jueves, 1 de septiembre de 2011

José Gervasio Artigas - Su vida

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año V N° 20 - Setiembre 2011 - Pags. 1 a 7 

 

“Yo, Don José Gervasio Artigas, argentino de la Banda Oriental…”

                                                                                              Por Norberto J. Chiviló

 

Blanes

Así, como reza el título de esta nota, comienza su testamento este argentino de la Banda Oriental, no siempre bien tratado por nuestra historia oficial, pero que merece la consideración de todos nosotros. El común de la gente considera a Artigas como prócer uruguayo y forjador de su independencia y nacionalidad, cuando en la realidad no fue así y también desconoce su trayectoria y su personalidad. La construcción de un Artigas uruguayo, no es nada más que eso, una construcción intelectual, ya que Artigas fue argentino y él siempre se consideró como tal. Decir y pensar que fue iniciador de la independencia uruguaya y de su nacionalidad no es ajustado a la verdad histórica y va justamente contra el pensamiento artiguista.

Pero veamos –en apretada síntesis– quién fue este personaje que gravitó en forma tan especial y decisiva y que tanta influencia tuvo en la historia argentina de la segunda década del siglo XIX, en lo que fue la Banda Oriental, en la mesopotamia (Entre Ríos, Corrientes, y los pueblos de Misiones), en Santa Fe y Córdoba, pertenecientes todas ellas a la Provincias Unidas del Río de la Plata, como se designaba a nuestro país en aquel momento histórico.

 

Orígenes

Artigas
Casa natal de Artigas. Óleo de Federico Reilly 

José Gervasio Artigas (o de Artigas), nació el 19 de junio de 1764 en Montevideo, cuando esta ciudad  dependía de la Gobernación del Río de la Plata –o de Buenos Aires–, formando parte del Virreinato del Perú –recordemos que el Virreinato del Río de la Plata, fue creado recién en 1776–.

Fue el tercero de seis hijos. Su origen fue patricio, sus padres formaban parte de familias acaudaladas que habían sido los primeros pobladores de la ciudad. Su padre que era Capitán de Milicias, tenía campos.

Cursó sus estudios en el Colegio del Convento de San Bernardino de los padres franciscanos en Montevideo. En el inicio de su adolescencia se trasladó a la Estancia El Sauce de propiedad de su progenitor, donde aprendió las tareas camperas y el manejo de las armas. También se relacionó y tuvo estrecho contacto con el común de los habitantes de la campaña, los gauchos e indios charrúas.

Según algunos autores –y negado por otros–  en sus años mozos, habría participado en tareas de contrabando, especialmente de cueros y ganados, que vendía en la frontera con el Brasil, introduciendo a la Banda Oriental, tabaco, aguardiente y ropa de procedencia lusitana entre otros efectos.

 

Su ingreso al cuerpo de Blandengues

Cuando finalizaba el siglo XVIII –1796– fue creado el Cuerpo Veterano de Blandengues de la Frontera de Montevideo, al que ingresó José Gervasio, participando en el cuidado de la frontera contra los portugueses y en la represión del contrabando. Al poco tiempo fue nombrado Ayudante Mayor.

A fines de ese siglo, encontrándose en la frontera con Brasil, conoció a un montevideano de origen africano, de nombre Joaquín Lenzina quien capturado por los portugueses, había sido reducido a la esclavitud. Artigas lo compró y Lenzina, mas conocido como “el negro Ansina”, –ya libre– se convertiría de ahí en más en su sombra, sería su amigo y confidente hasta el fin de sus días, además de compañero de armas y también su cronista, ya que a él se le debe el conocimiento de muchos de los aspectos que hacen a la vida del prócer.

En 1801, cuando los lusitanos invadieron las Misiones Orientales, intervino también en esa guerra fronteriza.

 

Artigas y las invasiones inglesas

Ante la primera invasión inglesa a Buenos Aires (1806), Artigas, enfermo y viendo que su regimiento se queda en Montevideo, cuando muchos de sus camaradas se han incorporado a las tropas que tratarán de reconquistar la capital del Virreinato, solicita a su superior el permiso para trasladarse a la otra orilla del Plata, lo que le fue concedido. Aquí, en Buenos Aires se destacó en los enfrentamientos con las tropas británicas en los Corrales de Miserere, el Retiro y en la Plaza, después llamada de la Victoria (ER Nº 3, pág. 8). Recibió así el ascenso a Capitán de Milicias y luego a Ayudante Mayor.

Inmediatamente regresa a Montevideo portando los pliegos que le confió Liniers comunicándole al Gobernador de esa Ciudad, la buena nueva que las tropas inglesas al mando de Beresford habían sido derrotadas y Buenos Aires reconquistada.

En enero de 1807 una importantísima fuerza inglesa, después de dieciocho días de duros combates toma la ciudad de Montevideo, donde Artigas cae prisionero, pero al tiempo logra fugarse y organiza grupos de gauchos que hostigan de toda forma a los invasores.

A mediados de año los ingleses invaden por segunda vez Buenos Aires, pero son derrotados nuevamente en las heroicas jornadas de la Defensa. Por el armisticio que firman ambas fuerzas, criollas e inglesas, estas últimas, se obligan a la devolución de Montevideo y regresar a Inglaterra.

