jueves, 1 de diciembre de 2011

Vuelta de Obligado - Polémica Omar López Mato y Norberto J. Chiviló

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VI N° 21 - Diciembre 2011 - Pags. 8 y 13 

Otra vuelta a la polémica

Por Norberto Jorge Chiviló 

Norberto J. Chiviló
La Porteña en el tocador”. Oleo de Cayetano Descalzi

La contestación que el Dr. López Mato (en adelante LM) tituló “Otra vuelta de Obligado”, en realidad no se condice con una respuesta a mi artículo “Omar López Mato y la Vuelta de Obligado”, porque en realidad, si bien se lo lee, no rebate los puntos que yo señalé, sino que introduce nuevas cuestiones y mezcla un poco los temas –saliéndose del tema Obligado–, con simples afirmaciones, como la libertad de los ríos interiores, posturas de Artigas y Dorrego al respecto, deshonestidad de Rosas en el manejo de fondos y enriquecimiento ilícito, hechos relativos a la Vuelta de Obligado, la no participación por las rentas de la Aduana de Buenos Aires, Rosas y Bolivia, Rosas y el Paraguay, oferta de Rosas de canje de Malvinas, especulación con la derrota, intervenciones en el Río de la Plata, intransigencia exagerada de Rosas, exacerbación del patrioterismo, vía libre de comunicación hacia el Paraguay, pago de la deuda a la Baring Brothers, la codicia de Rosas, papel moneda emitido por Buenos Aires, el “pacto” del Cuadrilátero, excesos cometidos por Rosas, etc. etc., cuestiones que son fáciles de poner en pocas palabras, por ejemplo cuando dice: Rosas “mató (de a miles, doctor, de a miles)” sin ninguna explicación ni razonamiento o cuando se dice “Rosas sumió el país en el atraso y la ignorancia”, con tanta ligereza y que se podrían rebatir de la misma manera diciendo solamente: “no es cierto tal cosa” o tal otra, pero evidentemente esa no es la forma de debatir. Los que defendemos a Rosas y estamos comprometidos con la verdadera historia, debemos explicar como fue cada cosa, pero para los contrarios les basta hacer afirmaciones de Perogrullo que tienen que ser aceptadas por todo el mundo, y ahí sí pretenden ser los dueños absoluto de la verdad. Pero como decía el paisano –y con todo respeto– “No hay que dejarse pisar el poncho” y trataré de contestar algunas de las imputaciones formuladas y dentro de las limitaciones de espacio que permite este periódico, en forma clara, para que sean comprendidas por todos los lectores y solo tomaré los principales cargos. Las que por falta de espacio no pueda contestarlas ahora, serán motivo de análisis en ediciones posteriores, ya que los temas de por sí son interesantes.

 

Una pregunta clave

En mi contestación, había hecho a LM una pregunta clave, cual era: “de haber vivido Ud. en aquellos momentos (del Combate de la Vuelta de Obligado). ¿Habría estado con los defensores argentinos o arriba de los barcos anglofranceses?”.

Lo que primero traté de encontrar en la contestación de LM fue justamente que respuesta daba a esa pregunta, pero lamentablemente no la encontré. Su silencio, debo confesarlo, me sorprendió. Hubiera sido lindo, y era lo que yo hubiera esperado, que el Doctor  respondiera que le hubiera gustado estar con los defensores argentinos. Pero bueno… cada uno es libre de pensar y actuar como quiera.

 

La libre navegación de los ríos

LM me endilga que en mi texto omití varios hechos que echan otra luz sobre el tema de la libre navegabilidad de los ríos y cita el caso de “Artigas en 1816” y de “Dorrego en Agosto de 1828”. En primer lugar no fue mi intención historiar el tema de la libre navegación de los ríos, ya que ello da para mucho y largo y porque no soy ni me considero “historiador”, y hay autores que lo han hecho muy bien (véase Jaime Gálvez en “Rosas y la navegación de nuestros ríos”) y además que el espacio que dispongo en el periódico es limitado, no es un libro.

Debo manifestar que ante la respuesta de LM traté de encontrar material sobre la libertad de navegación promovido por Artigas (no solo en libros de historia sino en Internet) y solo pude encontrar la referencia que Estanislao S. Zeballos hizo en su intervención en el Congreso Nacional en 1815, al decir: “… no hay sino aquel raro y curiosísimo tratado celebrado por Artigas en 1817, con el teniente de navío británico, que no tenía plenipotencia, míster Edward Franklin… Es un documento en el cual Artigas y el comandante inglés reconocen la jurisdicción absoluta del Río de la Plata a la República Argentina, no atribuyendo al Uruguay sino el uso de los puertos”.

