Publicado en el Periódico El Restaurador - Año IX N° 35 - Junio 2015 - Pags. 1 a 11
150 ANIVERSARIO DEL INICIO DE LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA
por Norberto Jorge Chiviló
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Juan Manuel de Rosas. Dibujo de Ch. Decaux |
En el Editorial del día 13 de abril ppdo. del diario "La Nación" -fundado por Bartolomé Mitre el 4 de enero de 1870-, titulado "La guerra con Paraguay", en sus tres primeros párrafos se refería así, al inicio de la guerra con este país hermano:
"Hace ciento cincuenta años, el 13 de abril de 1865, la ciudad de Corrientes era atacada por buques de guerra y fuerzas terrestres del Paraguay. Luego de tomar dos naves argentinas, el Gualeguay y el 25 de Mayo, 20.000 hombres penetraban hacia el Sur. Como los varones salieron a campaña comandados por el gobernador Manuel Lagraña en un desesperado intento de contener al invasor, algunas de sus esposas fueron llevadas en cautiverio a territorio paraguayo y arrojadas a los pies del dictador Francisco Solano López. Soportaron con entereza todo tipo de vejaciones. También las sufrieron los ancianos y niños, hasta que meses más tarde las tropas se vieron obligadas a replegarse sobre su territorio".
"La Argentina, presidida por Bartolomé Mitre, se hallaba casi inerme para soportar el peso de un ataque que se basaba en la negativa del gobierno de permitir al presidente paraguayo que sus ejércitos pasaran por el territorio nacional para llevar la guerra a Brasil y Uruguay. Fue muy difícil revertir la situación, a pesar de que el país se alió con los Estados involucrados en la lucha".
"No es del caso rastrear, pues ya lo han hecho respetables historiadores de los cuatro países, los remotos orígenes de este enfrentamiento, que algunos remontan a la etapa colonial, pero sí decir que López, que desde hacía tiempo se preparaba para ser 'el árbitro del equilibrio en el Plata', desencadenó una tragedia que duró cinco años y cuyo resultado fue la destrucción del Paraguay y el agotamiento humano y material de los demás contendientes".
Los conceptos que dimanan de ese Editorial, son coincidentes con lo que siempre dijeron los historiadores enrolados en la "historia oficial": Que quien desencadenó la guerra fue el presidente paraguayo Francisco Solano López, quien pretendía ser "el árbitro del equilibrio en el Plata", que la guerra se desencadenó por el artero ataque paraguayo a la ciudad de Corrientes por la negativa de Mitre de permitir el paso de tropas paraguayas por el territorio nacional y que la guerra la desencadenó el Paraguay sin haber sido declarada formalmente. Estas son, en síntesis, las causas para esta corriente histórica, de la tragedia que envolvió a los cuatro países involucrados en la contienda.
Todo este planteo tan simplista y que no se ajusta a la realidad histórica, fue rechazado desde aquella época por ilustres argentinos como Juan Bautista Alberdi, Carlos Guido y Spano, José Hernández, entre otros y estudiada en el siglo pasado por varios y prestigiosos historiadores.
Trataremos a través de este artículo de clarificar un poco las cosas para nuestros lectores.
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Cándido López. Campamento argentino frente a Uruguayana. Setiembre 4 de 1865, Imperio del Brasil, Provincia de Río Grande.
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El inicio de la guerra
Hace 150 años se iniciaba en sud América la llamada Guerra del Paraguay o Guerra de la Triple Alianza o Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay que involucró a cuatro países de la cuenca del Plata. Por un lado el Paraguay y por el otro los países aliados de Argentina, Brasil y Uruguay.
Esa guerra que algunos vaticinaron con gran optimismo y con total desconocimiento de la realidad, que sería breve, tal como lo afirmó el presidente Mitre desde el balcón de su casa de la calle San Martín: "En veinticuatro horas en los cuarteles, en quince días en Corrientes y en tres meses en Asunción", por el contrario, duró cinco sangrientos años, fue cruenta y feroz, con grandes pérdidas de vidas humanas, principalmente por parte del Paraguay, ya que murió el setenta y cinco por ciento de su población masculina y también de la Argentina, con la muerte de miles de jóvenes soldados. Las batallas fueron muy sangrientas y algunas fueron verdaderas masacres, como la de Curupayty, donde los aliados tuvieron cerca de 10.000 bajas, contra solamente menos de 100 de los paraguayos.
Los países involucrado en la contienda en 1865.
En la República Argentina, era su presidente el general Bartolomé Mitre, quien había asumido la primera magistratura el 12 de octubre de 1862.
Fue el primer presidente de la Argentina unificada, como consecuencia de su "victoria" en la batalla de Pavón ocurrida el 17 de setiembre de 1861, al frente de las tropas porteñas del Estado de Buenos Aires, en su enfrentamiento con las tropas nacionales de la Confederación Argentina al mando de Justo José de Urquiza.
Como consecuencia de ese hecho de armas y con el "abandono" del frente de batalla del general Urquiza -quien en los hechos había resultado vencedor en la misma- se produjo el desmoronamiento del gobierno de la Confederación Argentina a cargo del presidente Santiago Derqui, quien se vio obligado a presentar su renuncia el 5 de noviembre y se alejó del país.
El vicepresidente Juan Esteban Pedernera, declaró caduco al gobierno nacional, lo cual significó el fin de la Confederación Argentina y le encargó su reorganización a Mitre, a su vez las legislaturas provinciales le otorgaron las facultades del poder ejecutivo nacional. Se consolidaba así el acceso de Mitre a la presidencia nacional.
En la República Oriental del Uruguay, después del asedio y la destrucción del baluarte blanco de Paysandú -diciembre de 1864 / 2 de enero de 1865- el general rebelde colorado Venancio Flores accedió a la magistratura de su país, con la ayuda del Imperio del Brasil y la complicidad del gobierno de Mitre. Flores fue un títere del Imperio, permeable y servil a los intereses del Brasil.
El Brasil era un
imperio a cuyo frente se encontraba Pedro II desde el año 1831 -cuando contaba con cinco años de edad,
ante la abdicación de su padre Pedro I, para regresar éste a Portugal a los
fines de recuperar el trono.
