Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VI N° 21 - Diciembre 2011 - Pag. 5
ANÉCDOTAS
Ña María la carretera
Por Bernardo Lozier Almazán
Carreteros preparando su comida. William Mac Cann |
Corría
el lluvioso mes de abril de 1843, cuando por el camino que conducía desde el
pueblo de San Fernando de Buena Vista a Buenos Aires avanzaba trabajosamente Ña María la carretera. Había pasado
Ña María, que llevaba en su carreta una
pesada carga de bultos, correspondencia para Buenos Aires y, como pasajeros, a
una señora con varios niños, comenzó a preocuparse ante la perspectiva de que
los sorprendiera la noche en tal peligrosa situación, dado los bandidos que
merodeaban la región. Como corresponde en estos casos, la carretera comenzó a
despotricar contra las autoridades, dedicándole todo tipo de improperios a los
jueces de Paz, Alcaldes y hasta al mismísimo gobernador don Juan Manuel de
Rosas por el pésimo estado de los caminos.
En
eso estaba, con toda la furia, cuando apareció por el camino un jinete muy bien
montado, a quien pidió ayuda mientras seguía protestando contra el gobernador y
toda la manga de inútiles que lo rodeaban. El paisano muy sonriente acompañó en
sus protestas a la pobre carretera que, sintiéndose estimulada iba aumentando
sus insultos a la autoridad.
Al
fin, el jinete –demostrando una gran destreza criolla– puso su caballo a tiro y
logró desencajar la carreta. La alegría de Ña
María era indescriptible, por lo que llegó a ofrecerle una propina al paisano
que la había sacado de tan mal trance, dádiva que no aceptó de ninguna manera.
El gaucho se despidió y partió al galope mientras la carretera quedó
observándolo y diciendo: “¡Que paisano tan güeno
y bien montao!”.
La
carretera retomó la marcha apurando el lerdo paso de los bueyes para llegar al
anochecer a Buenos Aires, poniendo fin al tan accidentado viaje en
A
la mañana siguiente, Ña María se
encontraba preparando el regreso, cuando se le presentó un soldado, muy
ataviado de color punzó, para comunicarle que don Antonino Reyes, comandante de
las tropas federales, la citaba en San Benito de Palermo. El susto de la pobre
carretera fue tal que casi llega al desmayo mientras recordaba las críticas que
había proferido contra don Juan Manuel.
No
obstante, se hizo presente en la residencia de San Benito, siendo conducida
ante Rosas. Fue en aquel momento que creyó desplomarse, cuando descubrió que se
encontraba ante el mismísimo paisano que en la víspera la había ayudado a salir
del pantano.
Según
nos relata el recordado historiador sanfernandino, Héctor Adolfo Cordero, el
Restaurador mantuvo un cordial diálogo con Ña
María, admitiéndole que tenía razón en cuanto que había que reparar los caminos. La entrevista tuvo el
final feliz de los buenos cuentos, ya que la carretera salió de San Benito
encantada con el Gobernador quien, le obsequió doscientos pesos de aquellos,
que no eran pocos, y le prometió que libraría a sus hijos del servicio militar,
para que la ayudaran en su pesada tarea de carretera.
Ña María había nacido el 18 de febrero
de 1792 en el pueblo de Santa María de las Conchas (actualmente Tigre), en cuya
parroquial pila bautismal le impusieron los nombres de María de los Santos,
quedando registrado que sus padres fueron don Marcelino Sayas y doña María
Zárate, ambos de antiquísima raigambre criolla.
Enrique Udaondo refiere que María de los Santos Sayas “era la persona que hacía el correo desde la época en que se estableció por decreto del 6 de diciembre de 1821 […] ya que habían desempeñado el mismo oficio sus ascendientes desde el año 1747…”.
De tal manera rescatamos del olvido a aquella criolla que se había dedicado durante toda su vida a la abnegada tarea de Carretera y Correo, transportando dos veces por semana pasajeros, bultos y correo entre los pueblos de las Conchas, San Fernando de Buena Vista, San Isidro y Buenos Aires, hasta que el cóleras le quitó la vida el 11 de febrero de 1868. También recreamos esta simpática anécdota federal trasmitida por tradición oral por los descendientes de Ña María.