Publicado en el Periódico El Restaurador - Año IV N° 15 - 25 de Mayo de 2010 - Pags. 15 y 16
EDICION DEL BICENTENARIO DE LA REVOLUCIÓN DE MAYO
Contada día a día por el porteño Juan
Manuel Beruti (1777-1856) en las “Memorias curiosas”
El 19 de mayo de 1810. Con motivo de
haber llegado un barco inglés procedente de Gibraltar, con la infausta noticia
de haberse perdido la ciudad de Sevilla, capital de las Andalucías, y sido
tomada por los franceses la mayor parte de
Efectivamente el excelentísimo Cabildo
en este mismo día lo representó al virrey verbalmente por diputados que le
mandó, que fue el señor alcalde de primer voto quien así lo hizo, pero el
virrey para deliberar llamó a los comandantes de los cuerpos y ante el alcalde
les dijo le manifestasen su parecer, a lo que contestaron diciéndole abdicara
el mando, pues el pueblo así lo pedía, y de oponerse a ello, daba lugar a un
tumulto exponiendo al pueblo y su persona y por lo mismo debía obviarla, propendiendo
a la paz, unión y buena armonía.
Oído por el virrey esto, por boca de
Saavedra comandante patricios y que no tenía remedio, contestó al señor alcalde
que para contestar a su solicitud se lo hiciera saber el excelentísimo Cabildo
por oficio, que él contestaría; y a Saavedra y demás comandantes suplicó lo
mirasen como era debido, considerando tenía familia y por lo mismo le señalasen
un sueldo para poderse sostener retirado con su mujer e hijos, en caso de no dársele
mando alguno; a cuya súplica se le dijo no tuviera cuidado que se le señalaría
su correspondiente renta para que se pudiera mantener con su familia con la
decencia que su persona y carácter merecía en caso de no ocupársele; con lo que
quedó conforme y allanado.
El 21 de mayo el excelentísimo
Cabildo, desde su sala capitular, mandó dos diputados al virrey con el oficio
donde le manifestaban los motivos que habían para que abdicara el mando en el
excelentísimo Cabildo, y que el pueblo así lo pedía, a cuyo oficio contestó,
por los mismos diputados en otro oficio, diciendo: Se hiciera un congreso general o cabildo público y lo que resultase en
pluralidad de votos, sobre si debía o no soltar el mando, estaba pronto a
ejecutar; cuya facultad y permiso para hacer dicho congreso daba al
excelentísimo Cabildo.
La multitud de pueblo que estaba en la
plaza, no sabiendo lo que había contestado el virrey, pues tardaba el Cabildo
en manifestarlo, gritó por tres veces al Cabildo lo declarase a cuyos gritos
salió el síndico procurador de ciudad al balcón y dijo: estaba todo allanado. A
esto se contestó por el pueblo quería
saber si el excelentísimo señor virrey había soltado el mando y así
categóricamente lo manifestase. A esto dijo el síndico:
Señores: el excelentísimo señor virrey está allanado y dispuesto a cuanto diga
el Cabildo, y categóricamente lo ha insinuado así. No tengan vuestras mercedes
recelo, que este excelentísimo Ayuntamiento mira por el pueblo y arreglará
todo, retírense todos a sus casas que no hay novedad, pues todo corre por manos
del Cabildo; a cuyas razones dichas se retiró, y el inmenso pueblo
prorrumpió: Viva el Cabildo. Con lo
cual se concluyó y el pueblo se retiró.
El 22 de mayo de 1810. Amanecieron
puestas centinelas en las bocacalles que entran en la plaza con orden de no
dejar entrar a ninguna persona que no presentase la esquela de convocación que
el Cabildo pasó la tarde antes a los que habían de votar en el congreso, y esto
se hizo por obviar tumultos en la plaza.
Efectivamente a las nueve de la
mañana, ya estaban los convocados en Cabildo, a cuyas horas se abrió la sesión,
proponiéndose primeramente: Si el
gobierno del excelentísimo señor virrey
de estas provincias había caducado o no, en virtud de haber cesado, y no
existir la suprema autoridad de donde dimanaba la suya, y si debía abdicar el
mando en el excelentísimo Cabildo.
Después de lo cual se procedió a que
cada uno de los del concurso diera su parecer, lo que hecho por el orden que correspondía,
se ponía por escrito y lo firmaba el individuo para su constancia, y luego se
leía públicamente a los demás del congreso, y entraba otra; cuya operación duró
hasta las doce y media de la noche, en que se concluyó.
