domingo, 8 de diciembre de 2024

INFOBAE - Notre-Dame - La edad media

Portal INFOBAE del 8 de Diciembre de 2024


Notre Dame: la maravilla arquitectónica que desmiente el cliché del oscurantismo medieval


“Ni que estuviéramos en la Edad Media”. ¿Quién no ha escuchado alguna vez esta frase en alusión a lo retrógrado, anticuado, opuesto a la libertad, etc. Pero la asociación de ese largo período con el inmovilismo, la violencia y la oscuridad es una “construcción”, como les gusta decir a los autopercibidos modernos. Por Claudia Peiró


Notre-Dame
La construcción de la catedral de París comenzó en 1163

Siempre me llamó la atención que un período de la historia cuyo nombre convencional -Edad Media- remite a una transición tuviese una duración ni más ni menos que de diez siglos. Diez siglos de intervalo.

Un milenio durante el cual, según la imagen más difundida y popularizada, no pasó gran cosa, salvo la servidumbre y las guerras. A nivel cultural, un estancamiento o solo arte sacro -y esto presentado como algo muy negativo por supuesto-; a nivel social, inmovilismo, una inmensa mayoría explotada por algunos pocos señores y obispos, y atada a la tierra de por vida, etc. etc. Ni hablar de las mujeres, no existían.

Hasta que llegó el Renacimiento italiano para rescatar a la humanidad de este pantano de mediocridad.

Un milenio entero en el que, en Occidente, no pasó casi nada.

Este sábado 7 de diciembre se reabrieron las puertas de de Notre-Dame de París, la catedral que domina el centro de la Capital francesa y probablemente su mayor ícono.

¿Sentirán los millones de visitantes de esa iglesia -muchos de ellos imbuidos de esos preconceptos sobre el pasado, enseñadas hasta hoy en muchos manuales- alguna contradicción con ese relato cuando se detienen a admirar la hermosa fachada, ejemplo del mejor arte y de un impactante equilibrio estético?

Notre-Dame se empezó a construir en 1163, se concluyó en 1345, del siglo XII al XIV. No es la única joya de esos tiempos. “Los vestigios de la época medieval son más numerosos que los de todas las otras épocas juntas”, escribió la historiadora Régine Pernoud, en Pour en finir avec le Moyen Age (Seuil, 1977. Para terminar con la Edad Media).

El monasterio del Mont Saint-Michel en Normandía o el castillo de Haut-Koenisbourg, en Alsacia, son otras dos maravillas de la arquitectura medieval. Y en la misma capital francesa, los sitios más mágicos son precisamente el conjunto que forman la Conciergerie y la Sainte Chappelle, muy cercanos a Notre-Dame; pero también la abadía de Saint-Germain des Prés, en pleno barrio latino, o el Hôtel des archevêques de Sens, en el Marais, por citar sólo algunos.

Pero la Edad Media es denostada del mismo modo que la religión católica a la que está asociada. El relato histórico deformado de ese período se solapa totalmente con la permanente campaña contra la Iglesia. Son dos caras de la misma moneda.

El catolicismo es el blanco preferido de las críticas de los anticlericales, de todo el arco político. En Francia además arden las iglesias como fósforos. Sea por intención o por descuido, en ambos casos está detrás el desinterés por cuidarlas. Como si ese patrimonio no fuese común, como si el cristianismo, se sea o no creyente, no hubiese formateado toda la cultura occidental.

“La civilización occidental y cristiana se detesta a sí misma”, como dijo a Infobae el historiador francés Jean Sévillia.

“Medieval”, dice Jacques Heers, autor de Le Moyen Age une imposture (traducido al castellano como La invención de la Edad Media), es un condimento que va bien con todas las salsas “cuando se trata de caracterizar un retraso o un bloqueo”.

Habrán notado ustedes que, en el debate público, se hace muchas veces referencia a la historia, por lo general de modo esquemático, apelando a lugares comunes y haciéndose voceros de preconceptos, fake news y “constructos”, según la horrible palabra de moda.

Ni que estuviéramos en la Edad Media…” ¿Quién no escuchó esa frase alguna vez? Oscurantista y medieval son sinónimos.

“¿Un intermedio de 1000 años? -se pregunta Jean Sévillia en Historiquement correct (Perrin, 2003)- En Occidente, la civilización habría pasado directamente de la Antigüedad al Renacimiento, padeciendo un eclipse de un milenio? ¿Quién puede creerlo?”

Y sin embargo….

El periodista y escritor Rémy de Gourmont (1858-1915) decía: “Un error que pasa al dominio público no sale de allí jamás; las opiniones se transmiten hereditariamente. Eso termina haciendo la Historia” (citado por Heers en el libro mencionado).

Jacques Heers explica que por esta tendencia a juzgar el pasado con categorías polarizantes -el bien y el mal-, buscar chivos emisarios y etiquetar de modo esquemático, “generaciones de pedagogos aplicados, autores de manuales de un lastimoso conformismo, así como de novelistas, retoman indefinidamente los mismos clichés trillados, las mismas clasificaciones maniqueas, sin volver a las fuentes”.

En contraste con la denigración de lo medieval, está la exaltación de la “democracia” ateniense, que reservaba la ciudadanía para un pequeño grupo y condenaba al resto a la esclavitud.

Decir que el Renacimiento redescubrió a los antiguos equivale a decir que los hombres de la Edad Media los ignoraban. Esto último, señala Heers, “es hacer gala de ideas preconcebidas y de una grave falta de lecturas; ambas cosas suelen ir de la mano, porque naturalmente es más cómodo soltar grandes verdades a la sombra de la ignorancia que provisto de ejemplos que matizan y contradicen”.

Y agrega: “Que el cristianismo, las gestas de sus mártires, luego la caballería, sus colectas, sus combates o sus juegos, hayan enriquecido el bagaje cultural de Occidente y le hayan dado otro color, es algo que se impone como una evidencia. Pero este enriquecimiento no implicaba hacer tabla rasa de una herencia que por el contrario era cultivada con una viva reverencia y a veces con pasión”.


Los monjes en la Edad media

La Edad Media es denostada, entre otras cosas, por la hegemonía intelectual de la Iglesia en ese período.

La asociación de Edad Media con superstición, ignorancia y atraso y con un dominio total por hombres de Iglesia que reprimían el pensamiento es la imagen que Heers se aplica a desmontar en su libro. Porque “se ha impuesto en nuestros manuales, y más aún en nuestra literatura chatarra, la idea de una Edad Media ignorante y estrecha de miras, que imaginaba la tierra chata como una galleta, rodeada de horribles precipicios”.

Hago una paréntesis para decir que es curioso que quienes atribuyen terraplanismo a sus adversarios ideológicos son por lo general los mismos que cultivan el terraplanismo de género; como algunos negaban la redondez de la tierra, ellos niegan el binarismo sexual y creen que el humano nace como una tabla rasa de género sobre la cual se puede “construir” cualquier cosa.

Volviendo a Heers y la superstición de la tierra plana, éste afirma que en la Edad Media, Ptolomeo era leído y releído. Desde el 1300 por lo menos, en Francia las representaciones de la tierra eran esféricas y ya existían manuales de astronomía y matemática. El debate entre Colón y los sabios de Salamanca no fue por la redondez del planeta sino por los cálculos demasiado optimistas del genovés sobre la distancia que separaba a Europa de Catay y Cipango (China y Japón). Tenían razón los de Salamanca; sólo que ni ellos ni Colón sabían que en el medio había otro continente.

Hagan la prueba de buscar en Internet “Edad Media” y verán brotar todos esos clichés: “La Edad Media fue un período de guerras, epidemias y nuevas formas políticas”; “el arte medieval ilustraba historias bíblicas y afirmaba el poder de la Iglesia”; “la iglesia tenía privilegios y autoridad sobre la educación en el Medioevo”, etc. etc. Es curioso que el siglo XX, que vivió dos conflagraciones mundiales mucho más devastadoras que las del medioevo, califique a éste como violento.

Según la leyenda, elaborada en el siglo XVI, hubo dos épocas de esplendor cultural y artístico, la Antigüedad y el Renacimiento. Entre ambos, un intermedio oscuro. “El simple sentido común bastaría para comprender que el Renacimiento no hubiera podido producirse si los textos antiguos no hubieran sido conservados” en los tiempos medievales, dice Pernoud.

