Diario Clarín del 20 de julio de 2024
El 20 de julio de 2024, en la página 2 del diario Clarín, en la columna semanal "Ideas al paso" de Miguel Wiñazky se publicó el artículo "Argentina, el racismo, el fútbol y los mitos".
Por disentir con algunos de los conceptos allí expresados, le mandé una carta al correo electrónico que figura en la publicación (mwinazky@clarin.com), pero que vino rechazada por el servidor en dos oportunidades, por lo que envié otro a institucional@grupoclarin.com para que se le hiciera llegar a dicha persona el contenido de mi carta.
Hasta el momento no recibí ningún acuse de recibo, ni contestación, pero en el caso de recibir alguna respuesta, la misma será publicado en este blog.
Aquí el texto del artículo:
El racismo, el fútbol y los mitos.
A continuación la carta enviada al Sr. Wiñazky
Villa Ballester 25 de julio de 2024.
Señor Miguel Wiñazky
De mi mayor consideración.
Soy suscriptor del diario Clarín desde hace muchos años y los días sábados leo su columna “Ideas al paso”, coincidiendo generalmente con sus apreciaciones.
Pero el motivo de la presente tiene relación a lo publicado en la página 2 de la edición del día 20 ppdo., ya que no comparto en su totalidad con lo allí expresado, lo que atribuyo no a la mala fe, sino al desconocimiento de los hechos históricos reales.
Tengo 77 años y soy abogado ya jubilado en la jurisdicción de la provincia de Buenos Aires, pero con matrícula vigente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Desde la preadolescencia me interesé por la historia y ello fue una constante durante toda mi vida.
Durante trece años a partir de diciembre de 2006, edité el periódico cultural histórico “El Restaurador”, de aparición trimestral y de distribución gratuita (en versión papel y en PDF), llegando a publicarse 54 números, generalmente de 16 pgs. A raíz de la pandemia en 2020, ya no pude seguir con esa tarea y actualmente soy titular del blog periodicoelrestaurador, donde tengo publicados más de 900 artículos sobre historia (incluidos los publicados en aquellos 54 números del mencionado periódico), mayoritariamente de nuestro país.
Es por ello que me atrevo –y con toda humildad– a manifestarle lo siguiente, pidiéndole en un caso su colaboración para indicarme sus fuentes y en los otros, para señalar y acreditar que muchas de sus afirmaciones no se condicen con la verdad histórica.
1. En su artículo, Ud. hace una serie de consideraciones sobre las personas de raza negra en nuestro país en el siglo XIX.
No tengo conocimiento acerca de lo afirmado, sobre que los regimientos de castas “eran segregados. Muy pobremente armados y por eso sacrificados en las vanguardias batalladoras más golpeadas por el fuego enemigo. Hubo entonces un levantamiento de esos esclavos mal armados, reprimidos abiertamente por las jerarquías militares porteñas. Los líderes fueron ejecutados…” Le agradecería si puede pasarme la fuente de tal información, lo que desde ya apreciaría.
Cabe consignar que contrariamente a lo que pasó en otras regiones de América, en el Río de la Plata, los esclavos fueron bastante bien tratados, ya que estaban encargados de realizar tareas domésticas en las casas de sus amos. Por lo general se los consideraba como personas de la familia y asimilados a ella.
Durante las invasiones inglesas, como los otros habitantes de la ciudad, combatieron al invasor con tal valor, que el general Whitelocke, en su defensa ante el Consejo de Guerra que se le formó en Gran Bretaña, declaró entre otras cosas "A mi llegada, esperaba encontrar una gran porción de habitantes preparados a secundar nuestras miras, pero resultó ser un país completamente hostil…No hay un solo ejemplo en la historia que pueda igualar a lo ocurrido en Buenos Aires, donde, sin exageración, todos sus habitantes, libres o esclavos, combatieron con una pertinancia que no podía esperarse ni del entusiasmo religioso o patriótico, ni del odio más inveterado e implacable…”
Note Ud. que Whitelocke habla de los habitantes “libres y esclavos” y efectivamente estos últimos a la par de cualquier otro habitante, combatió al invasor. Si hubieran sufrido maltratos, debiera haber ocurrido exactamente lo contrario, hubieran visto a las tropas invasoras como libertadoras.