 

La Revolución de Mayo

Producidos en Buenos Aires, los sucesos revolucionarios en mayo de 1810, con la deposición del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y la formación de la Primera Junta Gubernativa, Artigas vio con simpatía tales acontecimientos.

El poder realista de Montevideo encarnado en el Cabildo Abierto, desconoció a la Junta formada en Buenos Aires y solicitó a la Metrópoli, mas precisamente al Consejo de Regencia que en España se había formado, la designación de un nuevo virrey.

Montevideo
Francisco J. Elío
Esa designación –como nuevo Virrey del Río de la Plata–, recayó en Francisco Javier Elío quien declaró a Montevideo como nueva capital del Virreinato, pero fue desconocido por la Junta Grande de Buenos Aires, –denominada así a raíz de la incorporación de los diputados del interior–, la que le declaró la guerra a mediados de febrero de 1811.

Elío declaro “rebelde y revolucionario al gobierno de Buenos Aires, y traidores a los individuos que lo componen…”

Casi en forma simultánea, Artigas desertó del Cuerpo de Blandengues y se trasladó a Buenos Aires para ofrecer sus servicios al gobierno de la revolución.

 

Sucesos revolucionarios en la Banda Oriental

El 27 de febrero de 1811 se produce, a orillas del arroyo Asencio, en la Banda Oriental, un levantamiento armado, el llamado “Grito de Asencio”, a favor del gobierno revolucionario de Buenos Aires, con la ocupación al día siguiente de las villas de Mercedes y Santo Domingo de Soriano, dándose inicio de esa forma la revolución, que se extiende como reguero de pólvora en todo el territorio oriental.

Allí, en la Banda Oriental se da una división entre la campaña que se manifiesta a favor de la revolución y las ciudades que se mantienen leales al nuevo virrey.

En Buenos Aires, la Junta Grande le dio a Artigas el grado militar de teniente coronel además de ciento cincuenta hombres y doscientos pesos fuertes de recursos para iniciar un levantamiento en la campaña de la Banda Oriental contra el poder realista, encomendándole llevar “el estandarte de la libertad hasta los mismos muros de Monevideo”. A su regreso, concitó una gran adhesión de la población a la causa revolucionaria. El 11 de abril de 1811 da su proclama a los “compatriotas de la Banda Oriental del Río de la Plata” desde su Cuartel de Mercedes “…convocado a todos los patriotas caracterizados de la campaña; y todos, todos se ofrecen con sus personas y bienes, a contribuir a la defensa de nuestra justa causa...”, y después de tomar muchos pueblos y arrinconar a los realistas en Montevideo, un poco más de un mes después, el 18 de mayo, con un ejército popular conformado por gauchos, peones de estancia, hombres sueltos, curas patriotas, indios y esclavos fugados con ansias de libertad, derrotó a los españoles en la batalla que se desarrolló en las proximidades del pueblo de Las Piedras, por lo que la Junta de Buenos Aires, lo ascendió a coronel.

Al fin de esa batalla, Artigas pronunció esta frase: “Curad a los heridos, respetad a los prisioneros, clemencia para los vencidos y después todos nos vamos pa' Pando”.

Las Piedras
Batalla de Las Piedras. Boceto, óleo de Diegenes Hecquet

Esta, la batalla de Las Piedras, fue la primera ganada por el bando patriota y se convirtió en un rotundo triunfo, nombrada expresamente en la Canción Patriótica de Vicente López y Planes –designada posteriormente como Himno Nacional– en su versión original, cuando en una de sus estrofas al enumerar las victorias de los patriotas, expresa: "San José, San Lorenzo y Suipacha / ambas Piedras, Salta y Tucumán". "Ambas Piedras" se refiere a los dos combates con el mismo nombre, uno de ellos librado en la Banda Oriental a la que nos hemos referido y la otra que tuvo lugar el 3 de setiembre de 1812 correspondiente a la victoria del Ejército del Norte, comandado por Manuel Belgrano, pocos días antes de la Batalla de Tucumán.

Emeric Essex Vidal
Montevideo desde el fondeadero exterior del puerto. Emeric Essex Vidal

 

El sitio a Montevideo

Es así como los españoles se repliegan hacia Montevideo –que tenía mayoría de población española y era apostadero de la flota de guerra–, quedando prácticamente toda la Banda Oriental, en manos de los revolucionarios. Artigas y sus orientales, secundado por tropas enviadas desde Buenos Aires al mando de José Rondeau, inicia 1º de junio el primer sitio a la ciudad, y es proclamado “Primer Jefe de los Orientales”.

En las filas artiguistas se destacaron varios subalternos, quienes años después gravitarían decisivamente en la política del ya independiente Uruguay, como Manuel Oribe, Fructuoso Rivera, Juan Antonio Lavalleja, Fernando Ortogués y otros.

 

La invasión portuguesa

Elío, además de tomar medidas para afianzar su posición en la ciudad de Montevideo, autorizó la invasión del territorio por tropas portuguesas acantonadas en la frontera sur del Brasil para venir en su auxilio, las que en número de cinco mil hombres, prontamente cruzaron la frontera el  22 de julio y ocuparon diversos puntos del territorio oriental.