¿Cómo considerar bárbara a una época que construyó algunas de las más imponentes catedrales y creó las universidades?

A fines de 1972, adelantándose o promoviendo futuras tendencias, la ONU declaró que 1975 sería el Año Internacional de la Mujer. Esto dio lugar obviamente a coloquios, simposios, congresos, conferencias. Y mucho verso, como suele pasar. La mujer en la Edad Media fue el blanco fácil de todos estos cónclaves.

Sin embargo, como explica Pernoud, en tiempos medievales, la Reina era coronada a la par del Rey, y las reinas dejan el primer plano recién en el siglo XVII.

“Mientras que una Leonor de Aquitania y una Blanca de Castilla dominan realmente su siglo, ejercen el poder sin ser objetadas en caso de ausencia, enfermedad o muerte del rey, tienen su cancillería, su aduana, su campo de actividad personal (lo que podría ser reivindicado como un ejemplo fecundo por los movimientos más feministas del presente), la mujer de los tiempos clásicos es relegada a un segundo plano; sólo ejerce influencia de modo clandestino y se encuentra excluida de toda función política o administrativa”, además de ser considerada “incapaz de reinar, de heredar el feudo o dominio, y finalmente, según nuestro código, de ejercer cualquier derecho sobre sus bienes personales”.

La influencia de la mujer disminuye en paralelo con el ascenso del derecho romano, que no es favorable a la mujer, y sólo reconoce al pater familia. Por caso, el uso obligatorio del apellido del esposo por parte de la mujer, data del siglo XVII. En cambio, dice Sévillia, “entre los siglos V y X la Iglesia lucha por limitar los casos de anulación (matrimonial) y por prohibir el repudio (de la mujer por el marido) -costumbre romana y germánica”. Lo que con el correr de los siglos pudo ser visto como un corsé -el matrimonio indisoluble- era en realidad en los primeros tiempos una protección para la mujer.

Pero, parafraseando a Heers, es más fácil hacer feminismo a la sombra de la ignorancia.

La hegemonía de la Iglesia en lo político, cultural y social en la Edad Media es algo natural, fruto de la historia, no es un artificio ni una imposición. Luego de la descomposición del Imperio Romano, los obispos asumieron la defensa de las ciudades ante los embates de los bárbaros. Los obispos de esos tiempos eran verdaderos hombres de Estado. Y en casi toda Europa, la iglesia fue anterior a las naciones.

“Entre los siglos V y VIII, rezando, predicando y construyendo, los monjes evangelizan Europa occidental: Irlanda, Gales, Escocia, Bretaña, Inglaterra -dice Sévillia-. Antes de que se dibujen las fronteras nacionales, Europa ya es cristiana”.

De a poco, los historiadores están dando vuelta esta imagen de la Edad Media -y especialmente en Francia, con los trabajos de Jacques Le Goff, Georges Duby y los ya citados Pernoud y Heers, entre otros-.

Pero entonces, a medida que surge una imagen más real y positiva del medioevo, los anticlericales de todas las tendencias buscan ahora relativizar la influencia de la Iglesia en ese período. Así como antes la señalaban por el oscurantismo, ahora pretenden negarle todo rol en la brillantez.

En el año 2001, se organizó en Francia un coloquio, cuya frase disparadora era: “¿La Edad Media fue cristiana?” La fundamentación para esta pregunta era que “las fuentes medievales estarían dando una visión de la Edad Media más religiosa que la real”.

No sólo quieren descristianizar la Navidad, también pretenden hacerlo con la Edad Media.

No sin ironía, Sévillia decía: “Les deseamos buena suerte a los historiadores que salen a la búsqueda de una Edad Media no religiosa; no existe tal cosa. La época medieval creía en Dios, no son solo los archivos los que lo atestiguan, son los humildes oratorios o las macizas catedrales, son los millares de pueblos que llevan el nombre de un santo patrono. Y las cruzadas”.


Cruzadas, Edad Media
Las cruzadas de la Edad Media

Y, ya que de Notre-Dame se trata, no faltaron los intentos de laicizar el monumento.

Ya en junio de 2019, poco después del incendio, Jean-Philippe Hubsch, gran maestro de la principal logia masónica de Francia, el Grand Orient, dijo que Notre Dame, “ese monumento histórico nacional, es un sitio de cultura” y “no de culto”.

Karine Dalle, directora de comunicación de la diócesis de París replicó que la catedral “es y seguirá siendo un lugar de culto, de fe, un lugar de acogida, de generosidad, de gratuidad”. Y remató: “De todo, salvo de lo que es la francmasonería”.

En este coro de iconoclastas, no podía faltar Jean-Luc Mélenchon, el referente de la extrema izquierda francesa, para quien “por supuesto que Notre-Dame acoge a todo el mundo, y la fe católica la anima, pero ella no pertenece a nadie o bien a todo el mundo, como las pirámides de Gizeh”.

Como si el carácter católico del edificio fuera fruto de la casualidad, un detalle menor. Pero allí está el monumento medieval con su rica fachada, que representa las escenas del Evangelio para que todos los fieles pudieran “leerlo”, para desmentir esto.

Quizás por falta de lectura, como diría Heers, o sin temor a las contradicciones, Mélenchon agregaba: “Que el edificio sea religioso no impide que sea la encarnación de la victoria de nuestros antepasados contra el oscurantismo”.


Edad Media, Notre-Dame
Representación de cómo sería Notre Dame en el 1200, bajo el reino de Philippe Auguste. Realizado por Jacques van Merlen (c.1640)

Varias veces desde el incendio, el entonces arzobispo de París, monseñor Michel Aupetit, tuvo que salir a aclarar que Notre-Dame es y sigue siendo un sitio de culto: “¿Se puede realmente, por ignorancia o ideología, separar la cultura y el culto? Lo digo con fuerza: una cultura sin culto se vuelve incultura. Basta ver la ignorancia religiosa abismal de nuestros contemporáneos en la exclusión de la noción divina y del mismo nombre de Dios en la esfera pública invocando una laicidad que excluye toda dimensión espiritual visible. Como todo edificio, la catedral comprende una piedra angular que sostiene el conjunto. Esa piedra angular es Cristo”.

viernes, 6 de diciembre de 2024

Pablo Mendelevich - Kicillof, Fernández de Kirchner y Rosas - Chiviló

 Diario La Nación del 16 de noviembre de 2024


El 16 de noviembre de 2024, en la contratapa del diario La Nación se publicó en la columna "Miradas" el artículo del periodista Pablo Mendelevich: "Kicillof y su galería de próceres proscriptos".

Por no estar de acuerdo con algunos de los conceptos expresados, remití al correo de lectores de ese matutino, pero no fue publicada. 

Ante ello decidí remitirle una carta al mencionado periodista, pero como desconozco cual es su correo electrónico, por medio de los correos accesodigital@lanacion.com.ar y lectores@lanacion.com.ar, me dirigí al director de ese medio señor Saguier, a fin de que por su intermedio, mi carta llegara a su destinatario.

A continuación publico el artículo del Sr. Mendelevich, la carta dirigida a la sección correo de lectores -no publicada- y la carta personal al periodista.

En el supuesto de recibir contestación del mismo, su carta también la publicaré en este blog. 


Aquí el texto del artículo:

KICILLOF Y SU GALERÍA DE PRÓCERES PROSCRIPTOS por Pablo Mendelevich

Distorsionar la historia era hasta hace poco un pertinaz hábito kirchnerista basado en carencias propias. Pero ahora cualquiera acomoda el pasado según conveniencia, apuro y gustos. El uso político de la historia, claro, existe desde tiempos inmemoriales; lo que se expandió es la precariedad, la liviandad de las revisiones. O las invenciones.

Milei dijo al asumir que en la época del Centenario la Argentina era la primera potencia mundial (acaso le sonaría pobre solo recordar que figuraba entre los ocho primeros países). Victoria Villarruel pasó por Madrid y, amnésica de la Triple A y de las desapariciones durante aquel gobierno, se le ocurrió reivindicar a Isabel Perón. Tiempo después Milei desmintió que Alfonsín fuera el padre de la democracia: se trató de “un golpista” que derrocó a De la Rúa, aseguró.

