“Valores
religiosos” suplemento de Clarín 9/7/2019
ANTE LA
EXTENDIDA CREENCIA DE QUE ERA MASÓN
La catolicidad de San Martín en sus palabras y gestos
Por: Roberto Colimodio *
Documentos
históricos revelan que el Libertador de América era católico y practicaba su fe
en sus misiones militares, en sus funciones políticas y en su hogar. Devoción
por la Virgen.
La figura del General Don José de San Martín en el colectivo imaginario
tiene numerosos “misterios” para desentrañar o aclarar. Su rica historia está
teñida de versiones bien y mal intencionadas que no se condicen con los hechos
veraces y documentados. Uno de esos “misterios” corresponde a su fe. ¿Era San
Martín un católico practicante? ¿Era masón? Brevemente, y respecto a su
supuesta pertenencia a la masonería diré que no hay documento o testimonio
alguno que así lo demuestre. Ni siquiera, dos famosos masones como Mitre y
Sarmiento lo reconocen como par, como tampoco reconocen a la Logia Lautaro, de
la cual San Martín fue fundador en América, como masónica.
Pero respondamos sobre su fe, sus ideas y prácticas religiosas, apreciadas en
su correspondencia privada, sus disposiciones gubernamentales y
reglamentaciones internas de sus ejércitos.
Prácticas religiosas y militares
En el motín de Cádiz de 1808, siendo edecán del linchado general Solano, buscó
asilo en una ermita de la Virgen. La turba, enfurecida, perdonó su vida, al
ampararse en la Madre de Dios.
En el Regimiento de Granaderos a Caballo creado en 1812 por San Martín, dictó
los reglamentos internos y estuvo en los detalles de su organización, incluyendo
diaria y semanalmente las prácticas del buen cristiano: “Rezo de oraciones por
la mañana luego de tocar diana y el Rosario todas las noches. Domingos y días
festivos Santo Oficio de la misa por el capellán del Regimiento en la Parroquia
del Socorro”
En Mendoza, en el Ejército de los Andes, se oficiaba la misa en el campamento
con un altar portátil que el propio San Martín solicitó a Buenos Aires en 1815.
Frente al altar, el General y su Estado Mayor asistían al oficio y a la plática
del Capellán Güiraldes.
“Todas estas prácticas religiosas se han observado siempre en el regimiento,
aún mismo en campaña. Cuando no había una iglesia o casa adecuada, se
improvisaba un altar en el campo, colocándolo en alto para que todos pudiesen
ver al oficiante”. – Memorias del Cnel. Carlos A. Pueyrredón.
En carta que Belgrano le envió a Tucumán le aconsejaba: “La guerra no debe
usted hacerla solo con las armas, sino afianzándose siempre, en las virtudes
naturales cristianas y religiosas en la fe católica que profesamos, implorando
a Nuestra Señora de la Merced nombrándola generala”.
Su devoción por la Virgen
Pocos días antes de iniciar el cruce de los Andes proclamó a la Virgen del
Carmen patrona del ejército; ceremonia que describieron Gerónimo Espejo
y Damián Hudson. A las 10 junto a la iglesia de San Francisco se formó la
procesión. Marchaban “San Martín, de gran uniforme, con su brillante Estado
Mayor y lo más granado de la sociedad mendocina. Hubo misa solemne, panegírico
y tedeum. Al asomar la bandera junto con la Virgen, el general San Martín le
puso su bastón de mando en la mano derecha”
Ratificó su devoción el 12 de agosto de 1818 “La decidida protección que ha
presentado al ejército su patrona y generala, nuestra Madre y Señora del
Carmen, son demasiado visibles. Un cristiano reconocimiento me estimula a
presentar a dicha Señora el adjunto bastón como propiedad suya, y como
distintivo del mando supremo que tiene sobre dicho ejército.
