Publicado en el Periódico El Restaurador - Año V N° 17 - Diciembre 2010 - Pags. 1 a 3
Hechos
y personajes de
A
170 AÑOS DE
Por Norberto Jorge Chiviló
Felipe Arana (1) |
El día 29 de octubre se han cumplido 170 años de la
firma de
Ese
conflicto que duró dos años y medio fue una prueba de fuego para
En el número 6 de éste periódico relatamos las causas
y alternativas que llevaron al inicio del primer enfrentamiento de nuestro país
con esa potencia europea posterior a la guerra por la independencia. El conflicto además
de una causa aparente cual era la pretensión francesa de que sus nacionales no
prestaren el servicio en la milicia como sí lo prestaban otros extranjeros
residentes, con excepción de los ingleses, eximidos por un tratado, y se diera
a su país el trato de nación mas favorecida, también tenía otros antecedentes,
como ser el apoyo brindado por Francia al mariscal Andrés Santa Cruz quien se encontraba
al frente de
En
el número 8, se analizó también parte del desarrollo del mismo; así historiamos
el ataque francés a la pequeña guarnición argentina de la isla Martín García,
comanda por Jerónimo Costa, secundado por Juan Bautista Thorne y el valeroso y honroso
comportamiento de las tropas nacionales, que merecieron el reconocimiento del
comandante francés. Siguiendo con el desarrollo histórico de los
acontecimientos en el Nº 13 nos referimos al levantamiento de los hacendados
del sur de la provincia, que la historia oficial denomina “Los libres de sud”,
levantamiento que tuvo su origen en los perjuicios económicos que a esos
hacendados, les ocasionaba el bloqueo, al impedirles la exportación de cueros y
carne salada y el descontento originado entre los mismos por la política
seguida por Rosas con respecto a la tierra pública.
Durante
esos dos años y medio que duró el conflicto, nuestra patria vio amenazada su
independencia y su honor nacional.
Fueron
tiempos en el que
Con
fuerza, coraje, determinación y patriotismo, Rosas, fue poco a poco venciendo a
sus enemigos internos y haciendo frente a los externos, creciendo su prestigio, logrando la adhesión de toda la
población y de muchos de los que habían sido contrarios e indiferentes.
Ese
prestigio no fue solo considerado en nuestro país, sino también en toda América
y en Europa, donde no hubo diario que no hablara de él y de aquél pequeño país sudamericano,
que osaba oponerse a las pretensiones de la segunda potencia marítima de aquél
entonces.
Así
“El Nacional” de Lisboa del 4 de enero de 1840 decía: “Admiramos la firme
decisión con que el gobierno de
“
También
el gobernador porteño recibió la adhesión de otros gobernantes del continente,
así el presidente peruano Agustín Gamarra le dirá a Rosas: “He tenido dos ocasiones
de admirar la constancia y el vigor de Ud. en medio de los conflictos
interiores de que ha estado rodeada su administración. Son éstas las de sus
esfuerzos contra Santa Cruz, y ahora la nobleza de su conducta en la guerra
contra los franceses. Mucho se deben prometer
La
firmeza de Rosas en no dejarse atropellar por ninguna potencia, por mas
poderosa que fuera, haría recapacitar a la larga al gobierno francés –que en un
principio no había previsto tal circunstancia–, de que no era la prepotencia y
la fuerza el medio adecuado para tratar con el férreo gobernante argentino.
La
prolongación del conflicto, –que en sus inicios los galos consideraron de fácil
resolución– los gastos consiguientes y los nulos resultados obtenidos en esa
guerra de conquista, los convencieron, que debían tomar otro camino, del que
habían seguido hasta ese momento. Así el gobierno francés, después de dar
vueltas y vueltas al asunto, decidió enviar como agente o ministro plenipotenciario
al vicealmirante Ange René Armand, Barón de Mackau, para tratar, ahora sí, de
igual a igual, como correspondía, con el Gobierno argentino, dando a
Ya
ello era una victoria para Rosas, porque él así ya lo había propuesto desde el
principio del conflicto, pues nunca se había negado a negociar, por el
contrario, pero para ello era necesario tratar con un agente diplomático
debidamente acreditado y no con un simple agente consular, como lo era el Vicecónsul Aimé Roger que carecía de las
facultades diplomáticas que lo habilitaran para negociar y firmar un tratado
con las autoridades argentinas y que sólo se amparaba detrás de una importante
e impresionante escuadra al mando del vicealmirante Leblanc, y que fueron los responsables
del establecimiento del bloqueo y con esa agresión, de la iniciación del
conflicto.