El capitán inglés Alexander Gillespie en el libro “Buenos Aires y el interior”, relata cómo era la vida de los esclavos en el Río de la Plata y el trato benévolo que se les brindaba.
Debido a la fidelidad demostrada por esos habitantes de raza negra en las jornadas de la Defensa de Buenos Aires el 5 de julio de 1807 y como premio, el Cabildo decidió manumitir a determinada cantidad de ellos, como así también premiar a las viudas de los que habían perdido la vida en los sangrientos combates.
Pero no todos los esclavos querían dejar de serlo, como lo pidió uno de ellos para no dejar desamparada a su ama, ya vieja.
Le paso el link, donde accederá a la página de mi blog, donde podrá leer sobre lo manifestado por Guillespie y lo decidido por el Cabildo de Buenos Aires y la carta de aquél esclavo:
https://periodico-el-restaurador.blogspot.com/2007/09/algo-mas-sobre-la-reconquista-y-la.html
No desconozco, que muchos negros formaron parte de los ejércitos en las guerras por la independencia, incorporados por sus amos como aporte por la lucha por la emancipación y como reemplazo de la contribución en dinero que debían hacer, o incluso para evitar ser ellos mismos incorporados a los ejércitos.
En la época de los gobiernos de Rosas, los esclavos como los indios y todas las clases sociales, apoyaron al Restaurador, como lo afirma Ricardo Rojas en su obra “La literatura argentina”. Demás está decir que los morenos en esa época contaron con el apoyo del gobernador, quien también con su hija Manuelita eran asiduos concurrentes a las fiestas y candombes de la comunidad africana, como se puede ver en distintas pinturas de la época.
Asimismo debemos destacar que durante aquel gobierno, los esclavos que huían del Imperio del Brasil, eran libres al pisar nuestro suelo patrio, denegando nuestras autoridades la extradición de los fugados, contrariamente a lo que ocurrió después de la batalla de Caseros, en que los esclavos escapados del Brasil, eran deportados nuevamente al Imperio y reintegrados a sus dueños
2. Más adelante en su columna Ud. dice: “Miles de indígenas capturados en las campañas del desierto, la de Rosas primero y la de Roca después fueron liquidados o vendidos como esclavos en ferias oprobiosas en Retiro en el siglo XIX. No se juzga aquí a la historia. Se la describe. Es cierto que estratégicamente su campaña, la de Roca era comprensible y necesaria desde los intereses de un Estado que surgía apoyado por la mayoría de entonces. Roca es uno de los fundadores de la Argentina moderna, pero eso no ocurrió sin sangre”.
Disculpe Sr. Wiñazky, Ud. dice describir la historia, pero lo que “describe” es la historia adulterada, no la verdadera. No quiero ser petulante pero su descripción nada tiene que ver con la realidad de lo sucedido.
2.1 Me llama la atención que siempre aparezca Rosas, pero para denigrarlo con falsas imputaciones.
Rosas, ya siendo niño, habitó las estancias de su familia, en la frontera con el indio, por lo que interactuó con otros niños pampas, jugando con ellos en sus mismos juegos y diversiones, llegando también a aprender y dominar su lenguaje, por lo cual años después compuso una “Gramática” y “Diccionario de la lengua pampa”. Véalo en el siguiente link:
https://periodico-el-restaurador.blogspot.com/2020/11/gramatica-y-diccionario-de-la-lengua.html
Asimismo y ya como Gobernador introdujo entre los indígenas la vacuna antivariólica (el “gualichu” como le decían los indios), ya que esa enfermedad ocasionaba innumerables víctimas entre esa población y ante el temor manifestado por ellos de aplicarse esa vacuna, Rosas se la hizo inocular en presencia de ellos dando el ejemplo y para inspirarles confianza de que ello era beneficioso para la salud. Por esa acción que lo destacó como benefactor de la humanidad, la Sociedad Janneriana de Londres, lo designó como miembro honorario de la institución.