Debe decirse asimismo que como lo señalé en el artículo sobre Artigas publicado en el número anterior de este periódico, el caudillo oriental entre las instrucciones dadas a los diputados orientales para concurrir a la Asamblea del Año XIII, estaba el de la apertura al libre comercio de los puertos de Maldonado y Colonia que se agregaban al de Montevideo. Pero también Artigas propiciaba medidas proteccionistas que impulsaran y protegieran las artesanías y manufacturas propias: “Todos los derechos, impuestos y sisas que se impongan a las introducciones extranjeras serán iguales al resto de las provincias unidas, debiendo ser recargadas todas aquellas que perjudiquen nuestras artes o fábricas, a fin de dar fomento a la industria de nuestro territorio” (Como también lo hará Rosas, muchos años después, con la Ley de Aduanas). No es que se abrían indiscriminadamente los puertos a la libre introducción de toda mercadería extranjera.

Respecto a la referencia que LM hace de “la libre navegación… sancionada por el gobierno de Dorrego en Agosto de 1828”, respondo que no se estableció la libre navegación ni fue sancionada por el gobierno de Dorrego. Me explico. A raíz de la primera guerra argentina-brasilera que mantuvieron las Provincias Unidas del Río de la Plata con el Imperio del Brasil en 1825-1827 se firmó, entre ambos gobiernos el nuestro representado por Dorrego, un Tratado Preliminar de Paz del 27 de agosto de 1828, por el cual se dividió a las Provincias Unidas del Río de la Plata y se separa su Provincia Oriental, para reconocerla como un tercer país: la República Oriental del Uruguay, y en ese Tratado se conviene: “las altas partes contratantes se comprometen a emplear los medios que estén a su alcance, a fin de que la navegación del Río de la Plata y de todos los que desaguan en él se conserven libres para el uso de los súbditos de una y otra nación, por el tiempo de quince años, en la forma que se ajustare en el tratado definitivo de paz”. Como se puede apreciar, el tratado no establecía la libre navegación de los ríos para todos, sino “para el uso de los súbditos de una y otra nación” signatarias del Tratado, es decir argentinos y brasileros solamente y por el término acotado de quince años. Analice el lector si lo afirmado por LM, concuerda con la realidad de lo que yo había dicho.

Cabe señalar que en los tratados interprovinciales suscriptos antes de la llegada de Rosas al poder o mientras este lo ejerció como Gobernador de Buenos Aires y como representante de la Confederación Argentina, en muchos se estableció la libre navegación de los ríos interiores pero solo para las provincias y ninguno lo hizo con respecto a los extranjeros, así el Pacto Federal de 1831 no permitía la libre navegación de los ríos interiores para los extranjeros.

Al oponerse Rosas a la libre navegación de nuestros ríos interiores por parte de potencias extranjeras, estaba nada mas ni nada menos que cumpliendo con la ley de nuestro país, pero además esa postura era la que establecía el derecho internacional de aquél momento. No fue un capricho, como algunos pretender ver (“Caprichos” para oponerse a la libre navegación, “caprichos” para oponerse a las grandes potencias…??,) ya que “Capricho” es de acuerdo al Diccionario de la Real Academia: “Determinación que se toma arbitrariamente, inspirada por un antojo, por humor o por deleite en lo extravagante y original”. Como ya manifesté la actitud de Rosas no fue arbitraria, sino por el contrario fue bien ajustada a la ley, al derecho y al derecho internacional de aquél momento y menos aún estuvo inspirada por un antojo, por humor o por deleite. Simplemente se sujetó a las normas nacionales.

Para tener por acreditada la justicia en la política seguida por la Confederación Argentina sobre este tema, me remito a lo manifestado por Lord Palmerston en el parlamento británico en la sesión del 19 de febrero de 1846, cuando a una pregunta de Lord Beaumont, contestaba: “No podemos pretender ese derecho (la libre navegación): las orillas del río Paraná se encuentran en territorio argentino, y esa pretensión sería contraria a nuestra práctica universal y al principio de las naciones”.

