Publicado en el Periódico El Restaurador - Año XII N° 45 - Diciembre 2017 - Pags. 10 y 11
El cumplimiento de una deuda de honor del Reich alemán
El desagravio a la bandera nacional
Por Norberto Jorge Chiviló
Postal de época |
Debido a las contingencias militares que se fueron desarrollando durante la última etapa de la Gran Guerra, contrarias a las armas de los ejércitos alemanes y especialmente en lo que respecta a su armada imperial, impidieron que un buque de esa nacionalidad pudiera trasladarse al Río de la Plata a fin de proceder al desagravio de la bandera argentina, tal como se había obligado esa potencia ante nuestro país, por el hundimiento de la goleta Monte Protegido y del vapor Toro, por parte de submarinos alemanes, no pudiendo así realizarse tal ceremonia en tiempo y forma.
Un par de años después de finalizada la guerra y vencida Alemania, en agosto de 1921 y durante la República de Weimar, la Cancillería alemana hizo saber a su par argentina de la intención de realizar aquel desagravio y cumplir con una deuda de honor que tenía hacia un país que había mantenido una total neutralidad en el conflicto pasado.
En razón de las dificultades de agitación social y política por la que estaba aravesando ese país en aquellos momentos, hacía dificultosa también el desplazamiento de un buque de guerra hasta nuestro país para cumplir con el acto reparador y por ello ofrecía realizarlo en tierra alemana, en la base naval de Kiel, sobre el Báltico y a bordo de un acorazado de su marina. El ministro Honorio Pueyrredón aceptó el ofrecimiento.
El detalle de la ceremonia, tratado con solemnidad, fue pasado a nuestra embajada en Berlín y de ahí a Buenos Aires para ser aprobada por el Ejecutivo.
Tal trascendental acto fue fijado para ser efectuado el 22 de setiembre de dicho año.
Los diarios argentinos de aquellos días, anoticiaban a sus lectores de tal trascendente acontecimiento: La Nación anunciaba “Hoy será saludada en Kiel la bandera argentina” y al día siguiente: “Fue saludada la bandera argentina en Kiel”, por su parte el diario oficialista La Época, publicaba “Hoy se realizó en Kiel el saludo a la bandera argentina”.
En ambos diarios, que pude consultar en la Hemeroteca de la Biblioteca del Congreso de la Nación, se hizo una crónica, bastante completa de la ceremonia realizada.
La Nación, informaba que “El corresponsal de La Nación se había dirigido a Kiel para asistir a la ceremonia que resultó imponente.
No habiendo sido recibida la prensa a bordo del acorazado, el corresponsal debió fletar una canoa-automóvil, con lo cual pasó en derredor del acorazado, para presenciar de ese modo la ceremonia.
El tiempo primeramente sombrío, aclaróse, y la celebración cumplióse con buen éxito”.
La comisión argentina presidida por el ministro Dr. Luis B. Molina e integrada por funcionarios de la embajada y del consulado, agregados militares y representantes de la colectividad argentina, fue acompañada desde Berlín a Kiel por una importante comitiva designada por el Departamento de negocios extranjeros del Reich, presidida por el Secretario de Estado von Simons.
El puerto de Kiel, fue engalanado para tan trascendente ocasión y para recibir a la delegación argentina se encontraban presentes los comandantes de la estación naval, de la escuadra del Báltico y del acorazado Hannover, donde se iba a llevar a cabo la solemne ceremonia de desagravio y demás funcionarios y autoridades alemanas.
Al abordar la nave, la delegación argentina fue saludada por la oficialidad del navío, ataviados con sus uniformes de gala, mientras que una guardia de honor y la marinería presentaban armas, en esos momentos la bandera argentina era izada en el palo mayor a la cual los marinos alemanes saludaron militarmente, mientras se escuchaban los acordes de nuestro himno, todo ello envuelto en un clima solemne y de gran emotividad.
Ambas comitivas pasaron al salón principal del acorazado, donde se sirvió un lunch, en cuyo transcurso, el representante del Ministerio de Relaciones Exteriores del Reich, Von Simons en nombre de su país dirigió las siguientes palabras al ministro Molina y los restantes miembros de la delegación argentina:
“Como representante del gobierno del Reich, tengo la honra de saludar a su excelencia como representante del gobierno argentino a bordo de este buque de guerra alemán... El origen de este acto data de más de cuatro años. En esa época fueron hundidos por fuerzas navales alemanas los buques argentinos Monte Protegido y Toro y por ese entonces expresó al gobierno argentino que los sucesos no se basaban en manera alguna en una falta de consideración al pabellón nacional argentino, que como símbolo de la soberanía del pueblo amigo es honrado y respetado por todos los alemanes.
Por consiguiente el gobierno alemán no vaciló en dar su promesa de que se aprovecharía la primera oportunidad para hacer saludar la bandera argentina por la marina alemana.