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Pedro II. Emperador de Brasil (c.1865)
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En Paraguay, a la muerte del dictador paraguayo Carlos Antonio López, ocurrida el 10 de setiembre de 1862, el Congreso Nacional designó a su hijo, el general Francisco Solano López como nuevo presidente constitucional.
Pocos años antes, en 1859 Francisco Solano López había sido el nexo entre Urquiza y el general porteño Bartolomé Mitre a la hora de firmar el Pacto de San José de Flores, después de la batalla de Cepeda, logrando la reincorporación de Buenos Aires a la Confederación (1). El Paraguay contaba con un poderoso ejército.
Los antecedentes
El inicio de esta guerra tuvo diversos antecedentes, muy anteriores a la invasión paraguaya a Corrientes, que llevaron a la confrontación armada.
Uno de los más importantes, tuvo que ver con la invasión al Uruguay del general oriental Venancio Flores -del partido colorado y que se encontraba asilado en ese momento en nuestro país-, para deponer al legítimo gobierno del presidente Bernardo P. Berro -del partido blanco-, con la abierta y desembozada ayuda del Imperio del Brasil y la complicidad del gobierno de Mitre. En el número anterior de este periódico, en el artículo de tapa escrito por el Dr. Masciotra, ya se encuentra tratado el tema, por lo cual no volveremos a repetir lo allí dicho.
Hubo una actitud solapada del gobierno de Mitre, en ayuda del general rebelde Flores, no obstante las declaraciones de neutralidad hechas por el gobierno argentino y que no se correspondían con la realidad de los hechos. Esta actitud del gobierno de Mitre, que nada tenía que ver con una neutralidad bien entendida, fue importantísima en el desarrollo de los hechos posteriores que llevaron a la confrontación con la nación guaraní.
Podemos señalar algunos de los hechos y actitudes por parte de las autoridades argentinas, reñidas con la declamada neutralidad hacia la guerra que se desarrollaba en el Uruguay:
1) La conferencia que Flores había tenido con Mitre el 15 de abril de 1863, un día antes de partir hacia el Uruguay, viaje que realizó en el buque de la armada de nuestro país el Caaguazú, siendo despedido además en el puerto de Buenos Aires por el Ministro de Guerra y Marina Juan Andrés Gelly y Obes.
2) La confección por parte de un comercio ubicado a pocos metros de la plaza del Retiro, de los uniformes para el ejército colorado de Flores.
3) El embarque de armas provenientes del Arsenal de Buenos Aires, destinadas a los sublevados.
4) El descubrimiento por parte de las autoridades uruguayas en el puerto de Fray Bentos, de un contrabando de guerra a bordo del buque Salto del gobierno de Buenos Aires.
5) El paso del río Uruguay a la altura de Monte Caseros de pertrechos y hombres con destino al ejército florista, sin ser molestados por las autoridades argentinas.
6) La pasividad de nuestro gobierno, frente a la campaña realizada por los colorados en nuestro país para el enganche de hombres destinados al ejército rebelde -incluso en Buenos Aires había un comité de amigos de Flores- y por el contrario impidiendo con la mayor severidad el enganche de fuerzas blancas en la provincia de San Luis.
7) La colaboración prestada por el comandante de la escuadra nacional, coronel de la marina, José Félix Murature, quien a bordo de distintos buques de la armada surtos en puertos sobre el río Uruguay, prestaba ayuda a las fuerzas floristas, suministrándoles elementos bélicos, a la par que daba indicaciones al almirante Tamandaré, sobre la mejor forma de emplazar la cañonera Paranahiba para hacer más efectivo el bombardeo a la ciudad de Paysandú, y sobre cuyos resultados le informará detalladamente a Mitre.
8) La utilización de la isla Martín García, para mandar armamento al general Flores, además de servir de base de operaciones en el río de la Plata.
9) El traslado por el vapor de guerra argentino Pampero a la localidad de Fray Bentos, de revolucionarios partidarios de Flores y de armas despachadas desde Buenos Aires, en especial fusiles del batallón 2 de línea destinados al ejército rebelde.
10) En noviembre de 1864, el gobierno uruguayo descubrió que una expedición de tres lanchones llevaban uniformes, armas y equipos de caballería para las fuerzas floristas, custodiados por 41 hombres armados.
11) Los liberales argentinos, incluidos el gobierno de Mitre, consideraban al gobierno blanco oriental del Presidente Berro como "enemigo fatal".
12) La pasividad -o complicidad- del gobierno argentino, frente a la navegación del río Uruguay por la flota imperial brasilera bajo el mando del almirante de Tamandaré, para atacar a las fuerzas blancas y especialmente la ciudad de Paysandú.
13) La comunicación constante y la cordial relación que los jefes navales estacionados en los puertos argentinos en el río Uruguay, debían tenían tener con los comandantes de las naves brasileras, según así lo ordenó en Ministro Gelly y Obes.
14) La provisión de munición a las naves brasileras que atacaban Paysandú efectuada en el puerto de Buenos Aires trasladadas por la cañonera Ivahy.
15) La recepción en buques argentinos de heridos de las fuerzas coloradas.
16) La utilización de buques de la escuadra brasilera para el envío por parte de Murature de su correspondencia al gobierno de Buenos Aires.
17) Las entrevistas regulares que Murature tuvo con Flores y Tamandaré y la visita que hizo con este último al campo brasileño.
18) Después de la toma de Paysandú, las cañoneras Paranahyba y Recife, llevaron a 160 heridos brasileros para ser curados en un hospital de sangre en Buenos Aires.
Muchos historiadores quisieron exculpar a Mitre, diciendo que esos hechos fueron ignorados por él y realizados a sus espaldas, pero la correspondencia existente intercambiada entre el presidente y Murature, demuestra acabadamente que Mitre sí sabía de esa colaboración y por ende que todo se realizaba con su consentimiento.