Según
lo consideraba Rosas y las prácticas diplomáticas de los países civilizados, los
tratados debían firmarse entre dos potencias, en igualdad de condiciones como
países soberanos, en plena libertad y sin ninguna presión de fuerza.
Rosas,
gobernante de un país joven daba de esta forma una lección de diplomacia a una
antigua y poderosa nación.
Juan Lavalle (2) |
A
fin de preparar la defensa, juntar hombres y adiestrarlos, y dirigir las
operaciones militares, a partir del día 17 de agosto, el Restaurador se instaló
en el campamento de los Santos Lugares de Rosas (actual localidad de San
Andrés, Ptdo. de Gral. San Martín, ver ER Nº 14), dejando al frente del
gobierno, a su Canciller Manuel Arana como gobernador delegado.
También
en la ciudad de Buenos Aires, se había preparado un dispositivo de defensa para
el caso que Lavalle hubiera intentado atacar la ciudad y así la situación no
era distinta a la de los Santos Lugares, ya que faltaban tropas y se temía la
acción de grupos de unitarios a favor de Lavalle y los franceses. Circulan
patrullas y alguna tropa que siembran el terror entre quienes pueden ser
adictos al general unitario. Se cometen crímenes que han sido espontáneos y
colectivos. Algunas personas –aproximadamente 20– son asesinadas por federales
fanáticos. Se viven días de gran tensión y convulsión donde se despiertan las
pasiones y muchas veces, se producen también venganzas personales, ajenas a la
política.
Pero
en su marcha a lavalle no le va nada bien, el 9 de setiembre le escribe a su
esposa: “Esta carta te va a hacer llorar…No encontré sino hordas de esclavos,
tan envilecidos como cobardes y muy contentos con sus cadenas… En medio de
tierras sublevadas o indiferentes, sin bases, sin punto de apoyo, la moral
empieza a resentirse”.
Sin
el apoyo popular de la campaña, Lavalle avanza, alcanzando Merlo el día 23, –a
6 leguas de Buenos Aires y a 4 de los Santos Lugares–. Sorpresivamente allí
detuvo su marcha, y no se decidió a atacar, porque la población se mantuvo leal
al gobernador y no se sumó al ejército “libertador” como los emigrados en
Montevideo le habían hecho creer. Se encuentra desmoralizado, porque sabe así
que no podrá contar con ninguna sublevación de la población a su favor, sino
que por el contrario, la misma le es totalmente adversa. Entonces a principios
de setiembre, se repliega y retira lentamente hacia el norte, ocupando la
ciudad de Santa Fe el día 25 la que saquea.
El
11 de octubre Lavalle ha vuelto a escribir a su mujer: “No concibas muchas esperanzas,
porque el hecho es que los triunfos de este ejército no hacen conquistas sino
entre la gente que habla; la que no habla y pelea nos es contraria y nos hostiliza
como puede. Este es el origen de tantas y tan engañosas ilusiones sobre el
poder de Rosas, que nadie conoce hoy como yo. Mi situación no es muy halagueña
en medio de países contrarios, con un ejército muy debilitado que carece de
todo, abandonado por los franceses y traicionado por el odio ciego y por la insensatez
de los otros aliados, te figuras que hago un prodigio con solo mantenerme,
prodigio que no podrá continuar muchos días... Espero abrazarte pronto...
porque en estas tierras de m... no hay quien me mate por el terror que
inspiramos”.
Cuando
el unitario Villafañe le reprocha a Lavalle la falta de disciplina de su
ejército, este le contestará: “…¡Disciplina en nuestros soldados! ¡No! ¿Quieren
matar? ¡Déjelos que maten! ¿Quieren robar? ¡Déjelos que roben!”
Note
el lector que en la primera carta transcripta, Lavalle dice no haber encontrado
sino “esclavos… muy contentos con sus cadenas”, ¿que quiere decir esto?, que la
población estaba muy contenta con el gobierno de Rosas y en la segunda carta
habla del “terror que inspiramos”. El terror proveniente de las acciones de los
unitarios, siempre será silenciado o minimizado por la llamada “historia
oficial” y de otros historiadores y escritores, quienes si bien quieren
distanciarse de tal corriente histórica, prácticamente siguen sus pasos.