A raíz de la necesidad del gobierno de Buenos Aires de contar con mayor cantidad de tropas en el Alto Perú –ya que las enviadas al Norte habían sido derrotadas en Huaqui el 20 de junio–, y porque ese territorio era de mayor importancia estratégica que la Banda Oriental, unida a la circunstancia de que también Buenos Aires había sido bloqueada y bombardeada por naves españolas, a instancias de negociaciones encaradas por el embajador británico Lord Strangford, se firmó un armisticio con el virrey Elío, denominado “Tratado de Pacificación”, conviniéndose así que las tropas de Buenos Aires se retirarían de la Banda Oriental y de la orilla occidental del río Uruguay –más de la mitad de de los territorios entrerrianos (entre las que se encuentran las villas entrerrianas de Gualeguay, Gualeguaychú y Arroyo de la China)– que quedaría en poder de los realistas y estos a su vez se comprometían al levantamiento del bloqueo naval a Buenos Aires, debiendo retirarse también a su territorio las tropas portuguesas. Los artiguistas no estuvieron de acuerdo con todo lo acordado, no obstante lo cual y después de varias tratativas entre Buenos Aires (Primer Triunvirato) y Elío, el armisticio se firmó el 20 de octubre y ese mismo día, Artigas que había sido nombrado “Teniente Gobernador, Justicia Mayor y Capitán del Departamento de Yapeyú”, como se llamaba a las Misiones orientales, inició la retirada. Así acató, no sin disgusto, los términos del armisticio, a la espera de otro momento mas propicio e inició su marcha al norte, hacia el nuevo destino.

 

El éxodo

A fin de trasladarse al territorio de las Misiones, cruzó el río Uruguay, seguido por mas de mil carretas y mas de dieciséis mil personas de todas las edades y condición social, con todas sus pertenencias y ganados, sufriendo toda esa masa humana, las mayores penurias y privaciones, y en las condiciones materiales mas precarias, siendo conocido ese hecho como “Exodo del pueblo oriental” o “redota” como los paisanos la llamaron por “derrota”, que entre los orientales artiguistas no sólo quería decir “vencimiento” sino también “rumbo”.

En los primeros días de 1812, Artigas con toda su gente llegó al arroyo Ayuí Grande unos quince kilómetros más al norte de la actual ciudad entrerriana de Concordia, donde se estableció y formó una especie de gobierno.

 

Un nuevo sitio a Montevideo

Sitio de Montevideo
Manuel de Sarratea

A fines de 1811 Elío, había partido de regreso a España y se rompe así el armisticio que se había firmado con Buenos Aires, y a principios de 1812, las tropas porteñas reanudan el sitio de Montevideo bajo la dirección de Manuel de Sarratea, quien pretende también poner las fuerzas orientales bajo su mando. Este representante del gobierno porteño, trataba de debilitar así el poder de Artigas y por ello entra en conflicto con este caudillo oriental. Solo después del arribo en octubre de 1812 del nuevo jefe José Rondeau nombrado por el Segundo Triunvirato para ponerse al frente del sitio y quien es el que obliga a Sarratea a marcharse y volver a Buenos Aires, se recomponen las relaciones con Artigas y recién entonces este se suma al sitio de la ciudad a fines de febrero de 1813.

Artigas consideraba a todas las provincias iguales entre sí y con los mismos derechos y no una superior a las restantes como pretendían los gobernantes porteños, quienes entendían que en Buenos Aires residía el principio de autoridad. Por esto, Artigas entendía que en la Banda Oriental, las tropas de Buenos Aires eran auxiliadoras de las orientales y no como pretendían los porteños de que los orientales tenían que fundirse en las tropas de Buenos Aires. Estas dos concepciones resumen las posiciones artiguistas y las porteñas.

 

La Asamblea del Año XIII y los diputados orientales

El Segundo Triunvirato, que formaron inicialmente Antonio Álvarez Jonte, Juan José Paso y Nicolás Rodríguez Peña y ejerce el gobierno en Buenos Aires desde octubre de 1812 llamó a una Asamblea conformada por los representantes de los pueblos emancipados a reunirse en Buenos Aires, con el objeto de sancionar una constitución. Esa Asamblea, fue denominada Asamblea General Constituyente y conocida después como “Asamblea del Año XIII”.

Artigas reunió en su campamento de Peñarol a delegados de toda la Banda Oriental  en el denominado Congreso de Tres Cruces en abril de 1813, designándose seis diputados para integrarse a la Asamblea a reunirse en Buenos Aires, con instrucciones dadas el 13 de dicho mes con un claro mandato para estos representantes, que eran: La declaración de la independencia absoluta de España, la igualdad de las provincias, la libertad civil y religiosa, la organización de un estado republicano con división de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial independientes entre sí, un gobierno supremo que entendiera de los negocios generales del estado y confederación de las provincias que debían protegerse entre sí, que el gobierno general debía estar fuera de Buenos Aires, la soberanía de la Banda Oriental sobre los 7 pueblos que formaban las Misiones orientales, la apertura al libre comercio de los puertos de Maldonado y Colonia que se agregaba al de Montevideo, etc.