Esa falta de neutralidad por parte de Mitre en el conflicto oriental, fue advertida por los gobiernos de toda América y tanto es así que en una carta que le envió el ministro chileno José Victorino Lastarria, le decía: "Sea neutral, pero séalo de veras y no como lo fue en la cuestión oriental…" (2)
Cabe señalar asimismo que esa abierta ruptura de la neutralidad argentina, significaba también actos inamistosos hacia el Paraguay.
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Cándido López. Vista del interior de Curuzú, mirado de aguas arriba (de N a S) 20 de febrero de 1866 |
La solicitud de ayuda del gobierno uruguayo al presidente López
Inmediatamente después de la invasión al territorio oriental -en abril de 1863- por parte del general rebelde Venancio Flores, con la ayuda del gobierno argentino de Mitre y un año después, ante la inminencia de la intervención brasilera, el gobierno uruguayo reclamó al nuestro por su injerencia en esa invasión y a su vez se dirigió al presidente paraguayo como posible aliado en el conflicto. Como tales hostilidades contra el gobierno legítimo del Uruguay atentaban contra el equilibrio existente entre los países del Plata, el gobierno paraguayo tomó intervención y solicitó explicaciones al de nuestro país por la ayuda prestada a ese general rebelde. Las explicaciones que se dieron, no satisfizo a los paraguayos en atención a los actos concretos que éstos señalaron, que iban a contramano de lo que es una neutralidad bien entendida.
El intercambio de notas diplomáticas entre los dos países se dio por terminada por el paraguayo, declarando que en lo sucesivo obrará como mejor "le aconsejen sus intereses".
El 10 de julio de 1864 llega a Buenos Aires José Antonio Saraiva, representante del gobierno brasilero para concertar una alianza con Argentina; en la reunión que mantiene con Mitre, sus ministros y en la cual también interviene el embajador británico Edward Thorton, pregunta “Si Brasil podrá contar con Argentina para salvaguardar su honor y presentar sus reclamaciones a Montevideo". Mitre, se levanta de su silla, y pronuncia sus célebres palabras: “La Argentina, garante con Brasil de la Independencia uruguaya, cumpliría con su deber aceptando y aún ayudando a una intervención brasileña que pusiera orden en la República Oriental”. Era el fin de las actuaciones en pos de la paz.
Viendo los brasileros que la Argentina daba luz verde a sus pretensiones y no reaccionaría ante un conflicto con el Uruguay, por un ultimátum que hizo el 4 de agosto de 1864 al gobierno uruguayo, lo intimaba a efectuar reparaciones pecuniarias por las "agresiones" que habrían recibido sus nacionales -que en realidad eran cuatreros, que incursionaban por el norte del Uruguay- por parte de tropas orientales -que protegían su territorio de aquellas incursiones-, bajo la amenaza de represalias por parte de fuerzas de mar y tierra.
Conocido ese ultimátum por el gobierno paraguayo, hace saber al representante brasilero en Asunción que "juzgará cualquier ocupación del territorio oriental como atentatoria al equilibrio de los Estados del Plata, descargándose, desde luego, de toda su responsabilidad de las ulterioridades".
Avanzando un poco más, los brasileros lograron que el 22 de agosto de 1864 se firmara un protocolo entre el ministro de relaciones exteriores argentino Rufino de Elizalde y el consejero brasilero Saraiva, por el cual ambos países se comprometían a "mantener" la independencia del Uruguay -tal como se había pactado en el Tratado de 1828 que puso fin a la primera guerra argentina-brasilera y se creaba el Estado Oriental- y la Argentina, como garante de esa independencia dejaba al Imperio en plena libertad de acción para invadir y ocupar el Uruguay. ¡Buena forma de garantizar la independencia uruguaya por parte del gobierno de Mitre, permitiendo a los brasileros para actuar a piacere en el país hermano!
Con esa seguridad, cuatro días después, un vapor de la flota del Almirante Tamadaré, atacó al Villa del Salto, un pequeño vapor de guerra uruguayo, que no obstante la desproporción de fuerzas ofreció brava resistencia. Así, el 30 de agosto el gobierno del Uruguay se consideró en guerra contra el Imperio.
Ese mismo día el gobierno paraguayo alertó seriamente que una intervención armada en el Uruguay sería considerado como casus belli, no responsabilizándose de las consecuencias que se derivarían de una invasión brasileña al Estado Oriental, sentando el hecho de que no sería indiferente si ello se producía, declarando ante los gobiernos de la Argentina, el Brasil y el de las potencias europeas, que "la independencia del Estado Oriental es condición de existencia propia, como que es condición necesaria del equilibrio político del continente en que está situado".
El 7 de setiembre las tropas brasileras al mando del general João Propício Mena Barreto cruzaban la frontera e invadían al Uruguay. En la Argentina, las críticas arreciaban contra el gobierno de Mitre, por su pasividad ante la actitud prepotente de los brasileros en la vecina orilla.
El 12 de noviembre el buque de guerra paraguayo Tacuarí detuvo y apresó a 50 leguas arriba de Asunción al vapor brasilero Marqués de Olinda, que se dirigía hacia el Mato Grosso. Al día siguiente la cancillería paraguaya notificó al embajador brasilero, que la invasión del Uruguay por fuerzas militares brasileras, era considerado como un hecho de guerra y que el Paraguay cumpliría con su palabra y declaró rotas las relaciones diplomáticas con el Imperio y procedió a la clausura de la navegación del río Paraguay a todo navío brasilero. El Paraguay se preparó para invadir el Mato Grosso, lo que hizo posteriormente logrando la ocupación de ese territorio en quince días (diciembre de 1864). Esas acciones bélicas despertaron entusiasmo en el pueblo uruguayo y en el interior de nuestro país.
El 18 de diciembre en un acto simbólico presidido por las autoridades, se queman por "manos del verdugo", en la plaza Independencia de Montevideo, los tratados firmados con los brasileros en 1851, que establecían la dependencia del pequeño país con respecto a su poderoso vecino (3). El acto está lleno de fervor popular y se suceden los "vivas" para el presidente uruguayo Aguirre, para el mariscal López, el general Urquiza y a los defensores de Paysandú.
Mientras esto ocurría, los brasileros apuran la guerra en tierras uruguayas que se incrementaron a su favor y la de Flores.