En la alocución de Zeballos en el Congreso a la que me referí, dijo que el Ministro ingles Lord Palmerston había afirmado con respecto a la referida cuestión de la libre navegación: “Con respecto al derecho de navegación  estamos dispuestos a convenir en que los principios del derecho de gentes que mantenemos en Europa establece que los países por donde pasan los ríos si fueran realmente ríos y no brazos de mar tienen el derecho de gobernar su navegación” y sigue diciendo Zeballos: “Empezaba, pues, a triunfar Rosas en el Parlamento inglés; y el diputado (inglés, en el parlamento británico) Urquhar terminó su discurso con estas palabras: ‘Conforme al derecho público, no debe entrar en las miras del gobierno de Inglaterra y de Francia abrir comunicación con la provincia argentina del Paraguay, porque es justo que se respeten los derechos de la Confederación sobre esa parte integrante de su territorio; y en cuanto a la navegación de los ríos, el gobierno argentino no sólo es dueño de reglamentarla, sino también de cerrarla a los pabellones extranjeros, porque se debe considerar que la embocadura del Río de la Plata es una pertenencia de la Confederación Argentina y no un brazo de mar’ ”.

Pregunto: ¿Qué más se podría decir y argumentar sobre el tema, cuando los mismos enemigos reconocían la justicia de la posición argentina, sustentada por Rosas?.

Incluso en los Tratados firmados por la Confederación Argentina con el Reino Unido el 24 de noviembre de 1849  (El Tratado Arana-Southern en su Artículo 4° dice “El gobierno de S. M. B. reconoce ser la navegación del Río Paraná una navegación interior de la Confederación Argentina y sujeta solamente á sus leyes y reglamentos…) y con la República Francesa el 31 de agosto de 1850 (El Tratado Arana-Leprédour en su Art. 6°, dice: “El Gobierno de la República francesa reconoce ser la navegación del Río Paraná, una navegación interior de la Confederación Argentina, y sujeta solamente á sus leyes y reglamentos…), se reconoce explícitamente el derecho argentino defendido por Rosas. Esto está clarísimo y está bien escrito y parece mentira que todavía hoy haya argentinos que discutan algo tan claro, preciso y que no admite ya ninguna discusión.

Contrariamente a lo que hacían otras potencias, con la derrota argentina en Caseros y la sanción de la Constitución de 1853, en su artículo 26 se estableció la libre navegación de nuestros ríos interiores, incluso para buques de guerra de otras potencias (que años después nos traerían problemas con Paraguay y Brasil). O sea que después de Caseros que fue una verdadera derrota nacional nosotros fuimos los vivos que abrimos nuestros ríos mientras que las otras potencias –entre las que incluyo al Imperio del Brasil– eran tontos por no permitirlo y reservarse su navegación solo para sus nacionales. ¿Qué raro, no…?. Después de leer todo esto hay algo que no cierra… pero la realidad fue que una de las condiciones impuestas por el Imperio del Brasil para sumarse a la lucha contra Rosas –léase la “Confederación Argentina” – fue la de abrir nuestros ríos a la libre navegación extranjera y por eso hablo de derrota argentina, pues entre otras cosas, algo que había costado tanto mantener y defender como fue la soberanía de nuestros ríos interiores, fue moneda de cambio para lograr la participación brasilera para derrotar a un gobierno nacional y legítimo.

 

Combate de Vuelta de Obligado
Chaleco federal


Conflicto con las potencias extranjeras

En cuanto al tema propuesto por LM acerca del conflicto de la Confederación con las potencias extranjeras, de que “Rosas podría haber arreglado el asunto permitiendo la libre navegación”. Sí, es verdad que no arregló, era un argentino bien nacido, respetuoso de las leyes, defensor a ultranza de los derechos de su país, como por el lado opuesto, los ingleses, franceses, brasileros y otros también defendían a sus respectivos países. Ya que se pedía la libre navegación de los ríos interiores, ¿porqué las otras potencias no abrían a su vez sus ríos?: el Támesis, el Sena, el Amazonas entre otros, dando el ejemplo. Con mucha ligereza se dice que el abrir nuestros ríos a la libre navegación y los puertos a la libre introducción de mercaderías extranjeras, nos traería el progreso, pregunto, ¿Porqué… los ingleses, franceses, norteamericanos, brasileros y otros accedían al progreso de esa forma?. ¿Porqué se le pedía a la Argentina lo que ellos no hacían ni consentían?. Parece mentira que hoy día se discuta esto que es tan sencillo y simple. Yo le preguntaría a LM ¿Permitiría Ud. la entrada en forma libre e irrestricta de un vendedor en su domicilio o en su clínica, con derecho a entrar en todas las dependencias…?.