Cuando Rosas se presentaba a parlamentar o tratar con los distintos caciques y tribus, lo hacía yendo solo y sin escolta, porque era respetado por ellos y nunca fue enemigo de los indios porque sí.
Durante sus gobiernos, aplicó lo que se ha llamado el “trato pacífico” con ellos, por lo que los malones contra las poblaciones especialmente fronterizas decrecieron y con posterioridad a su derrocamiento los malones volvieron a azotar grandes zonas de nuestro país.
Rosas en sus estancias, también había indígenas trabajando, enseñándoles tareas que les permitieran ascender en la escala civilizatoria.
Además Ud. a lo mejor ignora, que entre distintas tribus había matanzas en las que no se daban cuartel y para evitarlas, Rosas hizo afincar algunas tribus cerca de los fortines de la frontera, proveyéndoles de elementos para el cultivo, semillas, arados, etc., para asentarlos en el suelo y dejaran de ser nómades, a la vez de protegerlos de tribus más belicosas.
Le aconsejo lea sobre la masacre de Masallé ocurrido en el año 1835, cerca de Epecuén, provocada por Calfucurá –quien había venido de Chile–, contra tribus de los borogas, asesinando a traición más de mil entre los que se encontraban varios caciques, guerreros y mujeres y niños. ¿Qué me cuenta…?, ¿Lo sabía?
Además omite mencionar Ud. que tanto Rosas como Roca después, fueron acompañados en sus campañas al desierto por grandes grupos indígenas. A Rosas lo acompañaron los caciques Catriel, Cachul, Llanquellen, Pablo, Nicasio, Antuán entre otros y sus 600 guerreros.
La “guerra contra el indio”, como displicentemente suele decirse no existió, lo fue solo contra algunas tribus en las cuales habían encontrado refugio algunos jefes unitarios como “Baigorrita”, que estaban alentadas por comerciantes trasandinos a quienes los indígenas vendían el ganado robado al este de la cordillera y que además “arriaban” con mujeres y niños principalmente, llevándolas a sus tolderías donde las sometían a la esclavitud, –salvo contadas excepciones–, además había un propósito racial, pues además de resultarles a los indígenas más atractivas las cristianas que las “chinas”, la cruza entre indios y cristianas, originaba un tipo de “indígena”, más corpulento, mejorándose la raza.
Por supuesto que hubo muertos indígenas en tales campañas de esas tribus “rebeldes”, como también hubo muertos entre los soldados e indios que formaron parte de tales expediciones.
Durante los gobiernos de Rosas, los indígenas venían a la ciudad, con el fin de intercambiar mercancías, como ponchos, plumas, cueros, etc. Hay pinturas que así lo acreditan y no había ningún problema con ellos.
No hubo un “plan de exterminio” y menos por parte de Rosas como con mala fe se dice, sino la intención de integrarlos a la civilización y que dejaran ciertas costumbres bárbaras, algunas de las cuales, son relatadas por Prudencio Arnold en “Historia de un soldado”.
Como bien lo afirma Ricardo Rojas en su obra mencionada –entre otros– Rosas contaba con el apoyo de toda la población entre ellos los negros y los indios.
No existieron ni el exterminio de indios como Ud. da a entender, ni el destrato hacia ellos, solo la guerra fue contra aquellos que asaltaban poblaciones, destruyendo y quemando viviendas, llevándose cautivos e innumerables cabezas de ganado.
He aquí algunas opiniones de caciques sobre el gobernante porteño, como el de Cipriano Catriel, según surge del libro “Roca y Tejedor” de Julio A. Costa (2da. parte, 2da. edición, Talleres Gráficos Mario, Buenos Aires, 1927) “... por ser buen defensor de la tierra, a nuestro hermano Juan Manuel indio rubio y gigante que vino al desierto pasando a nado el Samborombón y el Salado y que jineteaba y boleaba como los indios y se loncoteaba con los indios y que nos regaló vacas, yeguas, caña y prendas de plata. Y mientras él fue Cacique General nunca los indios malones invadimos, por la amistad que teníamos con Juan Manuel. Y cuando los cristianos lo echaron y lo desterraron, invadimos todos juntos”.
