Con respecto al artículo “Kicillof y su galería
de próceres proscriptos”, publicado el día 16 ppdo., autoría del Sr. Pablo
Mendelevich, sobre las comparaciones efectuadas por Kicillof con respecto a la
situación procesal de la expresidente Fernández de Kirchner, comparándola con
otros personajes históricos y dejando de lado las desacertadas y desafortunadas
comparaciones realizadas por el gobernador Kicillof, me voy a referir a lo
manifestado por el autor de la nota en cuando imputa a Kicillof que “no se
acuerda” de Sarmiento, Alberdi, ni de otros perseguidos y exiliados del rosismo
y de la “despiadada violencia” de la Mazorca contra los “salvajes unitarios”.
Con respecto a Sarmiento, combatiente del
ejército unitario, después de ser prisionero en San Juan por las fuerzas
federales, se expatrió contando con pasaporte otorgado por el gobernador
federal Benavidez, quien le dio escolta y dinero para pasar a Chile y le salvó
la vida; Rosas no tuvo que ver en nada de ello. Alberdi manifestó en el libro
publicado en 1847 “La República Argentina 37 años después de la Revolución de
Mayo”: “En el suelo extranjero en que resido, no como proscripto, pues he
salido de mi patria según sus leyes, por franca y libre elección, como un
inglés o un francés de su país por conveniencia propia”. En cuando a la
“despiadada violencia de la Mazorca”, aclaro que en el juicio seguido a Rosas
por el entonces secesionado Estado de Buenos Aires, se mencionan en el apartado
“Degüellos de 1840 y 1842”, -nótese que no se mencionan años anteriores ni
posteriores- el nombre de 20 víctimas. Ello ocurrió en época de convulsión y en
medio de una guerra iniciada por Francia en 1838, y cuando el ejército de
Lavalle estaba a las puertas de la ciudad, debiéndose tener en cuenta que los
unitarios se habían aliado con los franceses en contra de su patria, por lo cual les cabía
la pena como traidores de lesa patria. Algunos de ellos fueron víctimas de
venganzas personales y no por otras razones.
En cuanto a lo de “salvajes unitarios”, fueron
así llamados por los pueblos antes de la llegada de Rosas al poder, por el
comportamiento de los ejércitos de esa facción política, quienes cometieron
todo tipo de tropelías contra la población civil –con mayor cantidad de
víctimas que los “degollados” de 1840/1842-, véanse las “Memorias” del general
Iriarte y “Memorias curiosas” de Juan Manuel Beruti.
Carta enviada al periodista Mendelevich
Villa Ballester, 7 de diciembre de 2024
Señor periodista Don Pablo Mendelevich
De mi mayor consideración.
Me dirijo a Ud. con relación a su artículo
publicado en el diario LA NACIÓN del día
16 de noviembre ppdo., titulado “Kicillof y su galería de próceres proscriptos”,
en el cual hace una crítica a los dichos del gobernador Kicillof, quien había comparado
la situación procesal de la expresidente Fernández de Kirchner, con el falso
argumento de que se la quiere “proscribir”, como según él, había ocurrido con cinco
personajes de nuestra historia nacional.
Dejando de lado las desafortunadas
comparaciones realizada por el gobernador, ya que la expresidenta afronta
procesos judiciales por actos de corrupción y por el saqueo sistemático del Estado
ocurridos durante los 20 años de gobiernos K, que la beneficiaron junto a su
entorno y amigotes de la oligarquía santacruceña, como también había ocurrido
con su extinto esposo y expresidente.
Ninguna comparación puede hacerse de la
situación procesal de esta “señora” y “abogada exitosa”, con aquellos
protagonistas nombrados por el Sr. Kicillof.
Salvo Juan Manuel de Rosas, juzgado por
tribunales ordinarios –a lo cual me voy a referir más abajo– y Juan D. Perón,
juzgado por un Tribunal de Honor de las FFAA; ninguno de los otros tres
personajes históricos afrontaron ningún tipo de juicio.
Además tampoco puede compararse la actuación
pública de estos cinco personajes, con el de la expresidente, en cuyos dos
mandatos, más el de su esposo Néstor Kirchner y el de su “elegido” Alberto
Fernández, los llamados “16 años K”, se
cometieron los actos de corrupción más graves y aberrantes de toda nuestra
historia y que son el símbolo de la corrupción desenfrenada, en el que se
sobrepasaron todos los límites en el saqueo sistemático del Estado, como
manifesté ut supra.
Solamente el delirio y chupamedismo del
gobernador de la provincia, Kicillof, puede hacer tales comparaciones.
Días pasados en el diario Clarín, su colega Pablo Vaca, también se refirió al mismo tema
tratado por Ud., efectuando casi sus mismas apreciaciones, a las que me refiero
infra.
Pero también me ha llamado la atención, cuando
Ud. se centra en la figura de Rosas, en este párrafo:
“Lo de Juan Manuel de Rosas
no es menos absurdo. Apunta, se supone, a la condena a muerte contra Rosas en
ausencia –mientras estaba en el exilio de Southampton–… Pero Kicillof no se
acuerda de Sarmiento, de Alberdi ni de otros perseguidos y exiliados del
rosismo. Mucho menos de la Mazorca, de la despiadada violencia contra los
‘salvajes unitarios’ ”.
Siempre que se trae a colación a Rosas, no hay
otra opción que hablar de la tiranía, del terror, la mazorca, de las
persecuciones, de la violencia, etc., etc.