 

Rosas, sus intereses particulares y su honestidad

Cuestiona LM la afirmación de que Rosas nunca antepuso sus intereses particulares a los de su patria. Lo vuelvo a afirmar y el lector sacará sus propias conclusiones. Comercialmente y personalmente le hubiera “convenido” mas a Rosas el haber transado con las potencias europeas que oponerse a ellas. Incluso cuando debió exiliarse, en vez de llevarse baúles llenos de riquezas –que legítimamente había adquirido– prefirió salvar su honor y llevarse baúles llenos de papeles y documentos públicos –sin ningún valor económico–, por lo cual los argentinos debemos estarle agradecidos pues así pudimos conocer la verdadera historia de la primera mitad del siglo XIX. Hasta en ese momento, en que debió partir al exilio, dejó de lado sus intereses patrimoniales personales. Afirmar como lo hace LM  de que el “Palacio de Palermo…fue arreglado, aumentado y mantenido con dineros públicos y propiedades incautadas a disidentes durante su mandato”, no se ajusta a la verdad histórica. Voy a transcribir la opinión de varios opositores al dictador, que hablan de su honestidad en el manejo de los dineros públicos:

José María Ramos Mejía, descendiente de enemigos acérrimos de Rosas, dirá en su libro Rosas y su tiempo: “No me hubiera animado, en otro tiempo, a llamar las cosas por sus nombres, es decir en alta voz que en el manejo de los dineros públicos y a la luz de la documentación, Rosas no fue un ladrón vulgar como afirman sus enemigos. Pesaba sobre mí el concepto popular, hecho carne en la mente de dos generaciones por la pluma fulgurante de Rivera Indarte y por el procedimiento administrativo sin control efectivo con que operaba la Dictadura. Todavía después buscaba frases tortuosas en los mil recursos del lenguaje para ocultar mi verdadero sentir y no cumplir con el deber de expresarlo, aunque fuese tímidamente. Recuerdo que mis escrúpulos estrujaban el lenguaje para sacar una forma satisfactoria a la pasión política, hasta que por fin triunfó la probidad histórica y estampé el pensamiento con franqueza: en el manejo de los dineros públicos, Rosas no tocó jamás un peso en provecho propio, vivió sobrio y modesto y murió en la miseria; la raza argentina de antiguo cuño fue así hasta en sus tiranos”.

Otro antirrosista, Antonio Díaz en su obra Historia política y militar de las Repúblicas del Plata, (tomo X), dirá: “El juicio del general Rosas (dispuesto por las autoridades de Buenos Aires, después de Caseros) fue largo y ardientemente debatido, no en pro y en contra, pues no encontró sostenedores que atacasen a la ley inmoral de la confiscación (se refiere a la ley que dispuso la confiscación a los bienes de Rosas por parte de las autoridades de Buenos Aires), como los había encontrado en la época de su Dictadura para combatirla. No se trató allí de establecer la procedencia de los bienes del general Rosas. Los tenía heredados de sus padres, aumentados y mejorados con su trabajo personal, legítimamente adquiridos también por su esposa la Sra. Dña. Encarnación Ezcurra, a la que heredaba igualmente su hija, en bienes, que pasaron a la masa de la fortuna, estaban reunidos a los del mismo Sr. Rosas. Finalmente, éste había adquirido propiedades en el período de su mando sin que se pudiera probar que fuesen compradas con los dineros fiscales. La fortuna que poseía el general Rosas era bastante crecida para producirle recursos con que hacer frente a especulaciones de gran escala, sin necesidad de tomar los dineros públicos”.

Agustín de Vedia, pariente de Mitre, ha dicho estas elocuentes palabras: “El mecanismo de la contabilidad, la publicidad y la regularidad con que Rosas procedió en el manejo de los caudales públicos, llama realmente la atención”.

El antirrosista Carlos Lemée, editor de “Instrucciones para la administración de estancias” redactadas por Rosas, dirá: “Rozas entendía noblemente los deberes de vecindad… Rozas era un estanciero muy delicado y respetuoso de lo ajeno”.

Cabe recordar una vez mas la opinión de José A. Terry (ver ER Nº 18, p.7), cuando afirmó: “El comercio y el extranjero tenían confianza en la honradez administrativa del gobernador”.

Esa honestidad de Rosas en el manejo de los dineros públicos y el no haberse llevado riquezas al exiliarse y sí cargar con papeles sin valor económico, privilegiando su honor a un pasar económico holgado, a mí me conmueve.

