jueves, 1 de marzo de 2012

Belgrano - Bandera nacional

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VI N° 22 - Marzo 2012 - Pags. 1 y 2  

Antecedentes relacionados con nuestra Bandera Nacional

Por el Dr. Federico Manuel Julián Gamas

 

Bandera Nacional
Manuel Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano

El 24 de enero de 1812 a las cinco y media de la tarde, Belgrano salió de Buenos Aires al frente de un destacamento con rumbo a Rosario, para instalar dos baterías destinadas a controlar las correrías de los navíos realistas de Montevideo.

Arribó a ese destino -por entonces un simple villorio- el 27 de febrero por la mañana y en la relación que redactaba, consignó: “…Llegados a la Plaza Mayor, se formó en batalla, y habiéndose depositado las banderas en la casa que me estaba preparada…” (1)

El siguiente día 13, pidió al Gobierno que declare “la escarapela nacional que debemos usar, para que no se equivoque con la de nuestros enemigos…” (2)

Atendiendo a esa solicitud, el 18 el Gobierno decretó: “En acuerdo de hoy se ha resuelto que desde esta fecha en adelante se haga, reconozca y use la escarapela nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata declarándose por tal la de los colores blanco y azul celeste…” (3)

Belgrano tras acusar recibo el día 23 de esta decisión del Triunvirato, el 26 de febrero insistió: “…Las banderas de nuestros enemigos, son las que hasta ahora hemos usado, pero ya que VE ha determinado la escarapela nacional con la que ya nos distinguimos de ellos y de todas las Naciones, me atrevo a decir a VE, que también se distinguieran aquellas, y que en estas Baterías no se viese tremolar sino las que VE designe…” (4)

Pero la decisión del Prócer iba tan rápido como su pensamiento y, sin esperar la respuesta del Triunvirato a su propuesta, el día 27, al inaugurar la Batería de la Independencia (ubicada en la isla del Espinillo, en la costa oriental del Paraná), en la todavía inconclusa Batería de la Libertad, mandó enarbolar por primera vez la Bandera celeste y blanca, que con el tiempo sería nuestro máximo símbolo nacional; en el final de la arenga con que la presentó a la tropa, dijo: “Juremos vencer a nuestros enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur, será el templo de la Libertad y la Independencia”. (5)

Ese emblema había sido confeccionado por doña Catalina Echevarría de Vidal, y bendecido por el Párroco del Rosario, Canónico Julián Navarro, siendo quien la enarboló, Cosme Maciel. (6)

Al informar al Gobierno de esa ceremonia, consignó: “Siendo preciso enarbolar bandera, y no teniéndola, mandela hacer celeste y blanca, conforme los colores de la escarapela nacional”.

Bandera Nacional
Belgrano en la batalla de Tucumán. Óleo que se encuentra en el MHN.


Cabe acá hacer un par de aclaraciones.

En primer lugar, tanto las comunicaciones del Prócer, como las sucesivas resoluciones de nuestro gobierno relacionadas con la Bandera, mencionan indistintamente “azul celeste”, “celeste” o “azul”, por lo que mas que variantes en el matiz de ese color cabe presumir que los términos se usaron como sinónimos.

Por otra parte, si la critica historiográfica se inclina por descartar el uso de los colores celeste y blanco en los días de Mayo de 1810, los mismos habían empezado a difundirse y generalizarse poco tiempo después, por lo que su elección no fue iniciativa de Belgrano, sí lo fue en cambio unirlos en paño de bandera.

También señalo que nuestro Padre de la Nacionalidad era hombre de confianza de las autoridades de Buenos Aires, por lo tanto conocía perfectamente la bandera que se enarbolaba en la Fortaleza, y aún recuerdo que las tropas bajo su mando poseían una bandera, por lo que bien pudo enarbolar esa, o de necesitar una de mayores dimensiones, mandar hacerla idéntica a la que había llevado (que probablemente era la que se usaba en Buenos Aires).

No existe documentación incontrovertible sobre la disposición de las franjas en esa bandera.

Una tradición rosarina refiere que se componía de dos fajas verticales, la cercana al asta era blanca y la exterior celeste. Por otra parte en el retrato que pintó en Francia François Casimir Carbonnier en 1815, para el cual posó Belgrano, aparece como fondo una batalla, en la cual flamea una bandera con dos franjas horizontales, blanca la superior, celeste la inferior (concuerda con el cuadro que reproduce la batalla de Maipo, pintada en 1819 bajo la supervisión de Álvarez Condarco).

Para aumentar la incertidumbre en 1885, se encontraron en la capilla de Titiri, dependiente del Curato de Macha de la hermana República de Bolivia, ocultas detrás de dos cuadros, sendas banderas de enormes dimensiones (apropiadas para enarbolarse en una fortaleza), muy antiguas y muy deterioradas: ambas con tres franjas celeste y blanco, pero una con los colores distribuidos tal como actualmente lo están en nuestra Bandera Nacional, en tanto que en la otra era como el “negativo” de la primera: las fajas horizontales, son: blanco – celeste – blanco.

