miércoles, 1 de mayo de 2024

El primer empréstito, Rosas y las Malvinas - Revista Todo es Historia

En el N° 675 de la revista Todo es Historia del mes de abril de 2024, fué publicado el siguiente artículo sobre el primer empréstito, Rosas y las Malvinas, de autoría del director de este Blog, Norberto J. Chiviló.

Observación: En primer término se publica el escaneo de las páginas de la revista correspondientes al artículo.

Como su lectura puede ser dificultosa para algunas personas, por la medida de las letras, a continuación está la transcripción del artículo con letra más legible.


Revista Todo es Historia

Todo es historia

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Islas Malvinas

Fragata Heroína

Malvinas

Revista Todo es Historia

Norberto Chiviló

Todo es Historia

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1825 -1852 EXPANSIÓN BRITÁNICA EN EL ATLÁNTICO SUR

EL PRIMER EMPRÉSTITO, ROSAS Y LAS MALVINAS

                                                    por Norberto Jorge Chiviló


Para abordar este tema, es necesario un breve pantallazo y ubicarnos en el tiempo y lugar, para analizar la historia.


El empréstito de la Baring Brothers

Durante el gobierno de Martín Rodríguez al frente de la provincia de Buenos Aires y a instancias de su ministro de Gobierno, Bernardino Rivadavia se autorizó por ley del 28 de noviembre de 1822 la contratación de un empréstito con la finalidad de construir un puerto en Buenos Aires, dotar de agua corriente a la ciudad y fundar tres pueblos en la frontera. Su contratación se efectivizó el 1° de julio de 1824 con la banca inglesa Baring Brothers & Co., por 1.000.000 de Libras esterlinas ( £ ), a un interés del 6% anual. Del £ 1.000.000, por las cuales Buenos Aires quedó endeudada, solo se “recibió” la cantidad de £ 560.000, ya que al monto originario se le descontaron “comisiones” e intereses cobrados por adelantado. El pago de la deuda estaba garantizada con la totalidad de las tierras públicas de la provincia. Ese empréstito fue un verdadero fraude.

Estos préstamos que se hicieron por intermedio de distintas bancas inglesas, a las jóvenes repúblicas americanas, tuvieron por finalidad de convertir a Inglaterra en acreedora y así lograr la dominación económica de estos nuevos países.

Pero eso no es todo, ese importe no vino en metálico, sino en una ínfima cantidad, sino que lo fue a través de documentos a descontarse por los comerciantes ingleses de Buenos Aires.

Roberto de Lafèrrere, dice acerca de la suma recibida: “…fue una suma irrisoria, como que la operación real consistió principalmente en emitir documentos de crédito sobre los comerciantes ingleses de la plaza: ingleses de nacionalidad, pero con capitales formados o acrecidos en el país. Los ingleses, pues, nos prestaron lo nuestro y después nos lo cobraron con intereses como si fuera de ellos”.

Si bien en un principio se hipotecó solo el territorio de la Provincia, incomprensiblemente, después y durante la presidencia de Rivadavia, la garantía se extendió a todo el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata. El Dr. Salvador María del Carril que era su ministro de Hacienda por nota del 27 de abril de 1826, dice: “Comunico a los señores Baring Brothers y Cía. que tomaba medidas para asegurar el servicio, haciéndoles notar que el empréstito estaba ahora garantido por todo el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata.”

Anualmente, debían abonarse los servicios de esa deuda. Cuando Dorrego fue Gobernador, para hacer frente a esos pagos, debieron venderse las fragatas Asia y Congreso, que se estaban alistando en Inglaterra, para intervenir en la guerra contra el Brasil.

Raúl Scalabrini Ortíz, afirma: “Los servicios de este empréstito se cumplieron hasta el 1° de julio de 1827 y permanecieron suspendidos hasta 1857, con excepción de varias mensualidades pagadas por Rosas en los años 1846, 1850 y 1851 y que en total sumaron según las cuentas de Woodbine Parish £ 43.965.”


