Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VI N° 22 - Marzo 2012 - Pags. 4 y 5
Las banderas de Rosas
Por el
Ing. Leonardo Castagnino *
El tema de la bandera de la Confederación Argentina parecía agotado: varios autores revisionistas se refirieron a ella. Sin
embargo, nunca ahondaron en sus símbolos, sobre todo los cuatro gorros de la
libertad que, pese a las repeticiones superficiales, en nada se parecen a los
de Frigia.
Desde
Durante las luchas civiles
entre unitarios y federales se produjeron muchas confusiones, debido a que
ambos bandos usaron los mismos colores; y eso que los federales tenían divisa
roja, heredada de Artigas, López y otros caudillos.
En su expedición al Desierto
(1833-34), Juan Manuel de Rosas llevó una bandera nacional que tenía franjas
azul oscuro en lugar de celeste. ¿Por qué Rosas eligió el azul turquí? Tres
razones pueden explicar dicha elección. Primero, el azul celeste ha sido
siempre un color fugitivo a la luz; en cambio su matiz más oscuro resiste por
más tiempo, al sol, a la lluvia, etc. Segundo, Rosas pensó que el color
argentino era el azul: el decreto de la bandera nacional y de guerra (del 25 de
febrero 1818) así lo estableció; de ahí en más, las interminables confusiones y
discusiones sobre el tema. Y tercero, el celeste siempre fue el color preferido
de liberales y masones. Además, el azul oscuro era un color más noble
"azul real".
El 23 de marzo de 1846 -época
de su segundo gobierno- Rosas le escribió al coronel Vicente González, que
tenía a su cargo
Al celebrarse el segundo
aniversario del regreso de Rosas al poder, el 13 de abril de 1836, se izó la
nueva enseña sobre el Fuerte de Buenos Aires. Después de Caseros, Urquiza le regaló
esa misma bandera a Andrés Lamas que hoy día, se halla en el Museo Histórico
Nacional de Montevideo.
Rosas, poco después, se dedicó
a convencer a los gobernadores provinciales de la necesidad de suprimir el celeste,
y de adoptar la nueva enseña y la divisa federal. Por ejemplo, don Juan Manuel
mantuvo una correspondencia sobre el asunto con Felipe Ibarra (gobernador de
Santiago del Estero), entre abril y julio de 1836. Según José Luis Busaniche,
Ibarra debió mencionarle el tema de los colores nacionales; Rosas le dijo: "Por
este motivo debo decir a V. que tampoco hay ley ni disposición alguna que
prescriba el color celeste para la bandera nacional como aun se cree en ciertos
pueblos". Sin embargo, tanto Ibarra como aquellos pueblos sabían, y
desde 1812, que el color nacional era el azul celeste. Rosas también escribió: "El
color verdadero de ella porque está ordenado y en vigencia hasta la
promulgación del código nacional que determinará el que ha de ser permanente es
el azul turquí y blanco, muy distinto del celeste." ¿Existió ese
código alguna vez? Y le recordó a Ibarra que dos enseñas nacionales -la que
llevó a las pampas y la del Fuerte- tenían los mismos colores, y que las
nuevas banderas para las tropas fueron bendecidas y juradas en Buenos Aires.
La bandera nacional de
El autor anónimo del
"Triunfo del Bello Sexo" (Buenos Aires, 1850) escribió también sobre
lo mismo, cuyo fragmento fue reproducido por el historiador antirrosista
Mariano Pelliza. El desconocido erudito conoció a fondo la heráldica y sus
leyes, y rechazó el celeste considerándolo un medio color y sólo admitió el
azul (debió decir "azur"). Lo que sigue refleja la opinión de
Rosas en tal forma que parece haber sido redactado por él: "(...) El
decir que los individuos que señalaron los colores nacionales prescribieron el
celeste, es un error ofensivo a la capacidad de aquellos dignos patriotas,
error criminal, si fue con consentimiento de causa, e intolerable entre gente
ilustrada, si procedió con ignorancia. Sea como fuere, el Pabellón Argentino
nunca fue, ni pudo ser, sino azul y blanco, y en términos técnicos lo
describiré: faja de plata sobre campo azul [sic: azur], vulgarmente se diría:
azul, blanco y azul."
Por su parte, los unitarios
vieron como negro al azul. Por ejemplo, para Miguel Estévez Saguí, dicho matiz
del azul lo era de oscuridad, de negrura, y como los antecedentes de
Una excelente lección nos da
Julio Irazusta que, si bien no fue vexilólogo por lo menos sabía de banderas.
Lo prueba esta crítica al hombre de ciencia Ramos Mejía: "Con motivo de
la bandera federal, Ramos Mejía apela al registro de
policía para probar que la azul y blanca era perseguida (1,184, n). El
médico historiador no tiene en cuenta que las variaciones de detalle en los
símbolos nacionales no afectan el destino de los mismos. Pocas naciones,
grandes y pequeñas, conservaron siempre idénticas las formas de sus banderas.
Los franceses no fueron menos patriotas por cambiar la bandera blanca del rey
legítimo y sustituirle la tricolor de la revolución. La bandera Argentina
sufrió más variaciones por lo que se refiere al matiz de sus colores y a los
complementos simbólicos agregados, entre su creación y el advenimiento de Rosas,
que las introducidas en ella por don Juan Manuel con el cambio del celeste por
el azul y los cuatro gorros colorados que ponía en cada uno de sus cuatro
cuarteles".
Veamos ahora los símbolos. El
blanco es unión. El azul profundo es la libertad, como el celeste. El sol rojo
-conocido en heráldica como sombra de sol-, significa el amanecer o el
triunfo de la nación. ¿Y los cuatro gorros de la libertad? A mi ver, ellos no
significan victorias militares, ni tampoco el número de las provincias de
La bandera rosista, reconocida
como nacional tanto por nativos como por extranjeros, pasó al destierro junto
con su creador, el día de Caseros.
Y, finalmente, en Inglaterra -lejana patria de los exiliados del mundo-, dejó
de existir don Juan Manuel en marzo de
1877. Sus restos fueron conducidos al cementerio católico de Southampton, y
sobre su féretro, como custodios del vencido en vida, reposaron el sable de San
Martín y la vieja enseña de
* Leonardo Castagnino es
Ingeniero Civil recibido en