El historiador rosarino Augusto Fernández Díaz, en varios trabajos publicados en la desaparecida Revista Historia que fundó y dirigió el Dr. Raúl Alejandro Molina entre 1958 y 1966, sostuvo que la blanca – celeste – blanca  era la primer bandera que Belgrano enarboló, en tanto que la celeste – blanca – celeste fue la que el Triunvirato, con firma de Rivadavia, le envió el 3 de marzo de 1812, desautorizando su iniciativa, pero esta teoría no es compartida ni por la Academia Nacional de la Historia, ni por el Instituto Nacional Belgraniano. (7)

Esa desautorización no la recibió Belgrano, pues pocos días antes emprendió la marcha para hacerse cargo del Ejército Auxiliador del Perú (o “Ejército del Norte”). Aclaramos que tampoco llevó, en su viaje, la Bandera de su creación, porque pertenecía a la Unidad en que fue enarbolada y no a su Jefe.

El 25 de mayo de 1812 en conmemoración del segundo aniversario de la Revolución, acantonado en Jujuy, Belgrano –previa hacerla bendecir por el Canónico Gorriti– desde los balcones del Cabildo de la ciudad, volvió a presentar “su” bandera al pueblo reunido en la plaza, pronunciando una arenga en la cual entre otras cosas dijo: “…el 25 de Mayo será para siempre un día memorable en los anales de nuestra historia, y vosotros tendréis un motivo mas de recordarlo, cuando en él por primera vez, veis en mi mano la Bandera Nacional, que ya os distingue de las demás naciones del globo…” (8)

Al recibir la pertinente comunicación, el Triunvirato con la firma de Rivadavia reiteró la desautorización, reprendiendo a nuestro General, en términos severísimos; Belgrano se comprometió a deshacer la bandera, y agregó que si alguien le preguntaba por ella, diría que la reservaba para el día de una gran victoria. (No obstante esa prohibición, al abortar la conjuración de Álzaga, el 23 de agosto de 1812 alguien hizo flamear en las torres de la Iglesia de San Nicolás, ubicada donde ahora se encuentra el obelisco de Buenos Aires, 7 banderas celestes y blancas).   

Al instalarse la Soberana Asamblea General Constituyente de 1813, Belgrano cumplió la orden de que sus tropas prestaran acatamiento a la misma, a orillas del río Pasaje (rebautizado por ello Juramento; aguas abajo toma el nombre de Salado) el 13 de febrero de 1813, haciéndolas desfilar delante de la Bandera celeste y blanca, que en esa oportunidad portaba el barón de Holmberg. Al recibir el informe de la ceremonia el Segunto Triunvirato respondió que siendo el tema de la Bandera materia constitucional, lo había girado a la Asamblea.

No existe constancia de que ese Cuerpo haya adoptado una decisión al respecto, pero el uso de la bandera celeste – blanca – celeste a franjas horizontales se fue generalizando: a ella se refiere el Gobernador de Montevideo Pascual de Vigodet en nota cursada a las autoridades de España el 16 de octubre de 1813; el 17 de abril de 1815, ondeó en la Fortaleza de Buenos Aires; el 21 de setiembre de 1815, al enviar el Director Supremo interino Ignacio Álvarez Thomas en campaña de corso a los marinos Guillermo Brown e Hipólito Bouchard les ordenó enarbolar la bandera celeste, blanca y celeste.

Luego de declarada la independencia, el 20 de julio de 1816, el Congreso reunido en Tucumán consagró oficialmente los colores celeste – blanco – celeste “en el modo hasta ahora acostumbrado, en carácter de bandera menor, hasta tanto se definan los jeroglíficos que habrán de adornar la bandera mayor”.

Por último, el 25 de febrero de 1818, el Congreso, sesionando en Buenos Aires, por iniciativa de Diputado Canónigo José Luís Chorroarín, dispuso incorporar en el centro de la franja blanca el sol flamígero de treinta y dos rayos alternativamente rectos y ondulados (señalo que el sol es un antiguo emblema incaico; en heráldica es el símbolo del progreso y de la libertad).

Concluyo que, tras diversas regulaciones, la ley 23.208 (9) dispuso: “Tienen derecho a usar la Bandera Oficial de la Nación, el Gobierno Federal, los Gobiernos Provinciales y del Territorio Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e islas del Atlántico Sur, así como también los particulares, debiéndosele rendir siempre el condigno respeto y honor”; y que el Decreto 824 del 17 de junio de 2011, estableció que la Bandera Nacional deberá permanecer enarbolada las veinticuatro horas del día.

 

(1) “Diario de la marcha del Coronel Belgrano a Rosario”, Instituto Nacional Belgraniano, 1995, pág. 38.

(2) (3) (4)  “Epistorario Belgraniano”, Academia Nacional de la Historia, 1970, pags. 123, 124/125, 126.

(5) (6) Mario Belgrano, “Historia de Belgrano”, Academia Nacional de la Historia, Ed. Espasa Calpe, 1944.

(7) Instituto Nacional Belgraniano, “La Bandera Nacional de la República Argentina” (s/f editado en 2011), págs. 59/61,

(8) Bartolomé Mitre, “Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina”, Biblioteca del Suboficial, 1942, II p. 47.

(9) Según proyecto del senador Mazzuco, sancionado el 25 de julio de 1985, promulgada el 16 de agosto, y publicada en el Boletín Oficial el 20 de agosto del mismo año.