Estados Unidos en la isla Soledad        

Durante el primer gobierno de Rosas, el 31 de diciembre de 1831 se produjo un atentado a nuestra soberanía cuando la fragata estadounidense Lexington al mando del capitán Silas Duncan, llegó a las islas Malvinas. La agresión, consistió en un ataque armado y el saqueo contra el asentamiento argentino de la isla Soledad, como represalia por el apresamiento de tres goletas estadounidenses que se encontraban cazando focas sin haber abonado los derechos de pesca a las autoridades argentinas. Ese artero ataque originó la protesta de nuestro gobierno a la potencia del norte. El reclamo argentino fue rechazado y el cónsul estadounidense fue expulsado de Buenos Aires, interrumpiéndose así las relaciones diplomáticas entre ambos países.

El representante de Estados Unidos aconsejó a sus autoridades que declararan la guerra a la Confederación, cosa que no ocurrió afortunadamente.


La usurpación de las Malvinas

Finalizado el mandato de Rosas como gobernador de la Provincia, el 17 de diciembre de 1832, fue sucedido en el cargo por el brigadier general Juan Ramón González Balcarce.

El 3 de enero de 1833, se produjo otro atropello inglés en nuestras islas Malvinas, cuando fuerzas inglesas que arribaron con la corbeta HMS Clio -al mando del capitán John James Onslow-, poderosamente armada con 18 cañones, desalojaron a la pequeña guarnición que allí se encontraba y se establecieron en el lugar, usurpando así el territorio nacional. Se imponía el “derecho” del fuerte y poderoso. Ninguna responsabilidad podemos atribuir al Gobierno de Balcarce por este hecho, sino a la política imperialista británica, que utilizó a estas islas como punto de recalada y abastecimiento de sus naves que surcaban todos los mares del mundo y sobre todo teniendo en cuenta que las islas se encontraban en un lugar estratégico del Atlántico Sur, cercanas al Estrecho de Magallanes y al Cabo de Hornos, lugar de paso hacia el Océano Pacífico.

El gobierno de Balcarce protestó inmediatamente por tal usurpación al encargado de negocios británico en Buenos Aires, efectuando también los reclamos pertinentes por intermedio del ministro argentino acreditado ante la Corona británica, Dr. Manuel Moreno.

Sin importarle que desde 1825 se había firmado un tratado de amistad y comercio entre nuestro país y Gran Bretaña, se produjo el atropello británico a la joven república americana, ocupando sin derecho, parte de su territorio insular.


El segundo mandato de Rosas

Rosas volvió al poder, el 13 de abril de 1835. A finales de 1836 le exigió al gobierno británico una respuesta al reclamo que había hecho Moreno y volvió a insistir en diciembre de 1841. Durante todo su gobierno, en sus mensajes anuales a la Legislatura hacía referencia a la cuestión Malvinas, manifestando la confianza en recuperar aquél territorio y ratificando también nuestros derechos sobre las islas.

En el mensaje que corresponde al 27 de diciembre de 1837, hizo referencia al empréstito: “... pesa sobre el gobierno la dificultad de sus compromisos con el empréstito de Inglaterra. Las reclamaciones de aquellos acreedores no pueden dejar de ser atendidas, si presentadas con dignidad vienen niveladas por los principios de una justicia distributiva. El gobierno desea con vehemencia arribar a una transacción, que en sí misma presente la posibilidad de su exacto cumplimiento. Para conseguirlo no omitirá ninguno de los medios que sugieran su razón y la prudencia”.


La situación internacional

A principios del siglo XIX, Inglaterra era la primera potencia, ya que su armada dominaba todos los mares -y las rutas marítimas- y por ende dominaba el comercio. Fué también la primera potencia industrial y de allí la necesidad de obtener materia prima para sus industrias y también la necesidad de colocar sus productos manufacturados.

Construyó un gran imperio -especialmente durante el siglo XIX-, con dominios y colonias esparcidas por los 5 continentes. Sus buques necesitaban lugar de amarre y abastecimiento en las largas rutas que debían surcar.

Cualquier pretexto era válido para lograr ganancias territoriales, establecer colonias, o bien obtener beneficios para su comercio. Muchas veces como ocurrió con nuestro país se valieron de partidos políticos, quienes los alentaron en sus empresas colonialistas o actuaron como auxiliares.