Vuelta de Obligado
Foto de 1891 de la Aduana vieja

 

La Aduana  

Con respecto a la Aduana de Buenos Aires, menos mal que LM, acepta como cierto –como lo fué– de las guías y contraguías, pero ahora manifiesta que el contrabando seguía siendo la regla en las demás provincias para sortear la “pesada burocracia” de Buenos Aires. 

De la lectura de mi contestación anterior Omar López Mato y la Vuelta de Obligado surge que en ningún momento afirmé, como lo dice LM “que Rosas coparticipaba con las otras provincias” de los ingresos de la Aduana de Buenos Aires. Las Aduanas eran propias de cada provincia y así como existía la de Buenos Aires, existían las de Entre Ríos, Corrientes, etc. donde cada provincia tenía su propia ley que gravaba en forma distinta la introducción de mercaderías extranjeras y esos derechos ingresaban a las arcas fiscales de cada una de ellas a las cuales la Aduana le pertenecía. Sí se puede afirmar que con los ingresos de la Aduana de Buenos Aires, Rosas sostenía los ejércitos nacionales para la defensa en las guerras internacionales, como así también, sostenía y tenía provista a toda la administración y diplomacia de la Confederación, como manifesté en aquella contestación. Por lo tanto no incurrí en ninguna “inexactitud a designio”. Yo, que defiendo la figura histórica de Rosas como muchos otros no digo “inexactitudes a designio”, como sí lo dicen sus contrarios y lo han reconocido, porque ello significaría ponerme en la misma vereda, con lo cual sería contrario a mis propios ideales y sería defraudarme y engañarme a mí mismo. No digo que no pueda equivocarme, pero lo que expreso lo hago con la convicción de que es la verdad histórica. La defensa que hago de la figura de Rosas, lo hago por íntima convicción de que defiendo la justicia y la verdad histórica. No tengo parentesco con ninguno de los familiares del restaurador y cuando fue su gobierno en este país, mis antepasados se encontraban en Europa, por lo que no defiendo intereses de familia, ni intereses espúreos. Con toda humildad, trato de hacer lo que dice el Salmo 44: Levántate y lucha por la verdad, la piedad y la justicia.

  

Rosas y la defensa de las provincias

Se pregunta LM: ¿Qué hizo Rosas para defender a las demás provincias?. A partir de la firma del Pacto Federal de 1831, las provincias se reunieron en un sistema federal conformándose la Confederación Argentina, que aglutinaba a todas ellas. La defensa que Rosas ejerció –y como! – lo fue de la Confederación Argentina en su conjunto, la visión localista que Rosas había tenido durante su primera gestión, cambió durante la segunda, pasando a ser nacional y sobre todo a partir de la sanción de la Ley de Aduana, donde las provincias se vieron favorecidas notablemente por los altos aforos a la introducción de mercaderías y productos extranjeros que también se producían en nuestro país.

 

La Vuelta de Obligado    

Con respecto a la Vuelta de Obligado, vuelve LM, con el tema de la insuficiencia de medios empleados por las tropas de la Confederación, “juntados a las apuradas”, “negros en su mayoría”, –ahora ya no son los paisanos de la zona como había afirmado en el artículo publicado en la pág. web, sino “negros” – y hace una afirmación maliciosa ya que dice que “huyeron al primer disparo”. ¿Huyeron al primer disparo…?, esto nunca antes lo había leído. Si hubieran huído de tal manera no se entiende la cantidad de muertos que tuvieron las tropas patriotas y del comportamiento valiente que manifestaron en todo momento y ello no es una simple afirmación mía, ya que para decir esto tengo en cuenta lo que dijeron los jefes enemigos que reconocieron el arrojo y valentía de tropas y oficiales argentinos. Tampoco leí en ningún lugar, que fueran fusilados más de cien reclutas por desertar.

Hacer estas afirmaciones, que no son veraces, de “Huyeron al primer disparo”, creo que es una falta de respeto para los que dieron su vida y su sangre en defensa del territorio patrio y a su vez contradice lo que él mismo había afirmado en su anterior trabajo cuando dijo: “heroica resistencia ofrecida por los porteños” y mas adelante: “Vale aclarar que exalto el valor de los combatientes”. ¿En qué quedamos Dr. LM, o “huyeron al primer disparo” o “hubo una heroica resistencia de los combatientes”?. Decir primero una cosa y después lo contrario no es serio y da lugar en que se piense que se dicen “inexactitudes a designio”.

