viernes, 1 de diciembre de 2006

Mas Zonceras Argentinas

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año I N° 1 - Diciembre 2006 - Pgs. 3 a 5 

Jauretche
JAURETCHE EN LA PORTADA DE LA REVISTA
TODO ES HISTORIA N° 37 DE 1970

MAS ZONCERAS ARGENTINAS

A fines de la década del 60, Arturo Jauretche publicó su libro MANUAL DE ZONCERAS ARGENTINAS". Después de leerlo en aquél entonces, lo presté, desoyendo así el consejo de un sabio bibliófilo quien una vez me dijo, "Cuando prestás un libro a un amigo, perdés el libro y perdés al amigo".

Efectivamente así sucedió con mi libro, no así con el "amigo"... ya que con el tiempo me había olvidado a quien lo había prestado. A propósito de esto, en una tradicional librería de Buenos Aires - frente al Palacio de Tribunales-, obsequian un señalador que dice: "Se inventaron muchas cosas, pero aún falta un invento, el libro "bumerang" para poder prestarlo y que vuelva...". Y yo agregaría "...y no perder a ningún amigo".

Hace poco, recorriendo las mesas de las librerías de la Av. Corrientes, ví "Manual de zonceras argentinas" y nuevamente lo compré y volví a recordar y a deleitarme con la prosa de don Arturo y con aquellas zonceras argentinas: "Civilización y Barbarie". "El mal que aqueja a la Argentina es la extensión", "La libre navegación de los ríos", "El alumno modelo", "El buen compañerito", "El niño que no faltó nunca a la escuela", "El más grande hombre civil de la tierra de los argentinos"... y otros.

Dice Jauretche: "¿Los argentinos somos zonzos?... Esto es lo que nos faltaba, convencidos como estamos de la "viveza criolla", que ha dado origen a una copiosa literatura que va de la sociología y la psicología a las letras de tango"

"Un amigo mío -sigue Jauretche- que hace muchos años percibió la contradicción entre nuestra tan mentada "viveza" y las zonceras, la explicaba así: "El argentino es vivo de ojo y zonzo de temperamento", con lo que quería significar que paralelamente somos inteligentes para las cosas de corto alcance, pequeñas, individuales, y no cuando se trata de las cosas de todos, las comunes, las que hacen a la colectividad y de las cuales en definitiva resulta que sea útil o no aquella "viveza de ojo "...no somos zonzos, nos hacen zonzos" "El humorismo popular ha acuñado aquello de "¡Mama, haceme grande que zonzo me vengo solo!". Pero esta es otra zoncera, porque ocurre a la inversa: nos hacen zonzos para que no nos vengamos grandes, como lo iremos viendo".

"Las zonceras de que voy a tratar consisten en principios introducidos en nuestra formación intelectual desde la más tierna infancia -y en dosis para adultos- con la apariencia de axiomas, para impedirnos pensar las cosas del país por la simple aplicación del buen sentido. Hay zonceras políticas, históricas, geográficas, económicas, culturales, la mar en coche. Algunas son recientes, pero las más tienen raíz lejana y generalmente un prócer que las respalda. A medida que usted vaya leyendo algunas, se irá sorprendiendo, como yo oportunamente, de haberlas oído, y hasta repetido innumerables veces, sin reflexionar sobre ellas, y lo que es peor, pensando desde ellas".
"Basta detenerse un instante en su análisis para que la zoncera resulte obvia, pero ocurre que lo obvio pasa con frecuencia inadvertido, precisamente por serlo..."

"...muchas (zonceras) tuvieron una finalidad pragmática y concreta que en el caso las hace explicables aún como errores, y que su deformación posterior, dándole jerarquía de principios, ha respondido a los fines de la pedagogía colonialista para que actuemos en cada emergencia concreta solo en función de la zoncera abstracta hecha principio. Esto lo veremos muy particularmente en la increíble zoncera de que la victoria no da derechos, que verdaderamente es un "capo lavoro" en la materia".

"En otras ocasiones, la zoncera no tiene un origen eventual sino que es el resultado de una conformación mental. Es el caso de la zoncera el mal que aqueja a la Argentina es la extensión que, erigida en principio como consecuencia de otra zoncera -Civilización y barbarie- llevó directamente a una política de achicamiento del país que fue la que presidió la disgregación del territorio rioplatense..."

