Publicado en el Periódico El Restaurador - Año XII N° 46 - Marzo 2018 - Pag. 16
Litografías de Bacle – La pulpería
Con la presente iniciamos la publicación de algunas de las litografías correspondientes a la edición Trages y costumbres de la provincia de Buenos Aires.
Corresponden al Cuadernillo 6 y los N° son 1, 2 y XX. Allí se muestran el interior y exterior de una pulpería de la ciudad y la otra corresponde a una pulpería de la campaña.
La pulpería era un establecimiento comercial, a cuyo frente se encontraba el pulpero, en la cual la población de bajos y medianos recursos se proveía de los elementos necesarios para la vida diaria, como comida, bebida, yerba, azúcar, sal, carbón, velas, telas, remedios, tabaco, pieles, cueros, herramientas, vestimenta, entre otras mercancías, lo que hoy llamaríamos un polirubro. Una especie de bandera o tela blanca que había al frente del comercio significaba que solo se vendían vicios, mientras que si era colorada anoticiaba que se vendía carne.
Generalmente la pulpería tenía dos ambientes, uno destinada negocio y la atención al público y la otra a vivienda del dueño.
La construcción era distinta si la pulpería era de ciudad –generalmente ubicadas en las esquinas– o de campaña, siendo estas últimas más rústicas con paredes de barro, techo de paja y piso de barro alisado.
También era un lugar para el encuentro social y de esparcimiento de la población humilde –gauchos, mestizos, negros, indios–, donde se podían tomar bebidas alcohólicas –tomarse un trago– por lo general caña y ginebra y fumar, donde se lucían las pilchas domingueras y se conversaba sobre acontecimientos políticos y de la vida pueblerina, donde no faltaban los guitarreros y quienes hacían gala de sus dotes de cantores y el juego con naipes, dados, la riña de gallos y el juego de la taba y donde también se organizaban bailes y payadas, carreras cuadreras, juego del pato y otras destrezas criollas. No faltaban tampoco las discusiones y peleas que derivaban en los duelos criollos a facón o cuchillo.
Era infaltable el palenque, donde los parroquianos al llegar, ataban sus caballos.
En muchos de estos establecimientos, especialmente los de la campaña, no así los de la ciudad, los pulperos atendían detrás del mostrador que tenía un mínimo de un metro de ancho que los ponía a salvo del alcance de los cuchillos de algún borracho y a través también de unas rejas adosadas al mostrador que llegaban al techo, que podían ser de madera o hierro que los protegiera de borrachos y pendencieros y ocasionales amigos de lo ajeno. –como sucede en la actualidad, también en muchos comercios, lo cual es pura coincidencia –.
En muchas pulperías de la frontera, los parroquianos iban en busca de compañía femenina, las llamadas cuarteleras o chinas, a quienes se las podía encontrar sentadas y fumando según lo relatado por algunos viajeros.
A principios del siglo XIX en la ciudad y campaña de Buenos Aires, existieron cerca de 500 de estos establecimientos, por lo cual el lector, puede imaginarse la cantidad que existían en todo el Virreinato, los que fueron desapareciendo a fines de ese siglo y reemplazados por los almacenes de ramos generales, que vendían todo lo imaginable para aquella época.
No obstante lo dicho, en algunos pueblos de la campaña, todavía suelen existir alguna de estas pulperías, que conservan el aire romántico de pasadas y lejanas historias.
Con respecto a estas litografías de Bacle, la que muestra el interior de una pulpería, podemos observar un pequeño enrejado a la izquierda del mostrador, donde seguramente se encontraba la caja, se observa a un guitarrero, dos soldados y algunos parroquianos y niños. El pulpero está sirviendo una bebida a un concurrente y por arriba de su cabeza, se encuentra la infaltable imagen religiosa, detrás suyo hay una puerta que seguramente daba acceso a las habitaciones particulares. Se pueden apreciar barriles, botellas y otras mercancías y sobre la pared, arriba del enrejado, atados de velas. Sobre la derecha un dependiente atiende a un parroquiano. Como se aprecia, el piso es de mosaico o ladrillo.
La otra litografía que corresponde al exterior de la pulpería podemos apreciar que se encuentra ubicada en una esquina –que en aquella época no había ochava- su entrada daba para ambas calles -Quien esto escribe vió en la ciudad de Humahuaca un comercio exactamente igual a este dibujo–. Se ve a dos militares, uno dentro de la pulpería y el otro por montar a su caballo; en el comercio se observa al pulpero y otros parroquianos, mientras varios niños juegan en la calle. Al lado de la pulpería una dependencia de la misma u otro negocio atiende sobre la calle. Esta pulpería estaba bien ubicada pues la vereda y la calle eran de piedra o una especie de empedrado. Sobre la derecha puede observarse a un vendedor ambulante a caballo –posiblemente un panadero por otros dibujos que hemos visto–. Se aprecia también que en la calle hay personas de distinta condición social, desde una mujer con mantilla seguida por un niño que seguramente lleva una especie de alfombra para ser utilizada por la señora en la Iglesia, un señor que usa galera sobre el borde de la vereda –parte izquierda del dibujo– mientras que en el ángulo inferior derecho se puede ver por la vestimenta que son personas de baja condición.
En la litografía de la pulpería de campaña, se aprecia ésta en su parte externa, se puede ver que la construcción es bastante buena y cuenta con alero de tejas, y con una especie de vereda, mientras que la calle, por supuesto es de tierra.
Debajo del alero hay un guitarrero y otros gauchos que lo observan, un caballo atado al palenque, dos policías montados conversan, tres parroquianos, juegan a la taba –lo que deducimos por la forma del movimiento que insinúa uno de ellos-, otros dos gauchos conversan y a lo lejos se ve a un jinete venir.