domingo, 1 de septiembre de 2013

Estanislao López

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VII N° 28 - Setiembre 2013 - Pags. 1 a 4 

Estanislao López en Buenos Aires

Por El Federal Apostólico

Se han cumplido 175 años del fallecimiento del llamado Patriarca de la Federación, el Gobernador de la provincia de Santa Fé, Brigadier General Estanislao López. Como homenaje a tan insigne personaje de la historia nacional, publicamos estas crónicas sobre las dos oportunidades en las que estuvo en Buenos Aires, invitado por su amigo Juan Manuel de Rosas.

La primera se trató de una visita de cortesía a raíz de una invitación que le había hecho quien años más tarde será elegido Gobernador de la provincia de Buenos Aires y que habría tenido lugar aproximadamente en el año 1822, según lo refiere Manuel Gálvez en su obra  Vida de Juan Manuel de Rosas.

Los pormenores de las fiestas con las que se homenajeó al visitante las dio a conocer el escritor Manuel Bilbao (h) en Tradiciones y recuerdos de Buenos Aires publicada en 1934, cuyo capítulo Una fiesta en Los Cerrillos, se transcribe a continuación.

Patriarca de la federación
Estanislao López. 22 de noviembre de 1786 - 15 de junio de 1838


Mediaba ya una buena amistad personal entre Rosas y López cuando los acontecimientos del año veinte los encontraron en campos adversos.

La batalla de Pavón, librada el 12 de agosto de ese año, entre López y Dorrego, terminó con la derrota del primero. Rosas, con sus colorados, estaba con el segundo. Envalentonado Dorrego con su éxito, invadió Santa Fe contra la opinión de Rosas y Rodríguez, que se retiraron. Dorrego fue batido en el combate del Gamonal, el 2 de septiembre, lo que trajo la paz del 24 de noviembre, en cuyo trato López no dejaba de exigir auxilios que compensaran sus erogaciones, llegando a un punto tal, que don Martín Rodríguez manifestó no ser posible acceder a todo lo que pedía el caudillo santafesino. Tomaban mal cariz las cosas, cuando Rosas, allí presente, hizo que López aceptase lo que se le ofrecía, bajo su garantía personal, lo que aquél aceptó enseguida, firmando el arreglo con la garantía oficial del gobierno de Córdoba.

Fue en esta ocasión en la que López aceptó la invitación que le hizo Rosas para que le visitara en Los Cerrillos ese verano, cuando el horizonte político se despejara.

Cuando López lo creyó conveniente, anunció su visita y se puso en marcha con una regular comitiva. Fue recibido por Rosas con toda clase de agasajos.

Los Cerrillos, en cuyos campos inició su poderío Rosas, estaba de gala. Corrida la voz entre el paisanaje de que don Juan Manuel tenía huéspedes a quienes agasajar, empezó a caer de todas partes, como obedeciendo a una voz de mando, reuniéndose en tres días más de un millar de gauchos, número extraordinario para los tiempos en que la población de la campaña, además de ser escasa, vivía diseminada, cosa que no dejó de llamar la atención del huésped, quien preguntó a Rosas cómo podía hacer eso. A lo que éste contestó de que pasándoles la voz de que los precisaba; y que si les hubiera recomendado urgencia, en mucho menos tiempo los hubiera reunido.

El caudillo santafesino no creyó encontrar tanta riqueza y poder, lo que hizo exclamar que “aquello valía más que todo Santa Fe”, a lo que Rosas le contestó que “todo lo que allí veía estaba a la disposición de sus amigos, en cuya primera línea estaba él”.

En el galpón grande de la estancia se improvisó un gran salón, destinado a la gente de categoría, y afuera, bajo los árboles, otros con cuerdas y lazos de árbol a árbol, techándolos con ponchos y cueros, y teniendo como asientos cabezas de vaca y todo género de apoyos. Por la noche eran alumbrados con profusión de candiles de todo tamaño.

Después de cenar, Rosas a la cabeza de sus invitados se dirigió al salón, donde asumió el papel de bastonero; y a una señal que dio rompió con un gran pericón una orquesta compuesta de cincuenta guitarras. Fue bailado por las parejas que el mismo Rosas había formado y que también dirigió, terminando entre los aplausos y vítores más entusiastas.

Rosas tocando la guitarra
"Rosas tocando la guitarra y Prudencio bailando el gato", Antigua pintura al óleo sobre tela. Sin firma.


Terminado el pericón, don Juan Manuel, en medio de la expectativa general, tomó una guitarra, en la que punteó un gato: y llamando a una criollita, Nicolasa, apodada la Colorada, muy bonita y vivaracha, que además de reunir estos encantos físicos era una eximia bailadora de gato, la presentó a don Estanislao y le invitó a que bailara. Este no se hizo rogar, revelándose en el primer escobilleo un gran bailarín. En la segunda figura, la Nicolasa se superaba a sí misma, lo que entusiasmaba más a López, cuyos pies parecían igualar la agilidad pasmosa de los dedos del gran guitarrista. López terminó el baile con una figura de punta y talón, que fue la novedad de aquella memorable fiesta. A continuación don Juan Manuel bailó un malambo, que fue la admiración de todos, especialmente de López, que declaró que nunca había visto bailar de aquella manera, ni zapatear con más gracia ni originalidad. El baile terminó por la madrugada, retirándose todos a descansar.