Pues bien, ahora Axel Kicillof dice que a Cristina Kirchner la quieren proscribir como a Frondizi, Yrigoyen, San Martín, Rosas y Perón, a los que citó en ese orden. Más extraño fue el dato, destinado a explicar los porqués, de que “casi todos” ellos eran peronistas. Referencia certera, al cabo, en dos de seis (Perón y Cristina Kirchner), un tercio de la muestra. Las estadísticas nunca fueron el fuerte del gobernador de la provincia de Buenos Aires, quien como ministro de Economía resultó inolvidable. Seguramente por varias décadas.

Lo suyo anticipó la música que el peronismo se dispuso a remixar para hacerle frente en la calle a la sentencia de la Cámara de Casación. Aunque ya pasaron más de cincuenta años desde que el peronismo dejó de estar proscripto, el resabio victimológico se sirve recalentado en la mesa que lo solicite. Menem pasó un par de años diciéndose proscripto porque no le dejaban colar las piruetas estrambóticas que inventaba Rodolfo Barra para conseguir “la re-re”. Cristina Kirchner, aun pudiendo ser candidata a lo que fuere, se declara a su vez proscripta porque la condenaron debido a que direccionó fondos nacionales para la obra pública en favor de Lázaro Báez. Las proscripciones modernas al menos son más extravagantes que las de antaño: cuando se autopercibieron proscriptos, Menem era presidente de la Nación y Cristina Kirchner, vicepresidenta.

El 6 de diciembre de 2022, al conocerse el fallo por la causa Vialidad, Cristina anunció que no sería candidata “a nada”: lo justificó diciendo que no quería someter al peronismo a ser maltratado por culpa suya. Sin embargo, hizo todo lo contrario: se puso a sí misma, formalmente, al frente del peronismo.

De la caótica batalla doméstica por la presidencia del PJ, Kicillof se retiró con la cola entre las piernas. Enseguida sintió que debía purgar la sumisión atrasada. A lo mejor la obsecuencia urgente fue lo que lo obligó a saltearse el rigor histórico en sus comentarios.

La comparación con San Martín ni siquiera es original. Repite anteriores profanaciones de la memoria del Padre de la Patria realizadas por los aparatos de propaganda kirchneristas. San Martín se fue a Londres en 1824 en forma voluntaria, y si bien es conocida su desazón en el ostracismo, donde tuvo padecimientos económicos, no parece muy respetuoso compararlo con una política millonaria juzgada y condenada por quedarse con dineros públicos.

Lo de Juan Manuel de Rosas no es menos absurdo. Apunta, se supone, a la condena a muerte contra Rosas en ausencia –mientras estaba en el exilio de Southampton–, y al antirrosismo de exclusión que sería liquidado por Menem en 1989, cuando repatrió los restos. Pero Kicillof no se acuerda de Sarmiento, de Alberdi ni de otros perseguidos y exiliados del rosismo. Mucho menos de la Mazorca, de la despiadada violencia contra los “salvajes unitarios”.

A Menem, curiosamente, el gobernador no lo incluye en su lista de gloriosos proscriptos equiparables con Cristina Kirchner, pese a su triple condición de peronista, preso durante más de dos años por la dictadura y, sobre todo, expresidente perseguido por la Justicia por delitos de corrupción, resguardado varios años, todo igual que ella, en una banca del Senado. El cristinismo suele alternar dos victimizaciones para responder políticamente a los problemas judiciales de Cristina Kirchner. Una es la proscripción y la otra, el lawfare, imaginaria revancha mediático-judicial de los poderes concentrados. Alguien debería explicar por qué la proscripción castiga a ambos expresidentes peronistas acusados de cometer delitos de corrupción, pero el lawfare a Menem no lo afecta, solo se la agarra con ella.

Como el móvil de Kicillof no pasaba por honrar la verdad histórica, sino por recuperar el cariño de Cristina, en su búsqueda de presidentes peronistas perseguidos omitió a Isabel Perón, la heroína recuperada por Victoria Villarruel.

Aldous Huxley dijo: “Quizás la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia”. Hay algo peor. Cuando la historia se convierte en un insumo acrítico de la cotidianeidad política.

Está claro que el móvil de Kicillof no pasaba por honrar la verdad histórica, sino por recuperar el cariño de Cristina Kirchner y purgar la sumisión atrasada tras la batalla doméstica


Carta remitida al diario La Nación
Kicillof, Cristina Fernández de Kirchner y Rosas

Con respecto al artículo “Kicillof y su galería de próceres proscriptos”, publicado el día 16 ppdo., autoría del Sr. Pablo Mendelevich, sobre las comparaciones efectuadas por Kicillof con respecto a la situación procesal de la expresidente Fernández de Kirchner, comparándola con otros personajes históricos y dejando de lado las desacertadas y desafortunadas comparaciones realizadas por el gobernador Kicillof, me voy a referir a lo manifestado por el autor de la nota en cuando imputa a Kicillof que “no se acuerda” de Sarmiento, Alberdi, ni de otros perseguidos y exiliados del rosismo y de la “despiadada violencia” de la Mazorca contra los “salvajes unitarios”.

Con respecto a Sarmiento, combatiente del ejército unitario, después de ser prisionero en San Juan por las fuerzas federales, se expatrió contando con pasaporte otorgado por el gobernador federal Benavidez, quien le dio escolta y dinero para pasar a Chile y le salvó la vida; Rosas no tuvo que ver en nada de ello. Alberdi manifestó en el libro publicado en 1847 “La República Argentina 37 años después de la Revolución de Mayo”: “En el suelo extranjero en que resido, no como proscripto, pues he salido de mi patria según sus leyes, por franca y libre elección, como un inglés o un francés de su país por conveniencia propia”. En cuando a la “despiadada violencia de la Mazorca”, aclaro que en el juicio seguido a Rosas por el entonces secesionado Estado de Buenos Aires, se mencionan en el apartado “Degüellos de 1840 y 1842”, -nótese que no se mencionan años anteriores ni posteriores- el nombre de 20 víctimas. Ello ocurrió en época de convulsión y en medio de una guerra iniciada por Francia en 1838, y cuando el ejército de Lavalle estaba a las puertas de la ciudad, debiéndose tener en cuenta que los unitarios se habían aliado con los franceses  en contra de su patria, por lo cual les cabía la pena como traidores de lesa patria. Algunos de ellos fueron víctimas de venganzas personales y no por otras razones.

En cuanto a lo de “salvajes unitarios”, fueron así llamados por los pueblos antes de la llegada de Rosas al poder, por el comportamiento de los ejércitos de esa facción política, quienes cometieron todo tipo de tropelías contra la población civil –con mayor cantidad de víctimas que los “degollados” de 1840/1842-, véanse las “Memorias” del general Iriarte y “Memorias curiosas” de Juan Manuel Beruti.

Carta enviada al periodista Mendelevich

Villa Ballester,  7 de diciembre de 2024

Señor periodista Don Pablo Mendelevich

 

De mi mayor consideración.

 

Me dirijo a Ud. con relación a su artículo publicado en el diario LA NACIÓN del  día 16 de noviembre ppdo., titulado “Kicillof y su galería de próceres proscriptos”, en el cual hace una crítica a los dichos del gobernador Kicillof, quien había comparado la situación procesal de la expresidente Fernández de Kirchner, con el falso argumento de que se la quiere “proscribir”, como según él, había ocurrido con cinco personajes de nuestra historia nacional.

Dejando de lado las desafortunadas comparaciones realizada por el gobernador, ya que la expresidenta afronta procesos judiciales por actos de corrupción y por el saqueo sistemático del Estado ocurridos durante los 20 años de gobiernos K, que la beneficiaron junto a su entorno y amigotes de la oligarquía santacruceña, como también había ocurrido con  su extinto esposo y expresidente.

Ninguna comparación puede hacerse de la situación procesal de esta “señora” y “abogada exitosa”, con aquellos protagonistas nombrados por el Sr. Kicillof.

Salvo Juan Manuel de Rosas, juzgado por tribunales ordinarios –a lo cual me voy a referir más abajo– y Juan D. Perón, juzgado por un Tribunal de Honor de las FFAA; ninguno de los otros tres personajes históricos afrontaron ningún tipo de juicio.