¡Menos mal que Kicillof, no dijo que la
expresidenta había hecho un gobierno decente como lo fue el de Rosas!
Por supuesto que Rosas fue un gobierno de mano
dura y gracias a Dios que así lo fue, ya que le tocó actuar en época de
anarquía, de desunión nacional, y enfrentado por un partido –el unitario– que
no trepidó en aliarse con potencias extranjeras y promover la secesión del
territorio nacional, con tal de lograr sus fines y que no lo dejó gobernar ni
un instante, como lo reconoció el mismo Sarmiento. De no haber sido por Rosas,
nuestro país sería mucho más pequeño que el actual y posiblemente no hubiera
sido más que la provincia de Buenos Aires. Resaltemos que después de la caída
de Rosas, se produjo la secesión de la provincia de Buenos Aires, separándose
de sus hermanas y conformando el “Estado de Buenos Aires”.
Pero para no hacerla larga voy a referirme, uno
a uno, a sus erróneos dichos sobre Rosas. Si bien conozco sus logrados pergaminos
como periodista, me parece que en historia Ud. se ha quedado en el tiempo con
lo que le enseñaron cuando era chico sobre la “tiranía” de Rosas y no ha
buceado bajo la superficie buscando la verdad histórica.
Yo por suerte me “avivé” hace más de sesenta
años, en la adolescencia, de cómo venía la historia, pero hay grandulotes que
no se nunca se han avivado y siguen con el mismo versito de la “Gran
Historieta”, que es la llamada historia oficial, a la –que por sus
manifestaciones– Ud. adhiere. Y pienso que esos grandulotes, ya no se van a
avivar más, siguen creyendo que los niños nacen de un repollo.
Todos esos cuentos que Ud. toma como
verdaderos, no tiene ningún asidero de veracidad, sino que fueron inventos para
promover el derrocamiento de un gobierno apoyado por la totalidad de la
población, como lo reconocieron entre otros Sarmiento y Ricardo Rojas, mentiras
que personeros del unitarismo se encargaron de desparramar por toda Europa y
América, en combinación con gobiernos deseosos de gloria para enfrentar a un
país casi desconocido por aquellos tiempos, como lo fue el nuestro, promoviendo
y alentando la intervención de potencia extranjeras en nuestro suelo patrio,
cosa que lograron.
Voy a continuación a referirme a sus
afirmaciones:
1.
Juicio seguido a Rosas: En la Causa criminal seguida contra el ex-gobernador Juan Manuel de
Rosas ante los Tribunales Ordinarios de Buenos Aires que se le siguió a Rosas
en 1857 por el secesionado Estado de Buenos Aires, que dicho sea de paso se
tramitó en ausencia del imputado que se encontraba en Southampton, sin darle
posibilidad de defenderse, ni nombrar abogado defensor, ni siquiera
representado por el defensor oficial, violándose todas las garantías del debido
proceso, establecidas por la legislación vigente. En un apartado de esa causa:
“Degüellos de 1840 y 1842” se menciona el nombre de 20 “degollados”, la mayoría
de ellos correspondientes a octubre de 1840 y otros a marzo de 1842. Ello
ocurrió en época de convulsión y en medio de una guerra iniciada por Francia en
1838, y cuando el ejército de Lavalle estaba a las puertas de la ciudad,
debiéndose tener en cuenta que los unitarios se habían aliado con los
franceses en contra de su patria, por lo
cual les cabía, de acuerdo a la ley vigente y al sentido común, la pena de
muerte como traidores de lesa patria. También algunas de esas muertes fueron como
consecuencia de venganzas personales y ajenas a la política, como suele ocurrir
en estas circunstancias.
Note Ud. que en ese apartado se hace
referencia a los “degüellos” producidos en dos meses concretos y no hay hechos
mencionados con anterioridad ni posteriormente a los mismos, prueba de que la
violencia fue bastante limitada.
El historiador brasilero Joao Pandiá
Calógeras, describió muy claramente el proceder de Rosas y de sus enemigos, como
de la situación de la Confederación Argentina y las exageraciones en las que se
incurrían acerca de la personalidad del gobernante argentino. He aquí sus
opiniones vertidas en “Formação histórica do Brasil” (3°
edición, Editora Comphania Nacional, 1938):
"La campaña de panfletos,
artículos de diarios, revistas, libros, inundó América y Europa, y consiguió
colocar a la Argentina, a sus autoridades, y principalmente a su dictador bajo
la apariencia de una tierra de monstruos inauditos. Contra esto protestaban los
ministros diplomáticos, tanto europeos como americanos, mostrando las mentiras
de las acusaciones y demostrando que numerosos compatriotas suyos vivían y
prosperaban en la paz y el progreso. Estadísticas eran publicadas probando el
rumbo creciente de la riqueza del país. Documentos eran divulgados evidenciando
que, en los guarismos de las terribles hecatombes que se decían efectuadas por
el rosismo, figuraban las bajas de los combates entre las parcialidades
contendoras, y estas mismas muy aumentadas; que muchas personas indicadas como
asesinadas, estaban perfectamente vivas y en absoluta salud y tranquilidad.
Nada de eso valió para detener la calumnia, y hasta el día de hoy Rosas es
tenido como el más vil de los degolladores”.