El gobierno del Imperio, si bien contaba con la pasividad o mejor dicho, con la complicidad y la ayuda encubierta del gobierno mitrista se encontraba sumamente preocupado con la reacción del Paraguay, si bien no creyó que este país acudiría en ayuda del Uruguayo, ya que supuso que las declaraciones del presidente paraguayo, eran solamente eso, simples declaraciones.
El Paraguay, con una sólida economía, contaba con un ejército fuerte, bien organizado y numeroso; no ocurría lo mismo con el Imperio que se encontraba en crisis económica, y su ejército no era comparable al de su adversario, además ese ejército al mando de Mena Barreto estaba en el Uruguay. La Argentina estaba en efervescencia por la actitud pasiva que Mitre mostraba ante la agresión brasilera al Uruguay y ello alarmaba también al gobierno imperial, pues ¿qué podía pasar si las provincias litoraleñas a cuyo frente podía ponerse Urquiza quien tenía la mejor caballería de América -que contaba además con la adhesión de las provincias interiores-, se alzaban en armas contra Mitre y se aliaban al Paraguay?. La caballería entrerriana, junto con el poderoso ejército paraguayo y con el litoral argentino como base de operaciones, podía dar cuenta fácil del ejército de Mena Barreto y las fuerzas floristas y también con el gobierno de Mitre. Además debemos tener en cuenta que los gaúchos riograndenses veían también con malos ojos la guerra contra el Paraguay, con lo cual esa provincia podría secesionarse del Imperio.
Pero la hábil diplomacia brasilera, comenzó a mover sus fichas y envió al Plata a uno de sus más importantes diplomáticos: José María da Silva Paranhos, quien más que dedicarse al conflicto con el Paraguay, trató primero de lograr el fin de la guerra contra el Uruguay, para después ocuparse del Paraguay. Así la flota brasilera machacó sobre las posiciones de los defensores de Paysandú, hasta que la ciudad cayó vencida el 2 de enero de 1865 y el camino hacia Montevideo quedó libre, entrando las tropas imperiales en esa capital el 20 de febrero (aniversario de la batalla de Ituzaingo).
Paralelamente y con una jugada magistral y muchos patacones -la llamada diplomacia del patacón o del oro- sacó del medio al gobernador entrerriano Justo José de Urquiza. El general brasilero Manuel Osorio, fue a la residencia de Urquiza, quien, cómodamente asentado en el Palacio San José, primero había amagado en ayudar a los blancos del Uruguay y a establecer una alianza con el Presidente López, -ambas cosas tal como lo pedían sus seguidores- con el objeto de parar al Imperio del Brasil en su política expansionista, pero comerciante de carácter ambicioso, inescrupuloso y corrupto, este personaje prefirió ganar unos buenos patacones (ER 34 pág. 15), vendiendo 30.000 caballos al Brasil, embolsando la importante cantidad de 390.000 patacones y mantenerse inactivo, no obstante lo cual después apoyó la guerra contra el Paraguay. Así la caballería entrerriana se quedó sin la caballada.
El 14 de enero de 1865, el gobierno paraguayo había solicitado al argentino, la autorización para el paso de su ejército por el territorio nacional de las desiertas Misiones por vía terrestre, para socorrer a las fuerzas uruguayas leales al presidente constitucional e impedir la toma de Montevideo por las fuerzas floristas y brasileras, lo que le fue negado. Por el contrario, Mitre, se comunicó con Urquiza para manifestarle "sea que se efectúe o no la alianza (con el Brasil), la República Argentina se obliga a consentir el paso por su territorio a los ejércitos del Brasil contra el Paraguay". Esto demuestra la dualidad de criterios empleados por Mitre según fuere uno u otro país el que quisiera cruzar el territorio del nuestro.
López reunió un Congreso Extraordinario a mediados del mes de febrero para tratar estas cuestiones y en especial la negativa del gobierno argentino a permitir el tránsito de tropas paraguayas por su territorio. El Congreso autorizó a López a "declarar la guerra al actual gobierno de la República Argentina" y asimismo le confirió el grado de "Mariscal de los ejércitos patrios", como así también dispuso de otras medidas para llevar adelante la guerra.
El ejército paraguayo con el que López podía llegar a disponer de aproximadamente 100.000 hombres, podría ser el más importante de América, con gran adiestramiento y una elevada moral. Contaba también el Paraguay con varias fortalezas y fuertes para la defensa de su territorio. Además el pueblo guaraní apoyaba mayormente a su presidente.
En el Uruguay, después de la toma de Montevideo se designó presidente al general Venancio Flores, que lo primero que hizo fue establecer el estado de guerra contra el Paraguay. Flores títere del Brasil y gracias al cual pudo acceder al poder y permeable a los intereses del Imperio, no tuvo más alternativa que declarar la guerra al Paraguay.
El 11 de marzo arribó a Buenos Aires un nuevo enviado brasilero, Francisco Otaviano de Almeida Rosa, con la misión de lograr una alianza a fin de enfrentar al Paraguay.
La declaración de guerra por parte del Congreso paraguayo el 19 de marzo, fue hecha en sesión pública y además fue publicada la noticia cuatro días después en el periódico oficial El semanario de Asunción.
El 8 de abril arribó a Buenos Aires en un pequeño vapor, el Pavón, en el cual venía el representante del vecino país con la nota de declaración de guerra del ministro de relaciones exteriores paraguayo dirigida a su par de nuestro país, Rufino de Elizalde, de fecha 29 de marzo, que fue conocida solo por un reducido grupo de personas, si bien tampoco existen constancias que la misma hubiera sido entregada.
El gobierno de Mitre no se dio por enterado oficialmente de ese estado de guerra, pero el día 11 Salvador María del Carril envió una nota a Benjamín Victorica, colaborador del general Urquiza, en el cual le decía: "Aquí nos tiene bien agitados con la noticia de que el Paraguay, ha declarado la guerra a la República Argentina", lo cual significa que era vox populi que ese hecho había acontecido.