Al día siguiente continuaron las fiestas con una gran corrida de sortijas, en la que participaron todos los concurrentes, iniciándola Rosas, quien no erró ninguna, volviéndolas a colocar para que los paisanos las sacaran.

En este juego López se reveló un gran chambón, por lo que dispuso Rosas que se corriera una especial, con jinetes escogidos por él, con la consigna de que nadie sacase la sortija sino López. Como premio colocó un anillo de su uso particular, que tenía un solitario de gran valor y que como estaba previsto sacó López, cuya satisfacción exteriorizaba de todas maneras.

Conversando con Rosas sobre los caballos de éste, López reiteraba a don Juan Manuel su admiración por los mismos: y Rosas que conocía por donde venía su huésped y para salvar a un tordillo negro de su predilección, que según las crónicas era el mismo que montaba cuando el año veinte hizo su entrada en Buenos Aires por la calle Buen Orden al frente de sus colorados, para reponer a Rodríguez, le dijo: “Este es el único que me reservo, porque es de la silla de Encarnación: sino le diría “tómelo”, como puedo hacerlo con los otros; “elija el que más le guste”. No se hizo rogar López y eligió un pangaré1 de una pintura y ligereza poco comunes, que ese día había montado Rosas, mandando que le pusieran su recado

La corrida de sortijas terminó a la hora del almuerzo, al que siguió una buena siesta, pareciendo aquello un campamento militar por el orden y disciplina que reinaba, no viéndose ningún borracho, a pesar de circular el vino, lo que no había dejado de llamar la atención de López, acostumbrado a sus santafesinos, poco respetuosos y subordinados.

Al toque de la gran campana de Los Cerrillos, que llamaba a carnear, toda aquella gente se puso en movimiento, enrollando sus recados, apareciendo al poco rato los asadores con los trozos de carne ensartados. Después del almuerzo se dirigieron a los sitios de baile, que duró hasta que el sol estaba bien alto. Ese día fue el descanso hasta la noche, en que continuó el baile.

Otro de los números preparados por Rosas fue un simulacro de combate entre trescientos indios dirigidos por dos caciques y cien colorados, dirigidos por Rosas.

Los indios con sus lanzas y los colorados con sus sables maniobraron admirablemente a toda carrera, no pudiendo los indios, a pesar de todo su empeño, soportar el empuje de los colorados. Admirábase López de la destreza y defensa del sable contra la lanza. Llegó un momento en que los indios empezaron a tomar en serio la cosa y echaron mano de las boleadoras y bolas, lo que visto por Rosas, y para evitar un combate real, mandó terminar las maniobras, declarando que no había vencidos ni vencedores. Este número fue muy del agrado de López, que así se lo manifestó a Rosas.

Estas fiestas duraron ocho días, y a su terminación hubo un descanso de tres días, que se emplearon en los preparativos para el regreso de los huéspedes.

El día de la partida dispuso don Juan Manuel que de sus tropillas de caballos se le agregasen otros al pangaré de López, lo que hizo el encanto de éste, que emprendió su viaje de regreso como un general en jefe después de haber obtenido grandes triunfos. Rosas y el doctor Maza, que había ido a las fiestas los últimos días, le acompañaron un largo trecho del camino, seguidos de la comitiva que había llevado a López y un regimiento de paisanos que iban quemando cohetes y corriendo carreras A cierta altura del viaje hicieron alto para despedirse. Adelantándose López a Rosas, le dijo: “No lo olvidaré nunca, y cuando usted necesite el apoyo de mi provincia sabrá usted cuánto le estimamos yo y mis santafesinos”. “Lo mismo digo yo”, contestó Rosas, estrechándole ambas manos, “en Los Cerrillos siempre habrá un rancho para el amigo y un par de mil hombres para el aliado”.

El tiempo confirmó esta amistad, que fue inalterable durante la vida de ambos…

 

La otra visita, tuvo lugar en el año 1837, un poco más de un año antes del fallecimiento de López ocurrido el 15 de junio de 1838.

A raíz de una congestión pulmonar que había sufrido en una de sus campañas, el Patriarca de la Federación había enfermado de tuberculosis.

A fin de ayudarlo a su restablecimiento, Rosas envió a su médico personal, el Dr. Santiago Lepper, quien le aconsejó realizara un viaje a Buenos Aires para lograr un mejoramiento en su salud.

La estadía duró desde mediados  de enero a principios de abril.