“ 'La Sociedad Restauradora' contaba
en su seno ciudadanos prominentes de la capital. Es posible y natural que
incluyese algunos facinerosos y fanáticos. En momentos de exaltación pública y
de despiadada exacerbación de pasiones, hay siempre una turba de criminales y de
malhechores que emerge de los 'bas-fond' de la sociedad, prontos a los peores
excesos, sin que para tal cosa necesiten incitaciones, órdenes o instrucciones
de los jefes autorizados de los movimientos políticos".
"La honra de la Historia exige
que sean revistos tales juicios difamatorios. Sin duda el período era de
crueldad y de ausencia de piedad; mas ocurrían tales crímenes en ambos grupos
partidarios, y en cuanto a Rosas, parece haber tenido uno de los corazones
menos caldeados en la práctica de tales horrores, de los más propensos a evitar
el sufrimiento humano. La base de las acusaciones, de las mentiras y
exageraciones se encuentra en el odio de partido, en el 'o’te-toi de lá que je
móy mette', el venenoso rencor de enemigos de espíritu mezquino incapaces de
hacer lo que él realizó".
"Ciertamente que no era un jefe
blando o de manos leves: poseía un genio voluntarioso, un carácter incapaz de
doblegarse; era cruel como todos sus semejantes en esa época en la Argentina.
Pero era también un estadista, un hombre de ideales y de ejecución, cualidades
que no se encuentran tan frecuentemente como sería de desear".
"Los principales autores de ese
ambiente de exageraciones y calumnias fueron los miembros de la 'Comisión
Argentina' unitaria, de Montevideo. Entre ellos se hallaban hombres de alto
valer por su cultura, talento y coraje. Cegábalos empero la pasión partidaria.
Es posible probar que traicionaron a su patria, apelando a la invasión
extranjera y al oro francés para vencer a su propia tierra natal, con el solo
propósito de cumplir sus miras egoístas de militantes de un grupo político.
Rosas entre tanto, defendió la libertad e independencia y el respeto propio de
la Confederación".
La “Sociedad Restauradora”,
mencionada por Calógeras, era lo que los unitarios llamaban “Mas Horca” o
“Mazorca”.
Otro testimonio. El capitán de
fragata, François Théogène Page quien en 1840, formó parte de la Flota Francesa
de Operaciones en el Río de la Plata, bajo el comando del Vicealmirante Mackau,
en Buenos Aires, entrevistó a residentes franceses, llevándose la gran
sorpresa, informando a sus superiores, entre otras muchas e interesantes
observaciones, lo siguiente: "¿Nuestros compatriotas en Buenos Aires, eran
maltratados?. Escuchó sorprendido los informes de los propios franceses,
quienes le dijeron que, a pesar de las convulsiones de la república, nunca
habían gozado de mayor seguridad. De modo que todos aquellos asesinatos,
aquellos atentados contra la población francesa, de los que se daban tan
atroces detalles, ¡no eran más que simples inventos!". Ese informe se
publicó en “Revue de deux mondes” (Revista
de ambos mundos) en su edición del 1° de febrero de 1841, con el título “Affaires de Buénos Ayres - Expéditions de
la France contre la République Argentine”, traducido y editado en nuestro
país como “Guerra colonialista
Franco-Argentina 1838-1840”, con estudio preliminar de Juan Pablo Oliver, (
EUDEBA, Buenos Aires, 1973).
2.
Caso Sarmiento: Con respecto a Sarmiento, combatiente del ejército unitario, después
de ser prisionero en San Juan por las fuerzas federales, se expatrió en 1840 contando
con pasaporte otorgado por el gobernador federal Benavidez, quien le dio
escolta y dinero para pasar a Chile y le salvó la vida; Rosas no tuvo que ver
en nada de ello. (ver “Vida de Sarmiento.
El hombre de autoridad”, de Manuel Gálvez, Editorial Tor, 3ra. Edición,
págs. 62 a 68)
3.
Caso Alberdi: El tucumano, manifestó en su libro publicado en 1847 “La República Argentina 37 años después de
la Revolución de Mayo”: “En el suelo extranjero en que resido, no como
proscripto, pues he salido de mi patria según sus leyes, por franca y libre
elección, como un inglés o un francés de su país por conveniencia propia”. Más
claro echarle agua. Se fue de Buenos Aires porque quiso. Nadie lo perseguía, ni
nadie le impidió su salida.
4.
“Otros perseguidos y exiliados del
rosismo”: Sería interesante que Ud. individualizara, y
me informara a quienes se refiere en cuanto a “otros perseguidos y exiliados
del rosismo”, ¿en qué época se habría producidos las persecuciones y los
exilios y en qué circunstancias?, porque en Buenos Aires, no se perseguía sino
a quienes estaban en componendas para derrocar a un gobierno elegido según las
normas de la época o bien estaban en combinación con potencias extranjeras que
agredían a nuestro país, como ya manifesté.
El ciudadano, aunque fuera unitario,
que cumplía con las leyes, respetaba al gobierno y no estaba en componendas con
enemigos del país, de ninguna forma fueron perseguidos; por el contrario, pongo
el caso del jurista Dalmacio Vélez Sarsfield, conocido unitario, quien era
asiduo concurrente a las tertulias de Manuelita Rosas, realizadas en el caserón
que su padre poseía en Palermo de San Benito, y que incluso por sus
conocimientos jurídicos, era persona de consulta del gobernador (p.e. en el
caso de Camila O’Gorman).
5.
