. Yo había guardado la
hoja del diario, donde se informaba de tal hecho y se transcribía
parte de tal discurso. A raíz de la nueva compra de "Zonceras
argentinas", decidí releer aquél discurso.
En
un pasaje de su disertación Tomás Eloy Martínez afirmó: "Fuimos
fundados por el libro no por la espada. Fueron los libros los que
inspiraron a Moreno, a Belgrano, a Sarmiento. La espada desbrozó el
camino, pero el libro creó el camino. Sin el libro, ¿Hacia que
clase de nación estamos yendo? ¿Sobre que valores estaríamos
construyendo los años por venir"... "fueron Alberdi,
Sarmiento, Vélez Sársfield, los que pensaron con pasión el país
que querían y las prioridades fueron las mismas: Salud y Educación.
Con la idea de apagar con conocimiento los fuegos de la pasada
barbarie nació la ley de Educación Común".
Si
ese discurso lo hubiera escuchado don Arturo Jauretche, seguro que
habría incluido esas afirmaciones como otras más de las "zonceras
argentinas", pero como don Arturo ya falleció hace más de
treinta años, por lo menos esos conceptos vertidos por ese escritor,
disertante en la Feria del Libro, merecen figurar en las hojas que en
el ejemplar de "Manual de zonceras argentinas" tiene
asignadas para anotar más zonceras argentinas.
Cuando
dice que "fuimos fundados por el libro no por la espada",
me viene a la memoria también que a fines del año pasado en una
serie pasada por un canal televisivo de aire y titulada "Algo
habrán hecho", de autoría del escritor mediático Felipe
Pigna, devenido en "historiador", éste hizo una
"importantísima" revelación: Que a los ingleses en 1806 y
1807 no los echaron los habitantes de Buenos Aires con aceite
hirviendo, porque el aceite en aquellos momentos era muy caro! Ahora
me pregunto: con la afirmación de Eloy Martínez, ¿los habitantes
de Buenos Aires, no habrán echado a los ingleses a librazos
limpios...?
Para
muchos, en este caso también Tomás Eloy Martínez, parecería que
fuera de aquellos intelectuales liberales del S. XIX (Sarmiento,
Alberdi, Vélez Sársfield), no hubieron otras personas,
intelectuales, militares, industriales, clérigos, gente común, etc.
que "pensaron con pasión el país".
Claro...
sería interesante saber a qué país, o cual modelo de país es el
de Eloy Martínez. San Martín, ¿no pensó con pasión el país?,
Artigas, ¿no pensó con pasión el país?, Belgrano, ¿no pensó con
pasión el país?, Hernández, ¿no pensó con pasión el país?,
Rosas, ¿no pensó con pasión el país?, Quiroga, ¿no pensó con
pasión el país? y así podríamos seguir con muchísimos otros.
¿Sólo
aquellos tres intelectuales nombrados por el escritor, pensaron con
pasión el país?.
Evidentemente
el país que soñaron aquellos tres intelectuales mencionados, era
muy distinto al PAIS que soñaron San Martín, Artigas, Belgrano,
Quiroga, Rosas, Hernández y otros. Según Eloy Martínez, "con
la idea de apagar con conocimiento los fuegos de la pasada barbarie
nació la ley de Educación Común". Aquí cabe la pregunta:
¿Antes del dictado de la ley de Educación Común, todo era
"barbarie"?, ¿Después del dictado de esa ley, todo fue
"civilización"?
Cuando
se dictó la Ley de Educación Común -año 1884-, durante la
presidencia del Gral. Julio A. Roca, ya se habían sucedido después
de la caída de Rosas, las presidencias "civilizadas" de
Urquiza, Derqui, Mitre, Sarmiento y Avellaneda. ¿Se habrá referido
a ellas Eloy Martínez cuando habla de "la pasada barbarie"?...
