miércoles, 1 de junio de 2016

La emancipación en América

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año X N° 39 - Junio 2016 - Pags. 8 y 9  

 Bicentenario de la Declaración de la Independencia de las Provincias Unidas de Sud América el  9 de Julio de 1816  


La emancipación en América.

por el Dr. Guillermo M. Masciotra

Independencia argentina
Triunfo de la Independencia Americana, 1825 (A)

El primer grito de independencia que se produjo en tierra americana tuvo lugar en 1776 con la declaración de la independencia norteamericana de las 13 colonias inglesas, reunidas en el Congreso de Filadelfia. El movimiento independentista se había originado en una revuelta que había tenido lugar con motivo del desconocimiento por los colonos a un impuesto que gravaba el té. La cruenta lucha se extendió hasta 1783, año en el cual Inglaterra reconoció la independencia de la nueva república.

Pocos años más tarde, en 1791 se produjo un movimiento independentista iniciado por los esclavos negros en las Antillas, en Haití, parte occidental de isla de La Española -o isla de Santo Domingo-, por entonces colonia francesa, llamada "Insurrección de los esclavos", que se complicó por las luchas y enfrentamientos que se dieron entre blancos -terratenientes-, mulatos y esclavos negros. No obstante que Napoleón mandó en 1802 un poderoso ejército para combatir a los independentistas y que repuso a las autoridades francesas, luego de dos años de cruentas luchas, los "Iluminados Africanos", -como se los llamaba a los independentistas haitianos-, expulsaron a los franceses y el 1° de enero de 1804, declararon la independencia. 

En Méjico, el antiguo Virreinato de Nueva España, tuvo su intento en 1808 por la intervención del Capitán Ignacio Allende y el sacerdote Miguel Hidalgo, que bajo la imagen de la Virgen de Guadalupe organizaron para la lucha a la población rural, pero fueron derrotados en 1811. Posteriormente en 1814 otro sacerdote, José María Morelos, inició un nuevo movimiento emancipador. Formó el Congreso y sancionó una Constitución. En 1815 fueron derrotados y Morelos fue ejecutado. El movimiento libertador volvió a tomar fuerza en 1817, con diversos resultados hasta 1821, año en el cual se declaró finalmente la Independencia.

El virreinato de Nueva Granada tuvo su primer grito de emancipación en Quito en 1809, motivado por las exigencias impositivas de la corona. Así comerciantes, profesionales y terratenientes criollos formaron una Junta de Gobierno. Este movimiento fue reprimido severamente desde Lima y Bogotá, incluso con saqueos por parte de las tropas españolas. En 1810, un nuevo intento libertador en Quito fue sofocado por tropas realistas de Cuenca y Guayaquil, los que impusieron una política de pacificación que duró hasta 1820, año en que cesó el dominio español en la Audiencia de Quito.

En San José de Bogotá, que era la capital del Virreinato, también se iniciaron las revueltas por los impuestos. Se convocó en julio de 1810 a un Cabildo Abierto que instaló una Junta Suprema del Nuevo Reino. A partir de ese momento se profundizó el choque entre criollos y peninsulares y, luego entre los mismos criollos divididos en federalistas y centralistas.

Las ciudades de Cundinamarca, Tunja y Cartajena se declararon independientes de España en 1812. Pero no significó el fin de las luchas entre los patriotas, al igual que la Junta Suprema de Caracas, donde en el año 1811 se declaró la independencia, también se sumergió en las luchas fraticidas. Es de ser destacado que asumió el gobierno el General Francisco de Miranda, brillante militar nacido en Caracas, que había combatido en España, África, Rusia, Francia, Cuba y los Estados Unidos de Norteamérica.

Político altamente imbuido de las ideas de las revoluciones francesa y americana, fue el primer visionario de la idea de la Gran Colombia. Sin embargo no pudo escapar al destino de la mayoría de las revoluciones americanas que eran derrotadas, renacían y volvían a ser sometidas. La deserción en sus filas y las pujas políticas internas lo llevaron a capitular. Algunos jefes patriotas se salvaron de la debacle a tiempo como Simón Bolívar que pasó a Jamaica.

En Chile se vivió durante los años 1810 a 1814 la instalación de un gobierno independiente. Desde 1811 funcionó el Congreso Nacional donde también se produjo el enfrentamiento entre los partidos Conservador y Radical. No se declaró la independencia, pero se dispuso de autoridades públicas propias. La expedición enviada por el Virrey Abascal desde Lima, para reponer el orden real y sus autoridades derrotó a las fuerzas patriotas en Rancagua en octubre de 1814.

La realidad de la Emancipación Americana fue muy complicada. Las revueltas y revoluciones que se iniciaron triunfantes fueron sofocadas una a una, no solo por las tropas realistas sino por los múltiples conflictos intestinos, la falta de experiencia política y muchas veces por la incapacidad para conducir las acciones militares bajo un mando unificado.

Las provincias Unidas del Río de la Plata, fue el único y último  bastión triunfante, que declaró su independencia de España el 9 de julio de 1816, con esta frase: que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que las ligaban con España, recuperar los derechos de que fueron despojadas, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente de Fernando VII, sus sucesores y metrópoli.