En cuando a la “despiadada violencia
de la Mazorca”. Me remito a lo expresado en el
punto 1. Aclaro que en el juicio seguido a Rosas por el entonces secesionado
Estado de Buenos Aires, se mencionan en el apartado “Degüellos de 1840 y 1842”,
-nótese que no se mencionan años anteriores ni posteriores- el nombre de 20
víctimas.
6.
En cuanto a lo de “salvajes
unitarios”, Ud. lo pone encomillado, como si
no lo hubiesen sido y eso hubiera sido un invento del gobierno de Rosas. Fueron
así llamados por los pueblos antes de la llegada de Rosas al poder, por el
comportamiento de los ejércitos de esa facción política, quienes cometieron
todo tipo de tropelías contra la población civil –con muchísima mayor cantidad
de víctimas que los “degollados” de 1840/1842–, véanse las “Memorias” del general Iriarte y “Memorias curiosas” de Juan Manuel Beruti.
El historiador canadiense H.S.Ferns
en su libro traducido y publicado en Buenos Aires: “Gran Bretaña y Argentina en el Siglo XIX”, dice: (Dorrego) “…estaba dispuesto a acordarles (a
los gauchos) un lugar en el cuerpo político. El conocimiento y simpatía que
tenía de la barbarie gaucha era la clave de su realismo como político. La única
falla de este realismo, como hubo de probarlo su cruel muerte, consistía en que
no supo apreciar en toda su magnitud el salvajismo y la pasión de poder que
alentaba en los hombres que se llamaban amigos de la civilización, de la
ilustración y del progreso…” Fíjese que habla del “salvajismo y la pasión de
poder que alentaba en los hombres que se llamaban amigos de la civilización, de
la ilustración y del progreso…”. No lo dice un autor revisionista, ni rosista,
lo dice un historiador extranjero que tiene una visión más acertada que muchos
nativos de nuestra historia y de los “grandulotes” de la “historia oficial”. Sí,
Señor, los unitarios eran SALVAJES, así, sin comillas y bastante salvajes y
además bárbaros.
Por supuesto que Ud. sabe lo que
pasó con el gobernador Manuel Dorrego, a quien su asesino, el general Lavalle,
no le dio la oportunidad de exiliarse o expatriarse, sino que simplemente lo
asesinó, cuando Dorrego no había cometido ningún crimen, ni siquiera se lo
juzgó, ya los “civilizados” miembros del partido unitario (Del Carril, Agüero,
entre otros “distinguidos” personajes, incitaron a la “espada sin cabeza” como
Echeverría, llamó al general Lavalle, a que asesinara al gobernador y simulara
un juicio, pidiéndole se deshiciera de todas las cartas que había recibido con
tales “consejos” para no dejar pruebas en contra. El tarambana de Lavalle, –si
bien reconozco en él que fue un valiente, demostrado en las guerras por la
independencia y en la primera guerra contra el Imperio del Brasil, en el caso
de Dorrego se comportó como un tarambana– les hizo caso y cometió ese
incalificable asesinato, luego así le fue a él. Esos eran los “civilizados”
unitarios, así actuaban. ¿Fueron o no salvajes?. Ud. ¿qué opina sobre este
hecho?. Me interesaría saber su visión sobre este hecho histórico… si se anima
a darlo…
A principios del año 1829 el
gobierno de facto de Lavalle inventó
el sistema de las "clasificaciones" formándose listas de los
adversarios políticos a fin de ponerlos en prisión o desterrarlos, lo que
ocurrió con miembros destacados del partido federal como los hermanos Juan José
y Tomás Manuel de Anchorena, Felipe Arana, Manuel Vicente Maza, Máximo Terrero,
Victorio García de Zúñiga, Manuel H.
Aguirre, Epitacio del Campo, los generales Juan Ramón Balcarce, Enrique
Martínez, el coronel Tomás de Iriarte, entre muchos otros, quienes en algunos
casos fueron desterrados a Bahía Blanca y Montevideo y en otros fueron puestos
en prisión en barcos y pontones. También sus propiedades quedaron incautadas
temporariamente por el gobierno.
La injusta muerte del gobernador
Dorrego llenó de indignación a los pueblos del interior, quienes se
pronunciaron unánimemente desconociendo la legitimidad al gobierno usurpador.
Paralelamente los amotinados,
aplicando métodos de terror trataron de acallar la reacción que se producía en
la campaña de Buenos Aires.
El mayor Manuel Mesa, a las órdenes
de Rosas continuó en la campaña bonaerense junto a otros la resistencia a los
amotinados. A principios de febrero los federales son derrotados en Las
Palmitas y Mesa fue tomado prisionero y el día
16, fue fusilado en la plaza del Retiro con otros prisioneros de guerra.
Antes de ser asesinado, Mesa se dirigió a los espectadores, recordando la
usurpación de Lavalle y la muerte de Dorrego y gritó "¡Lavalle es un
asesino!".
En el diario unitario El Pampero del 31 de mayo de 1829, se
promovía la represión: "...no es tiempo de emplear la dulzura, sino el
palo... ahora sangre y fuego en el campo de batalla, energía y firmeza en los
papeles públicos... Palo..., palo y de otro modo nos volveremos a ver como
hemos visto el año 20 y el año 28; palo, porque solo el palo, reduce a los que
hacen causa común con los salvajes; palo y de no, los principios se quedan
escritos, y la República sin Constitución". El método “civilizado de los
unitarios: “palo y palo” a sus enemigos políticos… ¿Lo sabía?
