REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA
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Una visión de varios viajeros sobre nuestra forma de ensillar
Recado o apero criollo |
Lo que más les llamaba la atención era la gran cantidad de elementos utilizados
Sin dudas, el recado (montura
particular del gaucho argentino) fue para nuestro hombre de campo, la solución
a sus largos viajes por este país extenso, fue herramienta de trabajo y cama,
fue su primera morada,
Un viajero inglés, no
identificado, referenciaba en 1820: “La costumbre española de llevar los estribos
largos ha sido generalmente aceptada, y me parece mucho más elegante que la
nuestra. Los paisanos galopan millas llevando en el estribo tan sólo un dedo
del pie” se refiere a estribar entre los dedos. Más adelante refiere al uso de
riendas y estribos de plata y dice que en los lujos, el gaucho parece un jinete
árabe pero con mejor gusto.
Alexander Caldcleugh,
quien anduvo por Buenos Aires en 1821, comenta sobre el recado porteño:
“Adquirí un recado porteño, cuyas prendas sirven también para formar una cama bastante
pasadera. Colócanse primero, sobre el caballo, bastantes mantas de lana
(matras), para que no pase el sudor que es excesivo debido al calor y al duro
trabajo del animal; sobre las mantas se pone una pieza de cuero curtido con varios adornos y encima la silla o recado”.
Recordemos que recado es el conjunto de todas las piezas. Luego dice: “Una cincha
fuerte con dos argollas de hierro sujetan el recado al lomo del caballo. Un
cuero de oveja (el cojinillo) y un cuerito (el sobrepuesto), apretado por otra
correa, completan el equipo de montar”. Y en coincidencia con el testimonio
anterior termina: “Los estribos son pequeños y se usan muy largos”.
En 1847, William Mac
Cann, un conocido viajero que mucho ha escrito sobre nuestras costumbres, así
describía las riendas del gaucho: “Las riendas son de cuero crudo, trenzado,
muy fuerte, y el freno de manufactura inglesa, aunque de modelo español”.
Después de describir el conjunto de matras tejidas en lana que van debajo del
lomillo, Mac Cann advierte que ese conjunto de prendas cumple la función del
mandil que se utiliza debajo de la silla inglesa y que fuera utilizado en
nuestro país a fines del siglo XIX y principios del XX hasta nuestros días.
A mediados del siglo
pasado un viajero llamado Skogman, sorprendido por la estructura de nuestros
recados escribe: “Las monturas aquí empleadas, difieren mucho de las conocidas
entre nosotros (no conocemos su país de origen). Están construidas de una serie
de piezas sueltas, cuya enumeración sería cansadora”. A este observador también
le llamaron la atención los estribos y la forma de utilizarlos por nuestro
hombre de a caballo. “Los estribos son pequeños y apenas permiten apoyar la
punta de los dedos. Los paisanos casi no los utilizan, o bien se conforman con
un par de palitos sujetos en una correa y de los cuales se sirven
aprisionándolos entre los dedos de sus pies descalzos”. Skogman no pudo dejar
pasar la notable docilidad del caballo del gaucho manifestando: “El freno
fuerte obliga a montar con mano liviana, pero en general los caballos no son
duros de boca y resultan cómodos y agradables para montar. Saben detenerse casi
instantáneamente aunque vengan a gran velocidad y se gobiernan al menor
movimiento de la mano”.
Como podemos observar, éstos y muchos otros hombres (Hinchliff, Coni, Hutchinson, d’Orbigny), han sido sorprendidos por nuestra particular forma de montar y porque a lo largo de nuestro suelo se han encontrado con tantas formas distintas como toponimias tiene nuestro país. Recordemos que ante la única silla del “cow-boy” y del “charro”, nosotros tenemos ocho recados distintos, por ser este un país con tradición ecuestre de Norte a Sur y de Este a Oeste. Afortunadamente.
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Al recado criollo también se lo llama apero criollo