Además tampoco puede compararse la actuación pública de estos cinco personajes, con el de la expresidente, en cuyos dos mandatos, más el de su esposo Néstor Kirchner y el de su “elegido” Alberto Fernández, los llamados  “16 años K”, se cometieron los actos de corrupción más graves y aberrantes de toda nuestra historia y que son el símbolo de la corrupción desenfrenada, en el que se sobrepasaron todos los límites en el saqueo sistemático del Estado, como manifesté ut supra.

Solamente el delirio y chupamedismo del gobernador de la provincia, Kicillof, puede hacer tales comparaciones.

Días pasados en el diario Clarín, su colega Pablo Vaca, también se refirió al mismo tema tratado por Ud., efectuando casi sus mismas apreciaciones, a las que me refiero infra.

Pero también me ha llamado la atención, cuando Ud. se centra en la figura de Rosas, en este párrafo:

“Lo de Juan Manuel de Rosas no es menos absurdo. Apunta, se supone, a la condena a muerte contra Rosas en ausencia –mientras estaba en el exilio de Southampton–… Pero Kicillof no se acuerda de Sarmiento, de Alberdi ni de otros perseguidos y exiliados del rosismo. Mucho menos de la Mazorca, de la despiadada violencia contra los ‘salvajes unitarios’ ”.

Siempre que se trae a colación a Rosas, no hay otra opción que hablar de la tiranía, del terror, la mazorca, de las persecuciones, de la violencia, etc., etc.

¡Menos mal que Kicillof, no dijo que la expresidenta había hecho un gobierno decente como lo fue el de Rosas!

Por supuesto que Rosas fue un gobierno de mano dura y gracias a Dios que así lo fue, ya que le tocó actuar en época de anarquía, de desunión nacional, y enfrentado por un partido –el unitario– que no trepidó en aliarse con potencias extranjeras y promover la secesión del territorio nacional, con tal de lograr sus fines y que no lo dejó gobernar ni un instante, como lo reconoció el mismo Sarmiento. De no haber sido por Rosas, nuestro país sería mucho más pequeño que el actual y posiblemente no hubiera sido más que la provincia de Buenos Aires. Resaltemos que después de la caída de Rosas, se produjo la secesión de la provincia de Buenos Aires, separándose de sus hermanas y conformando el “Estado de Buenos Aires”.

Pero para no hacerla larga voy a referirme, uno a uno, a sus erróneos dichos sobre Rosas. Si bien conozco sus logrados pergaminos como periodista, me parece que en historia Ud. se ha quedado en el tiempo con lo que le enseñaron cuando era chico sobre la “tiranía” de Rosas y no ha buceado bajo la superficie buscando la verdad histórica.

Yo por suerte me “avivé” hace más de sesenta años, en la adolescencia, de cómo venía la historia, pero hay grandulotes que no se nunca se han avivado y siguen con el mismo versito de la “Gran Historieta”, que es la llamada historia oficial, a la –que por sus manifestaciones– Ud. adhiere. Y pienso que esos grandulotes, ya no se van a avivar más, siguen creyendo que los niños nacen de un repollo.

Todos esos cuentos que Ud. toma como verdaderos, no tiene ningún asidero de veracidad, sino que fueron inventos para promover el derrocamiento de un gobierno apoyado por la totalidad de la población, como lo reconocieron entre otros Sarmiento y Ricardo Rojas, mentiras que personeros del unitarismo se encargaron de desparramar por toda Europa y América, en combinación con gobiernos deseosos de gloria para enfrentar a un país casi desconocido por aquellos tiempos, como lo fue el nuestro, promoviendo y alentando la intervención de potencia extranjeras en nuestro suelo patrio, cosa que lograron.

Voy a continuación a referirme a sus afirmaciones:

 

1.       Juicio seguido a Rosas: En la Causa criminal seguida contra el ex-gobernador Juan Manuel de Rosas ante los Tribunales Ordinarios de Buenos Aires que se le siguió a Rosas en 1857 por el secesionado Estado de Buenos Aires, que dicho sea de paso se tramitó en ausencia del imputado que se encontraba en Southampton, sin darle posibilidad de defenderse, ni nombrar abogado defensor, ni siquiera representado por el defensor oficial, violándose todas las garantías del debido proceso, establecidas por la legislación vigente. En un apartado de esa causa: “Degüellos de 1840 y 1842” se menciona el nombre de 20 “degollados”, la mayoría de ellos correspondientes a octubre de 1840 y otros a marzo de 1842. Ello ocurrió en época de convulsión y en medio de una guerra iniciada por Francia en 1838, y cuando el ejército de Lavalle estaba a las puertas de la ciudad, debiéndose tener en cuenta que los unitarios se habían aliado con los franceses  en contra de su patria, por lo cual les cabía, de acuerdo a la ley vigente y al sentido común, la pena de muerte como traidores de lesa patria. También algunas de esas muertes fueron como consecuencia de venganzas personales y ajenas a la política, como suele ocurrir en estas circunstancias.

Note Ud. que en ese apartado se hace referencia a los “degüellos” producidos en dos meses concretos y no hay hechos mencionados con anterioridad ni posteriormente a los mismos, prueba de que la violencia fue bastante limitada.

El historiador brasilero Joao Pandiá Calógeras, describió muy claramente el proceder de Rosas y de sus enemigos, como de la situación de la Confederación Argentina y las exageraciones en las que se incurrían acerca de la personalidad del gobernante argentino. He aquí sus opiniones  vertidas en “Formação histórica do Brasil” (3° edición, Editora Comphania Nacional, 1938):

"La campaña de panfletos, artículos de diarios, revistas, libros, inundó América y Europa, y consiguió colocar a la Argentina, a sus autoridades, y principalmente a su dictador bajo la apariencia de una tierra de monstruos inauditos. Contra esto protestaban los ministros diplomáticos, tanto europeos como americanos, mostrando las mentiras de las acusaciones y demostrando que numerosos compatriotas suyos vivían y prosperaban en la paz y el progreso. Estadísticas eran publicadas probando el rumbo creciente de la riqueza del país. Documentos eran divulgados evidenciando que, en los guarismos de las terribles hecatombes que se decían efectuadas por el rosismo, figuraban las bajas de los combates entre las parcialidades contendoras, y estas mismas muy aumentadas; que muchas personas indicadas como asesinadas, estaban perfectamente vivas y en absoluta salud y tranquilidad. Nada de eso valió para detener la calumnia, y hasta el día de hoy Rosas es tenido como el más vil de los degolladores”.

“ 'La Sociedad Restauradora' contaba en su seno ciudadanos prominentes de la capital. Es posible y natural que incluyese algunos facinerosos y fanáticos. En momentos de exaltación pública y de despiadada exacerbación de pasiones, hay siempre una turba de criminales y de malhechores que emerge de los 'bas-fond' de la sociedad, prontos a los peores excesos, sin que para tal cosa necesiten incitaciones, órdenes o instrucciones de los jefes autorizados de los movimientos políticos".

"La honra de la Historia exige que sean revistos tales juicios difamatorios. Sin duda el período era de crueldad y de ausencia de piedad; mas ocurrían tales crímenes en ambos grupos partidarios, y en cuanto a Rosas, parece haber tenido uno de los corazones menos caldeados en la práctica de tales horrores, de los más propensos a evitar el sufrimiento humano. La base de las acusaciones, de las mentiras y exageraciones se encuentra en el odio de partido, en el 'o’te-toi de lá que je móy mette', el venenoso rencor de enemigos de espíritu mezquino incapaces de hacer lo que él realizó".

"Ciertamente que no era un jefe blando o de manos leves: poseía un genio voluntarioso, un carácter incapaz de doblegarse; era cruel como todos sus semejantes en esa época en la Argentina. Pero era también un estadista, un hombre de ideales y de ejecución, cualidades que no se encuentran tan frecuentemente como sería de desear".

"Los principales autores de ese ambiente de exageraciones y calumnias fueron los miembros de la 'Comisión Argentina' unitaria, de Montevideo. Entre ellos se hallaban hombres de alto valer por su cultura, talento y coraje. Cegábalos empero la pasión partidaria. Es posible probar que traicionaron a su patria, apelando a la invasión extranjera y al oro francés para vencer a su propia tierra natal, con el solo propósito de cumplir sus miras egoístas de militantes de un grupo político. Rosas entre tanto, defendió la libertad e independencia y el respeto propio de la Confederación".