El 13 de abril los paraguayos invadieron Corrientes, ocupándola al día siguiente y tomaron dos vapores de guerra argentinos, el Gualeguay que era un transporte para caballos y el 25 de Mayo, que en realidad era un mercante armado, que habían sido llevados allí días antes, y que se encontraban en malas condiciones y prácticamente eran inservibles y que posiblemente fueron enviados como señuelos para que los paraguayos se adueñaran de ellos.
Dos días después la noticia se conoció en Buenos Aires, lo que produjo la reacción de la opinión pública de Buenos Aires -que desconocía la declaración de guerra paraguaya al gobierno argentino- especialmente por los círculos liberales, los que aprovecharon la ocasión para insuflar en la población aires patrióticos.
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Cándido López. Batalla de Tutyutí (Episodio de la 2° División Buenos Aires en la batalla de Tutyutí. Mayo 24 de 1866. República del Paraguay |
Mitre presentó el ataque paraguayo, como artero y traicionero, por no haber mediado declaración de guerra. Se ha acusado al gobierno de Mitre de haber ocultado adrede la declaración de hostilidades, esperando el ataque paraguayo para convertirse en víctima de una injusta agresión y despertar así un sentimiento nacional de indignación -como ocurrió solo en Buenos Aires- que revirtiera las simpatías que existía en nuestro país por los paraguayos y justificara la guerra contra el país hermano.
El historiador José María Rosa, dice: "Que en Buenos Aires no se supo la declaración de guerra hasta después del primer acto de hostilidad paraguayo (ocurrido veinticinco días después, el 13 de abril) no puede sostenerse seriamente. Convocar y reunir un congreso no era habitual en Asunción, y no pudo pasar inadvertido a los representantes diplomáticos ni a los numerosos informantes argentinos y brasileños de la capital paraguaya. Si ese congreso votaba nada menos que una declaración de guerra en sesiones públicas, suponer que el gobierno afectado, vecino y en constantes comunicaciones, pudo ignorarla a los veinticinco días, sería aceptar que era el gobierno peor informado de la tierra. Si la declaración se publica en el periódico oficial, y único, y ni el presidente contra quien se dirige ni su ministro de relaciones exteriores, ni siquiera el gobernador de una provincia inmediata, como Corrientes, en constante comunicación, pudieron enterarse, es aceptar lo inadmisible".
En un informe, el embajador británico Thorton, dice: "Desde mediodía del 8 (de abril) ha circulado el rumor en esta ciudad de que el gobierno paraguayo había declarado la guerra a la República Argentina. Esta noticia derivó de que ese día llegó de Asunción un mensajero para el agente paraguayo en ésta, señor Egusquiza". Thornton también entrevistó ese día Mitre y a su ministro Elizalde y quiso enterarse de la nota paraguaya, pero Elizalde no la tenía o no la quiso mostrar, pero le aseguró su existencia porque "un amigo suyo había visto una copia de la nota del gobierno paraguayo que contiene la declaración de guerra".
El Tratado de la Triple Alianza
El 1° de mayo Urquiza asistió en Buenos Aires, a la apertura de las sesiones del Congreso Nacional y el mismo día en la casa de Mitre se firmó el Tratado de la Triple Alianza, que suscribieron el Ministro de Relaciones Exteriores Rufino de Elizalde, por Brasil el representante Francisco Otaviano de Almeida Rosa (quien había llegado a Buenos Aires a principios de marzo con facultades para firmar un tratado de alianza) y el canciller uruguayo Carlos de Castro, por el cual estos tres países contrajeron una "alianza ofensiva y defensiva en la guerra provocada por el gobierno del Paraguay", según rezaba el primer artículo.
El Tratado fue aprobado a libro cerrado y en sesión secreta por el Congreso nacional el 24 de mayo, es decir desconociendo los legisladores lo que se aprobaba.
Ese Tratado que contenía 19 artículos y 4 correspondientes al Protocolo, debía ser mantenido en "secreto hasta que se consiga el fin principal de la alianza" según lo establecía su artículo 18. Entre otras cosas, se convenía:
1) El general Mitre ejercería el comando de las fuerzas terrestres, mientras que el almirante Tamandaré lo sería de las fuerzas navales.
2) Obligación por parte de los tres firmantes a "no deponer las armas sino de común acuerdo, y mientras no hayan derrocado al actual gobierno del Paraguay, así como a no tratar separadamente, ni firmar ningún tratado de paz, tregua, armisticio, cualquiera que ponga fin o suspenda la guerra, sino por perfecta conformidad de todos".
3) La guerra no era "contra el pueblo paraguayo, sino contra su gobierno".
4) Se respetaría "la independencia, soberanía e integridad territorial de la República del Paraguay".
5) Derrocado el gobierno del Paraguay se aseguraría la absoluta libertad de navegación de los ríos Paraná y Paraguay.
6) Se responsabilizaba al Paraguay el pago de los gastos de la guerra, como así de todos los daños y perjuicios causados.
7) "A fin de evitar discusiones y guerras que las cuestiones de límites envuelven "… se exigirá del gobierno del Paraguay que celebre tratados definitivos de límites…bajo las siguientes bases" y a continuación se determinaban motu propio los territorios pretendidos por Brasil y Argentina.
8) Los aliados se comprometían mutuamente a respaldar "el fiel cumplimiento de los acuerdos, arreglos y tratados que hayan de celebrarse con el gobierno que se establecerá en el Paraguay".
Y por si eso fuera poco, por el Protocolo se establecía:
1) La demolición de las fortificaciones de Humaitá -que cerraba el paso por el río Paraguay- y la prohibición de "erigir otras de igual naturaleza, que puedan impedir la fiel ejecución de dicho Tratado".
10) El desarme del Paraguay con la confiscación de las "armas o elementos de guerra", que debían ser repartidos entre los aliados por partes iguales, como así también de "los trofeos y botín" de guerra, "serán divididos entre los aliados que hagan la captura".
Se debe aclarar que a principios del mes de abril, el Brasil ya había obtenido la autorización argentina para que sus navíos pudieran remontar el Paraná para bombardear el Paraguay, lo que le fue concedido por el gobierno argentino dejando a salvo "la neutralidad".