Francia que le iba a la saga, era la segunda potencia de la época. Los franceses, habían visto herido su orgullo nacional con la derrota de Napoleón y la caída del Primer Imperio que el sardo había creado, pero sus gobernantes después de la restauración monárquica, quisieron reverdecer viejos laureles y para ello fue necesario promover nuevas conquistas y al igual que los ingleses no escatimaron esfuerzos para lograrlo, para ello intervinieron principalmente en el sudeste asiático -Indochina-, en Argel, Méjico y otros.


La situación en Sud América

Ambas potencias -Inglaterra y Francia- también intervinieron en Sud América.

En la región del Plata, los franceses también crearon problemas a los dos países ribereños, la Argentina y el Uruguay. Con diversas excusas, dispusieron en marzo de 1838, el bloqueo del río de la Plata contra nuestro país y también intervinieron en las cuestiones domésticas uruguayas, promoviendo la caída del presidente Manuel Oribe en octubre del mismo año y su reemplazo por Fructuoso Rivera.

El conflicto que nuestro país mantuvo con Francia por el bloqueo, duró prácticamente dos años y medio, hasta que se firmó el tratado Arana-Mackau (1) el 21 de octubre de 1840.

En Febrero de 1843, Oribe al mando de tropas uruguayas y argentinas, puso sitio a la ciudad de Montevideo, convertida en una verdadera fortaleza, pero los sitiados recibían refuerzos y abastecimientos por el río, por lo que el 1°de abril, Brown al frente de la escuadra de la Confederación, la bloquea también por agua. 

El comodoro inglés John Brett Purvis, jefe de la escuadra inglesa con asiento en Sudamérica,  considera a Brown como súbdito británico y con la fuerza se opone a las acciones que Brown había emprendido contra los riberistas y al bloqueo, desconociendo el derecho de nuestro país al mismo, como lo establecía el derecho de gentes de la época. La oposición de Purvis era por “no reconocer el gobierno de S. M. B. (Su Majestad Británica) a los nuevos pueblos de Sudamérica como potencias marítimas autorizadas para el ejercicio de tan alto e importante derecho como el bloqueo”. A fin de evitar confrontaciones que pudiera derivar en una guerra con las potencias extranjeras, Rosas ordenó el retiro de la escuadra naval.


El reclamo de los bonistas ingleses

Durante su gobierno de Rosas al frente de la Confederación, se vio impedido de abonar los servicios de la deuda del empréstito Baring, porque debió ocuparse, entre otras cuestiones, de mantener numerosos ejércitos para enfrentar las agresiones externas e internas hacia la Confederación, como así también los bloqueos.

Los bonistas -bonholders- presionaban al gobierno inglés para que reclamaran al argentino y obtuviera el cobro compulsivo de la deuda, garantizada con todo el territorio de la entonces Confederación Argentina.

En el año del bloqueo francés (1) 1838, el Ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Arana en nota confidencial que había mandado a Manuel Moreno, le pidió que cuando hiciere el reclamo ante la Corona británica “respecto a la ocupación de las islas Malvinas, explorara con sagacidad sin que se le pueda trascender ser idea de este gobierno si habría disposición en el de S.M.B. a hacer lugar a una transacción pecuniaria para cancelar la deuda pendiente del Empréstito Argentino”.

“Entraba bien -dice Domingo Sierra- en la forma de ser de Rosas, un ofrecimiento que no lo comprometiera, pero que podría comprometer al gobierno británico, si forzado por los tenedores de títulos del empréstito, aceptaba la propuesta, para lo cual tenía que admitir la soberanía argentina sobre las Malvinas”.

El gobierno, trató de ganarse el apoyo de los "bonoleros” como llamaba Rosas a los bonholders, tenedores de bonos del empréstito, manifestando la imposibilidad de cumplir con el pago de las rentas del empréstito debido a los menores ingresos de aduana, por el bloqueo.

En Inglaterra se formó un Comité de tenedores de títulos de Buenos Aires, denominado Committee of Buenos Ayres bonholders, quienes presionaron al Gobierno británico a fin de que exigiera al gobierno francés el cese del bloqueo, que indirectamente los perjudicaba. Lord Palmerston, ministro inglés, exigió así en 1840 el cese del bloqueo francés, lo que finalmente ocurrió.

