Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VII N° 26 - Marzo 2013 - Pags. 1 y 2
1813 - 3 de Febrero - 2013
BICENTENARIO
DEL HEROICO COMBATE DE SAN LORENZO
Prof.
Nora A. de Fasani *
Combate de San Lorenzo. Óleo de Angel Della Valle. MHN |
Después de la Revolución de Mayo, el Río de La Plata y sus afluentes estaban bajo el dominio de la flota española en el puerto de Montevideo. Los marinos realistas asolaban las poblaciones indefensas del Paraná, con las tropas de desembarco al mando del Capitán Don Juan Antonio Zabala. El gobierno patriota trataba de contrarrestarlos pero con poca fortuna. Para impedir estos ataques, hacia fines de 1811 se le encomienda a Manuel Belgrano artillar la Barranca de la Villa del Rosario, quien en febrero de 1812 levanta dos baterías: la Libertad sobre la barranca, y la Independencia sobre la isla vecina.
Al
sitiarse la plaza realista de Montevideo, los realistas realizaban continuos
ataques para obtener víveres. El 28 de enero de 1813 un parte del Comandante
militar de San Nicolás de Los Arroyos provocó alarma en el Secretaría de
Guerra: “Han pasado hacia el Rosario once buques enemigos compuesto de una
sumaca en cruz y una goleta pequeña y otros barcos menores”; éstos, sumados a
otros comunicados que envió el comandante de San Pedro, llevó al Triunvirato a descartar
momentáneamente una invasión a Buenos Aires.
Se
hacía necesario reforzar la defensa sobre el río Paraná. El entonces Coronel San
Martin, es convocado para que exprese su opinión al respecto y seguramente
ofreció marchar velozmente con los Granaderos a Caballo, casi volar al
encuentro del enemigo y derrotarlo.
Los
Granaderos comenzaron a patrullar y recorrer desde Buenos Aires hasta San
Nicolás, quedando en San Fernando de la Buena Vista un escuadrón al mando del
Capitán Justo Bermúdez, y un piquete de 50 efectivos marchaba a Punta Gorda .
También
varias patrullas de Granaderos vigilaban la costa y los alrededores de Buenos
Aires. A principios de 1813 los realistas de Montevideo fortificaban la isla
Martin García, con soldados voluntarios de Infantería, al mando del Capitán Zabala.
Tenían el propósito de destruir las defensas del Paraná y de ese modo, tener el
camino expedito al Paraguay, los que se oponían al rey y también a las
autoridades de Buenos Aires.
Al
tomar conocimiento de estas acciones el gobierno de Buenos Aires mandó desarmar
las Baterías del Rosario por no ser oportuna y conveniente su defensa.
Al mismo tiempo se dispuso el refuerzo de las Baterías de Punta Gorda. Como complemento de estas medidas la Junta de Guerra, ordenó al Cnel. de Granaderos a Caballo José de San martín, que con una parte de su Regimiento –los mejor instruídos– protegiese las costas occidentales del Paraná, desde Zárate hasta Santa Fe.
Son
casi las nueve de la noche del 28 de enero de 1813, un clarín rasga el aire
cálido con sus sonidos agudos, San Martín sale desde Retiro a la cabeza de sus
Granaderos, para colocarse por tierra a la par del enemigo.
Es
conveniente emprender la marcha con rapidez, contando con los caballos de
refresco que se irían reuniendo en las postas.
A
las doce de la noche de ese 28 de enero llegan a la Posta de Santos Lugares (actual Partido de Gral. San Martin), a cargo de Juan Pedro Coronel, expresando
el Cnel. San Martin en un parte al gobierno “mi sorpresa ha sido la mayor
cuando el maestro de Postas me ha asegurado no haber recibido aviso alguno, por
lo tanto no estaban los caballos de refresco”.
Eran casi las seis de la mañana y no habían podido partir. Esta demora hará que el Correo Dámaso Corro, salga rapidamente a las Postas siguientes para que preparen 250 caballos para el Cnel. San Martín. El 31 de enero detuvo la marcha en San Pedro –100 kms. del río Areco– donde la columna descansó. De acuerdo a los recibos de las Postas, el portaestandarte Ángel Pachecho continuó a la Posta de San Nicolás de los Arroyos.
El
1° de febrero por la tarde se adelantó San Martín y un oficial, ambos vestidos
de paisanos, con un poncho mezcla de hilo y algodón tejido en el país, y un
enorme sombrero de paja, avistando la flota enemiga fondeada frente al Convento
de San Lorenzo.
Este,
es una construcción de grandes claustros rodeada de pinos y arbustos que
proporcionan sombra y fresco a los espacios abiertos, donde se respira
religiosidad, meditación y trabajo de campo.