En
actos referidos a la cultura y educación, mucho se lo nombra a
Sarmiento, Alberdi y otros, pero cabe la pregunta: ¿Se lo lee a
Sarmiento?... o se toca de oído?, porque de haber leído a
Sarmiento, Eloy Martínez tendría otra idea de las cosas.
Veamos
lo que escribió el sanjuanino: "Más de mil doscientos niños,
educándose en Buenos Aires en 1800, dan más difundida la educación
relativamente que ahora en que la instrucción elemental aún con la
superior, no llega al grado de difusión que traía en aquella época.
Se puede probar, con datos a la mano, que la educación estaba más
difundida en Buenos Aires en 1800 que no lo está ahora un siglo
después. La educación se ha detenido y atrasado en estos últimos
años a causa de los gobiernos de doctores mal preparados para la
vida civil" (Sarmiento, Conflicto y Armonía de las Razas en
América. 2° parte, año 1885, en Obras Completas, Tomo XXXVIII, pp.
223-227).
"...La
educación se ha detenido y atrasado en estos últimos años a causa
de los gobiernos de doctores mal preparados para la vida
civil..."¿Qué tal?. A confesión de parte relevo de pruebas.
Según
Eloy Martínez, para aquellos intelectuales, las prioridades fueron
las mismas: Salud y Educación. ¿Salud...?. Sabrá Eloy Martínez
que Sarmiento aconsejaba el exterminio de la población nativa
(en carta a Mitre le aconsejaba "...no ahorre sangre de
gauchos"). La idea de estos liberales era la de despoblar el
país de su población nativa y reemplazarla por población importada
anglosajona! ¿Sabe Eloy Martinez que Alberdi creía conveniente
que las mujeres del país fueran fecundadas por hombres
anglosajones? Todas estas elucubraciones de índole racial, ¿tenían
por finalidad la salud de la población?
Entre
enero y junio del año 1871 - durante la presidencia de Sarmiento-
tuvo lugar la epidemia de fiebre amarilla en la Ciudad de Buenos
Aires. El 19 de marzo el Presidente Sarmiento abandonó la ciudad en
un tren especial, con ostentación y rodeado de una comitiva de 70
individuos. El 21, el diario "La Prensa" tituló así su
editorial "El presidente huyendo" y se decía en el mismo:
"Hay
ciertos rasgos de cobardía que dan la medida de lo que es un
magistrado y de lo que podrá dar de sí en adelante, en el alto
ejercicio del cargo que le confiaron los pueblos". Contrastando
con esa actitud, fueron muchos los que dieron su vida tendiendo a
los enfermos en aquellos trágicos meses. Como el lector podrá
apreciar el sanjuanino, sí cuidaba su salud!...
Una
de las zonceras argentinas, es hacernos creer que con posterioridad a
Caseros, con aquello de "Educar al soberano", la educación
hizo un "boom". Lo ha desmentido el propio "Maestro
del aula", - muy nombrado pero poco leído- con sus palabras
arriba transcriptas. También por estos días también leí un
artículo interesante que apareció en el N° 65 de la revista "Todo
es Historia" hace ya mas de treinta años, exactamente en el mes
de setiembre de 1972, escrito por Juan Carlos Vedoya, y titulado "La
educación que nos legaron", donde el autor compara y analiza
los distintos censos realizados en el país (Censo escolar de 1876,
Censo escolar de 1883, Censo Municipal de la Ciudad de Buenos Aires
de 1887, 2do. Censo Nacional de 1895, etc), llegando a conclusiones
sorprendentes.
Con
la nacionalización en 1862, de las tierras ubicadas fuera de los
límites reconocidos como tradicionales de las provincias, se crearon
los "territorios nacionales", y "...En ellos -dice
Vedoya-, como es comprensible, la institución elemental era directa
responsabilidad de la Nación. Pero allí, también, su acción fue
casi nula y aunque se la quiera disculpar supeditándola a las
dificultades emergentes de la poca población y las grandes
extensiones, el Censo de 1895 no permite sustentarlas con éxito.