Terminado el bloqueo y como los pagos aún no se reiniciaban, el comité de bonistas y la Casa Baring nombraron de común acuerdo a Frank Palicieu Falconet (o Falconnet), para que se trasladara a Buenos Aires y reclamara al gobierno argentino y ejecutara las garantías, para lograr el cobro de lo adeudado. Es la época en que los acreedores de los países imperialistas pretendían cobrar las deuda al amparo de los cañones de sus barcos y en el Río de la Plata, justamente había una presión naval inglesa muy fuerte.

En efecto, para cumplir su misión, en 1842 llegó a Buenos Aires, el representante designado, Sr. Falconet.


El ofrecimiento de Rosas 

En el año 1880, el gobierno norteamericano, por intermedio de su representante diplomático acreditado en Buenos Aires, solicitó al gobierno argentino, le hiciera conocer una amplia información sobre la historia financiera, económica y monetaria de nuestro país. Ese trabajo le fue encomendado al Dr. Pedro Agote quien presentó un año más tarde el documento  oficial “Informe sobre la deuda pública”, en el que por primera vez salió a la luz el hecho de que Rosas había intentado cancelar el empréstito, con sus servicios adeudados que en esos momentos ascendía a la astronómica suma de 1.900.000 libras, dando en pago las islas Malvinas.

Alfredo Ortíz de Rozas, dice: “Los pagos se habían suspendido por quince años. La deuda ascendía a 1.900.000 libras o sea 9.500.000 pesos fuertes, que, al cambio de la época equivalía a una suma mayor de 200.000.000 de pesos moneda corriente; es decir, que la deuda sobrepasaba el monto total del presupuesto de gobierno en casi cinco veces, pues en 1842 era de 43.000.000 de pesos moneda corriente”. 

Continúa Agote: “Quiero hacer constar en este documento destinado a un gobierno extranjero, que los gobiernos de Buenos Aires y de la Nación no han perdido nunca de vista esta obligación, y que en medio de las guerras civiles y nacionales, que los han afligido en largos períodos de su existencia agitada, jamás han olvidado este compromiso de honor que, reconocido alternativamente por uno u otro, han cumplido como les ha sido posible, ofreciendo testimonios de honradez y desprendimiento de que no hay ejemplo en la historia de pueblo alguno que les aventaje” y continúa: “La relación histórica del empréstito inglés de 1824 es una prueba espléndida de esta verdad; y al consignarla en las páginas que siguen, cumplo un deber patriótico, al mismo tiempo que ofrezco un ejemplo de honradez republicana, que debe servir de regla para medir en todo tiempo y circunstancia, los compromisos nacionales.”

Dice el Dr. Agote que el gobierno de Rosas había encomendado a su ministro Manuel Insiarte hacer el ofrecimiento a Falconet y dice: “En desempeño de su encargo el ministro Insiarte manifestó a aquel señor (Falconet) en nota de 17 de febrero de 1843, las dificultades con que había tropezado el gobierno para hacer este servicio, y le anunció, en testimonio del deseo que le asistía de hacer un arreglo con los acreedores, haber autorizado al Ministro Argentino en Londres para hacer al gobierno de su Majestad Británica la proposición de ceder las islas Malvinas en pago de la deuda” y agrega Agote: “Esta nota abunda en consideraciones acerca de los derechos de la República a aquellas islas, y la confianza que tiene de que ellos sean reconocidos por el gobierno británico.”

La nota mencionada hace referencia “acerca de los derechos de la República a aquellas islas” o para decirlo en otras palabras, a los derechos de soberanía que nuestro país tenía sobre las islas y agrega “y la confianza que tiene de que ellos sean reconocidos por el gobierno británico.”

Por un lado el gobierno argentino ofrecía una posibilidad al pago de la deuda con la cesión de las islas Malvinas, pero por el otro el gobierno británico debía reconocer los derechos argentinos sobre ellas. Si la Corona Británica aceptaba el ofrecimiento argentino, estaba reconociendo que las islas eran argentinas, lo que era imposible para los ingleses.

En ningún momento existió acto alguno de Rosas que significara renuncia alguna a la soberanía argentina sobre las islas, sino todo lo contrario y prueba de ello es que el gobierno británico en el litigio nunca invocó este hecho como demostrativo de una renuncia a la soberanía de nuestro país. 