La “Sociedad Restauradora”, mencionada por Calógeras, era lo que los unitarios llamaban “Mas Horca” o “Mazorca”.

Otro testimonio. El capitán de fragata, François Théogène Page quien en 1840, formó parte de la Flota Francesa de Operaciones en el Río de la Plata, bajo el comando del Vicealmirante Mackau, en Buenos Aires, entrevistó a residentes franceses, llevándose la gran sorpresa, informando a sus superiores, entre otras muchas e interesantes observaciones, lo siguiente: "¿Nuestros compatriotas en Buenos Aires, eran maltratados?. Escuchó sorprendido los informes de los propios franceses, quienes le dijeron que, a pesar de las convulsiones de la república, nunca habían gozado de mayor seguridad. De modo que todos aquellos asesinatos, aquellos atentados contra la población francesa, de los que se daban tan atroces detalles, ¡no eran más que simples inventos!". Ese informe se publicó en “Revue de deux mondes” (Revista de ambos mundos) en su edición del 1° de febrero de 1841, con el título “Affaires de Buénos Ayres - Expéditions de la France contre la République Argentine”, traducido y editado en nuestro país como “Guerra colonialista Franco-Argentina 1838-1840”, con estudio preliminar de Juan Pablo Oliver, ( EUDEBA, Buenos Aires, 1973).

2.       Caso Sarmiento: Con respecto a Sarmiento, combatiente del ejército unitario, después de ser prisionero en San Juan por las fuerzas federales, se expatrió en 1840 contando con pasaporte otorgado por el gobernador federal Benavidez, quien le dio escolta y dinero para pasar a Chile y le salvó la vida; Rosas no tuvo que ver en nada de ello. (ver “Vida de Sarmiento. El hombre de autoridad”, de Manuel Gálvez, Editorial Tor, 3ra. Edición, págs. 62 a 68)

3.       Caso Alberdi: El tucumano, manifestó en su libro publicado en 1847 “La República Argentina 37 años después de la Revolución de Mayo”: “En el suelo extranjero en que resido, no como proscripto, pues he salido de mi patria según sus leyes, por franca y libre elección, como un inglés o un francés de su país por conveniencia propia”. Más claro echarle agua. Se fue de Buenos Aires porque quiso. Nadie lo perseguía, ni nadie le impidió su salida.

4.       “Otros perseguidos y exiliados del rosismo”: Sería interesante que Ud. individualizara, y me informara a quienes se refiere en cuanto a “otros perseguidos y exiliados del rosismo”, ¿en qué época se habría producidos las persecuciones y los exilios y en qué circunstancias?, porque en Buenos Aires, no se perseguía sino a quienes estaban en componendas para derrocar a un gobierno elegido según las normas de la época o bien estaban en combinación con potencias extranjeras que agredían a nuestro país, como ya manifesté.

El ciudadano, aunque fuera unitario, que cumplía con las leyes, respetaba al gobierno y no estaba en componendas con enemigos del país, de ninguna forma fueron perseguidos; por el contrario, pongo el caso del jurista Dalmacio Vélez Sarsfield, conocido unitario, quien era asiduo concurrente a las tertulias de Manuelita Rosas, realizadas en el caserón que su padre poseía en Palermo de San Benito, y que incluso por sus conocimientos jurídicos, era persona de consulta del gobernador (p.e. en el caso de Camila O’Gorman).

5.       En cuando a la “despiadada violencia de la Mazorca”. Me remito a lo expresado en el punto 1. Aclaro que en el juicio seguido a Rosas por el entonces secesionado Estado de Buenos Aires, se mencionan en el apartado “Degüellos de 1840 y 1842”, -nótese que no se mencionan años anteriores ni posteriores- el nombre de 20 víctimas.

6.       En cuanto a lo de “salvajes unitarios”, Ud. lo pone encomillado, como si no lo hubiesen sido y eso hubiera sido un invento del gobierno de Rosas. Fueron así llamados por los pueblos antes de la llegada de Rosas al poder, por el comportamiento de los ejércitos de esa facción política, quienes cometieron todo tipo de tropelías contra la población civil –con muchísima mayor cantidad de víctimas que los “degollados” de 1840/1842–, véanse las “Memorias” del general Iriarte y “Memorias curiosas” de Juan Manuel Beruti.

El historiador canadiense H.S.Ferns en su libro traducido y publicado en Buenos Aires: “Gran Bretaña y Argentina en el Siglo XIX”, dice:  (Dorrego) “…estaba dispuesto a acordarles (a los gauchos) un lugar en el cuerpo político. El conocimiento y simpatía que tenía de la barbarie gaucha era la clave de su realismo como político. La única falla de este realismo, como hubo de probarlo su cruel muerte, consistía en que no supo apreciar en toda su magnitud el salvajismo y la pasión de poder que alentaba en los hombres que se llamaban amigos de la civilización, de la ilustración y del progreso…” Fíjese que habla del “salvajismo y la pasión de poder que alentaba en los hombres que se llamaban amigos de la civilización, de la ilustración y del progreso…”. No lo dice un autor revisionista, ni rosista, lo dice un historiador extranjero que tiene una visión más acertada que muchos nativos de nuestra historia y de los “grandulotes” de la “historia oficial”. Sí, Señor, los unitarios eran SALVAJES, así, sin comillas y bastante salvajes y además bárbaros.

Por supuesto que Ud. sabe lo que pasó con el gobernador Manuel Dorrego, a quien su asesino, el general Lavalle, no le dio la oportunidad de exiliarse o expatriarse, sino que simplemente lo asesinó, cuando Dorrego no había cometido ningún crimen, ni siquiera se lo juzgó, ya los “civilizados” miembros del partido unitario (Del Carril, Agüero, entre otros “distinguidos” personajes, incitaron a la “espada sin cabeza” como Echeverría, llamó al general Lavalle, a que asesinara al gobernador y simulara un juicio, pidiéndole se deshiciera de todas las cartas que había recibido con tales “consejos” para no dejar pruebas en contra. El tarambana de Lavalle, –si bien reconozco en él que fue un valiente, demostrado en las guerras por la independencia y en la primera guerra contra el Imperio del Brasil, en el caso de Dorrego se comportó como un tarambana– les hizo caso y cometió ese incalificable asesinato, luego así le fue a él. Esos eran los “civilizados” unitarios, así actuaban. ¿Fueron o no salvajes?. Ud. ¿qué opina sobre este hecho?. Me interesaría saber su visión sobre este hecho histórico… si se anima a darlo…

A principios del año 1829 el gobierno de facto de Lavalle inventó el sistema de las "clasificaciones" formándose listas de los adversarios políticos a fin de ponerlos en prisión o desterrarlos, lo que ocurrió con miembros destacados del partido federal como los hermanos Juan José y Tomás Manuel de Anchorena, Felipe Arana, Manuel Vicente Maza, Máximo Terrero, Victorio García de Zúñiga,  Manuel H. Aguirre, Epitacio del Campo, los generales Juan Ramón Balcarce, Enrique Martínez, el coronel Tomás de Iriarte, entre muchos otros, quienes en algunos casos fueron desterrados a Bahía Blanca y Montevideo y en otros fueron puestos en prisión en barcos y pontones. También sus propiedades quedaron incautadas temporariamente por el gobierno.

La injusta muerte del gobernador Dorrego llenó de indignación a los pueblos del interior, quienes se pronunciaron unánimemente desconociendo la legitimidad al gobierno usurpador.

Paralelamente los amotinados, aplicando métodos de terror trataron de acallar la reacción que se producía en la campaña de Buenos Aires.

El mayor Manuel Mesa, a las órdenes de Rosas continuó en la campaña bonaerense junto a otros la resistencia a los amotinados. A principios de febrero los federales son derrotados en Las Palmitas y Mesa fue tomado prisionero y el día  16, fue fusilado en la plaza del Retiro con otros prisioneros de guerra. Antes de ser asesinado, Mesa se dirigió a los espectadores, recordando la usurpación de Lavalle y la muerte de Dorrego y gritó "¡Lavalle es un asesino!".