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Tropas argentinas descansando en la localidad de Luque, Paraguay |
La declaración de guerra por parte de nuestro país.
El 4 de mayo Mitre solicitó al Congreso la autorización para la declaración de guerra al Paraguay, argumentando que había recibido el día anterior la declaración de guerra a nuestro país.
Este argumento de Mitre -el haber recibido el día 3 la comunicación de la declaración de guerra - no resiste ningún análisis serio, pues entonces, como se justifica que el día 1° de mayo se hubiera firmado el Tratado de la Triple Alianza.
El Tratado se hace público
El Tratado que fue secreto, tomó estado público a raíz de su publicación en Inglaterra a comienzos del año 1866 por el diario The Times y ello causó indignación en toda América, pues la finalidad de la guerra no era solo para derrocar al gobierno del mariscal López, como se decía públicamente y también así lo decía el Tratado, sino que el objetivo principal era la destrucción total del Paraguay, quitándole todo medio de defensa, estableciendo la libre navegación de sus ríos y disponiéndose de su territorio, quitándole en los hechos toda posibilidad de una negociación de igual a igual.
Los gobiernos peruano y boliviano protestaron a los gobiernos aliados y lo mismo hicieron el Congreso de Venezuela y Colombia.
En Buenos Aires, en el diario La América, cuyos propietarios eran Carlos Guido Spano y Miguel Navarro Viola, se dijo "El Tratado es secreto, la sesión es secreta, solo la vergüenza es pública".
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Mitre en su Cuartel de Campaña, 1866. |
La impopularidad de la guerra
El Congreso Nacional, dispuso la creación de un ejército de 25.000 soldados, debiendo ser provistos por las provincias en proporción a su población, además de contar con las bien entrenadas milicias entrerrianas.
Con excepción del círculo liberal de Buenos Aires, que se entusiasmó con la guerra, el resto del país se mostró disconforme, y el conflicto fue totalmente impopular.
En Entre Ríos, el 19 de abril, Urquiza ante el pedido de Mitre que le solicitó la colaboración "para vindicar el honor y la dignidad de la república", dispuso la movilización de las milicias provinciales. Ricardo López Jordán le escribió: "Usted nos llama para combatir al Paraguay. Nunca, General, ese pueblo es nuestro amigo. Llámenos para pelear contra porteños y brasileros. Estamos pronto. Esos son nuestros enemigos. Oímos todavía, los cañones de Paysandú. Estoy seguro del verdadero sentimiento del pueblo entrerriano". Incluso en Entre Ríos y no obstante el ascendiente que el gobernador Urquiza tenía sobre sus habitantes, las tropas que juntó también se desbandaron.
En Entre Ríos, en Arroyo Basualdo, el 3 de julio se desbandó la caballería de la provincia al saberse que la lucha no era contra el Brasil -como se les había dicho- sino contra el Paraguay. El día 7 Urquiza procedió a licenciar a las milicias, en razón de estado de efervescencia que reinaba en los cuerpos.
El 8 de noviembre, Urquiza quien había convocado a la caballería en el campamento de Arroyo Toledo, por segunda vez presencia su desbandada, para volver a sus casas.
Ello ocurrió no solo en el litoral, sino también en Córdoba, La Rioja, San Luis, San Juan, etc.
En todo el país, las levas se hacen por la fuerza, los enganchados para el ejército son engañados de que van a combatir contra el Brasil, pero descubierto el engaño, los reclutados se desbandan. Ello provocó que en muchas provincias los "voluntarios", que lo son por la fuerza, sean remitidos a Buenos Aires engrillados.
Emilio Mitre, hermano del presidente, encargado de la recluta en Córdoba, informó el 12 de julio que mandaba "los voluntarios atados codo con codo".
El gobernador de Catamarca encarga 200 pares de grillos para el envío del contingente.
En todo el país se suceden rebeliones y sublevaciones, originadas en el descontento que reinaba por todos lados por la guerra tan impopular contra el Paraguay.
Como decía Alberdi, "Las deserciones…son verdaderas protestas contra la absurda y ridícula cruzada que se les quiere hacer emprender".
Cuando fuerzas del general oriental Wenceslao Paunero trasladados por la escuadra brasilera retoman Corrientes el 24 de mayo -pero que a los dos días se ve obligado a evacuarla y reembarcarse-, el coronel Juan B. Charlone, que interviene en la acción, le escribe al ministro de guerra Gelly y Obes: "La ciudad de Corrientes, y aun todo el país, no tiene el entusiasmo que se cree en Buenos Aires, y por el contrario no hay espontaneidad ni amistad seria hacia nosotros". Ello es otra prueba más de lo impopular que era la guerra.
En Brasil, la guerra tampoco es bien vista por la población y es dificultosa la recluta de voluntarios. "El reclutamiento da poco todavía y la guardia nacional se esquiva", es el informe que Joaquín Nabuco le remite desde Río de Janeiro al ministro de guerra Silva Ferraz en Porto Alegre. (Joaquin Nabuco en "La guerra del Paraguay")
El ejército brasilero se forma con los esclavos, habiendo una proporción de 1 blanco por cada 45 esclavos.
El historiador A. J. Pérez Amuchástegui dijo: "Tal vez los anales del mundo no registren una guerra más impopular que la llevada por la Argentina contra el Paraguay. Sólo un grupo minúsculo apoyaba con ahínco la injerencia argentina en el país hermano. Fue una guerra cruenta, feroz. No exageraba Venancio Flores al decir que los paraguayos "peleaban como bárbaros". Para ellos, la guerra era cuestión de vida o muerte, pues no valía la pena vivir en un Paraguay arrasado. Los brasileños, en su inmensa mayoría esclavos forzados a empuñar las armas, peleaban sin entusiasmo, con la resignación propia de la raza subyugada; los uruguayos y los argentinos, voluntarios engrillados y mercenarios europeos a sueldo, trataban de salvar la vida como Dios les ayudara; toda la tropa era proclive a la deserción y la fuga. Sólo la fuerza del número pudo doblegar a los paraguayos que, además, sabían que si caían prisioneros de los cambá tendrían por destino la esclavitud, según aseguraba entristecido Mitre…"
También Bartolomé Mitre, reconoció la impopularidad de la guerra, cuando en carta dirigida a su vicepresidente el Dr. Marcos Paz, le decía: "¿Quién no sabe que los traidores alentaron al Paraguay a declararnos la guerra?. Si la mitad de Corrientes no hubiera traicionado la causa nacional armándose en favor del enemigo; si Entre Ríos no se hubiera sublevado dos veces; si casi todos los contingentes incompletos de las provincias no se hubieran sublevado, al venir a cumplir con su deber; si una opinión simpática al enemigo no hubiese alentado la traición ¿quién duda que la guerra estaría terminada ya?"