El general Tomás de Iriarte,
-primero a las órdenes de Rosas y luego pasado al bando unitario-, años más
tarde de aquellos sucesos escribió sus Memorias,
donde relató todos los excesos cometidos en aquellos oscuros y trágicos días:
“...después de la ejecución de Dorrego, Lavalle asolaba la campaña con su
arbitrario sistema, y el terror fue un medio de que con profusión hicieron uso
muchos de sus jefes subalternos. Se violaba el derecho de propiedad, y los
agraviados tenían que resignarse y sufrir en silencio los vejámenes que les
inferían, porque la más leve queja, la más sumisa reclamación costó a algunos
infelices la vida. Aquellos hombres despiadados trataban al país como si
hubiera sido conquistado, como si ellos fuesen extranjeros; y a sus
compatriotas les hacían sentir todo el peso del régimen militar, cual si fuesen
sus más implacables enemigos: se habían olvidado que eran sus compatriotas y,
como ellos mismos, hijos de la tierra. Semejante conducta grabó un odio
profundo en los oprimidos: hombres acostumbrados a la vida semisalvaje de los
campos y a una libertad análoga a la del hombre en el primitivo estado de la
naturaleza, los gauchos no era posible que soportasen largo tiempo tan pesado
yugo. Así es que la derrota que sufrieron en Las Palmitas no pudo apagar el
incendio que, aunque parcial, empezaba a manifestarse en distintos puntos de la
extensa llanura de la Provincia de Buenos Aires. Era una antipatía recíproca,
un odio torpemente fomentado por los hombres de la ciudad -los unitarios- la
que existía entre las tropas de Lavalle y los habitantes de la Pampa: los
gauchos".
Más adelante, continúa:
"Durante la contienda civil los jefes y oficiales de Lavalle cometieron en
la campaña las mayores violencias, las más inauditas crueldades, -crueldades de
invención para gozarse en el sufrimiento de las víctimas-, la palabra de guerra
era muerte al gaucho y efectivamente como a bestias feroces trataban a los
desgraciados que caían en sus manos. Era el encarnizamiento frenético, fanático
y descomunal de las guerras de religión. El coronel don Juan Apóstol Martínez,
hizo atar a la boca de un cañón a un desgraciado paisano: la metralla lo hizo
pedazos y sobre algunos restos que pudieron encontrarse, el mismo Martínez
esparció algunas flores. Otra vez el mismo jefe hizo que unos prisioneros
abriesen ellos mismos la fosa en que fueron enterrados”. "En el período de
Lavalle este jefe y su círculo cometieron inauditas crueldades, la vida no
estaba garantida –dígalo el asesinato del desgraciado Dorrego– las leyes
estuvieron en receso, ni había otra regla de conducta que la del soldado
gobernador. Se dejó ver en el corto período que ejerció la autoridad pública,
que tenían por sistema hacer uso del terror: ellos fueron los primeros que
establecieron en dogma la máxima antisocial «el que no está conmigo es mi
enemigo»; y si no hubieran estado tan distraídos en su defensa propia por la
guerra que el partido federal les hizo, si hubieran triunfado, bien se puede
asegurar, sin temor de formar un juicio aventurado, que muchos cadalsos habrían
levantado en Buenos Aires, al menos así debe conjeturarse si se tiene presente
el espíritu de intolerancia y de exclusivismo que dominaba en aquel círculo, y
sus hechos violentos y despiadados en el corto espacio de tiempo que pudieron
mandar, bien que rodeados más a defenderse de sus enemigos, que a consolidarse
en el poder”. Iriarte dice también: “Sería nunca acabar, si me propusiese
consignar aquí todas las crueldades y torpezas que perpetraron (los unitarios):
ellas han dejado en la campaña un indeleble recuerdo en el corazón de los
gauchos; un odio reconcentrado contra sus perseguidores: odio que más tarde
Rosas hizo servir en provecho de sus tiránicos planes”. Aquí Iriarte no puede
dejar de tirar por elevación a Rosas, "olvidando", que los unitarios,
fueron usurpadores del poder, ya que conspiraron e ilegítimamente depusieron al
gobernador Dorrego, haciéndose dueños por la fuerza del gobierno de la
provincia, desatando el terror indiscriminado como método para acabar con la
oposición de los bonaerenses –como él mismo lo relata–, no reparando en cometer
todo tipo de atrocidades y salvajadas, mientras que por el contrario Rosas en
su momento fue elevado al gobierno por el voto de la Legislatura, y años más
tarde al volver al poder, fue ratificado por el voto unánime de sus
conciudadanos expresado en plebiscito. Además Rosas no había sido el iniciador
de la violencia que existía en el país, violencia que sí habían iniciado los
unitarios, de la que siempre se sirvieron no solo en su lucha contra el
gobernador porteño, sino también muchos años después de su derrocamiento, como
se verá más adelante, en la llamada época de la “organización nacional” o de los
“gobiernos constitucionales”.