Acciones de Gobierno
En Perú también demostró su catolicismo con disposiciones acordes, por ejemplo
el primer artículo del Estatuto del 8 de octubre de 1821 que regulaba los actos
de su propio gobierno:
“La religión católica, apostólica, romana es la religión del Estado. El
gobierno reconoce como uno de sus primeros deberes el mantenerla y conservarla
por todos los medios que estén al alcance de la prudencia humana. Cualquiera
que ataque en público o en privado sus dogmas y principios, será castigado con
severidad a proporción del escándalo que hubiere dado”.
Después de la entrevista de Guayaquil se despidió de Perú con actos que llevan
el sello de sentida religiosidad. El 22 de agosto de 1822, ordenó grandes
vísperas en honor de Santa Rosa y el 30 solemne misa y procesión. San Martín
publicó un decreto para la instalación del Congreso y las funciones religiosas,
sobre la protestación de la fe y juramento que debían prestar sus integrantes:
“¿Juráis conservar la santa religión católica, apostólica, romana como propia
del Estado y conservar en su integridad el Perú?”
Vida Personal
Las ideas católicas de los padres del Libertador ambos terciarios dominicos y
cofrades de Nuestra Señora de la Blanca hablan de tradición familiar
auténticamente cristiana.
Conoció a su futura esposa durante una misa de Gloria, en el templo San Miguel Arcángel.
Contrajo matrimonio con Remedios de Escalada, con misa de esponsales,
recibiendo la bendición y comunión como verdadero cristiano. “No era muy común
entonces el comulgar en días de bodas”, dice el historiador Guillermo Furlong;
pero San Martín, como buen católico, oye misa, confiesa y comulga al construir
su cristiano hogar”.
Correspondencia privada
Conservó durante muchos años un rosario de madera del monte de los Olivos,
obsequiado por una hermana de caridad que cuidó de él después de Bailén, en
1808. Dicho rosario, hoy en el Museo de Granaderos, fue donado por la familia
de Manuel de Olazábal a quien San Martín se lo regaló en 1820 “para que le
trajera suerte y se recuperara de sus heridas. Lo usó siempre y se lo vi
suspendido del cuello debajo de la casaca a manera de escapulario”.
“¡Gran Dios! Echad una mirada de misericordia sobre las Provincias Unidas. Sí
amigo mío, toda la protección del Ser Supremo se necesita para que ellas no se
arrepientan de tal elección. Él lo dirá”. A Tomás Guido, Bruselas, 6 de enero
de 182
A Dominga Buchardo de Balcarce, su futura consuegra: París, 15.de diciembre
de1831. “Dios ha escuchado mis votos, no solo encontrando reunidas estas
cualidades en su virtuoso hijo, don Mariano, sino también coincidir el serlo de
un amigo y compañero de armas”
A Tomás Guido el 15 de abril de 1843: “Quiera Dios oír mis votos, en su favor,
ellos serán siempre porque terminen nuestras disensiones y renazcan los días de
Paz y unión de que tanto necesita nuestra patria para su felicidad”.
“En el nombre de Dios Todo Poderoso a quien reconozco como hacedor del
Universo”: testamento del 23 de enero de 1844.
Su muerte
San Martín falleció con un crucifijo en el pecho, no recibió los últimos
sacramentos por su muerte repentina. Su responso se rezó en la iglesia de San
Nicolás y sus restos embalsamados fueron depositados por 11 años en la cripta
subterránea de la catedral de Boulogne, no en algún templo o cementerio
masónico. Desde 1880 descansa en la catedral de Buenos Aires.
* Miembro de la Academia Argentina de la Historia y de la Academia
Sanmartiniana.
* Roberto Colimodio, es Historiador, Miembro de Número de la Academia Argentina de
la Historia, Miembro Correspondiente por la provincia de
Buenos Aires de la Academia Sanmartiniana, del Instituto Nacional Belgraniano,
de la Junta de Historia de la provincia de Corrientes y de los Centros de
Estudios Históricos y Genealógicos de San Juan, Entre Ríos y Merlo (San Luis).
Columnista de los diarios argentinos Los
Andes, El Ancasti, Clarín, Perfil.com, Infobae