En el diario unitario El Pampero del 31 de mayo de 1829, se promovía la represión: "...no es tiempo de emplear la dulzura, sino el palo... ahora sangre y fuego en el campo de batalla, energía y firmeza en los papeles públicos... Palo..., palo y de otro modo nos volveremos a ver como hemos visto el año 20 y el año 28; palo, porque solo el palo, reduce a los que hacen causa común con los salvajes; palo y de no, los principios se quedan escritos, y la República sin Constitución". El método “civilizado de los unitarios: “palo y palo” a sus enemigos políticos… ¿Lo sabía?

El general Tomás de Iriarte, -primero a las órdenes de Rosas y luego pasado al bando unitario-, años más tarde de aquellos sucesos escribió sus Memorias, donde relató todos los excesos cometidos en aquellos oscuros y trágicos días: “...después de la ejecución de Dorrego, Lavalle asolaba la campaña con su arbitrario sistema, y el terror fue un medio de que con profusión hicieron uso muchos de sus jefes subalternos. Se violaba el derecho de propiedad, y los agraviados tenían que resignarse y sufrir en silencio los vejámenes que les inferían, porque la más leve queja, la más sumisa reclamación costó a algunos infelices la vida. Aquellos hombres despiadados trataban al país como si hubiera sido conquistado, como si ellos fuesen extranjeros; y a sus compatriotas les hacían sentir todo el peso del régimen militar, cual si fuesen sus más implacables enemigos: se habían olvidado que eran sus compatriotas y, como ellos mismos, hijos de la tierra. Semejante conducta grabó un odio profundo en los oprimidos: hombres acostumbrados a la vida semisalvaje de los campos y a una libertad análoga a la del hombre en el primitivo estado de la naturaleza, los gauchos no era posible que soportasen largo tiempo tan pesado yugo. Así es que la derrota que sufrieron en Las Palmitas no pudo apagar el incendio que, aunque parcial, empezaba a manifestarse en distintos puntos de la extensa llanura de la Provincia de Buenos Aires. Era una antipatía recíproca, un odio torpemente fomentado por los hombres de la ciudad -los unitarios- la que existía entre las tropas de Lavalle y los habitantes de la Pampa: los gauchos".

Más adelante, continúa: "Durante la contienda civil los jefes y oficiales de Lavalle cometieron en la campaña las mayores violencias, las más inauditas crueldades, -crueldades de invención para gozarse en el sufrimiento de las víctimas-, la palabra de guerra era muerte al gaucho y efectivamente como a bestias feroces trataban a los desgraciados que caían en sus manos. Era el encarnizamiento frenético, fanático y descomunal de las guerras de religión. El coronel don Juan Apóstol Martínez, hizo atar a la boca de un cañón a un desgraciado paisano: la metralla lo hizo pedazos y sobre algunos restos que pudieron encontrarse, el mismo Martínez esparció algunas flores. Otra vez el mismo jefe hizo que unos prisioneros abriesen ellos mismos la fosa en que fueron enterrados”. "En el período de Lavalle este jefe y su círculo cometieron inauditas crueldades, la vida no estaba garantida –dígalo el asesinato del desgraciado Dorrego– las leyes estuvieron en receso, ni había otra regla de conducta que la del soldado gobernador. Se dejó ver en el corto período que ejerció la autoridad pública, que tenían por sistema hacer uso del terror: ellos fueron los primeros que establecieron en dogma la máxima antisocial «el que no está conmigo es mi enemigo»; y si no hubieran estado tan distraídos en su defensa propia por la guerra que el partido federal les hizo, si hubieran triunfado, bien se puede asegurar, sin temor de formar un juicio aventurado, que muchos cadalsos habrían levantado en Buenos Aires, al menos así debe conjeturarse si se tiene presente el espíritu de intolerancia y de exclusivismo que dominaba en aquel círculo, y sus hechos violentos y despiadados en el corto espacio de tiempo que pudieron mandar, bien que rodeados más a defenderse de sus enemigos, que a consolidarse en el poder”. Iriarte dice también: “Sería nunca acabar, si me propusiese consignar aquí todas las crueldades y torpezas que perpetraron (los unitarios): ellas han dejado en la campaña un indeleble recuerdo en el corazón de los gauchos; un odio reconcentrado contra sus perseguidores: odio que más tarde Rosas hizo servir en provecho de sus tiránicos planes”. Aquí Iriarte no puede dejar de tirar por elevación a Rosas, "olvidando", que los unitarios, fueron usurpadores del poder, ya que conspiraron e ilegítimamente depusieron al gobernador Dorrego, haciéndose dueños por la fuerza del gobierno de la provincia, desatando el terror indiscriminado como método para acabar con la oposición de los bonaerenses –como él mismo lo relata–, no reparando en cometer todo tipo de atrocidades y salvajadas, mientras que por el contrario Rosas en su momento fue elevado al gobierno por el voto de la Legislatura, y años más tarde al volver al poder, fue ratificado por el voto unánime de sus conciudadanos expresado en plebiscito. Además Rosas no había sido el iniciador de la violencia que existía en el país, violencia que sí habían iniciado los unitarios, de la que siempre se sirvieron no solo en su lucha contra el gobernador porteño, sino también muchos años después de su derrocamiento, como se verá más adelante, en la llamada época de la “organización nacional” o de los “gobiernos constitucionales”.

“Esta revolución cubrió de oprobio al partido unitario -sigue Iriarte-, y puso en transparencia sus miras ambiciosas de exclusivo dominio. Ellos habían, durante el período que ocuparon la silla del poder, difundido la saludable doctrina de las vías legales, pusieron en horror las vías de hecho a punto que el cabecilla más revolucionario no se habría atrevido a emplearlas por temor del descrédito que refluiría contra él: tan profundas raíces había echado en Buenos Aires la propaganda política, y la antipatía al empleo de la fuerza para derribar el poder. Pero desde que descendieron del mando y entraron en la arena de la oposición empezaron a patentizar la inconsecuencia de sus principios: la revolución del 1 de Diciembre acabó de desenmascararlos. Aparecieron violando la misma doctrina que con tanto empeño habían difundido: anatematizaron las vías de hecho cuando dirigían la marcha de la administración, porque se proponían en pro de los intereses de su partido perpetuarse en el poder, pero luego que se les escapó de las manos, emplearon las mismas vías para recuperarlo. Esta es la historia de todas las facciones: sacrificando constantemente el bien general, sus principios y sus más íntimas convicciones, a sus intereses de partido, sin pararse en los medios, sin arredrarse por las funestas consecuencias de sus aberraciones: el objeto es mandar y en comparación de este bien supremo, la causa política, la prosperidad del país es un bien secundario. Los hechos han acreditado que tal era el espíritu dominante, el programa político del partido unitario: dominar a todo trance. Y no obstante sus hechos mismos, su conducta injustificable, no han cesado desde aquella época malhadada de vituperar los medios que empleó Dorrego para subir a la silla del gobierno: tienen el descaro de proscribirlos, cuando el medio por ellos empleado es tan réprobo que deja muy atrás y hasta hace válidos los de su antagonista".