“Esta revolución cubrió de oprobio
al partido unitario -sigue Iriarte-, y puso en transparencia sus miras
ambiciosas de exclusivo dominio. Ellos habían, durante el período que ocuparon
la silla del poder, difundido la saludable doctrina de las vías legales,
pusieron en horror las vías de hecho a punto que el cabecilla más
revolucionario no se habría atrevido a emplearlas por temor del descrédito que
refluiría contra él: tan profundas raíces había echado en Buenos Aires la
propaganda política, y la antipatía al empleo de la fuerza para derribar el
poder. Pero desde que descendieron del mando y entraron en la arena de la
oposición empezaron a patentizar la inconsecuencia de sus principios: la revolución
del 1 de Diciembre acabó de desenmascararlos. Aparecieron violando la misma
doctrina que con tanto empeño habían difundido: anatematizaron las vías de
hecho cuando dirigían la marcha de la administración, porque se proponían en
pro de los intereses de su partido perpetuarse en el poder, pero luego que se
les escapó de las manos, emplearon las mismas vías para recuperarlo. Esta es la
historia de todas las facciones: sacrificando constantemente el bien general,
sus principios y sus más íntimas convicciones, a sus intereses de partido, sin
pararse en los medios, sin arredrarse por las funestas consecuencias de sus
aberraciones: el objeto es mandar y en comparación de este bien supremo, la
causa política, la prosperidad del país es un bien secundario. Los hechos han
acreditado que tal era el espíritu dominante, el programa político del partido
unitario: dominar a todo trance. Y no obstante sus hechos mismos, su conducta
injustificable, no han cesado desde aquella época malhadada de vituperar los
medios que empleó Dorrego para subir a la silla del gobierno: tienen el descaro
de proscribirlos, cuando el medio por ellos empleado es tan réprobo que deja
muy atrás y hasta hace válidos los de su antagonista".
Seguimos con los “civilizados”
métodos del partido unitario, esta vez por la pluma de Juan Manuel Beruti,
cuyas crónicas de aquellos aciagos días, junto con otras fueron compiladas en
libro y publicadas como “Memorias
curiosas”. Así lo relata: refiriéndose al motín del 1° de diciembre, dice:
"El pueblo de Buenos Aires ha tomado muy mal esta convulsión por el mal
ejemplo que han dado las tropas, sin anuencia del pueblo que estaba pacífico, y
que mañana, u otro día la fuerza armada, y ambición de otro jefe, querrá ser
gobernador y hará lo mismo con este mal ejemplo, haciéndose revoluciones
militares a la voz del pueblo, que está inocente; y últimamente sintiéndose de
que el pueblo va a tener que sufrir muchos males, por las consecuencias fatales
que se esperan...". Recibida en la ciudad
la noticia sobre la injusta muerte de Dorrego en Navarro, sigue el
relato de Beruti: "Esta infausta noticia la ha recibido la mayor parte del
pueblo con desagrado y sentimiento, porque en el tiempo que gobernó no hizo mal
a ninguno, no entró en su gobierno por revolución sino por la junta de la
provincia que lo nombró; y así cuanto dicen los papeles públicos contra él son
falsos, y sólo por cubrir el atroz atropellamiento que ha ejecutado Lavalle los
estampan para alucinar a los incautos; pero aunque hubiera tenido causa, es un
borrón que se ha echado sobre sí Lavalle y sus tropas; lo uno por el mal
ejemplo que ha dado en matar a un gobernador en su provincia, y lo otro por su
orden sin formarle causa ni oírlo en justicia, pues a los mayores facinerosos
se les deja el derecho natural de su defensa; por lo que ni en Turquía se ve
mayor despotismo que éste. Dorrego ha sido un hombre gran patriota... (Las
tropas que regresaron de la guerra contra el Brasil) al segundo día de su
llegada, faltando a la obediencia al gobierno, por medio de una revolución
militar, lo atropellan a su persona le quitan la vida; pero este mal ejemplo
hará que otro haga lo mismo, y en cada mudanza de gobierno, hecho con estos
mismos medios, será sacrificado el que mande, para cubrir el sublevado su
iniquidad calumniándolo, aunque Dorrego si padeció fue porque le temían, y de
haber existido, en cualquier lugar donde se hallase les había de hacer la
guerra, y el modo fue para evitarlo desaparecerlo, mandándolo sepultar en la
Iglesia o cementerio de Navarro".
"El 29 de abril de 1829. En
este día y noche siguieron los ciudadanos sobre las armas, con motivo de las
muchas partidas anarquistas (así llamaban a los federales, no obstante que
dieron pruebas de haberse comportado con orden y respeto hacia personas y bienes,
como el mismo Beruti lo reconoce en párrafos más abajo) que circulaban las
inmediaciones de la ciudad, llegando su atrevimiento a tanto que tomaron la
pólvora del almacén de Cueli, sacaron las armas y se llevaron al oficial
comandante de la guardia y soldados; se llevaron la caballada del estado, que
estaba pastoreando en el bajo de la Recoleta, y el ganado de novillos de los
corrales del abasto de la ciudad, que está en el alto e inmediaciones de la
misma Recoleta; todo a las nueve de la mañana, y sin oposición alguna; siendo
la partida que avanzó de los enemigos sobre 400 hombres, que en su entrada y
salida (los federales) no hicieron daño a ningún vecino".