En
los territorios nacionales, en ese momento, "el aumento" de
la población escolar "no absorbido por las escuelas" llegó
al 84,2% y fue el más alto de la república. Existían escolares en
continuo aumento: lo que faltaban eran aulas. En la obra realizada en
esta jurisdicción territorial no puede asentar, pues, la gloria de
ningún gobierno. "
"...se
necesitaron, sin embargo, treinta años, corridos entre 1863 y 1892,
para completar en cada Estado Federal la trilogía de los institutos
superiores de jurisdicción nacional: "los colegios
secundarios", "las escuelas normales de mujeres" y
"las escuelas normales de varones". En ese lapso se crearon
49 establecimientos, lo cual suministra un promedio de uno y medio
por año; el tal no muy demostrativo de la preocupación del poder
central por impulsar urgentemente la enseñanza elemental en un país
cuyo Primer Censo acusaba un 72 % de analfabetos, y cubierto luego,
por una inmigración que en su mitad carecía de todo rudimento de
ilustración".
Es
interesante también conocer los porcentajes sobre los presupuestos
destinados a educación comprendidas las subvenciones a las
provincias y establecimientos nacionales de enseñanza en las
distintas presidencias: de Mitre 0,83%, Sarmiento 2,23%, Avellaneda
3,31%, Roca 5,42%, J.Celman-Pellegrini 4,45% y Sáenz Peña-Uriburu
3,61%. Ello permite afirmar que únicamente el 4% -como promedio- de
los gastos nacionales se destinaban a la Educación Pública.
De
acuerdo al Informe General sobre la Educación de la República del
Ministro de Instrucción Pública del Gobierno de Avellaneda, Dr.
Onésimo Leguizamón en 1875 sobre el déficit de la infraestructura
escolar, por ejemplo en Bs. As. Sobre la existencia de 283 escuelas,
de acuerdo a la población escolar faltaban 1508. En toda la
República sobre un total de 1327 escuelas, faltaban 6880 escuelas
para la población escolar.
Según
el mismo Informe, las inversiones públicas en la educación primaria
según el total del Presupuesto nacional de 1875 de pesos fuertes
21.4287.690, el total invertido en educación fue el 4,29% esto es $
919.395. De acuerdo al Censo escolar de 1876 (Córdoba, Corrientes,
Santa Fé, Entre Ríos) sólo el 18,3% de los niños en edad escolar
recibía instrucción elemental (entre escuelas oficiales y privadas)
y sobre 578 escuelas censadas había 847 maestros, por lo que cada
maestro atendía un promedio de 31 alumnos.
Teniendo
en cuenta el total de la población escolar y el promedio de alumnos
concurrentes por escuela, veremos el número de escuelas que serían
necesarias para que cada escolar tuviera un lugar disponible....
Déficit total de escuelas 3.444 = 496%
Del
total de escuelas censadas (578) de ellas no enseñaban: el 17,5%
aritmética; el 91,5% geometría, el 49,1% geografía argentina, el
61,1 historia argentina, el 27,7% gramática elemental, etc. Lo que
demuestra que no había programas uniformes de enseñanza y que esta
se impartía "a piacere". De esas escuelas no tenían:
mapas: 17,1%; relojes: 65,7%, globos terráqueos: 83,5%, contadores: 72,1%, pizarrones: 45%, con textos escolares inadecuados para la
enseñanza.
Porcentajes
de alumnos que no estudiaban materias elementales: lectura: 17,1%, escritura: 23,4%, aritmética: 50,2%, geometría elemental: 96,6%, dibujo: 96,1%, geografía argentina: 77,1 %, historia argentina 85,4%, matemática elemental: 51,6%.
En
1887 en Buenos Aires había mas escuelas privadas (129) que públicas
(109) y el 43 % de los maestros eran extranjeros.