Lucio Victorio Mansilla, volcó con total detalle las experiencias vividas en su expedición pacífica a la tierra ranquel en unas cartas que fueron publicadas a partir de fines de mayo de 1870 en el diario La Tribuna de Buenos Aires, que posteriormente fueron publicadas bajo el título “Una excursión a los indios ranqueles”, donde entre otras cosas cuenta que “Mariano Rosas –indio al que las tropas de Rosas tomaron prisionero siendo niño y a quien Rosas hizo bautizar y le dio su apellido y trabajó en sus estancias donde aprendió las tareas campestres–conserva el más grato recuerdo de veneración por su padrino; hablaba de él con el mayor respeto, dice que cuanto es y sabe se lo debe a él; que después de Dios no ha tenido otro padre mejor; que por él sabe cómo se arregla y compone un caballo parejero; cómo se cuida el ganado vacuno, yeguarizo y lanar, para que se aumente pronto y esté en buenas carnes en toda estación; que él le enseñó a enlazar, a pialar y a bolear a lo gaucho”.
“Que a más de tales beneficios le debe el ser cristiano, lo que le ha valido ser muy afortunado en sus empresas”.
Durante toda su vida Mariano usó su apellido “Rosas”.
Hacia 1835, un año después de haber concluido la campaña al desierto, llegó al interior de la provincia la noticia de que Rosas asumiría de nuevo el gobierno, por lo que el 24 de junio aparecen en la Guardia del Azul una cabalgata de cuarenta jinetes indios encabezados por Catriel, Cachul y Nicasio para festejar. El primero embrazaba un gran retrato de Rosas y se dirigieron todos a la plaza del poblado donde Catriel pronunció un discurso frente a numeroso público “Juan Manuel es mi amigo. Nunca me ha engañado. Yo y todos mis hermanos moriremos por él. Si no hubiera sido por Juan Manuel, no viviríamos como vivimos en fraternidad con los cristianos. Mientras viva Juan Manuel pasaremos una vida tranquila al lado de nuestras mujeres e hijos. Las palabras de Juan Manuel son lo mismo que la palabra de Dios. Todos los que están aquí saben que lo que Juan Manuel nos dijo ha sido cierto. Nunca nos mintió”. Así surge de “Partes detallados de la expedición al desierto de Juan Manuel de Rosas en 1833, escritos comunicaciones y discursos”, recopilados por el coronel Juan Antonio Garretón, (Edit. Eudeba 1975, pág. 50/1). Le mando el link:
https://periodico-el-restaurador.blogspot.com/2012/12/cara-y-ceca-jorg-oscar-sule.html
2.2 En cuanto a la campaña de Roca, en la revista “Viva”, suplemento dominical del diario Clarín, salió publicada en la edición del día 7 de julio de 2013 en la columna “La historia en foco”, del “historiador” Felipe Pigna, el artículo “La crueldad de la oligarquía”, que por su título comprobamos su carácter lacrimógeno, artículo lleno de inexactitudes, por lo cual le escribí a su correo electrónico rebatiendo su postura, pero nunca me contestó. Por el contrario en dicha revista en la sección “Lectores”, se publicó mi carta sobre el tema, el 28 del mismo mes.
Le mando el link para que pueda leer el artículo de Pigna, mi contestación y la publicación de mi carta a la revista “Viva”:
https://periodico-el-restaurador.blogspot.com/search?q=revista+Viva+-+Pigna+-+Chivil%C3%B3
Asimismo le envío el link para que pueda acceder a un extraordinario artículo de Rolando Hangling, sobre el tema de los mapuches y las campañas al desierto, por demás interesante y le aconsejo no se pierda su lectura:
https://periodico-el-restaurador.blogspot.com/2021/10/la-cuestion-mapuche-rolando-hanglin.html
No quiero entretenerlo más y solo resta despedirme de Ud. con la mayor consideración.
Norberto Jorge Chiviló
periódicoelrestaurador@yahoo.com.ar