Beruti se refiere al comportamiento
de las tropas a cargo de los jefes unitarios: "Van dos ocasiones que han
sacado las tropas voluntarias auxiliadas con las de línea a la distancia de una
o dos leguas de la ciudad, diciendo que son para ensayarlas y que se hagan a
las fatigas militares por si se ofrece verse con los enemigos; pero el objeto
no ha sido otro sino el robo y saqueo de las casas del campo de Palermo, arroyo de Maldonado y la
Calera hasta donde han llegado, y desde donde el mismo día antes del amanecer
que salían, regresaban a la tarde trayendo gallinas, pavos, huevos, grasa,
carne salada (de los saladeros), ganado, muebles, trapos y cuanto encontraban
en las casas de campo, que las más se hallaban abiertas y desamparadas por sus
dueños; y en las que en ellos estaban a su presencia eran insultados y
saqueados, trayendo a los peones y cuantos hombres encontraban en sus casas o
ranchos en su compañía y diciendo, para engañar al pueblo, ser montoneros que
tomaban incluso entre ellos algunos niños de 12 o 13 años, que los traían con
sus padres, porque no quedasen a perecer. También salieron carretas con la
misma división, ¡y para qué!, para entrar en las quintas de alfalfares, de
donde cortaron el que quisieron, llenáronlas de pasto y conducirlas a la
ciudad, como lo hicieron, para los caballos de las tropas, en número de 80
carretas, con perjuicio de sus pobres dueños; estas escenas se van repitiendo
por el punto de Barracas, para donde han salido otras divisiones de tropas,
bajo la capa de paseo militar, las que van mandadas por jefes, nada menos que
de coronel arriba, como el brigadier Alvear, actual ministro de guerra, el
mayor coronel don Ignacio Álvarez y el inspector general coronel don Blas
Pico".
"Lo que los montoneros (se
refiere así a los federales), en las muchas veces que han entrado en estos
puntos, han respetado y dejado a sus vecinos pacíficos, sin dañarlos ni
robarlos; a no ser sino uno u otro que en la soldadesca es irremediable, fuera
de la vista de sus jefes, lo han hecho los nuestros a presencia de los suyos;
esto prueba que unos llevan la fama y otros cargan la lana; así sucede nuestro
gobierno, proclama el orden, protección y seguridad en las propiedades
individuales, pero autoriza el robo, ¡qué mal se compadece de lo dicho al hecho!
por lo que se ve que la guerra no se ha vuelto sino una piratería y que tanto
padece el amigo del gobierno unitario como el enemigo federal, pues por lo que
se experimenta todos los bienes son comunes. Pobre patria que siendo tan rica y poderosa, va a quedar totalmente
arrasada por la ambición de mandar en algunos de sus hijos. El plan que se
formaron los de la facción del 1° de diciembre de 1828 fue sujetar todas las
provincias al gobierno de unitario, creyendo lograrlo por las fuerzas militares
que tenían a su mando; pero les va saliendo la mona capada, y lo que sus
famosos soldados no perecieron con los brasileños, van muriendo en manos de sus
paisanos que según se ve concluirán con todos, y sus planes quedarán
frustrados, como se va viendo, yendo por lana y salen trasquilados, porque lo
más florido de sus jefes, oficiales y soldados han perecido, bajo la cuchilla
de los gauchos de la campaña, y al fin tendrán que ceder, que no triunfa quien
ataca los pueblos".
"Pasajes sueltos, que se me han
contado por dos sujetos respetables, el presbítero don Manuel Ascorra y doctor
don Pedro Ignacio Rivero, abogado de la superior cámara de justicia, quienes me
lo han asegurado por ciertos y son los siguientes. Estando el señor Lavalle con
su ejército, en las inmediaciones del lugar llamado de Álvarez dos leguas del
puente de Márquez para el campo, entró en una casa y en ella encontró una
divisa de los que llevan los federales para distinguirse de los unitarios; y
por esto mandó pasar a cuchillo a toda la infeliz familia".
"El coronel comandante general
de la campaña del Sur don [Juan] Ramón Estomba tomó a un hombre, y creyéndolo
federal lo puso en la boca de un cañón: le hizo pegar fuego y con la metralla
lo levantó por los aires dividido en cuartos. Este señor estaba loco por lo que
lo trajeron a la ciudad; en donde ha muerto en este estado por no haber querido
comer; y cuando cometió este hecho, dicen, ya estaba tocado de su razón y no lo
habían conocido".
"El comandante general de
campaña del Norte, coronel don Federico Rauch, a cuantos hombres tomaba
prisioneros los fusilaba, cuyo hecho cometió con más de sesenta".
"Estos son pasajes sueltos
cometidos por los señores generales sin contar otros muchos cometidos por sus
soldados que omito relacionarlos por no llenar tanto papel con hechos tan
horrorosos".
A continuación Beruti destaca el
comportamiento de los federales: "Siguen otros pasajes, que me han contado
los mismos sujetos, hechos por los federales".
"Habiendo sabido don Juan
Manuel de Rosas, coronel y comandante general de las fuerzas de la campaña, que
por la escasez de carne se hallaban los hospitales y gente pobre de la ciudad
en mucha necesidad; bajo de un parlamento mandó al ejército de Lavalle 700
cabezas de ganado vacuno y 3.000 ovejas para que fueran socorridos; pero éstas
se aplicaron por dicho Lavalle a otros objetos diversos, por lo que se prohibió
sabido por Rosas el permitir totalmente la introducción en la ciudad de carnes,
omitiendo hacer nuevas generosas remesas".
"El cura de la parroquia de la
Piedad, doctor don Mariano Medrano, se hallaba de visita en casa de su feligrés
don Tomás Rebollo, cuando entró una partida de montoneros (federales), quienes
desnudaron al cura de sus vestidos, los que aprehendidos, les quitaron la ropa,
se devolvió al cura, y el ladrón o ladrones de orden de Rosas fueron
fusilados".
"Igualmente fue robado por otra
partida el doctor don Rafael Casagemas (abogado de esta excelentísima Cámara),
el que habiendo quejádose de haberle quitado 600 pesos sus soldados, no
habiendo podido ser averiguado quiénes lo hicieron, el mismo Rosas pagó al
doctor perjudicado los 600 pesos luego que lo supo".