"...la zoncera...generalmente reposa en la "autoridad" del que la enunció... Estas zonceras de autoridad, cumplen dos objetivos: uno es prestigiar la zoncera con la autoridad que la respalda, como se ha dicho; y otro reforzar la autoridad con la zoncera. Así los proyectos de Rivadavia se apoyan en el prestigio de Rivadavia. Y el prestigio de Rivadavia en sus proyectos..."

"...Este es un manual de zonceras, y no un catálogo de las mismas. Doy con unas cuantas de ellas, la punta del hilo para que entre todos podamos desenredar la madeja. Y aclaro que yo no soy "uno" mas "vivo" sino apenas un "avivado", y aún me temo que no mucho, porque ya se verá como he ido descubriendo zonceras dentro de mí..."

"Precisamente para que no nos agarren descuidados otra vez, y a los que nos sigan, es que se hace necesario un catálogo de zonceras argentinas que creo debe ser obra colectiva y a cuyo fin le pido a usted su colaboración... Haremos el catálogo entre todos. Por si usted está dispuesto a colaborar con él, este libro lleva unas páginas suplementarias convenientemente rayadas para que vaya anotando sus propios descubrimientos, mientras lo lee".

Efectivamente el libro trae unas páginas rayadas para que cada uno de nosotros podamos anotar más zonceras argentinas.

A qué viene todo esto, amigo lector?

Que el 20 de abril pasado, se inauguró oficialmente la 32° Feria del Libro bajo el lema "El libro hace historia", y dio un discurso el escritor Tomás Eloy Martínez. Yo había guardado la hoja del diario, donde se informaba de tal hecho y se transcribía parte de tal discurso. A raíz de la nueva compra de "Zonceras argentinas", decidí releer aquél discurso.

En un pasaje de su disertación Tomás Eloy Martínez afirmó: "Fuimos fundados por el libro no por la espada. Fueron los libros los que inspiraron a Moreno, a Belgrano, a Sarmiento. La espada desbrozó el camino, pero el libro creó el camino. Sin el libro, ¿Hacia que clase de nación estamos yendo? ¿Sobre que valores estaríamos construyendo los años por venir"... "fueron Alberdi, Sarmiento, Vélez Sársfield, los que pensaron con pasión el país que querían y las prioridades fueron las mismas: Salud y Educación. Con la idea de apagar con conocimiento los fuegos de la pasada barbarie nació la ley de Educación Común".

Si ese discurso lo hubiera escuchado don Arturo Jauretche, seguro que habría incluido esas afirmaciones como otras más de las "zonceras argentinas", pero como don Arturo ya falleció hace más de treinta años, por lo menos esos conceptos vertidos por ese escritor, disertante en la Feria del Libro, merecen figurar en las hojas que en el ejemplar de "Manual de zonceras argentinas" tiene asignadas para anotar más zonceras argentinas.

Cuando dice que "fuimos fundados por el libro no por la espada", me viene a la memoria también que a fines del año pasado en una serie pasada por un canal televisivo de aire y titulada "Algo habrán hecho", de autoría del escritor mediático Felipe Pigna, devenido en "historiador", éste hizo una "importantísima" revelación: Que a los ingleses en 1806 y 1807 no los echaron los habitantes de Buenos Aires con aceite hirviendo, porque el aceite en aquellos momentos era muy caro! Ahora me pregunto: con la afirmación de Eloy Martínez, ¿los habitantes de Buenos Aires, no habrán echado a los ingleses a librazos limpios...?

Para muchos, en este caso también Tomás Eloy Martínez, parecería que fuera de aquellos intelectuales liberales del S. XIX (Sarmiento, Alberdi, Vélez Sársfield), no hubieron otras personas, intelectuales, militares, industriales, clérigos, gente común, etc. que "pensaron con pasión el país".

Claro... sería interesante saber a qué país, o cual modelo de país es el de Eloy Martínez. San Martín, ¿no pensó con pasión el país?, Artigas, ¿no pensó con pasión el país?, Belgrano, ¿no pensó con pasión el país?, Hernández, ¿no pensó con pasión el país?, Rosas, ¿no pensó con pasión el país?, Quiroga, ¿no pensó con pasión el país? y así podríamos seguir con muchísimos otros.