El gobierno alemán cumple con la obligación, tiempo atrás aceptada con el mayor agrado, máxime cuando se trata de dar una justa satisfacción a la nación que observara, respecto de Alemania y hasta la terminación de la guerra, la más estricta neutralidad.
Desgraciadamente no ha sido posible llevar a la práctica el deseo primordial de enviar a aguas argentinas un buque de guerra alemán.
Pero no han de perder su importancia las demostraciones en honor del pabellón argentino que se efectuarán en la zona marítima alemana.
Fórmense con ellas un nuevo lazo de las estrechas y amistosas relaciones que siempre existieron entre la Argentina y Alemania”.
Ese discurso fue muy aplaudido, contestándole visiblemente emocionado el Dr. Molina:
“Mi gobierno valora altamente el homenaje que el gobierno alemán tributa al pabellón argentino en virtud del compromiso contraído con motivo del hundimiento de los buques Monte Protegido y Toro.
En horas tristes para la humanidad y la defensa de los principios y derechos que conceptúa indeclinables, el gobierno argentino tuvo todas las exigencias que las circunstancias imponían.
El gobierno alemán respondió dignamente acordando las satisfacciones pedidas con la declaración de que los sucesos como acabáis de recordarlo, no se basaban en modo alguno en una falta de consideración a la bandera argentina que es hoy honrada y estimada por todos los alemanes y cumple fielmente las promesas hechas entonces.
El desagravio hecho hoy en forma solemne en un buque de guerra alemán, da plena satisfacción al gobierno y llena de júbilo al pueblo argentino, que se halla deseoso de estrechar cada vez más los vínculos de amistad con Alemania. Al agradecer el saludo que habéis dirigido como representante del gobierno del Reich, cúmpleme expresar en nombre del Presidente de la Nación, que el gobierno argentino aprecia en todo su valor las demostraciones que se hacen en honor de las amistosas y tradicionales relaciones entre vuestro país y el mío”.
Cuando finalizado el acto y al retirarse la delegación argentina, fue saludada con una salva de quince cañonazos y la bandera argentina fue izada en el palo de proa del Hannover.
Alemania había cumplido así, con el compromiso oportunamente asumido.
Nuestra embajada en Berlín comunicó de inmediato a la Cancillería de la “inolvidable ceremonia realizada” en desagravio a la bandera nacional y recién entonces el gobierno de Hipólito Yrigoyen, dio por cerrado el incidente, originado cuatro años antes con motivo del hundimiento de aquellos dos navíos.
La Época, en un artículo titulado “La moral de un episodio”, publicado el mismo día 22 de setiembre, destacaba la actitud diligente del gobierno de Yrigoyen con respecto a los hechos relatados, comparándola con la asumida por el anterior gobierno de Victorino de la Plaza, con respecto al apresamiento del vapor “Presidente Mitre”, por barcos de la Royal Navy: “…Si justa fue la reclamación argentina, ampliamente satisfactoria es la actitud de las autoridades alemanas, que han reconocido la procedencia incuestionable de tal reclamación. Por lo que hace a esta misma, se sabe bien con que diligente actividad y franca energía supo demostrar nuestro gobierno que velaba por el decoro del país, contrastando su conducta con la pasividad de otros días, tan cercanos ellos que no puede olvidarlos el sentimiento nacional, que experimentó una lesión profunda ante los vandalismos de Dinant (1) y el atropello contra el vapor ‘Presidente Mitre’. Destacamos la información del acontecimiento hoy celebrado como la probanza concluyente de que el actual gobierno ha velado por la honra de la Nación con el religioso escrúpulo que exigía su misma dignidad. Así se cumplen los deberes superiores. El episodio es un timbre de altivez que define toda una conciencia”.
Esta fue la tercera vez que nuestra bandera fue desagraviada y saludada por potentes potencias de su época. Las dos primeras veces tuvieron lugar durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, con motivo del bloqueo francés primero y años más tarde con relación a la intervención anglofrancesa.
Estos son hechos que nunca debemos olvidar los argentinos, ya que honran nuestra historia y forman parte de las glorias de la Nación.
(1) Se refiere al fusilamiento del ciudadano francés Remy Himmer, vicecónsul argentino en la ciudad belga de Dinant, por parte de las tropas alemanas, hecho ocurrido el 23 de agosto de 1914. Además de este desgraciado acontecimiento, las tropas germanas destruyeron los archivos del Consulado y arriaron la bandera argentina. Pero el gobierno de Victorino de la Plaza, en una actitud muy tibia, cerró el caso sin exigir las reparaciones correspondientes.
Bibliografía.
Alén Lascano, Luis C. “Argentina y la Gran Guerra”, revista Todo es Historia N° 69, enero de 1973.
La Época, diario, Año VI, N° 2003.
La Nación, diario, Año LII, N° 17957, 19758