Mientras
tanto, Mackau había llegado a Montevideo el 23 de setiembre de 1840, después de
dos meses de navegación –había salido el 24 de julio comandando una flota de 36
barcos y 6.000 hombres–, y allí, los emigrados unitarios y representantes del
gobierno de esa ciudad, lo visitaron, con la intención de ponerlo de su parte,
pero éste, considerándolos solamente como auxiliares, utilizables en
determinadas circunstancias, solo se hallaba interesado en poner fin a la
controversia con
Plato con el retrato de Rosas (3) |
Todos
los días por la mañana un bote llevaba al Dr. Arana a bordo de la nave para
realizar las conversaciones y lo devolvía a tierra por la noche, oportunidad en
la que el Canciller argentino hablaba con Rosas sobre lo tratado durante la
jornada, poniéndose de acuerdo en la estrategia a seguir en las conversaciones.
Por
fin, el día 29 se firmó
El
pabellón argentino, izado al tope del navío Alcmene,
fue saludado por toda la escuadra francesa con 21 cañonazos, los que fueron también
contestados con descargas de artillería desde el Fuerte. En reciprocidad,
también fue izado el pabellón francés en el campamento de los Santos Lugares de
Rosas. El vicealmirante y demás personalidades francesas fueron recibidas y agasajadas
en el Fuerte de Buenos Aires, y días después, el 8 de noviembre, Rosas y las autoridades
argentinas retribuyeron la visita, donde también son recibidos y agasajados a
bordo del Alcmene (ver en este número
“Anécdotas”).
En
Buenos Aires, la población se mostró jubilosa por el cese de las hostilidades y
la paz firmada, realizándose manifestaciones populares con festejos en toda la
ciudad, con bombas de estruendo en la alameda, bandas militares, repique de
campanas, etc.
En
cambio, en la otra orilla del Plata, en Montevideo, tanto las autoridades como
los emigrados argentinos de la “Comisión Argentina”, criticaron la firma de
Dos
meses mas tarde de la firma de
El
haber sido tratada
También
los ecos del conflicto resonaron en el norte del continente, el periódico “El
Noticioso de Ambos Mundos”, de Nueva York, dijo lo siguiente: “Hemos visto al
gobierno de Montevideo dar favor y ayuda a los injustos agresores (franceses),
lo mismo que a los descontentos de Buenos Aires refugiados allí... En medio de
esto un héroe vemos brillar: este héroe es el presidente de Buenos Aires, el
general Rozas. Llámenle enhorabuena tirano sus enemigos; llámenle déspota, nada
nos importa todo esto; él es un patriota, tiene firmeza, tiene valor, tiene
energía, tiene carácter y no sufre la humillación de su patria”.
Finalizado
el conflicto con la firma de
Pero
no podemos dejar de destacar la importante labor llevada a cabo también por el
Canciller de
Arana
había nacido en Buenos Aires el 23 de agosto de 1786, estudió en el Real Colegio
de San Carlos, realizando entre otros, estudios de teología. En
Cuando
el Restaurador asumió por segunda vez su cargo de gobernador de la provincia el
30 de abril de 1835, nombró a Arana como su Ministro de Relaciones Exteriores. Al
frente de
En
varias oportunidades, fue Gobernador Delegado de la provincia, ante la ausencia
en
El
cargo de Canciller lo ostentó hasta poco después de Caseros, ya que Urquiza lo
mantuvo en el cargo hasta el 6 de abril de 1852, fecha en que fue nombrado
miembro del Consejo de Estado. Al poco tiempo se retiró de la vida pública y
pasó a residir en su estancia.
Fue
una persona de bien, modesta en sus costumbres y respetado también por sus
adversarios. Rosas, quien tenía gran aprecio por él, cariñosamente lo llamaba
“Felipe Batata”.
Falleció
en Buenos Aires el 11 de julio de 1865.
Fuentes:
“El
gran bloqueo” de Antonio E. Castello, Revista “Todo es Historia” Nº 182, de
julio de 1982.
“Historia
de
“Historia
Argentina” de José M. Rosa.
Crónica
Histórica Argentina”, Edit. Codex.
“Las
otras Tablas de Sangre” de Alberto Ezcurra Medrano, Edit. Haz, Buenos Aires,
1952.
“Juan Manuel de Rosas” de Manuel Gálvez, Edit. Claridad, Buenos Aires, 1997.
(1) - Felipe Benicio de
(2) Juan Galo de Lavalle. 17 de octubre de 1797 – 9 de octubre de 1841.
(3) Plato con la efigie de Rosas. Colección Rosatto.