La Asamblea, instalada en Buenos Aires, y con mayoría alvearista, en un acto impolítico negó la incorporación de estos diputados orientales, alegando vicios en su designación –porque habían sido designados en un campamento militar– y porque traían instrucciones precisas, cuando la Asamblea se había declarado soberana.

Rondeau, por su parte y obedeciendo órdenes de Buenos Aires, procedió a llamar otro Congreso que se desarrolló en una Capilla junto a su campamento, llamado Congreso de Capilla Maciel contrario a la influencia artiguista.

La Asamblea del Año XIII, postergó la declaración de la independencia y centraliza la autoridad nacional en el Directorio.

 

El abandono del sitio de Montevideo

Emeric Essex Vidal
Soldados de la orilla oriental del Plata

Disgustado por esa situación y considerando que se había vulnerado la voluntad popular, sumado esto a la represión que fuerzas de Buenos Aires realizaron sobre los artiguistas durante todo el año 1813, que operaban en la costa del río Uruguay, Artigas, abandona el sitio de Montevideo a mediados de 1814 y se retira a la costa del río Uruguay, pero es seguido por numerosa tropa, donde sus partidarios tratan de controlar la Banda Oriental y la provincia de Entre Ríos.

Por su parte, los realistas, sabiendo de las diferencias que existían entre Artigas y el gobierno de Buenos Aires, tratan de lograr un acercamiento ofreciéndole al caudillo oriental el poder volver a Montevideo y “tratarlo como su predilecto hijo y con las mayores distinciones”, con todo tipo de recompensas y reconocimientos si abandonaba la causa patriota, además de proponerle aunar fuerzas para derrotar juntos a la odiada Buenos Aires, pero este no se dejó tentar.

 

Se declara a Artigas “enemigo de la Patria

A raíz del abandono al sitio de Montevideo, el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Gervasio Antonio Posadas, dictó un  decreto el 11 de febrero de 1814, por el cual “Se declara a don José Artigas infame, privado de sus empleos, fuera de la Ley y enemigo de la Patria…“, o para decirlo mas sencillo, lo declaró traidor a la patria, además de ponerle precio a su cabeza, ofreciendo una recompensa de seis mil pesos fuertes a quien lo presentara vivo o muerto.

Mientras tanto, en Europa Fernando VII es restaurado en el trono español y prepara una expedición para recuperar sus dominios americanos. Desde el Directorio, además de fomentar el centralismo (o unitarismo) se fomentan también los proyectos de restauración monárquica en estas tierras del Plata, así a fines de 1814 Manuel Belgrano y Bernardino Rivadavia parten para Europa con el objetivo de lograr un monarca para estas tierras. El principal enemigo de estas ideas monárquicas y centralistas es Artigas con sus ideas republicanas y federales. Se van delineando los dos partidos del siglo XIX en nuestro país: los unitarios-monárquicos y los federales-republicanos.

 

La caída de Montevideo

A mediados de 1814, Montevideo estaba al borde de colapsar, no solo por el sitio que llevaba algunos años, sino también por la ofensiva y predominio que en las aguas del Plata ejercía el Alte. Guillermo Brown, y por fin el 23 de junio los españoles capitularon y el Gral. Carlos María de Alvear –quien había reemplazado a Rondeau al frente de las tropas sitiadoras– entró al frente de sus tropas en la ciudad. Por ocho meses la ciudad perteneció a la jurisdicción de Buenos Aires y el Director Posadas por Decreto, creó la Provincia Oriental.

La Ciudadela
Puerta de la Ciudadela, Montevideo (1)

Debido a varias medidas impopulares que tomaron los directoriales y que perjudicaban a la ciudad de Montevideo, sus ciudadanos antes esquivos a Artigas, comenzaron a simpatizar con él.

No obstante que Alvear y Artigas llegan a un acuerdo en el mes de julio, este acuerdo no es cumplido. Tropas de Buenos Aires, infringen derrotas a los artiguistas principalmente en Entre Ríos y en la Banda Oriental, por lo que parecía que el conflicto entre las dos fuerzas había llegado al fin con la victoria de los porteños, pero la campaña oriental siguió siendo fiel a su jefe y a las tropas directoriales les era difícil asentarse en el lugar.

En enero de 1815 el Director Posadas se vio obligado a renunciar y ante la derrota militar de los directoriales en Guayabo por parte de los orientales, Alvear fue designado Director Supremo.

Previendo una nueva derrota, Alvear dio la orden de retirada de las tropas de Montevideo, lo que se verificó totalmente el 25 de febrero y dos días más tarde entraron los orientales a la ciudad.

 

La influencia artiguista

La influencia artiguista se hace sentir también en la otra orilla, ya que a fines de marzo, tanto Santa Fe como Córdoba se pasan a las filas de Artigas, quien ya dominaba también Entre Ríos y Corrientes desde 1813 y conjuntamente con la Banda Oriental se conforma la llamada Liga de los Pueblos Libres.

Artigas levantaba la bandera del federalismo frente al centralismo porteño, como así también las de la nacionalidad en la lucha contra los portugueses y así fue ganando influencia y prestigio en todas aquellas provincias.

Las desavenencias entre Artigas y el gobierno directorial de Buenos Aires, fueron una constante, existiendo un recelo y desconfianza reciproco.