¿Sólo aquellos tres intelectuales nombrados por el escritor, pensaron con pasión el país?.

Evidentemente el país que soñaron aquellos tres intelectuales mencionados, era muy distinto al PAIS que soñaron San Martín, Artigas, Belgrano, Quiroga, Rosas, Hernández y otros. Según Eloy Martínez, "con la idea de apagar con conocimiento los fuegos de la pasada barbarie nació la ley de Educación Común". Aquí cabe la pregunta: ¿Antes del dictado de la ley de Educación Común, todo era "barbarie"?, ¿Después del dictado de esa ley, todo fue "civilización"?

Cuando se dictó la Ley de Educación Común -año 1884-, durante la presidencia del Gral. Julio A. Roca, ya se habían sucedido después de la caída de Rosas, las presidencias "civilizadas" de Urquiza, Derqui, Mitre, Sarmiento y Avellaneda. ¿Se habrá referido a ellas Eloy Martínez cuando habla de "la pasada barbarie"?...

En actos referidos a la cultura y educación, mucho se lo nombra a Sarmiento, Alberdi y otros, pero cabe la pregunta: ¿Se lo lee a Sarmiento?... o se toca de oído?, porque de haber leído a Sarmiento, Eloy Martínez tendría otra idea de las cosas.

Veamos lo que escribió el sanjuanino: "Más de mil doscientos niños, educándose en Buenos Aires en 1800, dan más difundida la educación relativamente que ahora en que la instrucción elemental aún con la superior, no llega al grado de difusión que traía en aquella época. Se puede probar, con datos a la mano, que la educación estaba más difundida en Buenos Aires en 1800 que no lo está ahora un siglo después. La educación se ha detenido y atrasado en estos últimos años a causa de los gobiernos de doctores mal preparados para la vida civil" (Sarmiento, Conflicto y Armonía de las Razas en América. 2° parte, año 1885, en Obras Completas, Tomo XXXVIII, pp. 223-227).

"...La educación se ha detenido y atrasado en estos últimos años a causa de los gobiernos de doctores mal preparados para la vida civil..."¿Qué tal?. A confesión de parte relevo de pruebas.

Según Eloy Martínez, para aquellos intelectuales, las prioridades fueron las mismas: Salud y Educación. ¿Salud...?. Sabrá Eloy Martínez que Sarmiento aconsejaba el exterminio de la población nativa (en carta a Mitre le aconsejaba "...no ahorre sangre de gauchos"). La idea de estos liberales era la de despoblar el país de su población nativa y reemplazarla por población importada anglosajona! ¿Sabe Eloy Martinez que Alberdi creía conveniente que las mujeres del país fueran fecundadas por hombres anglosajones? Todas estas elucubraciones de índole racial, ¿tenían por finalidad la salud de la población?

Entre enero y junio del año 1871 - durante la presidencia de Sarmiento- tuvo lugar la epidemia de fiebre amarilla en la Ciudad de Buenos Aires. El 19 de marzo el Presidente Sarmiento abandonó la ciudad en un tren especial, con ostentación y rodeado de una comitiva de 70 individuos. El 21, el diario "La Prensa" tituló así su editorial "El presidente huyendo" y se decía en el mismo:

"Hay ciertos rasgos de cobardía que dan la medida de lo que es un magistrado y de lo que podrá dar de sí en adelante, en el alto ejercicio del cargo que le confiaron los pueblos". Contrastando con esa actitud, fueron muchos los que dieron su vida tendiendo a los enfermos en aquellos trágicos meses. Como el lector podrá apreciar el sanjuanino, sí cuidaba su salud!...

