Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VI N° 22 - Marzo 2012 - Pag. 9
El hombre de dos bandos
Por
Martiniano
Chilavert nace en Buenos Aires en 1801. Era hijo de Francisco Vicente
Chilavert, capitán español que, luego de las Invasiones Inglesas, lo lleva a
España, donde inicia sus estudios. A fines de 1811 padre e hijo viajan a
Inglaterra y, desde allí, el capitán Chilavert, que ha aceptado con ecuanimidad
Chilavert
ingresa al Regimiento de Granaderos de Infantería, y en 1817 es nombrado
subteniente de artillería. Combate bajo las órdenes del general Alvear durante
la invasión de Buenos Aires por el caudillo santafesino Estanislao López;
participa de la victoria de Cañada de
En 1820
Chilavert renuncia al ejército y regresa a Buenos Aires, donde reanuda sus
estudios de ingeniería. Obtenido el título, lo designan ayudante de cátedra de
Felipe Senillosa, ingeniero español que dicta matemáticas en
En 1826 ocurre
la declaración de guerra del Imperio del Brasil contra nuestro país. Chilavert
se alista nuevamente con las tropas comandadas por Alvear, y bajo la jefatura
del coronel Tomás de Iriarte, Comandante de Artilleros, se destaca el 20 de
febrero de 1827 en la batalla de Ituzaingó (Corrientes), donde lo ascienden a
Sargento Mayor. En noviembre de ese mismo año, con la artillería de Alvear
frustra un intento de invasión brasileña en la desembocadura del río Salado.
En diciembre de
1828 sobreviene el levantamiento del general Juan Galo Lavalle contra el
coronel Manuel Dorrego, gobernador de Buenos Aires. La insurrección produce lo
que años más tarde Lavalle confesará como su crimen, el fusilamiento de Dorrego
en los campos de Navarro, y da impulso a la carrera política del estanciero y
comandante de milicias rurales don Juan Manuel de Rosas.
En tanto esto
acontece en Buenos Aires, Chilavert se halla en
En 1836, al
ocurrir en el Uruguay la disputa del poder entre su primer presidente, el líder
del Partido Colorado, Fructuoso Rivera, y el jefe del Partido Blanco, Manuel
Oribe, sucesor de aquél, Chilavert es “cedido en préstamo” por Lavalle a
Rivera, quien le nombra Coronel de su ejército.
En julio de
1839, Lavalle se traslada con sus tropas a la isla de Martín García y decide
recuperar a Chilavert, a quien designa Jefe de su Estado Mayor. En septiembre
de ese año Lavalle desembarca en Entre Ríos y el día 22 obtiene una victoria
con la batalla de Yeruá, triunfo en el que tiene primordial importancia la
artillería que comanda Chilavert.
Pero ya hay
disensiones entre Lavalle y su Jefe de Estado Mayor y de
Durante ese
destierro tiene lugar el 20 de noviembre de 1845 una de las más heroicas
batallas de nuestra historia, la de
En carta de
abril de 1846 ofrece sus servicios a Rosas, aunque declarando honestamente ser
contrario a su línea política: “… por ser
opuesto a mis principios combatir contra mi país unido a fuerzas extranjeras,
sea cual fuere la naturaleza del gobierno que lo rige.”
En mayo escribe también al general oriental Manuel Oribe, contra quien luchara con el ejército de Rivera: “…Considero el más espantoso crimen llevar contra él (el país) las armas del extranjero. Vergüenza y oprobio esperan al que así procede, y en su conciencia llevará eternamente una acusación implacable, que sin cesar repetirá: ¡traidor! ¡traidor! (…) Vi también propagadas doctrinas que tienden a convertir el interés mercantil de Inglaterra en un centro de atracción al que deben subordinarse los más caros del país. La disolución misma de la nacionalidad se establece como principio. (…) El cañón de Obligado contestó a tan insolentes provocaciones. Su estruendo resonó en mi corazón. Desde ese instante un solo deseo me anima: el de servir a mi patria en esta lucha de justicia y de gloria para ella.”
Rosas le envía
un emisario instándolo a regresar a Buenos Aires, le nombra Coronel, y a
comienzos del año 1847 ya está Chilavert ocupado en reorganizar la artillería
del ejército federal, y en defenderse epistolarmente de la acusación de traidor
que pregonan los unitarios exiliados.
Cuando en 1852
llega el enfrentamiento final de Caseros, Chilavert, Comandante de la
artillería de Rosas, lucha hasta que se le terminan las balas de cañón.
Concluida la batalla, tiene oportunidad de huir, pero permanece junto a uno de
sus cañones hasta ser tomado prisionero por el Coronel José Virasoro.
En el cuartel
general del ejército vencedor, establecido en la casona de Palermo en que
residiera Rosas, el 4 de febrero de 1852, al día siguiente del combate de
Caseros, Chilavert se enfrenta con Urquiza en una agria disputa.
Hay dos
versiones sobre el motivo de esta discusión. La más difundida asegura que
Urquiza odiaba a Chilavert por rivalidad en un asunto de amoríos allá por 1830;
la más aceptable, que Urquiza increpó a Chilavert por su cambio de bando y éste
replicó que “mil veces lo volvería a hacer”.
Cualesquiera
hayan sido las causas de la disputa, ésta finaliza con la orden de Urquiza de
fusilar a Chilavert por la espalda, castigo que se imponía a los traidores y a
los cobardes que desertaban del ejército. Orden que, por lo arbitraria,
horroriza inclusive al Estado Mayor del entrerriano.
Arrastrado a una
cuadra del edificio principal de la finca y arrojado contra un paredón, Chilavert exige a gritos ser
fusilado de frente, forcejea con el oficial a cargo del pelotón, recibe un
balazo en el rostro y es ultimado con bayonetas y a culatazos. Su cadáver
permanece insepulto varios días en una zanja, mientras la magnitud del crimen
inicuo cometido por Urquiza convierte al Jefe de Artilleros de Rosas en un
mártir de la causa federal.