Con la renuncia de Alvear en abril y el advenimiento de Álvarez Thomas como nuevo Director interino, quien toma varias medidas conciliatorias hacia Artigas, –quien de “traidor a la Patria” pasa a ser considerado “ilustre y benemérito jefe de los orientales”– pareció que el conflicto se solucionaría.

Álvarez Thomas mandó emisarios al campamento de Artigas para interesarlo en la “independencia de la Banda Oriental”, para lo cual Buenos Aires renunciaría a los derechos que le pertenecían sobre ese territorio. Artigas rechazó esta propuesta contraria a sus íntimas convicciones. Las diferencias seguían existiendo. Un congreso de las provincias adheridas a la Liga Federal artiguista mandó cuatro diputados a Buenos Aires, para zanjar las diferencias, pero el resultado fue también negativo.

 

Una nueva invasión lusitana a la Banda Oriental

Promediando el año 1816, se produjo una nueva invasión lusitana a la Banda Oriental, con el pretexto de combatir a las fuerzas artiguistas. Los portugueses temían que la influencia de Artigas se extendiera al territorio del Brasil y provocara la insurrección de su población esclava, con las graves consecuencias que ello acarrearía no solo desde el punto de vista social, sino también económico, pues la mano de obra esclava era fundamental para la economía portuguesa. Pero también era una aspiración constante en los gobernantes portugueses, el deseo de apoderarse de ese territorio para poder asentar su influencia en las orillas del Plata.

Durante cuatro años los orientales debieron hacer frente a los portugueses en soledad, en una resistencia por demás heroica, pues el Director Pueyrredón y los directoriales de Buenos Aires, consintieron pasivamente la ocupación de la otra Banda del Plata por parte del enemigo histórico y no solo le negaron recursos materiales y apoyo aunque mas no sea moral a los hermanos orientales, sino que vieron en los portugueses la oportunidad de desembarazarse del caudillo oriental, a quien consideraban peligroso por sus ideales republicanos y federales y como un enemigo común, todo ello a costa de la pérdida de tan rico territorio como lo era la Banda Oriental.

 

El Congreso Nacional de Tucumán

Cabe acotar que la Liga Federal, por intermedio del Congreso de Oriente reunido en Concepción del Uruguay, decidió a excepción de Córdoba no mandar sus diputados al Congreso Nacional que se desarrolló en Tucumán en 1816, al considerar que el mismo estaba influenciado por los porteños, lo que se vio corroborado a principios del año siguiente cuando el Congreso se trasladó a Buenos Aires para seguir sesionando allí. Cabe señalar que si bien en dicho Congreso se declaró la Independencia, no declaró la guerra a Portugal por la invasión a una provincia argentina, la Provincia Oriental. Es necesario aclarar también que en el Congreso de Oriente, se había declarado también la independencia de España.

 

Guerra Civil

En Buenos Aires, un amplio sector de la población quería la guerra contra Portugal, contraria a la opinión de Pueyrredón y de los directoriales. El Director, por el contrario mandó tropas al litoral para combatir a los caudillos “Pancho” Ramírez de Entre Ríos y Estanislao López de Santa Fe, aliados de Artigas, pero las tropas invasoras directoriales fueron derrotadas. La guerra de Buenos Aires contra las provincias artiguistas iba de mal en peor, de fracaso en fracaso.

Con tal de sacarse de encima a Artigas, todo era válido, incluso la orden dada por Pueyrredón a San Martín en 1818, –que ya se encontraba en Chile– para retrogradar de nuevo los Andes para sofocar la rebelión en el Litoral. Pero San Martín desoyó tal pedido, para bien de la empresa emancipadora en la cual estaba empeñado. Ese mismo pedido lo volvió a efectuar el nuevo Director Supremo, José Rondeau a finales de 1819, obteniendo la misma respuesta del futuro Libertador.

En abril de 1819 el Congreso había sancionado una constitución unitaria centralista y aristocrática, que fue desconocida y rechazada por los pueblos del interior.

Montevideo

(A la iquierda) El fuerte de San José, Montevideo. Óleo de Adolphe D'Hastrel


"Debajo de la piel todos somos iguales, el negro, el indio y el blanco, porque todos somos hijos de Dios". Artigas



La caída del Directorio

La única forma que vio Artigas, para que Buenos Aires lo ayudara en su lucha contra los lusitanos, estaba en la caída del Directorio y el surgimiento de un gobierno que contara con el apoyo de los pueblos. Así Artigas concibió el siguiente plan: mientras que él y su lugarteniente Fructuoso Rivera se encargarían de combatir a los portugueses en la Banda Oriental. Francisco Ramírez y Estanislao López, marcharían hacia Buenos Aires.

Ante esa situación el Director Supremo José Rondeau pedirá a los portugueses "que acometan con sus fuerzas y persiga al enemigo común hasta Entre Ríos y Paraná... obrando en combinación con nosotros”.

Artigas no tuvo suerte en su lucha contra los portugueses, ya que después de varios encuentros que le resultaron adversos y siendo incapaz de resistir por más tiempo, las tropas del Supremo Protector de los Pueblos Libres fueron severamente derrotadas en Tacuarembó el 22 de enero de 1820 quedando todo el territorio oriental en manos enemigas.