Seguimos con los “civilizados” métodos del partido unitario, esta vez por la pluma de Juan Manuel Beruti, cuyas crónicas de aquellos aciagos días, junto con otras fueron compiladas en libro y publicadas como “Memorias curiosas”. Así lo relata: refiriéndose al motín del 1° de diciembre, dice: "El pueblo de Buenos Aires ha tomado muy mal esta convulsión por el mal ejemplo que han dado las tropas, sin anuencia del pueblo que estaba pacífico, y que mañana, u otro día la fuerza armada, y ambición de otro jefe, querrá ser gobernador y hará lo mismo con este mal ejemplo, haciéndose revoluciones militares a la voz del pueblo, que está inocente; y últimamente sintiéndose de que el pueblo va a tener que sufrir muchos males, por las consecuencias fatales que se esperan...". Recibida en la ciudad  la noticia sobre la injusta muerte de Dorrego en Navarro, sigue el relato de Beruti: "Esta infausta noticia la ha recibido la mayor parte del pueblo con desagrado y sentimiento, porque en el tiempo que gobernó no hizo mal a ninguno, no entró en su gobierno por revolución sino por la junta de la provincia que lo nombró; y así cuanto dicen los papeles públicos contra él son falsos, y sólo por cubrir el atroz atropellamiento que ha ejecutado Lavalle los estampan para alucinar a los incautos; pero aunque hubiera tenido causa, es un borrón que se ha echado sobre sí Lavalle y sus tropas; lo uno por el mal ejemplo que ha dado en matar a un gobernador en su provincia, y lo otro por su orden sin formarle causa ni oírlo en justicia, pues a los mayores facinerosos se les deja el derecho natural de su defensa; por lo que ni en Turquía se ve mayor despotismo que éste. Dorrego ha sido un hombre gran patriota... (Las tropas que regresaron de la guerra contra el Brasil) al segundo día de su llegada, faltando a la obediencia al gobierno, por medio de una revolución militar, lo atropellan a su persona le quitan la vida; pero este mal ejemplo hará que otro haga lo mismo, y en cada mudanza de gobierno, hecho con estos mismos medios, será sacrificado el que mande, para cubrir el sublevado su iniquidad calumniándolo, aunque Dorrego si padeció fue porque le temían, y de haber existido, en cualquier lugar donde se hallase les había de hacer la guerra, y el modo fue para evitarlo desaparecerlo, mandándolo sepultar en la Iglesia o cementerio de Navarro".

"El 29 de abril de 1829. En este día y noche siguieron los ciudadanos sobre las armas, con motivo de las muchas partidas anarquistas (así llamaban a los federales, no obstante que dieron pruebas de haberse comportado con orden y respeto hacia personas y bienes, como el mismo Beruti lo reconoce en párrafos más abajo) que circulaban las inmediaciones de la ciudad, llegando su atrevimiento a tanto que tomaron la pólvora del almacén de Cueli, sacaron las armas y se llevaron al oficial comandante de la guardia y soldados; se llevaron la caballada del estado, que estaba pastoreando en el bajo de la Recoleta, y el ganado de novillos de los corrales del abasto de la ciudad, que está en el alto e inmediaciones de la misma Recoleta; todo a las nueve de la mañana, y sin oposición alguna; siendo la partida que avanzó de los enemigos sobre 400 hombres, que en su entrada y salida (los federales) no hicieron daño a ningún vecino".

Beruti se refiere al comportamiento de las tropas a cargo de los jefes unitarios: "Van dos ocasiones que han sacado las tropas voluntarias auxiliadas con las de línea a la distancia de una o dos leguas de la ciudad, diciendo que son para ensayarlas y que se hagan a las fatigas militares por si se ofrece verse con los enemigos; pero el objeto no ha sido otro sino el robo y saqueo de las casas del  campo de Palermo, arroyo de Maldonado y la Calera hasta donde han llegado, y desde donde el mismo día antes del amanecer que salían, regresaban a la tarde trayendo gallinas, pavos, huevos, grasa, carne salada (de los saladeros), ganado, muebles, trapos y cuanto encontraban en las casas de campo, que las más se hallaban abiertas y desamparadas por sus dueños; y en las que en ellos estaban a su presencia eran insultados y saqueados, trayendo a los peones y cuantos hombres encontraban en sus casas o ranchos en su compañía y diciendo, para engañar al pueblo, ser montoneros que tomaban incluso entre ellos algunos niños de 12 o 13 años, que los traían con sus padres, porque no quedasen a perecer. También salieron carretas con la misma división, ¡y para qué!, para entrar en las quintas de alfalfares, de donde cortaron el que quisieron, llenáronlas de pasto y conducirlas a la ciudad, como lo hicieron, para los caballos de las tropas, en número de 80 carretas, con perjuicio de sus pobres dueños; estas escenas se van repitiendo por el punto de Barracas, para donde han salido otras divisiones de tropas, bajo la capa de paseo militar, las que van mandadas por jefes, nada menos que de coronel arriba, como el brigadier Alvear, actual ministro de guerra, el mayor coronel don Ignacio Álvarez y el inspector general coronel don Blas Pico".

"Lo que los montoneros (se refiere así a los federales), en las muchas veces que han entrado en estos puntos, han respetado y dejado a sus vecinos pacíficos, sin dañarlos ni robarlos; a no ser sino uno u otro que en la soldadesca es irremediable, fuera de la vista de sus jefes, lo han hecho los nuestros a presencia de los suyos; esto prueba que unos llevan la fama y otros cargan la lana; así sucede nuestro gobierno, proclama el orden, protección y seguridad en las propiedades individuales, pero autoriza el robo, ¡qué mal se compadece de lo dicho al hecho! por lo que se ve que la guerra no se ha vuelto sino una piratería y que tanto padece el amigo del gobierno unitario como el enemigo federal, pues por lo que se experimenta todos los bienes son comunes. Pobre patria que siendo tan  rica y poderosa, va a quedar totalmente arrasada por la ambición de mandar en algunos de sus hijos. El plan que se formaron los de la facción del 1° de diciembre de 1828 fue sujetar todas las provincias al gobierno de unitario, creyendo lograrlo por las fuerzas militares que tenían a su mando; pero les va saliendo la mona capada, y lo que sus famosos soldados no perecieron con los brasileños, van muriendo en manos de sus paisanos que según se ve concluirán con todos, y sus planes quedarán frustrados, como se va viendo, yendo por lana y salen trasquilados, porque lo más florido de sus jefes, oficiales y soldados han perecido, bajo la cuchilla de los gauchos de la campaña, y al fin tendrán que ceder, que no triunfa quien ataca los pueblos".

"Pasajes sueltos, que se me han contado por dos sujetos respetables, el presbítero don Manuel Ascorra y doctor don Pedro Ignacio Rivero, abogado de la superior cámara de justicia, quienes me lo han asegurado por ciertos y son los siguientes. Estando el señor Lavalle con su ejército, en las inmediaciones del lugar llamado de Álvarez dos leguas del puente de Márquez para el campo, entró en una casa y en ella encontró una divisa de los que llevan los federales para distinguirse de los unitarios; y por esto mandó pasar a cuchillo a toda la infeliz familia".

"El coronel comandante general de la campaña del Sur don [Juan] Ramón Estomba tomó a un hombre, y creyéndolo federal lo puso en la boca de un cañón: le hizo pegar fuego y con la metralla lo levantó por los aires dividido en cuartos. Este señor estaba loco por lo que lo trajeron a la ciudad; en donde ha muerto en este estado por no haber querido comer; y cuando cometió este hecho, dicen, ya estaba tocado de su razón y no lo habían conocido".

"El comandante general de campaña del Norte, coronel don Federico Rauch, a cuantos hombres tomaba prisioneros los fusilaba, cuyo hecho cometió con más de sesenta".

"Estos son pasajes sueltos cometidos por los señores generales sin contar otros muchos cometidos por sus soldados que omito relacionarlos por no llenar tanto papel con hechos tan horrorosos".

A continuación Beruti destaca el comportamiento de los federales: "Siguen otros pasajes, que me han contado los mismos sujetos, hechos por los federales".

"Habiendo sabido don Juan Manuel de Rosas, coronel y comandante general de las fuerzas de la campaña, que por la escasez de carne se hallaban los hospitales y gente pobre de la ciudad en mucha necesidad; bajo de un parlamento mandó al ejército de Lavalle 700 cabezas de ganado vacuno y 3.000 ovejas para que fueran socorridos; pero éstas se aplicaron por dicho Lavalle a otros objetos diversos, por lo que se prohibió sabido por Rosas el permitir totalmente la introducción en la ciudad de carnes, omitiendo hacer nuevas generosas remesas".

"El cura de la parroquia de la Piedad, doctor don Mariano Medrano, se hallaba de visita en casa de su feligrés don Tomás Rebollo, cuando entró una partida de montoneros (federales), quienes desnudaron al cura de sus vestidos, los que aprehendidos, les quitaron la ropa, se devolvió al cura, y el ladrón o ladrones de orden de Rosas fueron fusilados".

"Igualmente fue robado por otra partida el doctor don Rafael Casagemas (abogado de esta excelentísima Cámara), el que habiendo quejádose de haberle quitado 600 pesos sus soldados, no habiendo podido ser averiguado quiénes lo hicieron, el mismo Rosas pagó al doctor perjudicado los 600 pesos luego que lo supo".