En 1815 el Ejército patriota había decidido iniciar la tercera campaña del Alto Perú (actual territorio de Bolivia), que fue el último intento importante para recuperar ese territorio En ese tercer intento, el ejército bajo el mando del General José Rondeau, avanzó hasta Cochabamba y Potosí, triunfó en Puesto de Marqués, pero fue derrotado en Vuelta y Media y Sipe-Sipe. El enemigo no era solamente el bando realista sino que estaba radicado en la indisciplina, la desorganización y el libertinaje que reinaba entre la tropa, sumado a las desinteligencias, con Martín Miguel de Güemes y Carlos María de Alvear. Se iniciaba de esa forma, la Guerra Gaucha o guerra de recursos, con la caballería irregular al mando de Güemes, luego transformada orgánicamente en el Regimiento de Los Infernales, cuya misión era el cuidado de la frontera con el Alto Perú, impidiendo la penetración de las tropas realistas.

Las fuerzas militares de las Provincias Unidas, en 1814 habían obtenido sin embargo, dos victorias fundamentales, una, fue la supremacía naval en las aguas del Río de la Plata y el Uruguay lograda por el Almirante Brown, con la contundente victoria en el combate naval del Buceo o Montevideo, que posibilitó posteriormente la caída de la plaza fuerte de Montevideo. Esta segunda victoria cambió el poder territorial y de fuerzas en la región del antiguo Virreinato del Río de la Plata.

Ambos triunfos sobre el poder realista en la Banda Oriental, obligaron a Fernando VII a cambiar los planes y la Expedición al mando del General Pablo Morillo que estaba destinada a sofocar la revolución en Buenos Aires, se desvió hacia Venezuela.

El Bajo Perú, fue la única excepción donde no triunfó ningún movimiento emancipador. La ciudad de Lima -capital del Virreinato del Perú- se convirtió en la plaza fuerte y pilar del poder realista en la América del Sur. Lo expuesto guarda directa relación con la figura de José Fernando de Abascal, virrey en el período 1806 a 1816. Militar de profesión con actuación en Cuba, África y la guerra del Roussillon. Además de ser un hombre de armas y un gran estadista político fue un agudo e incansable administrador, que se caracterizó por sus obras edilicias, el orden imperante posibilitó la apertura cultural, suprimió la Inquisición y creó la Academia de Dibujo y la Academia de Medicina, construyó una fábrica de armas y fortificó la fortaleza de El Callao. Recorrió gran parte del territorio y dirigió la campaña contrarrevolucionaria frente a las sublevaciones de Quito, Cuzco y Arequipa. Con su política intransigente no vaciló en actuar con crueldad y dureza, contra los movimientos independentistas que surgían. 

Los ejércitos patriotas rioplatenses sufrieron el desgaste de las tres expediciones al Alto Perú, donde enfrentaron tropas aguerridas conducidas por jefes competentes y astutos como Goyeneche, Pío Tristán y Pezuela. Sin duda, también tuvo sus eclipses, porque Fernando VII, tomó nota de las derrotas de Salta y Tucumán y, del indomable Río de la Plata, que volvía a rearmarse secuencialmente y pasaba de una retirada a la nueva ofensiva en el Alto Perú en poco tiempo.

Así se describe la situación en 1816 en América, con España enviando continuamente ejércitos de miles de efectivos para cambiar los acontecimientos, pero sin obtener un resultado favorable definitivo en sus dominios ya que la situación era pendular, sin supremacía total de ninguna de las fuerzas en lucha, En el período 1811 a 1819 se enviaron desde España 40.000 hombres y ello muestra que para la Corona Española la guerra a largo plazo era insostenible. Al llegar el año 1820 se calcula que había más de 80.000 soldados españoles en nuestro continente, y sin embargo la emancipación de los pueblos americanos continuaba afirmándose, día a día, con el surgimiento de nuevos focos insurrecciónales.

Las deserciones entre las tropas reales eran frecuentes, originadas en el hecho que solamente un treinta por ciento de los numerarios eran españoles y que en la composición de las unidades militares había dos criollos por cada hombre nacido en España.

La estrategia del General José de San Martín, de llevar la contienda fuera del territorio del Virreinato del Río de la Plata será la novedad que rompe el equilibrio de fuerzas y comienza a inclinar los resultados a favor de la causa americana, a ese movimiento se le sumaría posteriormente el General Simón Bolivar, que cierra la campaña libertadora.


(A) Triunfo de la Independencia Americana, 1825, grabado coloreado de autor anónimo. 38 x 28 cm. Museo Histórico Nacional.

Debajo del grabado, dice: "Explicación. El genio de la Independencia Americana coronado por manos de la Prudencia y de la Esperanza y llevando en las suyas el símbolo de la Libertad, empieza su carrera triunfante. Seis caballos tiran de su carro, en representación de las Repúblicas de MEGICO, GUATEMALA, COLOMBIA, BUENOS AIRES, PERU Y CHILE. La Templanza y la Justicia los dirigen. Los genios de las Artes y de las Ciencias adornan este grande e interesante espectáculo, en tanto que la Abundancia y el Comercio ofrecen  con el emblema de la Eternidad y de la Unión, el feliz presagio de la suerte futura de América".