Ramírez y López que habían proclamado que “el general Artigas por el clamor de los pueblos nos manda a exigir del Directorio... la declaratoria de guerra contra los portugueses... y el establecimiento de un gobierno elegido por la voluntad de las provincias, que administre por base el sistema de Federación”, tuvieron más suerte contra las tropas directoriales totalmente desmoralizadas comandadas por Rondeau, a quienes derrotaron en la Cañada de Cepeda (Santa Fe) el 1º de febrero de 1820 y a los pocos días los federales entraron en Buenos Aires.

 

El Tratado del Pilar

Ante la derrota de Rondeau, el Cabildo designó gobernador a Manuel de Sarratea, quien firmó con los dos jefes federales vencedores en Cepeda, el Tratado del Pilar el 23 de febrero;  los tres como gobernantes de sus respectivas provincias. En ese Tratado no se hizo mención a la guerra contra Portugal y a Artigas, solo se lo nombraba en forma accidental, ni tampoco se hacía referencia a la Liga Federal, en cuyo nombre se había iniciado la guerra contra el Directorio.

Cuando una copia del Tratado llegó a manos del jefe oriental, éste se sintió traicionado, por no haber dispuesto ese tratado la guerra a Portugal, acusando a Ramírez de haberse vendido a los porteños y se preparó para combatirlo, con la ayuda de orientales, correntinos y misioneros, invadiendo Entre Ríos para derrotar a su ex subalterno.

Pero la suerte le fue otra vez adversa y fue derrotado en varios encuentros por Ramírez. El 24 de junio de 1820 se produjo la batalla definitiva en Las Tunas, donde “Pancho” Ramírez, dueño del terreno, logró derrotar a Artigas y entonces comienzó una persecución que termina cuando el oriental buscó refugio en el Paraguay al que ingresó el 5 de setiembre de 1820.

Fedrico Reilly


(A la izquierda) Sirviente de artillería artiguista, acuarela de Federico Reilly


"Síganme cuantos gusten, en la seguridad de que yo nunca cederé". Artigas


"Es una gran cosa tener amigos pero hay que saber elegirlos, porque no hay peor enemigo, que un mal amigo". Artigas 



Su ostracismo

A raíz de los sucesos que motivaron la deposición de Virrey Cisneros en mayo de 1810 en Buenos Aires, el Cabildo de Asunción, había desconocido la autoridad de la Junta porteña.

A partir de ese momento, el Paraguay se cerró al mundo impidiendo la entrada de extraños y la salida de sus habitantes y cortó toda relación con Buenos Aires, lo gobernó a partir de octubre de 1814 el doctor José Gaspar Rodríguez de Francia –personaje muy especial–, quien fue nombrado Dictador Supremo de la República quien gobernó con mano de hierro y un poder absoluto y mantuvo aislado a esta provincia de sus hermanas del antiguo virreinato y fue el que lo gobernaba al momento de ingresar Artigas a ese territorio.

Francia permitió la internación de Artigas porque, según dijo, “era un acto no solo de humanidad, sino aún honroso para la república, el conceder un asilo a un Jefe desgraciado, que se entregaba. Así mandé un Oficial con veinte Húsares, para que lo trajese…”

Un hijo de Artigas cuenta la llegada de su padre al Paraguay: “Llegó a las fronteras del Paraguay con doscientos libertos y algunos oficiales, escribió al dictador (Francia) solicitando su entrada a la provincia y éste otorgándosela, mandó inmediatamente a recibirlo. En efecto, lo recibió un oficial en las primeras guardias al que entregó Artigas su espada y su bastón y a su ejemplo todos los soldados sus armas”.

A su llegada a Asunción, fue remitido al Convento de la Merced, que estaba bajo el régimen de clausura y allí ocupó una celda. Pidió entrevistarse con Francia pero el dictador nunca concedió la entrevista, por el contrario lo mantuvo aislado y custodiado. Pasó cuatro meses allí. Un día, conversando con el Prior del convento, le manifestó estar agradecido por la forma en que se lo trataba, pero que un convento no era el lugar adecuado para un soldado como él.

Ese comentario llegó inmediatamente a oídos del Dictador, quien decidió internar a Artigas lejos de la capital.

Bonpland
Artigas anciano

(A la derecha) Copia del retrato de Artigas a los 79 u 80 años, bosquejado por el naturalista Aimé Bonpland, en su viaje al Paraguay en 1843 o 1844

Fue mandado a una remota aldea –a 80 leguas (400 kms. al noroeste de Asunción–  llamada San Isidro del Labrador de Curuguaty, ubicada en una zona de bosque subtropical, con exuberante vegetación y habitado por muchas especies animales. La zona era rica y se cultivaba la yerba mate, pero era asediada por indígenas y portugueses.

El gobierno paraguayo le asignó una casa con terreno y una asignación mensual para que pudiera subsistir, no pudiendo Artigas ausentarse del pueblo.

Así se convirtió en agricultor, trabajando esas tierras. Allí vivió aislado del resto del mundo, pero en realidad vivió como un prisionero.