El gobernador de Santa Fe, vino a Buenos Aires acompañado por su esposa y cinco hijos, además de otros funcionarios, en carruajes que mandó Rosas, quien lo espera en el anochecer del domingo 15 de enero en San José de Flores. Los seis carruajes conduciendo a López y su comitiva y a Rosas y a varios de sus funcionarios, a su llegada al fuerte de Buenos Aires -donde se alojará durante su estadía el visitante- son recibidos con las tropas formadas y una salva de veintiún cañonazos en honor al huésped, después de atravesar la ciudad con las casas embanderadas y con gran recibimiento que le hacen los vecinos de la ciudad, quienes vitorean al santafesino y le arrojan flores a su paso.

Estanislao López

La crónica de la partida se publicó en el periódico editado en Buenos Aires The British Packet and Argentine News, conocido comúnmente como British Packet, el 8 de abril de 1837, cuya traducción fue publicada por José L. Busaniche en Lecturas de Historia Argentina, publicado en Buenos Aires en 1938, cuyo capítulo La despedida oficial a Estanislao López - 1837, dice:

El miércoles último tuvo lugar la partida del general López y su familia; lo que dio motivo a singulares demostraciones.

La calle de la Federación (antes Plata) había sido engalanada, en ambos costados, con ramos de laurel y otros adornos. Las tropas, con sus respectivas bandas de música, formaban a lo largo de la dicha calle, y en los frentes de las casas ondeaban numerosas banderas con que las habían adornado.

A las tres de la tarde llegó Su Excelencia el general Rosas, en su carruaje, a la casa de gobierno en el Fuerte, donde se alojaba el general López con su familia. Iba acompañado Su Excelencia por su escolta de caballería, mandada por el coronel Bustos. Al pasar por frente al Cabildo, la guardia presentó armas y batieron los tambores. Cuando Su Excelencia hubo llegado al Fuerte, sonaron tres cañonazos anunciando su arribo y como señal para que las tropas tomaran las armas.

A las tres y media la comitiva dejó el Fuerte, siendo saludada desde él por veintiún cañonazos y una descarga de camaretas2 que se hizo en el patio. Formaban la comitiva varios carruajes: En el primero iban los gobernadores Rosas y López con una escolta de caballería bajo el mando del coronel Bustos; los coches restantes fueron ocupados por la señora esposa del general López, miembros de su familia y acompañantes de Santa Fe, con sus equipajes. Seguían, a caballo, la comitiva, varios jefes de Estado Mayor, entre los que vimos al Inspector del Ejército, general Pinedo, los generales Guido, Pacheco y Mansilla, los coroneles Eréscano y Planes; se encontraban también el jefe de policía, altos empleados de la administración y un numeroso grupo de ciudadanos. Todos los concurrentes acompañaron a los viajeros hasta San José de Flores.

El Ministro plenipotenciario de Su Majestad Británica, Mr. Mandeville, y Mr. Russell Elliot, Capitán del buque Fly, de la Armada de Su Majestad Británica, presenciaron la partida del cortejo desde el balcón de la casa de don Miguel Riglos, en la plaza de la Victoria.

Uno de los detalles más interesantes del acto lo constituyó la presencia de la hija del general Rosas, doña Manuelita, que se presentó a caballo gentilmente, montada y en compañía de doña Mercedes Fuentes de Rosas, esposa del hijo del general. Ambas iban ataviadas con rigurosos trajes de amazonas y con un velo rojo flotante alrededor del sombrero y marchaban atrás de la cabalgata, recibiendo efusivos saludos de la concurrencia. Con ellas iban también el hijo del general Rosas y otros caballeros de la familia. Doña Manuelita Rosas es conocida como una experta amazona y en esta ocasión lucía todos los encantos de una Diana. Es verdad que sus modales atrayentes y desprovistos de toda ostentación, la han hecho extremadamente popular en Buenos Aires.

El gobernador López llegó a Buenos Aires el 15 de enero último y, según lo hemos oído decir, su salud ha mejorado notablemente. Todo aquel que ha tenido la fortuna de conocerlo, elogia sobre todo sus modales francos y sencillos.

 

1Pangaré: Es el caballo de cualquier pelo con las verijas, el hocico y las entrepiernas de un color más claro que el resto del cuerpo.

2Camareta: Mortero usado en las fiestas populares y religiosas para disparar bombas de estruendo. 


The British Packet and Argentine News, era un periódico semanal  editado en Buenos Aires, en inglés, entre los años 1826 hasta 1858. Se reflejaban en sus páginas, no solo los acontecimientos políticos, sino también vivencias sobre las costumbres, funciones teatrales, recepciones, ceremonias religiosas y militares, y otros hechos ocurridos en el Buenos Aires de entonces, redactados con gran minuciosidad y competencia.

En el año 1976, la editorial Solar/Hachette, publicó en su colección Dimensión Argentina, una recopilación de notas titulado The British Packet - De Rivadavia a Rosas - 1826-1832, efectuada por Graciela Lapido y Beatriz Spota de Lapieza Elli, siendo ese el primer tomo de los que se iban a publicar, pero lamentablemente ese fue el único tomo editado.

Es una obra de gran interés, indispensable para conocer más de cerca la historia de aquella época.