El
edificio tenía solamente un sencillo campanario aún sin torre. Un pequeño
contingente de realistas desembarcó para pedirles víveres a los frailes, pero
solo se llevaron unas gallinas y melones, porque el ganado vacuno ya lo habían
retirado al interior.
El
grueso de la tropa patriota llegó en la noche del 1° al 2 de febrero, a la zona
de la Capilla del Rosario; habían recorrido 145 kms. En la noche del 2 de
febrero casi a las 22 horas, llegó la Caballería al Convento.
Esto
quiere decir que en 5 días, del 28 de enero por la noche al 2 de febrero, los
Granaderos recorrieron 420 kms. a un promedio de 80 por día. Mitre afirma que “fue la ejecución de una marcha forzada sin
par, ejemplo único en la historia militar.”
Entretanto, la escuadra realista de onmce buques al mando del Capitán de Marina Rafael Ruíz fondeaba frente a San Lorenzo detenidos por falta de vientos favorables –31 de enero de 1813–. Ese día desembarcaron 100 efectivos, los que fueron rechazados por el comandante don Celedonio Escalada.
Esa
misma noche se produce la fuga de un prisionero paraguayo José Félix Bogado,
quien avisa al Capitán Escalada que los realistas cometerían el saqueo de los
caudales que suponían había en el Convento.
En
la Posta de San Lorenzo, San Martin se encontró con un viajero y comerciante
británico descansando en su carruaje, era William Parish Robertson, vinculado al
Foreign Office, quien dejará una excelente narración de los hechos, por haber
sido testigo presencial de los mismos.
En
la noche del 2 de febrero la columna patriota llegó al Convento de San Carlos,
y en silencio, ocuparon el patio trasero. Las celdas estaban calladas y los
Granaderos echaron pie a tierra en el gran patio del convento, sin hacer fuego
ni hablar en voz alta.
San
Martin subió al campanario, y luego de reconocer el terreno, formó su plan de
combate. Al alba del día 3 de febrero, se produce el desembarco realista, a
pocas cuadras del Convento.
San
Martin había hecho desmontar a 12 Granaderos para que defendieran la puerta del
Convento; los restantes estaban detrás de las altas tapias de la huerta.
El
plan era atacar a los realistas con 2 divisiones de 60 hombres cada una. La
mitad estaba al mando del Capitán Bermúdez, quien debía atacar el flanco
izquierdo del enemigo para impedirles la retirada, y el resto con San Martin,
de frente.
Batalla de San Lorenzo. Julio Fernández Villanueva (1858 - 1890) |
Su orden fue no disparar un tiro de las carabinas y las pistolas: Todo sería a sable y espada. Los realistas venían formados en dos columnas de avance paralelas, con bandera desplegada y dos piezas de artillería colocadas al centro. Al sonar tocando a degüello el clarín de guerra de los Granaderos a Caballo, salieron por derecha e izquierda del monasterio, las dos divisiones, sable en mano y en aire de carga. La aparición de los Granaderos sorprendió al Jefe realista Zabala, quien ordenó a los suyos a formar en martillo. Los Granaderos cargaban a despecho de las bajas que le producían los cañones españoles.
A poco de iniciado el combate, es derribado el caballo de San Martín, lo que provocó que el animal se emcabritase, y en su caída aprisionó la pierna derecha del jinete. Este hecho es aprovechado por un soldado enemigo que le tiró un sablazo, que San Martín esquivó rápidamente, tocándole apenas la mejilla izquierda –dejándole una pequeña cicatriz–, cuando se aprestaba a clavarle con su bayoneta, el Granadero puntano Juan Bautista Baigorria de atropellada, mató al agresor, en tanto que el correntino Juan Bautista Cabral lo liberó del peso del caballo, pero éste Granadero es herido mortalmente. Muere diciendo a su Jefe “Muero contento hemos batido al enemigo”. Esta frase es corroborada por el propio San Martin en el parte de batalla.
La
victoria patriota no había tardado mas de 3 minutos en decidirse, y se consumó
en menos de un cuarto de hora. Finalizada la acción, San Martin suministró
víveres frescos para los heridos enemigos por pedido de su Jefe. A la sombra de
un pino añoso, el que todavía se conserva en el huerto de San Lorenzo, San
Martin redactó el parte de la victoria.
Dice
Mitre: “El combate de San Lorenzo, aunque de poca importancia militar, fue de
gran trascendencia para la revolución. Esta victoria tuvo un efecto positivo e
infundió a los realistas un gran respeto por los Granaderos a Caballo y aún mas
respeto y admiración por el Cnel. San Martin”.
* Presidente
de la Asociación Cultural Sanmartiniana “Maipú” del Partido de Gral. San Martín.
Vicepresidente de la Federación de Entidades de Estudios Históricos de la Pcia.
de Buenos Aires.