El caudillo entrerriano Francisco Ramírez, le solicitó a Francia la extradición de Artigas a cambio de conceder la libre navegación de los ríos y la libertad de comercio, a lo cual el dictador paraguayo se negó.

Pero Francia nunca consintió tener una entrevista con Artigas, no obstante habérselo pedido este en cuanta oportunidad se le presentó.

En el año 1838, ya ocho años después de haber obtenido la independencia la Provincia Oriental, denominándose a partir de allí República Oriental del Uruguay, un lugarteniente suyo, Fructuoso Rivera, quien había sido designado primer presidente y ahora en 1838 había retomado el poder después de desalojar con ayuda francesa al segundo y legítimo presidente en ejercicio Manuel Oribe, –también antiguo lugarteniente de Artigas–, le mandó una carta a su antiguo jefe solicitándole volviera al Uruguay, pero este no le contestó nunca.

El 20 de setiembre de 1840, murió el dictador Francia y el gobierno provisional que le sucedió, por temor mandaron apresar a Artigas. La orden dirigida al comandante del pueblo de Curuguaty, decía: “…los representantes de la república por muerte con esta fecha del excelentísimo señor dictador de la república prevenimos a Vmo. que  inmediatamente al recibo de esta orden ponga la persona del bandido José Artigas en seguras prisiones hasta otra disposición de este Gobierno Provisional y dará cuenta sin dilación de haberlo cumplido…” Fue verdaderamente tratado como un bandido y un peligroso enemigo público.

La partida que fue a prenderlo lo encontró semidesnudo –por el calor– arando la tierra. Lo condujeron a un calabozo, donde Artigas que contaba con 77 años de edad, fue encerrado con una barra de grillos y aislado durante un mes, al cabo de seis meses fue liberado por orden del Primer Cónsul Carlos Antonio López, nombrado como nueva autoridad por el Congreso paraguayo el 12 de marzo de 1841. Tres años después, López sería nombrado Presidente de la República.

Con estas nuevas autoridades la situación de Artigas cambió para bien, pues además de decretar su inmediata libertad, lo trataron de mejor manera y le hicieron saber que si quería volver a su patria lo podría hacer libremente, pero Artigas manifestó su voluntad de pasar sus últimos días en Caraguaty. Ante esa determinación del oriental, el gobierno paraguayo encomendó al comandante de la Villa la atención de Artigas cuando fuera necesario y también dispusiere de honores fúnebres en caso de su fallecimiento, a la vez de remitirle ropa y otros efectos.

A partir del 1845 el Presidente López lo invitó a vivir en una casa que hizo construir para él, en una chacra de su propiedad en Ibiray, cerca de Asunción, allí Artigas será atendido por la familia López con bondad y caritativamente. El día de su último cumpleaños almorzó con Carlos Alberto López y su familia y luego en su caballo “Morito” realizó un paseo por la ribera del río Paraguay

 

Su fallecimiento

El domingo 22 de septiembre de 1850, Artigas ya no se sintió bien, tenía 86 años y exclamó, siendo estas casi sus últimas palabras: “¡Yo no debo morir en la cama, sino montado sobre mi caballo! ¡Traigan al Morito que voy a montarlo!”. No obstante una leve mejoría, expiró al día siguiente en compañía de su fiel Ansina

Un diario asunceño anunciaba pocos días después de su fallecimiento repentino: “Sólo cuatro personas acompañaron a la tumba los restos mortales de quien fuera ilustre caudillo en tierra del Plata. No hubo ni siquiera cortejo fúnebre para este oriental que muere a los 30 años justos de su expatriación, en la más absoluta pobreza y en el mayor de los desamparos”.

Al momento de su fallecimiento, Artigas era una persona de mediana estatura, delgado, que no usaba barba ni bigotes, de largos rizos blancos, vestía siempre un poncho paraguayo y sombrero de paja alto. Andaba a caballo en su Morito y cuando se desplazaba a pié se ayudaba con un bastón rústico y largo. Su alimento principal era la mandioca y el agua.

Los restos de Artigas fueron repatriados a Montevideo el 19 de setiembre de 1854 y actualmente la urna que contiene sus restos está ubicada debajo de su estatua en el Mausoleo que se construyó en el año 1977, en la Plaza de la Independencia, justamente en esta plaza que recuerda la independencia uruguaya que Artigas nunca quiso, como dijera el historiador uruguayo Gerardo Caetano en un panel que se realizó en la última Feria del Libro en Buenos Aires sobre el caudillo oriental, que "Artigas no hubiese querido un monumento en una plaza 'Independencia', ni siquiera quería a Montevideo".

Artigas fue argentino hasta el último día de su vida. Como diría el poeta Carlos Guido y Spano: “argentino hasta la muerte”.

 

El ideario artiguista

Fue forjador de la nacionalidad argentina y debe ser considerado uno de los Padres de la Patria.