Cabe señalar que las notas cursadas por el gobierno argentino a su representante ante la Corte inglesa, Dr. Manuel Moreno, le solicita “Que en conformidad a sus instrucciones demande al Gobierno de S.M.B. una indemnización por el derecho a las Islas Malvinas y que entre en ésta el empréstito y sus rentas vencidas o por vencer” o sea reclame por las indemnizaciones que les  eran debidas a nuestro país por la usurpación de las mismas y que con ello se abone la deuda.

Moreno contesta que ha hallado tantas dificultades “que en verdad nos hace pensar que aunque la idea de esta transacción es absolutamente justa y razonable en su fondo, no hay al presente ninguna probabilidad de hacerla practicable. Mientras este Gobierno (el inglés) niegue la Soberanía de las islas a la República, como lo ha hecho hasta ahora, no hay medio de inducirlo a indemnizaciones por la cesión de aquel Dominio.”

Según Agote, Falconet no aceptó el ofrecimiento argentino “por no ofrecer la cuestión pendiente de las islas Malvinas un resultado pronto y favorable, habiendo el Ministro de Relaciones Exteriores de Inglaterra, Lord Aberdeen, rechazado todo reclamo a este respecto.”

Insiarte insiste en el ofrecimiento reiterando la legitimidad de los derechos de nuestro país a las islas “cuya cesión a los prestamistas ingleses era el medio más pronto y eficaz para cubrir esta deuda”.

Debemos destacar que ofrecimiento oficial al gobierno británico nunca existió y parece que tampoco hubo una exploración o insinuación “sagaz”.

En 1844, Rosas sabía que se acercaba una intervención franco inglesa y se ofreció a Falconet el pago de $ 5.000 mensuales, a fin de que los bonoleros cobraran parte de la deuda.

La cifra era exigua, pero mejor cobrar algo, antes que nada. Los tenedores de bonos cobraron la remesa, los bonoleros y la casa Baring Brothers mandaron al Gobierno de Buenos Aires una nota de reconocimiento. 

A raíz del nuevo bloqueo anglofrancés (2) de 1845, el 2 de octubre Rosas remitió un oficio a la Legislatura dando cuenta de la determinación adoptada: “que el injustificable bloqueo ...con infracción al derecho de gentes... ha venido a reducir en su mayor parte los ingresos del Tesoro público, privando así al gobierno de los recursos que tenía destinados para la mensualidad asignada en cuenta del empréstito... el Gobierno ha considerado indispensable necesario desde el 1° del corriente, suspender la entrega mensual...”

La Legislatura aprobó la suspensión “hasta que concluida dignamente la defensa de la independencia de la Confederación Argentina y desembarazado el estado de los compromisos que va a crear el injusto bloqueo... pueda continuar aquel pago en la forma acordada...” Esto causó un revuelo en Londres e hizo que parte de la población y de los medios periodísticos se opusieran a la intervención armada y presionaran a un pronto arreglo con el gobierno argentino, lo que finalmente sucedió.

Algunos autores (Pacho O'Donnell, Sierra, Rosa, etc.) que tratan el tema, afirman que Rosas, con astucia utilizó la cuestión en beneficio de nuestros intereses. Por un lado, alegando la real y verdadera disminución de las rentas de la Aduana, como consecuencia de los bloqueos a los que fue sometida la Confederación Argentina y a las guerras que debió sostener, manifestando la imposibilidad de abonar la deuda, presionando así a los bonistas ingleses para que a su vez estos lo hicieran sobre el gobierno británico para solucionar cuanto antes otras cuestiones con el gobierno argentino -como así sucedió años después-, cuando después de la Vuelta de Obligado presionaron a su gobierno, para firmar la paz.  Rosas trató de alargar el asunto y sacó partido de la situación.


La herida en el sentimiento argentino 

En 1939 Roberto de Lafèrrere escribió: “Los que en nombre del espíritu nacional, -la inmensa mayoría de los argentinos- reclamamos la reivindicación de nuestros derechos a las Malvinas, no nos hemos detenido nunca a considerar las ventajas positivas que nos aportaría su reintegración al país. Esas tierras, tienen para nosotros un valor ante todo sentimental, es decir principalmente vinculado al sentimiento de la dignidad argentina, ofendida por los piratas ingleses con un acto inicuo de despojo por la fuerza. Es en el despojo donde reside el agravio, y es el agravio lo que subleva el sentimiento nacional y lo ha movido, tantas veces, a exigir una reparación, desgraciadamente imposible por ahora”.