"Un vecino llamado don Manuel
Moya, que vivía frente la pólvora de Cueli, fue robado por una partida, la que
antes de salir de la casa fue presa y desarmada por otra que la mandaba un
oficial que al mismo tiempo llegó; se le devolvieron sus prendas robadas,
llevaron al ejército de Rosas a los delincuentes que fueron diez los
aprehendidos e inmediatamente todos fueron fusilados".
"Compárese unos hechos con
otros de los dos contenedores y véase quién de los dos obra mejor".
....."Un comandante (unitario)
de partida llamado don Manuel Ramírez en el barrio del hospicio, encontró dos
paisanos medio embriagados, que iban sin armas, y pareciéndole montonero
(federales), contra una zanja los fusiló, sin embargo de que uno de los que lo
acompañaban le decían no eran tales montoneros".
"Un soldado robó una niña, la
madre se presentó a Lavalle contra el soldado reclamándola, y le contestó que
eran críticas las circunstancias para hacerle justicia, y así que esperase a
que concluyese la guerra, que entonces podría repetir".
Después del combate de Villamayor en
lo que era entonces Partido de la Matanza, las fuerzas federales al mando del
que fuera en 1838 héroe de Martín García, Jerónimo Costa, fueron vencidas por
las del gobierno unitario de Buenos Aires, cuyo jefe era el fundador del diario
en el cual escribe, Bartolomé Mitre. Costa fue ultimado, cuando ya se había
rendido y posteriormente fueron fusilado cerca de 140 de sus soldados. El
diario “El Nacional” en el cual escribía Sarmiento, celebró ese desenlace y
calificó al trofeo de la gloriosa espada de Costa, como la espada “ruin y
mohosa”… pobre Sarmiento, que poco sentido de patriotismo tenía este personaje.
Podría pasarle más testimonios del
proceder “civilizado” de los salvajes unitarios, pero, le voy a pedir que
averigüe que paso con la paz o tratado de La Banderita entre el Chacho Peñaloza
y las fuerzas federales (30 de mayo de 1862), cuando debieron intercambiarse
los prisioneros y pudo comprobarse el trato que brindaron las fuerzas
chachistas a sus prisioneros, en contraposición a las que recibieron los prisioneros
federales por parte de los “civilizados”… ahhh, recuerde cual fue el destino
del Chacho Peñaloza, muerto a lanzados encontrándose rendido y le fue cortada
la cabeza y expuesta en un palo en la plaza de Olta. Recuerde Ud. también el
consejo del “civilizado” Sarmiento a Mitre de no ahorrar sangre de gauchos y lo
contento que se puso el tipo cuando se enteró del destino del Chacho… todo un
ejemplo de lo que es ser un “civilizado”, como él se autopercibía y muchos
grandulotes lo siguen considerando.
Por último voy a transcribir el
texto de una carta mandada por el “civilizado” y “Padre del aula” a su amigo Domingo
de Oro sobre la forma en que se ganaron las elecciones de 1857, en el
secesionado Estado de buenos Aires, otro más de los ejemplos de esta gente tan
civilizada y “democrática”. Esa carta cayó en poder de Urquiza y que éste hace
publicar, y allí cuenta con lujos de detalles como hicieron para ganar tan
democrática y civilizada elección. Dice: “Nuestra base de operaciones ha
consistido en la audacia y el terror que empleados hábilmente, han dado este
resultado admirable e inesperado… establecimos en varios puntos depósitos de
armas y municiones, pusimos en cada parroquia cantones con gente armada,
encarcelamos como unos veinte extranjeros complicados en una supuesta
conspiración; algunas bandas de soldados armados recorrían de noche las calles
de la ciudad acuchillando y persiguiendo a los mazorqueros; en fin: fue tal el
terror que sembramos entre toda esa gente con éstos y otros medios que el 29
triunfamos sin oposición. Los gauchos que se resistieron a votar por los
candidatos del gobierno fueron encarcelados, puestos en el cepo, enviados al
ejército para que sirviesen en la frontera con los indios y muchos de ellos
perdieron el rancho, sus escasos bienes y la mujer… El miedo es una enfermedad
endémica en este pueblo; esta es la gran palanca con la que siempre se
gobernará a los porteños; manejada hábilmente, producirá infaliblemente los
mejores resultados”. Todo un ejemplo para ganar elecciones y "digno"
de imitar!
El diario La Prensa en un editorial publicado en el N° 2929 del 30 de marzo
de 1880, decía: "El señor Sarmiento ha sido el más funesto enemigo que han
tenido las instituciones y los derechos ciudadanos".
Ud. ¿conocía todo esto?. Si lo conocía y puso
entre comillas “salvajes unitarios”, creo que es de una hipocresía descomunal y
si no lo conocía, a ver si se aviva de una vez por todas, o me rebata acerca de
todo lo que le manifesté sobre esta gente tan “civilizada” y “humanista”.
Le comento que soy titular del blog Periódico
El Restaurador (htpps.//periódico-el-restaurador.blogspot.com), donde publicaré
el texto de su artículo y de esta carta y también de la que Ud. llegara a
enviarme, lo que dudo.
Señor periodista: reciba de mi parte el mayor
de los respetos y lo saludo muy atentamente.
Norberto Jorge Chiviló
norbertochivilo@yahoo.com.ar /
periodicoelrestaurador@yahoo.com.ar