La actitud de Artigas nunca fue separatista, sino todo lo contrario, fue integrador en el contexto nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Las veces que le fue propuesto la constitución de una Banda Oriental independiente de sus hermanas de la otra orilla, siempre la rechazó; ello ocurrió cuando el Director General Alvear le ofreció, por intermedio de Nicolás de Herrera, la segregación de la provincia Oriental y el reconocimiento como entidad definitivamente emancipada, ofrecimiento que se repitiera después por intermedio del Coronel Elías Galván. Encontrándose reunido el Congreso de Oriente, instalado por Artigas en el Arroyo de la China hoy Concepción del Uruguay llegaron a Paysandú emisarios enviados por el Director Álvarez Thomas, quienes le ofrecen, que “Buenos Aires reconoce la independencia de la Banda Oriental del Uruguay  renunciando a los derechos que por, el antiguo régimen le pertenecían". Artigas rechaza estas proposiciones y expresa para que no queden dudas en julio de 1815 que “La Banda Oriental del Uruguay entra en el rol para formar el Estado denominado Provincias Unidas del Río de la Plata. La Banda Oriental del Uruguay está en el pleno goce de su libertad y derechos; pero queda sujeta desde ahora a la Constitución que organice el Congreso General del Estado legalmente reunido, teniendo como base la libertad”.

Cuando en su exilio se enteró de la declaración de la independencia uruguaya de 1830, exclamó  “Mi nación ya no tiene a mi Provincia” y “Yo ya no tengo patria”.

El historiador uruguayo, E. Acevedo, opina: "Artigas fue un enemigo de la independencia de los orientales. Lo que propugnaba era el federalismo de las Provincias del Río de la Plata". En el panel desarrollado en la última Feria del Libro de Buenos Aires, el historiador uruguayo Maiztegui Casas afirmó: "Artigas debe ser el único prócer que no estuvo de acuerdo con la creación de su propio país… Nunca quiso la separación de las Provincias Unidas y esa fue su lucha hasta el último día, mantener la integración de los pueblos y apostar por la unidad regional".

Nunca quiso ir a un Uruguay independiente. Cuando su hijo lo visitó en Paraguay y quiso llevarlo, contestó: “ya soy un hombre muerto, hay que dejarme quieto aquí”.

Fue un importante sostenedor de la unidad nacional de los territorios que habían conformado el Virreinato, repudiando la dominación española y oponiéndose a la intervención portuguesa.

Cuando en algún momento se refirió a la independencia de las provincias, no debe entenderse como independencia nacional, sino como autonomía provincial dentro del conjunto con las demás provincias integradas en las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Artigas fue uno de los que planteo sin vueltas la necesidad de declarar la independencia total de España, cuando desde la otra orilla del Plata –en Buenos Aires– todavía se juraba fidelidad a Fernando VII, y lo hizo al dar a los diputados orientales las instrucciones en ese sentido para la Asamblea del Año XIII.

Fue también en aquellos momentos en la que los triunviratos, directorios y asambleas de Buenos Aires hablaban de incorporación lisa y llana a Inglaterra, como Alvear en 1815 con la misión de Manuel José García ante lord Strangford o a Juan VI de Portugal o más tarde al considerar la posibilidad de la coronación del príncipe de Luca protegido por un fuerte ejercito francés. 

En su época, en la que en el mundo imperaba el sistema monárquico, y contrariamente a muchos hombres de su época que adherían a tal sistema, él fue republicano.

Fue precursor del federalismo, donde todas las provincias eran iguales entre sí, sin primacía de algunas de ellas sobre las restantes.

 

Referencias.

José Gervasio Artigas, Colección “Grandes Protagonistas de la Historia Argentina”, dirigida por Félix Luna.

Alén Lascano, Luis C. “Artigas: Héroe argentino”, Todo es Historia” Nº 80

Castello, Antonio E. “Artigas y el federalismo correntino”,  Todo es Historia” Nº 480.

Dumrauf, Clemente. “El genio maléfico de Artigas”, Todo es Historia” Nº 73.

Klein, Fernando.”Exilio y muerte del caudillo oriental”, Todo es Historia” Nº 480.

Pasquali, Patricia. “Artigas, mito y realidad histórica”, Todo es Historia” Nº 480.

Ribeiro, Ana. “Artigas en el paraguay”, Todo es Historia” Nº 480.

www.lancerosorientales.com/docs/Artigas_en_Paraguay 

(1) Dibujo de autor anónimo y foto actual de la Puerta de la Ciudadela de Montevideo. En la ciudad fortificada de Montevideo, la Ciudadela era una formidable fortificación de piedra conformada por una gran plaza de armas rodeada de murallas con muros de granito de 6 metros de espesor, 4 fortalezas dotadas de 50 cañones, encargada de resistir el embate final de cualquier ataque del enemigo. Ocupaba la mitad de la actual Plaza Independencia y su única entrada era por la Puerta de la Ciudadela desde el sector interior de la ciudad. Para ingresar a ella debía cruzarse un puente levadizo. La construcción de este baluarte demandó 40 años a partir de 1741.

- - - - - - - - - -

Roberto Castellanos
Combate del Buceo. Óleo sobre tela de Roberto Castellanos

El combate del Buceo se libró entre el 14 y el 17 de mayo de 1814, entre la flota española y la patriota comandada esta por el Alte. Brown, frente al Puerto del Buceo de Montevideo. Brown dirigió la batalla desde la Fragata Hércules, herido por el retroceso de un cañón. Fue una importante victoria patriota, que dejó aislada a Montevideo que ya se encontraba sitiada por tierra, capitulando los españoles el 23 de junio.