El 23 de mayo. En virtud de haber
resultado en el congreso de ayer, por la mayor pluralidad de votos, el que el
excelentísimo señor virrey debía de abdicar el mando en el excelentísimo
Cabildo por haber fenecido su gobierno, por no existir la suprema Junta Central
de España, de donde dimanaba su autoridad; se pasó diputación a dicho señor
excelentísimo haciéndosele saber, quien enterado de ello se conformó, e
inmediatamente abdicó el mando en el excelentísimo Cabildo firmando el acta de
su abdicación mandando a todos los cuerpos reconocieran a dicho excelentísimo
Cabildo por gobernador y capitán general de estas provincias, en vistas de lo
cual el Cabildo, como que ya residía en sí el mando superior, mandó hacerlo
saber por bando público, para inteligencia de todos; cuyo bando se publicó por
las calles acostumbradas de esta ciudad para inteligencia del pueblo, a son de
cajas y tambores, y con todas las tropas y formalidades de uso, el cual salió
después de las oraciones, concluyéndose a las seis y media de la noche, con lo
cual quedó reconocido dicho excelentísimo Cabildo de gobernador y capitán general
al que se le hicieron inmediatamente los honores de tal, y poniéndosele la
guardia de honor, de una compañía de soldados con bandera, en las puertas de
sus casas consistoriales; con lo cual quedó el pueblo pacífico.
El 24 de mayo de 1810. El
excelentísimo Cabildo, en virtud de las facultades que el pueblo le dio en el
Cabildo abierto, procedió a nombrar los sujetos que habían de componer
El [día] 25 [de mayo] con motivo de
una representación que hicieron un considerable número de vecinos, los
comandantes y varios oficiales de los cuerpos voluntarios por sí y a nombre del
pueblo pidiendo no ser de su agrado la elección que se hizo por el
excelentísimo Cabildo de los sujetos que componen
Efectivamente hoy mismo se hizo nueva
elección por el pueblo, y resultó de presidente nombrado a don Cornelio Saavedra
y comandante general de armas; y vocales al doctor don Juan José Castelli, al
doctor don Manuel Belgrano, secretario del real Consulado, don Miguel
Azcuénaga, comandante de milicias provinciales de infantería, doctor don Manuel
Alberti, cura de la parroquia de San Nicolás, don Domingo Matheu y don Juan
José Larrea. Comerciantes y secretarios de ella los doctores don Juan José Paso
y don Mariano Moreno. Cuyos sujetos fueron inmediatamente conocidos por el
excelentísimo Cabildo los cuales juraron también en la sala capitular sus
empleos e mediatamente se hizo saber al público por bando. Se enarboló bandera
en el Fuerte, éste hizo salva, hubo repique general e iluminación en la ciudad.
Primera Junta Gubernativa, según una publicación de principios del siglo XX |
Luego que juraron sus empleos los
vocales de
El contento fue general con esta
elección pues fue hecha a gusto del pueblo, y al contrario la primera que causó
el mayor disgusto, que expuso a la ciudad a perderse.
El [día] 26 de mayo de 1810. Fueron
todos los tribunales y autoridades eclesiásticas civiles y militares al
Cabildo, y juraron obediencia a
En [día] 27 [de mayo]. Todas las
tropas de artillería, infantería y caballería formaron un cuadro en la plaza,
salió
El [día] 30 [de mayo] se hizo una
solemne función en la catedral y se cantó el Tedéum en acción de gracias por la
instalación de
No es posible que mutación como la anterior se haya hecho en ninguna parte con el mayor sosiego y orden, pues ni un solo rumor de alboroto hubo, pues todas las medidas se tomaron con anticipación a efecto de obviar toda discordia, pues las tropas estuvieron en sus cuarteles, y no salieron de ellos hasta estar todo concluido, y a la plaza no asistió más pueblo que los convocados para el caso, teniendo éstos un cabeza que en nombre de ellos, y de todo el pueblo daba la cara públicamente y en su nombre hablaba; cuyo sujeto era un oficial segundo de las reales cajas de esta capital don Antonio Luis Beruti. Verdaderamente la revolución se hizo con la mayor madurez y arreglo que correspondía no habiendo corrido ni una sola gota de sangre, extraño en toda conmoción popular, pues por lo general en tumultos de igual naturaleza no deja de haber desgracias, por los bandos y partidos que trae mayormente cuando se trata de voltear los gobiernos e instalar otros; pero la cosa fue dirigida por hombres sabios, y que esto se estaba coordinando algunos meses hacía; y para conocerse los partidarios se habían puesto una señal que era una cinta blanca que pendía de un ojal de la casaca, señal de la unión que reinaba, y en el sombrero una escarapela encarnada y un ramo de olivo por penacho, que lo uno era paz y el otro sangre contra alguna oposición que hubiera, a favor del virrey.