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Batalla de Campo Grande (también llamada de Acosta Ñú o de Nú Guazú) Óleo de Pedro Américo de Figueiredo e Melo (1871) Museo Imperial de Brasil |
Las batallas
No vamos a referirnos al desarrollo de la acciones militares que se desarrollaron en los cinco años de guerra, desde el inicio de la misma, hasta la muerte heroica del mariscal Francisco Solano López y de su hijo, lanceado por los brasileros, en Cerro Corá el 1° de marzo de 1870, mientras encabezaba la última resistencia al frente los últimos doscientos soldados, que era a lo que había quedado reducido lo que había sido otrora el imponente ejército paraguayo. Ese ejército se fue desangrando después de tantos combates, contra un enemigo, superior en número de hombres y armamento.
El escenario en el que se desarrollaron las acciones bélicas, -sobre todo en suelo paraguayo- favorecían más las acciones defensivas que ofensivas. Grandes masas de soldados se enfrentaban, muchas veces en una lucha cuerpo a cuerpo.
Las condiciones sanitarias no fueron de las mejores ya que el clima tropical junto a las condiciones de un terreno lleno de bosques selvas y esteros, originaron muchos inconvenientes y enfermedades propias de la zona que afectaban más a los ejércitos aliados, quienes no estaban acostumbrados a ese medio hostil.
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Cándido López. Trinchera de Curupaytí (detalle trinchera paraguaya) |
Consecuencias de la guerra
El Paraguay sufrió grandes pérdidas humanas y materiales. Murió gran parte de su población masculina. El país que era uno de los más adelantados de América, después de la guerra, quedó en ruinas con sus plantaciones de algodón, tabaco, yerba mate, caña de azúcar, etc, totalmente devastados. Los altos hornos de Ibicuy y Asunción y su incipiente pero importante industria, de avanzada en aquellos momentos, fue completamente destruida. Si bien al inicio de la guerra no tenía deuda externa, a raíz del pago de grandes indemnizaciones a los vencedores, tuvo que endeudarse por muchos millones de libras para lo cual se pidieron préstamos que pudieron ser cancelados después de muchísimos años. Así en 1908 la deuda externa paraguaya ascendía a siete millones y medio de libras. Perdió gran parte de su territorio, especialmente a favor del Brasil que se anexionó el Mato Grosso. También perdió su independencia económica y le fue impuesto un modelo económico dependiente y durante mucho tiempo pasó a ser un protectorado del Brasil.
Pero también y desde otra óptica, podemos decir que el pueblo paraguayo que respondió a su gobierno, sosteniéndolo con ardor y constancia y que luchó con una obstinación y heroicidad, digna de la mejor causa, en defensa de su suelo patrio y contra fuerzas superiores, recibió la consideración y reconocimiento de toda América y lo mismo puede decirse de la figura del mariscal Francisco Solano López.
El Uruguay, que prácticamente fue obligado a declarar la guerra, no obtuvo beneficios y en realidad fue considerado como un auxiliar por el Imperio.
La Argentina, también debió endeudarse por los gastos de una guerra que en realidad no solo no le era propia, sino que fue impopular en la mayor parte del país. Gran parte de su juventud -que también se batió valientemente- dejó la vida en los campos de batalla (4). En cuanto a lo que se había establecido en el Tratado de la Triple Alianza en lo que respecta a las anexiones territoriales a favor de la Argentina y la forma en que debían llevarse a cabo las negociaciones, fue incumplido por el Brasil, pues arregló unilateralmente con los paraguayos -prohibido en el Tratado-, atendiendo sus intereses directos, logrando sus fines anexionistas y anexándose el Mato Grosso y luego apoyando al gobierno paraguayo, se opuso a las pretensiones argentinas sobre la región del Chaco, que también se habían acordado en el Tratado. Cabía preguntarse para qué la Argentina fue a esa guerra que no era nuestra. El enemigo no era el Paraguay sino el Brasil. En realidad nuestro país fue servil a las pretensiones brasileras.
Refiriéndose al presidente Mitre como comandante de las fuerzas aliadas, Alberdi decía, que hacía "campañas en suelo extranjero a las órdenes de un monarca extranjero contra una república hermana".
También debemos señalar que una consecuencia sanitaria de la guerra, fue que muchas de las enfermedades que afectaron a los soldados argentinos -no habituados a un medio hostil como el que encontraron en el Paraguay-, acompañaron a los mismos cuando regresaban a Buenos Aires o bien fueron transmitidas por soldados brasileños de tránsito en esta, ocasionando también problemas sanitarios a los habitantes porteños.
En el año 1867 se desató principalmente en Buenos Aires una epidemia de cólera, que costó la vida a miles de personas, entre ellas la del vicepresidente de la Nación en ejercicio de la presidencia -ya que el presidente Mitre se encontraba en el Paraguay- , el Dr. Marcos Paz, quien contrajo la enfermedad a fines de diciembre de 1867 y falleció pocos días después, el 2 de enero.
Es de mencionar también que la impopularidad de la guerra, produjo levantamientos armados en el interior de nuestro país, que se convirtió en una verdadera guerra civil. Esos levantamientos fueron ahogados a sangre y fuego por las tropas que el gobierno mandó para sofocarlos y que dejó secuelas que fueron difíciles de curar y que avivó el enfrentamiento entre los provincianos y porteños.