El
Censo Nacional de 1895 suministra como promedio de los estudios
primarios en las provincias, el nivel de "segundo grado".
El ciclo primario completo, necesario para ingreso a los estudios
secundarios, existía solamente en las capitales y colegios privados
pagos.
Si
se hace una comparación entre los censos de 1869 y 1895, tenemos que
sobre un total de 464.919 escolares, concurrían sólo al colegio
177.174 (38,2%), no eran absorbidos 287.745 niños (61,8%). Ese 61,8%
representa el analfabetismo en el país en aquél momento.
Con
respecto a la dedicación de los gobiernos de la "civilización"
al tema de la salud de la población y tomando en consideración las
cifras del Primer Censo Municipal de la Ciudad de Buenos Aires de
1887, Vedoya demuestra "la terrible situación ambiental y las
insuficiencias asistenciales que debió padecer la niñez porteña,
para que el 70,1 % del total de las defunciones argentinas, fueran de
menores de seis años, es decir, ocurridas en la "edad
preescolar". Y lo terrible para la perdurabilidad de la raza,
fue que el 40 % de la mortandad total ocurría antes de cumplir un
año de edad.
¿Estas
cifras permiten cantar loas a alguna obra asistencial? ¿Alguien
puede vanagloriarse de su contribución al desarrollo "normal"
de la niñez argentina? Evidentemente abordado el problema de cerca y
visto en la frialdad de los números, los resultados no condicen con
los niveles de vida que debían existir en la capital de una sociedad
civilizada, sino con el principio darwiniano, deshumanizado y
salvaje, de la supervivencia de los más aptos.
Era la ley
de la selva transformada en norma ciudadana".
Vedoya
también menciona "la ley 1342, del 11 de octubre de 1883,
-presidencia de Roca- que autorizó invertir "cien mil pesos en
la adquisición de cereales para distribuir entre las clases
menesterosas de La Rioja, Catamarca y San Juan", para
rescatarlas de la total inanición... Recién por la ley 2423 del 6 de
noviembre de 1888 -presidencia de Juárez Célman-, se autorizaron
los doce mil pesos necesarios para pagar los fletes del auxilio que
había de distribuirse. Ley que suponemos innecesaria por que el
problema, sin lugar a dudas, había desaparecido por "la
consunción natural" de las clases menesterosas... "
"Según
el Censo Municipal de 1887, entre 1872 y 1887 trece enfermedades
infecciosas computadas produjeron 19.712 defunciones y de ellas,
tantas como 8.367, es decir el 42 %, se diagnosticaron producidas por
la viruela. Si esto sucedía en la ciudad capital, donde se
concentraba el mayor número de médicos y existía el mejor servicio
hospitalario disponible, es de suponer los estragos que el mal
ocasionaría en el resto del país. Y esta lamentable mortandad
deberá atribuirse al desapego de los gobiernos por los problemas de
salud pública, pues habían transcurrido ya ochenta años desde que
el Canónigo Segurola introdujera la vacunación antivariólica. No
obstante y todavía en 1906, según informa la Revista de la
Dirección de Escuelas, se cerraban las aulas en Chivilcoy y Mercedes,
nada menos, por la presencia del mal infeccioso. Y recién corridos
cien años ...el Congreso sancionó, el 27 de agosto de 1903, la ley
4202 que "declaró obligatoria la vacunación y revacunación
antivariólica en la Capital Federal y los Territorios Nacionales".
De las provincias, seguramente a la zaga, no tenemos información.
Pareciera
que para la mentalidad gobernante, lo mismo daba que la población
muriera "naturalmente" de viruela o tuberculosis, que de
extenuación por el exceso de trabajo mal retribuido".
Decía
Juan Bautista Alberdi: "Falsificar la verdad de la historia,
cada vez que no es lisonjera, cambiar el sentido de los hechos,
agrandar lo que es chico, achicar lo que es grande, no es hacer un
servicio al país y mucho menos a la instrucción de la juventud".