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Exposición secreta de Manuel Belgrano ante el Congreso de Tucumán el 6 de julio de 1816, proponiendo la adopción de una monarquía incaica como forma de gobierno
Sesión Secreta del día 6 de Julio por la mañana de 1816.
Señores Presidente. Vicepresidente. Serrano. Paso. Anchorena. Sáenz.
Darregueira. Rivera. Acevedo. Gorriti. Pacheco. Bulnes. Bustamante. Aráoz.
Medrano. Godoy. Maza. Uriarte. Oro. Gascón. Malabia. Gallo. Loria. Salguero.
Castro. Thames. Cabrera.
Reunidos los Señores Diputados en la Sala del Congreso a las nueve de la
mañana, con asistencia de los que se anotan al margen, después de discutidos y
acordados los puntos que constan del acta pública de ese día, el General Don
Manuel Belgrano en virtud de las órdenes que se le comunicaron en el anterior
(tachado), avisó estar presente, e introducido a la sala y tomando asiento en
ella en el lugar que le fue señalado, el Señor Presidente le hizo entender que
la soberanía le había llamado para que sus exposiciones sobre el estado actual
de la Europa, ideas que reinaban en ella, concepto que ante las Naciones de
aquella parte del globo se había formado de la revolución de las Provincias
Unidas y esperanza que estas podían tener de su protección, de todo lo cual lo
creía ilustrado después del desempeño de la comisión a que fue destinado,
pudieran orientarla más extensamente de tan interesantes objetos, estando
advertido que en el seno del Congreso había una comisión que entendía
exclusivamente en asuntos de relaciones exteriores, y que no debía hacer
exposiciones o contestar de un modo capaz de mandar idea de ellas y exponer el
secreto; en cuya conformidad, contestando a las preguntas que se le hicieron
por varios Señores Diputados, el citado General expuso todo lo que sigue:
Primero: que aunque la revolución de América en sus principios, por la marcha majestuosa con que empezó, había merecido un alto concepto entre los poderes de Europa, su declinación en el desorden y anarquía continuada por tan dilatado tiempo, habría servido de obstáculo a la protección, que sin ella se habría logrado de otros poderes, debiéndonos en el día contar reducidas a nuestras propias fuerzas.
Segundo: que había acaecido una mutación completa de ideas en la Europa, en lo respectivo a formas de gobierno; que como el espíritu general de las naciones en años anteriores era republicarlo todo, en el día se trataba de monarquizarlo todo; que la nación inglesa, con el grandor y majestad a que se ha elevado, no por sus armas y riquezas, si por una Constitución de monarquía temperada, había estimulado las demás a seguir su exemplo; que la Francia la había adoptado: que el Rey de Prusia, por sí mismo, y estando en el goce de un poder despótico, había hecho una revolución en su reino, y sujetádose a bases constitucionales iguales a las de la Nación inglesa; y que esto mismo habían practicado otras naciones.
Tercero: que conforme a estos principios, en su concepto la forma de gobierno más conveniente para estas provincias sería la de una monarquía temperada; llamando la dinastía de los incas por la justicia que en sí envuelve la restitución de esta casa tan inicuamente despojada del trono por una sangrienta revolución, que se evitaría para en lo sucesivo con esta declaración y el entusiasmo general de que se poseerían los habitantes del interior, con sola noticia de un paso para ellos tan lisonjero, y otras varias razones que expuso.
Cuarto: que el poder de España en la actualidad era demasiado débil e impotente por la ruina general a que la habían reducido las armas francesas, discordias que la devoraban, y poca probabilidad de que el gabinete inglés le auxiliase para subyugarnos, siempre que de nuestra parte cesasen los desórdenes que hasta el presente nos han devorado; pero que al fin, siempre tenía más poder que nosotros, y debíamos poner todo conato en robustecer nuestros ejércitos.
Quinto: que la venida de tropas portuguesas al Brasil no era efecto de combinación de aquel gabinete con la España, pues que la Casa de Braganza jamás podría olvidar la cooperación de la España a la entrada de los franceses en Lisboa, y desgracias que ha sentido por ella*; que el verdadero motivo de la venida de esas tropas era precaver la infección del territorio del Brasil; que el carácter del Rey D. Juan era sumamente pacífico y enemigo de conquista, y que estas provincias no debían temer movimientos de aquellas fuerzas contra ellas.* Después de todo lo cual y -evacuadas- otras preguntas que se le hicieron por algunos señores diputados, y se omiten por menos interesantes, se retiró de la Sala y terminó la sesión.
*Que enviado Salazar por el gabinete español cerca de S. M. F. para pedir temporalmente, y mientras de subyugaban esyas provincias, la posesión de la isla de Santa Catalina había recibido una terminante negativa y sólo se le habían ofrecido los auxilios que el derecho de gentes exigiere.
*Que a él se le había prometido en aquella Corte observar exactamente el armisticio mientras el Gobierno de las Provincia Unidas no faltase por su parte, y que así se había permitido, a pesar de reclamaciones del enviado español, la libre entrada y salida de aquel reino a los hijos de estas provincias.
Plato con el retrato de Belgrano. Principios del S. XX |