El Imperio del Brasil sí realizó una jugada magistral, pues logró el concurso de la Argentina para obtener sus fines expansionistas, primero contra el Uruguay y luego contra el Paraguay, ya que a ambos les arrebató parte de sus territorios, además de lograr otros beneficios. Sin ese concurso de la Argentina, ello no lo hubiera podido ser. Podemos afirmar, sin equivocarnos, que el gran vencedor de la guerra fue el Imperio, pues logró la destrucción de un país vecino que le estaba haciendo sombra, ya desde lo económico como del militar. Obtuvo una gran extensión de territorio a costa del vencido y la guerra se desarrolló fuera de su territorio.
Carlos Guido Spano, señaló que la guerra al Paraguay "no es una intervención civilizadora, sino un asalto de ladrones… El mono brasilero nos ha agarrado de la mano para sacar la brasa. Vergüenza para nosotros, para nuestros hijos, para los hijos de nuestros hijos".
Otro de los beneficiados fue el Imperio británico, pues al haberse dispuesto la libre navegación del río Paraguay y el libre cambio y la destrucción de la industria paraguaya, se abrían otros mercados a su comercio, siempre en expansión.
También, uno de los sacó tajada por el conflicto, fue -¡otra vez!- Justo José de Urquiza, ya que su fortuna se vio notablemente incrementada, en razón de que sus establecimientos y saladeros proveyeron de carne y tasajo a las fuerzas aliadas, durante todos los años de guerra.
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Última fotografía tomada al Mariscal Francisco Solano López antes de ser muerto |
Porqué la Argentina fue a la guerra.
En un discurso pronunciado por Mitre el 21 de febrero de 1869, frente a los comerciantes de Buenos Aires, que lo homenajearon con motivo de la terminación de su mandato, y después de proclamarse "Hijo de un pueblo que todo le debe al comercio", pronunció la siguiente arenga, que es toda una definición de las causales por el cual nuestro país, bajo el gobierno mitrista, entró en guerra con el país vecino:
"En la guerra del Paraguay que ha terminado ya, o puede darse por terminada, ha triunfado no sólo la República Argentina en su capacidad política de Nación, no sólo la triple alianza en reivindicación de sus derechos, sino también los grandes principios del libre cambio, que son los que vivifican el comercio. Para el comercio se han derribado las fortalezas que amenazaban las costas; para él también se han roto las cadenas que obstruían el Rio Paraguay; para él y por él también se ha conquistado franca navegación de los ríos superiores; la libertad de comercio y la derrota del monopolio y la explotación de los pueblos por sus tiranos; como para él también se ha conquistado la paz presente y futura de estas regiones entre sí, dando mayores garantías al desarrollo del trabajo, que puede contar con el tiempo y el espacio para, ejercitar su acción."
"Cuando nuestros guerreros vuelvan de su larga y gloriosa campaña a recibir la merecida ovación que el pueblo les consagre, podrá el comercio ver inscriptos en sus banderas victoriosas los grandes principios que los apóstoles del libre cambio han proclamado para mayor gloria y mayor felicidad de los hombres, porque también esos principios han triunfado".
Huelga todo otro comentario.
Referencias
(1) Con motivo de esa intervención positiva del mediador paraguayo, Urquiza en la proclama del 10 de noviembre de 1859,dijo: "Ya no hay unitarios ni federales: hermanos todos, gracias a los esfuerzos por la paz del Ilustre mediador del Paraguay. A él se le debe en gran parte tan fausto resultado. Ninguna demostración de gratitud será demasiada para honrar su amistad. La República Argentina le debe una muestra de aprecio; la Ciudad de Buenos Aires le debe una palma".
(2) Esas palabras del Ministro chileno fueron expresadas con motivo de la agresión de España -simultánea en el tiempo con los hechos ocurridos en el Uruguay- contra el Perú materializada en el envío de una flota y la ocupación de las islas de Chincha, que motivó la indignación de toda América y la declaración de guerra por Chile a España y en la que la Argentina se declaró neutral.
(3) Los Tratados de 1851 fueron firmados el 12 de octubre en Río de Janeiro, por el diplomático Andrés Lamas, enviado por el gobierno colorado de la defensa de Montevideo. Los tratados eran cinco, se establecía una alianza de ambos países para luchar contra la Confederación Argentina de Rosas, habiendo pagado el Uruguay una pesada carga por ello. Se cedía más de un tercio de territorio uruguayo al Brasil; se establecía una ayuda económica del Imperio de 138.000 patacones y el Uruguay reconocía una deuda importante de guerra de 300.000 patacones y en garantía quedaban hipotecadas las rentas de la Aduana; se declaraba libre la navegación del río Uruguay; la exportación de tasajo y ganado al Brasil no abonaría impuestos; el Uruguay se obligaba a extraditar los esclavos que hubieren escapado del Imperio e ingresado a tierra oriental, incluso los hacendados brasileros en tierra uruguaya, podían "importar", esclavos para sus haciendas; se permitía la intervención brasilera en los asuntos internos del Uruguay; estas entre otras humillantes concesiones.
(4) La cruz de madera que fue puesta en el campo de batalla de Curupayty, decía "Aquí yace la flor y nata de la juventud argentina".
Bibliografía
Castagnino, Leonardo, "Guerra del Paraguay - La Triple Alianza contra los países del Plata", Ediciones Fabro, Buenos Aires, 2011
"Crónica Histórica Argentina", Tomo 4, Editorial Codex S.A., Buenos Aires, 1968.
Olmos Gaona, Alejandro, "Hacia la Guerra del Paraguay - ¿Fue Mitre neutral, ante la destrucción de Paysandú?", Revista Todo es Historia N° 470, Bs. As., setiembre de 2006.
Pérez Amuchástegui, "El fratricidio" y "El Paraguay" en "Crónica Histórica Argentina", Tomo 4, Editorial Codex S.A., Buenos Aires, 1968.
Rosa, José María, "Historia Argentina", T° 7, Editorial Oriente S.A., Buenos Aires, 1973.
Zapata Icart, Ernesto Andrés, "La guerra al Paraguay - Mitre y López", Suplemento N° 39 de Revista Todo es Historia N° 50, Bs. As., junio de 1971.