jueves, 1 de septiembre de 2011

Pedro E. Giachino

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año V N° 20 - Setiembre 2011 - Pag, 10 

Guerra de Malvinas
Pedro A. Giachino



Pedro Edgardo Giachino

El día 10 de junio ppdo. fue retirado un cuadro con la imagen del Capitán de Fragata (Post-Mortem) Pedro E. Giachino del recinto del Concejo Deliberante del Ptdo. de Gral. Pueyrredón, por decisión tomada por su presidente, el Arq.  Marcelo Artime, a pedido de organizaciones de “derechos humanos”.

Giachino, oficial de la Armada, fue el primer muerto de la Guerra de Malvinas (el 2 de abril de 1982) en acto de arrojo y valor, -habiendo recibido la Cruz al Heroico Valor en Combate- y como tal y como todo muerto en defensa de nuestra Patria debería tener la consideración y respeto de todo argentino bien nacido.

Los muertos en Malvinas no se tocan ni manosean. Pero pareciera que algunos funcionarios jugaran a favor del invasor inglés.

Desde este humilde periódico publicamos esta pequeña crónica y la foto del capitán Giachino en homenaje y en desagravio a su memoria.

Desde aquí los argentinos de honor, decimos: CAPITAN GIACHINO, PRESENTES!!!

Ofrecemos a nuestros lectores, el testimonio de quienes acompañaron al Capitán Giachino, en aquella jornada histórica, donde nuestro héroe diera su vida por la Patria.


Su compañero de estudio y de armas  Oscar Monnereau, recuerda los momentos previos al desembarco: “Lo ví (a Giachino) aquella mañana, antes de emprender la acción, gozando ese momento que la historia había querido depararnos. Ajustarse el correaje y empuñar el arma  en esos momentos, era para él, algo mas que un privilegio. Estábamos reconquistando un sueño, algo que habíamos  aprendido a amar a la distancia, desde niños y que era ni mas ni menos que un pedazo muy querido de la Patria…”

“El 1 de abril, aproximadamente a las 21 horas, el Santísima Trinidad detuvo su marcha en la boca occidental de Bahía Enriqueta -dice el capitán de corbeta Guillermo Sánchez Sabarots-. Allí comenzó la maniobra de arriado de los botes neumáticos que en número de 21 debían transportar a los Comandos Anfibios hacia la costa. La alta borda del buque y el fuerte oleaje residual del temporal que azotara la zona el día anterior, hacían difícil y peligrosa la maniobra”. 

Cuenta el teniente de corbeta de infantería Bernardo Schweízer: “Llegamos a la zona de operaciones embarcados en el destructor Santísima Trinidad. Nuestra misión fue lograr objetivos antes que la fuerza de desembarco hiciera su arribo a Malvinas. Nos transportamos desde el buque en lanchas neumáticas. Estaba formada, aproximadamente, por cien hombres y debíamos tratar de realizar la operación lo menos cruenta posible, por órdenes expresas del alto mando."

"Tuvimos pequeñas escaramuzas con marines que fueron rápidamente neutralizadas y en ese trayecto fuimos tomando los primeros prisioneros", Sigue el relato el teniente de fragata Gustavo Luro:

“La compañía de Comandos Anfibios se separó en dos patrullas, una a cargo de su jefe y la otra del capitán Giachino. Junto con él, nos dirigimos hacia la casa del gobernador, donde se habían agrupado los infantes ingleses. A través del teniente García Quiroga, que era el que hablaba fluido inglés, nos comunicamos con el gobernador para que se entregue y evitar así un inútil derramamiento de sangre”.

Así comenta el teniente Diego Fernando García Quiroga, la situación: “Me pegué a Giachino; él me ordenó: hábleles. Hice una bocina con mis manos y con toda mi voz grité el mensaje: Mr. Hunt (gobernador británico), somos marines argentinos, la isla está tomada, los vehículos anfibios han desembarcado y vienen hacia aquí; hemos cortado su teléfono y le rogamos que salga de la casa solo, desarmado y con las manos sobre la cabeza, a fin de prevenir mayores desgracias. Le aseguro que su rango y dignidad, así como la de toda su familia, serán debidamente respetados”. 

Continuamos con el relato de Luro: “Al no obtener ninguna respuesta, se hizo un tiroteo intimidatorio y volvimos a insistir con el mensaje. Como respuesta recibimos una andanada de disparos desde la casa. Así que se resolvió atacar en los parámetros ya preestablecidos. Se forman los diversos escalones y cuando estaba amaneciendo resolvimos empezar con el operativo. El capitán Giachino estaba al mando del primer escalón, así que fue el primero que logró entrar a la casa. El tiroteo se prolongó desde la seis de mañana aproximadamente hasta las nueve. Este buzo (Giachino era buzo táctico) llegó a una de las habitaciones vacías de un gran caserón deshabitado. Como no tuvo ninguna resistencia salió a un patio interior, donde fue alcanzado por una ráfaga de ametralladora junto al teniente García Quiroga, que lo seguía en segunda instancia. Fueron los dos primeros en caer".

“El resto de los suboficiales retrocedieron ante la amenaza de esa ametralladora. Pero siempre existen las actitudes heroicas a las que hay que destacar. El cabo segundo Urbina, enfermero de patrulla, que no pertenecía al escalón del capitán olvidándose del fuego intenso del arma, corrió en auxilio de los jefes. Sin contemplaciones y a pesar de exhibir claramente sus insignias de sanidad, fue también herido."

“Allí quedaron sin que nosotros pudiéramos ayudarlos. Así estuvieron desde las 7.30 hasta las 9 de la mañana, que se rindieron”.

Al ser herido, Giachino pide un enfermero. El cabo enfermero Ernesto Urbina nos relata: “Me encontraba cruzando fuego contra el enemigo cuando escuché que alguien pedía un enfermero, llamándome por mi apellido; era el capitán Giachino… que estaba malherido, tome la decisión de ir… Corrí tres o cuatro pasos y de pronto sentí un golpe a la altura de la cintura que me levantó en el aire y caí de espalda…”

"Llego a la casa del gobernador, -nos cuenta el teniente de navío médico Arturo Gálica- avisado que allí estaban los heridos. Veo al capitán Giachino cuando lo suben a un jeep que lo llevaría al hospital. Su estado era sumamente grave, tenía dilatación pulmonar, con indudables signos de hemorragia e inconsciente. Le hicimos todo tipo de auxilio de reanimación en el vehículo y después en el hospital, incluso tuvimos la ayuda de un médico inglés. Durante más de quince minutos estuvimos luchando pero las heridas y el tiempo que estuvo sin atención médica influyeron para que el desenlace fatal fuera inevitable. Luego atendimos al teniente García Quiroga, a quien le hicimos los primeros auxilios, y pudimos derivarlo al buque hospital con la ayuda de un helicóptero. Mientras venían otros médicos con los cuales pudimos operar al cabo Urbina. Tenía una herida importante en el abdomen con las vísceras afuera y sangrando. Gracias a Dios, hoy ambos se están recuperando. Estas fueron las tres víctimas importantes que tuvimos".


Fuentes: 

www.reconquistaydefensa.org.ar

“La guerra de las Malvinas”, Tº 2, de Ediciones Fernández Reguera