Una de las zonceras argentinas, es hacernos creer que con posterioridad a Caseros, con aquello de "Educar al soberano", la educación hizo un "boom". Lo ha desmentido el propio "Maestro del aula", - muy nombrado pero poco leído- con sus palabras arriba transcriptas. También por estos días también leí un artículo interesante que apareció en el N° 65 de la revista "Todo es Historia" hace ya mas de treinta años, exactamente en el mes de setiembre de 1972, escrito por Juan Carlos Vedoya, y titulado "La educación que nos legaron", donde el autor compara y analiza los distintos censos realizados en el país (Censo escolar de 1876, Censo escolar de 1883, Censo Municipal de la Ciudad de Buenos Aires de 1887, 2do. Censo Nacional de 1895, etc), llegando a conclusiones sorprendentes.

Con la nacionalización en 1862, de las tierras ubicadas fuera de los límites reconocidos como tradicionales de las provincias, se crearon los "territorios nacionales", y "...En ellos -dice Vedoya-, como es comprensible, la institución elemental era directa responsabilidad de la Nación. Pero allí, también, su acción fue casi nula y aunque se la quiera disculpar supeditándola a las dificultades emergentes de la poca población y las grandes extensiones, el Censo de 1895 no permite sustentarlas con éxito.

En los territorios nacionales, en ese momento, "el aumento" de la población escolar "no absorbido por las escuelas" llegó al 84,2% y fue el más alto de la república. Existían escolares en continuo aumento: lo que faltaban eran aulas. En la obra realizada en esta jurisdicción territorial no puede asentar, pues, la gloria de ningún gobierno. "

"...se necesitaron, sin embargo, treinta años, corridos entre 1863 y 1892, para completar en cada Estado Federal la trilogía de los institutos superiores de jurisdicción nacional: "los colegios secundarios", "las escuelas normales de mujeres" y "las escuelas normales de varones". En ese lapso se crearon 49 establecimientos, lo cual suministra un promedio de uno y medio por año; el tal no muy demostrativo de la preocupación del poder central por impulsar urgentemente la enseñanza elemental en un país cuyo Primer Censo acusaba un 72 % de analfabetos, y cubierto luego, por una inmigración que en su mitad carecía de todo rudimento de ilustración".

Es interesante también conocer los porcentajes sobre los presupuestos destinados a educación comprendidas las subvenciones a las provincias y establecimientos nacionales de enseñanza en las distintas presidencias: de Mitre 0,83%, Sarmiento 2,23%, Avellaneda 3,31%, Roca 5,42%, J.Celman-Pellegrini 4,45% y Sáenz Peña-Uriburu 3,61%. Ello permite afirmar que únicamente el 4% -como promedio- de los gastos nacionales se destinaban a la Educación Pública.

De acuerdo al Informe General sobre la Educación de la República del Ministro de Instrucción Pública del Gobierno de Avellaneda, Dr. Onésimo Leguizamón en 1875 sobre el déficit de la infraestructura escolar, por ejemplo en Bs. As. Sobre la existencia de 283 escuelas, de acuerdo a la población escolar faltaban 1508. En toda la República sobre un total de 1327 escuelas, faltaban 6880 escuelas para la población escolar.

Según el mismo Informe, las inversiones públicas en la educación primaria según el total del Presupuesto nacional de 1875 de pesos fuertes 21.4287.690, el total invertido en educación fue el 4,29% esto es $ 919.395. De acuerdo al Censo escolar de 1876 (Córdoba, Corrientes, Santa Fé, Entre Ríos) sólo el 18,3% de los niños en edad escolar recibía instrucción elemental (entre escuelas oficiales y privadas) y sobre 578 escuelas censadas había 847 maestros, por lo que cada maestro atendía un promedio de 31 alumnos.

Teniendo en cuenta el total de la población escolar y el promedio de alumnos concurrentes por escuela, veremos el número de escuelas que serían necesarias para que cada escolar tuviera un lugar disponible.... Déficit total de escuelas 3.444 = 496%

Del total de escuelas censadas (578) de ellas no enseñaban: el 17,5% aritmética; el 91,5% geometría, el 49,1% geografía argentina, el 61,1 historia argentina, el 27,7% gramática elemental, etc. Lo que demuestra que no había programas uniformes de enseñanza y que esta se impartía "a piacere". De esas escuelas no tenían: mapas: 17,1%; relojes: 65,7%, globos terráqueos: 83,5%, contadores: 72,1%, pizarrones: 45%, con textos escolares inadecuados para la enseñanza.