En la pág. 3 del Nº 4 de este periódico, en el artículo “La actuación de Thorne en Obligado”, se transcribe el documento entregado por Alte. Sulivan  en el Consulado argentino en Londres, ofreciendo la restitución de una bandera tomada en Obligado –y cuya lectura recomiento nuevamente– en la cual entre otras cosas, dice: "Por prisioneros heridos de su regimiento, supimos después que era el coronel Rodríguez (en realidad era Thorne), del Regimiento de Patricios de Buenos Aires. Cuando todos los artilleros fueron muertos ó heridos hizo maniobrar los cañones con soldados de su regimiento de infantería hasta que el combate estuvo casi terminado, perdiendo 500 muertos y heridos, de 800 que lo componían. Cuando los marineros y soldados ingleses desembarcaron a la tarde y tomaron esa batería, él con los restos de su regimiento solamente, y sin otro concurso de las fuerzas defensoras, mantuvo, su posición en retaguardia á pesar del fuerte fuego cruzado de todos los buques por entre los bosques que se hallaban detrás de la batería y fue el último en retirarse. La bandera de la batería que había defendido tan noblemente fue arriada por uno de los hombres, de mi mando y me fue dada por el oficial inglés de mayor rango, capitán Hotham. Al ser arriada la bandera cayó sobre algunos de los cuerpos de los caídos y fue manchada con su sangre”.

El contraalmirante Inglefield en el parte al Almirantazgo británico dirá: “Siento vivamente que este bizarro hecho de armas haya sido acompañado con tanta pérdida de vidas, pero considerando la fuerte posición del enemigo, y la obstinación con que fue defendida, tenemos motivos para agradecer a la Providencia que no haya sido mayor", y en l’Annuaire Historique, de Lesur (París, 1847), se puede leer "El combate con las baterías comenzó a las diez de la mañana y duró hasta las cinco de la tarde, durante siete horas no se dejó de hacer fuego de parte a parte. El combate de Obligado quedará como un brillante hecho de armas para ambas marinas".

Juzgue Ud, lector, si la opinión de LM tiene mas peso que la de estos jefes enemigos que estuvieron en el combate y la de aquella revista francesa de esa época que informaba a su lectores sobre lo acontecido.

Estos relatos son más que suficientes y también elocuentes del comportamiento valeroso y heroico de los combatientes argentinos, que da por tierra lo afirmado por LM, sin asidero histórico alguno y con el solo propósito de desmerecer todo lo que se hizo en la época de Rosas.

También LM vuelve con lo de la afirmación de las “tres cadenas mal puestas” y de que “Rosas especuló con la derrota”. Esto ya lo contesté en mi primera respuesta, no volveré a repetir conceptos vertidos y los lectores tienen la palabra.

 

Carlos Enrique Pellegrini
Iglesia de Santo Domingo, procesión en 1830. Carlos Enrique Pellegrini

La intransigencia de Rosas

También  ahora habla de la intransigencia exagerada que presentó Rosas en todo momento ante las propuestas para llegar a un arreglo aún antes de 1839.

Con todo lo que tenía que ver con la soberanía nacional, en efecto, Rosas fue obstinado e intransigente…, a lo mejor “exagerado”. Sí es cierto, no lo vamos a negar, sino que por el contrario lo exaltamos. Ahí esta su virtud que bien lo pinta de patriota y acérrimo defensor de los intereses nacionales. Su intransigencia en estas cuestiones no es una carga ni lo desmerece, sino todo lo contrario, lo honra como argentino y patriota.

Así también lo consideraba el Gral. San Martín, cuando en carta a Rosas el 2 de noviembre de 1848, le dijo “…Así es que he tenido una verdadera satisfacción al saber el levantamiento del injusto bloqueo con que nos hostilizaban las dos primeras naciones de Europa; esta satisfacción es tanto más completa cuanto el honor del país no ha tenido nada que sufrir, y por el contrario presenta a todos los nuevos estados Americanos un modelo que seguir y más cuando éste está apoyado en la Justicia. No vaya a creer por lo que dejo expuesto, el que jamás he dudado que nuestra patria tuviese que avergonzarse de ninguna concesión humillante presidiendo usted a sus destinos; por el contrario, más bien he creído no tirase usted demasiado la cuerda de las negociaciones seguidas cuando se trataba del honor nacional…”

 

Tratado del Cuadrilátero

Vuelvo a reiterar lo que manifesté en mi anterior contestación sobre la supuesta existencia de la cláusula que menciona LM. Ninguna de las cláusulas reservadas de dicho Tratado se refiere al tema mencionado por LM.