"Un vecino llamado don Manuel Moya, que vivía frente la pólvora de Cueli, fue robado por una partida, la que antes de salir de la casa fue presa y desarmada por otra que la mandaba un oficial que al mismo tiempo llegó; se le devolvieron sus prendas robadas, llevaron al ejército de Rosas a los delincuentes que fueron diez los aprehendidos e inmediatamente todos fueron fusilados".

"Compárese unos hechos con otros de los dos contenedores y véase quién de los dos obra mejor".

....."Un comandante (unitario) de partida llamado don Manuel Ramírez en el barrio del hospicio, encontró dos paisanos medio embriagados, que iban sin armas, y pareciéndole montonero (federales), contra una zanja los fusiló, sin embargo de que uno de los que lo acompañaban le decían no eran tales montoneros".

"Un soldado robó una niña, la madre se presentó a Lavalle contra el soldado reclamándola, y le contestó que eran críticas las circunstancias para hacerle justicia, y así que esperase a que concluyese la guerra, que entonces podría repetir".

Después del combate de Villamayor en lo que era entonces Partido de la Matanza, las fuerzas federales al mando del que fuera en 1838 héroe de Martín García, Jerónimo Costa, fueron vencidas por las del gobierno unitario de Buenos Aires, cuyo jefe era el fundador del diario en el cual escribe, Bartolomé Mitre. Costa fue ultimado, cuando ya se había rendido y posteriormente fueron fusilado cerca de 140 de sus soldados. El diario “El Nacional” en el cual escribía Sarmiento, celebró ese desenlace y calificó al trofeo de la gloriosa espada de Costa, como la espada “ruin y mohosa”… pobre Sarmiento, que poco sentido de patriotismo tenía este personaje.

Podría pasarle más testimonios del proceder “civilizado” de los salvajes unitarios, pero, le voy a pedir que averigüe que paso con la paz o tratado de La Banderita entre el Chacho Peñaloza y las fuerzas federales (30 de mayo de 1862), cuando debieron intercambiarse los prisioneros y pudo comprobarse el trato que brindaron las fuerzas chachistas a sus prisioneros, en contraposición a las que recibieron los prisioneros federales por parte de los “civilizados”… ahhh, recuerde cual fue el destino del Chacho Peñaloza, muerto a lanzados encontrándose rendido y le fue cortada la cabeza y expuesta en un palo en la plaza de Olta. Recuerde Ud. también el consejo del “civilizado” Sarmiento a Mitre de no ahorrar sangre de gauchos y lo contento que se puso el tipo cuando se enteró del destino del Chacho… todo un ejemplo de lo que es ser un “civilizado”, como él se autopercibía y muchos grandulotes lo siguen considerando.

Por último voy a transcribir el texto de una carta mandada por el “civilizado” y “Padre del aula” a su amigo Domingo de Oro sobre la forma en que se ganaron las elecciones de 1857, en el secesionado Estado de buenos Aires, otro más de los ejemplos de esta gente tan civilizada y “democrática”. Esa carta cayó en poder de Urquiza y que éste hace publicar, y allí cuenta con lujos de detalles como hicieron para ganar tan democrática y civilizada elección. Dice: “Nuestra base de operaciones ha consistido en la audacia y el terror que empleados hábilmente, han dado este resultado admirable e inesperado… establecimos en varios puntos depósitos de armas y municiones, pusimos en cada parroquia cantones con gente armada, encarcelamos como unos veinte extranjeros complicados en una supuesta conspiración; algunas bandas de soldados armados recorrían de noche las calles de la ciudad acuchillando y persiguiendo a los mazorqueros; en fin: fue tal el terror que sembramos entre toda esa gente con éstos y otros medios que el 29 triunfamos sin oposición. Los gauchos que se resistieron a votar por los candidatos del gobierno fueron encarcelados, puestos en el cepo, enviados al ejército para que sirviesen en la frontera con los indios y muchos de ellos perdieron el rancho, sus escasos bienes y la mujer… El miedo es una enfermedad endémica en este pueblo; esta es la gran palanca con la que siempre se gobernará a los porteños; manejada hábilmente, producirá infaliblemente los mejores resultados”. Todo un ejemplo para ganar elecciones y "digno" de imitar!

El diario La Prensa en un editorial publicado en el N° 2929 del 30 de marzo de 1880, decía: "El señor Sarmiento ha sido el más funesto enemigo que han tenido las instituciones y los derechos ciudadanos".

 

Ud. ¿conocía todo esto?. Si lo conocía y puso entre comillas “salvajes unitarios”, creo que es de una hipocresía descomunal y si no lo conocía, a ver si se aviva de una vez por todas, o me rebata acerca de todo lo que le manifesté sobre esta gente tan “civilizada” y “humanista”.

Le comento que soy titular del blog Periódico El Restaurador (htpps.//periódico-el-restaurador.blogspot.com), donde publicaré el texto de su artículo y de esta carta y también de la que Ud. llegara a enviarme, lo que dudo.

Señor periodista: reciba de mi parte el mayor de los respetos y lo saludo muy atentamente.

                            Norberto Jorge Chiviló

norbertochivilo@yahoo.com.ar / periodicoelrestaurador@yahoo.com.ar



martes, 3 de diciembre de 2024

Sarmiento - La Nación - Carta de Chiviló

 REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA

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En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años.
A fines de abril de 2014, en un acto en la ciudad de Piriápolis, Uruguay, el Ministro de Defensa Eleuterio Fernández Huidobro se refirió a la historia argentina, en un discurso, donde expresó que Domingo Faustino Sarmiento, fue "un grandísimo hijo de puta" debido a que promovió la matanza de gauchos "diciendo que eran un buen abono para las pampas". La noticia fue publicado por todos los diarios y comentados en radio y televisión.
En algunos diarios hubo cartas de lectores, que se refirieron al tema y criticaron los dichos del Ministro.
A continuación una de las cartas publicadas en el diario La Nación y mi contestación publicada también en ese matutino


CARTA PUBLICADA EN EL DIARIO LA NACION, EL 3 DE JUNIO DE 2014


SARMIENTO

La Asociación Sarmientina no ha podido permanecer ajena al agravio que, semanas atrás, perpetró el ministro de Defensa de la República Oriental del Uruguay contra la memoria del prócer argentino Domingo Faustino Sarmiento. Tamaña ofensa amerita, necesariamente, volver la vista a la acción de Sarmiento como educador, escritor, político, humanista y presidente de la Argentina. En esta carta sólo manifestaremos, como acto de reparación, la reflexión que el propio Sarmiento ofreció al pueblo uruguayo un día de 1887: "Me complazco en repetirme que orientales es un calificativo de argentinos. Ese Mar Dulce, como lo llamó Solís, lejos de separarnos, tiende sus brazos a ambos lados de su lecho, para pasar sobre su blando y ondulado seno".

Cabe recordar que el féretro que encerraba los restos de Sarmiento arribó a la Argentina proveniente del Paraguay cubierto, por expresa disposición del prócer, de las banderas de aquellas naciones que habían recogido su lucha en pos de una América mejor, los pabellones argentino, uruguayo, chileno y paraguayo.

Mónica Dacharry Sánchez

Presidenta Asociación Sarmientina

DNI 3.179.780


CARTA PUBLICADA EN EL DIARIO LA NACION, EL 8 DE JUNIO DE 2014


SARMIENTO

Días atrás leí la carta de lector que remitió la señora Dacharry Sánchez, presidenta de la Asociación Sarmientina, relacionada con los dichos del ministro de Defensa uruguayo sobre Sarmiento, que ella califica como "agravio" y "tamaña ofensa".

Las palabras recordadas por el ministro como dichas en su momento por Sarmiento ("...no ahorre sangre de gauchos...") fueron verdaderas y decir la verdad no es ofender ni agraviar a nadie. Decía Artigas que "con la verdad no ofendo ni temo" y creo que ello es el centro de la cuestión.

Al recordar el ministro uruguayo esas palabras de Sarmiento, a nadie ofendió ni menos aún agravió. Lo que sí resultaron una calamidad fueron las palabras de Sarmiento.

Norberto Jorge Chiviló

DNI 8.260.897