Porcentajes de alumnos que no estudiaban materias elementales: lectura: 17,1%, escritura: 23,4%, aritmética: 50,2%, geometría elemental: 96,6%, dibujo: 96,1%, geografía argentina: 77,1 %, historia argentina 85,4%, matemática elemental: 51,6%.

En 1887 en Buenos Aires había mas escuelas privadas (129) que públicas (109) y el 43 % de los maestros eran extranjeros.

El Censo Nacional de 1895 suministra como promedio de los estudios primarios en las provincias, el nivel de "segundo grado". El ciclo primario completo, necesario para ingreso a los estudios secundarios, existía solamente en las capitales y colegios privados pagos.

Si se hace una comparación entre los censos de 1869 y 1895, tenemos que sobre un total de 464.919 escolares, concurrían sólo al colegio 177.174 (38,2%), no eran absorbidos 287.745 niños (61,8%). Ese 61,8% representa el analfabetismo en el país en aquél momento.

Con respecto a la dedicación de los gobiernos de la "civilización" al tema de la salud de la población y tomando en consideración las cifras del Primer Censo Municipal de la Ciudad de Buenos Aires de 1887, Vedoya demuestra "la terrible situación ambiental y las insuficiencias asistenciales que debió padecer la niñez porteña, para que el 70,1 % del total de las defunciones argentinas, fueran de menores de seis años, es decir, ocurridas en la "edad preescolar". Y lo terrible para la perdurabilidad de la raza, fue que el 40 % de la mortandad total ocurría antes de cumplir un año de edad.

¿Estas cifras permiten cantar loas a alguna obra asistencial? ¿Alguien puede vanagloriarse de su contribución al desarrollo "normal" de la niñez argentina? Evidentemente abordado el problema de cerca y visto en la frialdad de los números, los resultados no condicen con los niveles de vida que debían existir en la capital de una sociedad civilizada, sino con el principio darwiniano, deshumanizado y salvaje, de la supervivencia de los más aptos.

Era la ley de la selva transformada en norma ciudadana".

Vedoya también menciona "la ley 1342, del 11 de octubre de 1883, -presidencia de Roca- que autorizó invertir "cien mil pesos en la adquisición de cereales para distribuir entre las clases menesterosas de La Rioja, Catamarca y San Juan", para rescatarlas de la total inanición... Recién por la ley 2423 del 6 de noviembre de 1888 -presidencia de Juárez Célman-, se autorizaron los doce mil pesos necesarios para pagar los fletes del auxilio que había de distribuirse. Ley que suponemos innecesaria por que el problema, sin lugar a dudas, había desaparecido por "la consunción natural" de las clases menesterosas... "

"Según el Censo Municipal de 1887, entre 1872 y 1887 trece enfermedades infecciosas computadas produjeron 19.712 defunciones y de ellas, tantas como 8.367, es decir el 42 %, se diagnosticaron producidas por la viruela. Si esto sucedía en la ciudad capital, donde se concentraba el mayor número de médicos y existía el mejor servicio hospitalario disponible, es de suponer los estragos que el mal ocasionaría en el resto del país. Y esta lamentable mortandad deberá atribuirse al desapego de los gobiernos por los problemas de salud pública, pues habían transcurrido ya ochenta años desde que el Canónigo Segurola introdujera la vacunación antivariólica. No obstante y todavía en 1906, según informa la Revista de la Dirección de Escuelas, se cerraban las aulas en Chivilcoy y Mercedes, nada menos, por la presencia del mal infeccioso. Y recién corridos cien años ...el Congreso sancionó, el 27 de agosto de 1903, la ley 4202 que "declaró obligatoria la vacunación y revacunación antivariólica en la Capital Federal y los Territorios Nacionales". De las provincias, seguramente a la zaga, no tenemos información.

Pareciera que para la mentalidad gobernante, lo mismo daba que la población muriera "naturalmente" de viruela o tuberculosis, que de extenuación por el exceso de trabajo mal retribuido".

Decía Juan Bautista Alberdi: "Falsificar la verdad de la historia, cada vez que no es lisonjera, cambiar el sentido de los hechos, agrandar lo que es chico, achicar lo que es grande, no es hacer un servicio al país y mucho menos a la instrucción de la juventud".