viernes, 1 de marzo de 2019

Algunas verdades sobre Caseros

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año XIII N° 50 - Marzo 2019 - Pag. 9 


Justo José de Urquiza

Litografía francesa donde se observa a Marques de Sousa a caballo, señalando al frente y dirigiendo sus tropas de la 1° División, durante la batalla de Caseros. Un mes después fue promovido a mariscal de Campo y el Emperador Pedro II, le otorgó el título nobiliario de Barón de Porto Alegre, por su desempeño en aquella batalla.

Algunas verdades sobre Caseros

por Norberto Jorge Chiviló

La fecha del 3 de febrero es de grato y a su vez de nefasto recuerdo para los argentinos.

En cuanto a lo primero, por cuanto un 3 de febrero de 1813 tuvo lugar en las costas del Paraná, junto al Convento San Carlos Borromeo, en la localidad de San Lorenzo -muy cerca de Rosario- el memorable combate que lleva el nombre de esa localidad, en la cual se enfrentaron las novatas fuerzas de Granaderos a Caballo al mando del entonces coronel José de San Martín, con tropas realistas que habían desembarcado cerca del Convento, para saquear poblaciones vecinas y que constituyó el primero de una serie de triunfos de nuestro máximo Héroe y el único que tuvo lugar en el suelo patrio, y por eso, ese día merece ser recordado por siempre.

En cuanto a lo segundo, me refiero al 3 de febrero de 1852, infausta fecha para nuestra Patria, donde en Caseros las tropas nacionales de la Confederación Argentina, fueron vencidas por las del llamado “Ejército Grande Aliado Libertador”, mandadas por el gobernador de Entre Ríos, general Justo José de Urquiza, en alianza con el Imperio del Brasil –tradicional enemigo de la Argentina por aquellos tiempos– del Uruguay y los de la provincia de Corrientes.


Estas son algunas verdades que debemos saber sobre Caseros

Esta batalla no se dio en un contexto de contienda civil, es decir entre argentinos enrolados en distintos partidos políticos, sino de un estado de guerra entre la Confederación Argentina y el Imperio del Brasil, declarada el 18 de agosto de 1851. En los manuales de estudio y libros de historia en el Brasil, se llama a la contienda como “Guerra de 1851” o “Guerra del Plata” y celebrada como un triunfo del Imperio, como en realidad lo fué.

En esa guerra participaron por un lado la Confederación Argentina –como se llamaba a nuestro país entonces- y por el otro los llamados “aliados”: el Imperio de Brasil, el Estado Oriental –bajo el gobierno de los colorados– y las provincias de Corrientes y Entre Ríos, ésta última gobernada por Justo José de Urquiza.

En el llamado “Ejército Grande”, revistaban 16.000 soldados brasileños, 4.000 de ellos que intervinieron en la batalla al mando del Brigadier Manuel Marques de Sousa  y 12.000 que estaban en la Colonia (Uruguay) al mando de Luís Alves de Lima e Silva, Conde de Caxias y prontos para cruzar el río e invadir el sur de Buenos Aires. Entre esas tropas también había soldados mercenarios alemanes.

Las tropas “argentinas”, al mando de Urquiza, fueron y son consideradas por los historiadores brasileños como “tropas argentinas rebeldes”.

La escuadra brasilera al mando del Alte. John P. Grenfell, después de forzar el paso de Tonelero, había colaborado en el cruce del Paraná de las tropas invasoras en Diamante y al momento de la batalla, bloqueaba Buenos Aires.

La campaña estuvo financiada por el Imperio, quien entregó al general Urquiza 100.000 pesos oro mensuales, además de facilitar las armas y municiones para ese ejército.


Cuáles fueron las consecuencias de la batalla

Terminó con el gobierno de Rosas, quien con su política de unidad en el Plata era una amenaza al engrandecimiento del Imperio. El Brasil veía en Rosas como quien podría interponerse en sus planes hegemónicos y de engrandecimiento a costa de sus vecinos, como también una amenaza a la propia existencia del Imperio.

Las tropas imperiales desfilaron triunfalmente y con sus banderas desplegadas, por las calles de Buenos Aires el 20 de febrero, aniversario de la batalla de Ituzaingó en la que ellos el 20 de febrero de 1827, durante la primera guerra de nuestro país contra el Brasil, habían sido totalmente derrotados.

Más de 600 soldados del ejército argentino y civiles inocentes, fueron fusilados por orden de Urquiza en el día de la batalla y posteriores.

La derrota significó la pérdida por nuestro país de las Misiones Orientales, ubicadas al este de la actual provincia de Misiones, de una extensión territorial mayor que la provincia de Tucumán y la pérdida definitiva de la provincia del Paraguay.

Implicó la renuncia de la soberanía argentina sobre sus ríos interiores, que tanta sangre había costado, por la llamada “libre navegación”. Es necesario aclarar que el Imperio no tenía sus ríos abiertos a la libre navegación extranjera.

La derogación de la Ley de Aduana de 1835.

Rectificación de los límites entre el Uruguay y el Brasil, obteniendo el Imperio parte importante del territorio perteneciente a su vecino. Ese fue el precio que el partido colorado del Uruguay debió pagar por la ayuda brasileña en la liberación de Montevideo sitiada por las tropas orientales-argentinas al mando de Manuel Oribe. 

Afianzamiento del sistema esclavista en el Brasil. Aclaramos que hasta ese momento la figura de Rosas era bien vista y considerada por la población esclava del Imperio y en el Brasil se temía un levantamiento del pueblo esclavo que pudiera provocar el gobernante argentino.

Vuelta en nuestro país a la anarquía y las guerras civiles que se extendieron durante casi 30 años más y la persecución al partido federal.

Se consolidó la unidad del Imperio bajo la corona imperial y el régimen de la esclavitud.

Los esclavos brasileros escapados del Brasil, ya no serían bien recibidos y considerados libres como lo habían sido durante el gobierno de Rosas, sino que a partir de Caseros serían extraditados al “civilizado“ Imperio del Brasil.

Sujeción de la política exterior argentina a los dictados del Imperio, que llevarán pocos años después a la guerra contra el Paraguay, de la cual el Brasil salió ampliamente beneficiado, con la ayuda de la sangre de miles de soldados argentinos, sacrificados en esa contienda.

Como el lector podrá apreciar a través de esta apretada síntesis sobre las consecuencias de la derrota argentina, el Brasil con la ayuda de “argentinos” mal nacidos, como dice el dicho popular “no daba puntada sin hilo”.