“Así pues, los argentinos hemos hecho de las Malvinas una cuestión, no de conveniencia, sino de honor. No hicimos la misma cuestión, aunque también se lastimasen nuestros sentimientos, cuando al adoptar la política del arbitraje admitieron nuestro gobiernos ceder otros territorios, en virtud de laudos adversos, a los vecinos que los habían puesto en litigio. Hemos sido dañados, sin duda, por esa política de debilidad y de transacción, pero no ofendidos. Es una política desventurada, no deshonrosa, que acatamos por voluntad propia, no por imposición extraña”.

“Si la Gran Bretaña desagraviase a la dignidad nacional, y, reconociendo los derechos argentinos a las Malvinas y la sinrazón de su atropello, buscara deshacer el entuerto, podríamos honorablemente aceptar negociaciones para llegar a un acuerdo de voluntades. Tal vez hoy, convertidas las Malvinas, por una tradición de 100 años, en el símbolo de la nacionalidad humillada por el extranjero, ningún acuerdo posible sería aceptables. Pero si la cesión de las Malvinas a Inglaterra, significase mañana  la liberación de la tenaza inglesa, que ha subordinado nuestros gobiernos a sus capitales por medio de la política conquistadora de los empréstitos en Londres, no creo que ningún argentino, ya lavada la ofensa, mantuviese una postura sentimental que nadie por otra parte, adoptó hace un año cuando fue entregada Yacuiba a los yanquis de Bolivia”.


Otro ofrecimiento

Efectivamente, en los años 1848 y 1849 en sus anuales mensajes  a la Legislatura, Rosas hace mención al ofrecimiento que se hizo a los accionistas de la Baring Brothers “a comprar de este Gobierno por quince años, con privilegio exclusivo, el derecho de disponer del huano y exportarlos de todas las islas y costas patagónicas; también el salitre, otras sales, barrilla, yeso, metales y la pesca de anfibios; debiendo entregarse la cantidad que abonen al Gobierno, en cuenta de pago del empréstito de Inglaterra y siendo obligación de los empresarios hacer respetar a nombre del Gobierno de la Confederación, el usufructo que por el término que se estipule, les conceda”.

En el mensaje del año 1848, daba cuenta de “los ataques contra la soberanía de la Confederación que prosiguen cometiendo en las costas patagónicas, en las Islas del Huano y en las otras de ese litoral, buques mercantes con banderas de naciones amigas, especialmente con la de la Gran Bretaña, como el de haberse establecido una población inglesa en el Estrecho de Magallanes”.

Evidentemente el ofrecimiento que se hace a los accionistas, además de tratar de solucionar el pago del empréstito, tiene por finalidad el ejercicio y reconocimiento de la soberanía argentina sobre el litoral atlántico.

En el mensaje del año siguiente hace extensivo la propuesta a la extracción del “carbón mineral y otras clases de combustible”, delimitando también la zona de la costa atlántica desde Bahía Blanca hasta el Estrecho de Magallanes.


Reafirmación de nuestros derechos

Algunos historiadores imputan a Rosas que nada hizo para reafirmar los derechos argentinos sobre las Islas Malvinas: con el afán de atacar a Rosas, se desconocen y ocultan hechos históricos incontrastables.

Durante su gobierno nuestro país no estaba en condiciones de recuperar aquellos territorios por la fuerza, sobre todo por ser Gran Bretaña la principal potencia marítima. Además porque nuestro país estuvo constantemente acosado por bloqueos, invasiones, intentos de disgregaciones territoriales y presiones de todo tipo.

Es interesante saber que se les enseña a los estudiantes sobre este tema. El diplomático francés Alfred de Brossard, que fue secretario del Conde Waleska, enviado en misión diplomática por Francia ante la Confederación Argentina en 1847, residió en Buenos Aires y, escribió un libro titulado Considérations historique et politiques sur les Republiques de la Plata dans leurs rapports avec la France et l’Anglaterre (Consideraciones históricas y políticas sobre las Repúblicas del Plata en sus relaciones con Francia e Inglaterra), publicado en París en 1850 y en Argentina, recién en 1942 con el título Rosas visto por un diplomático francés. Brossard, refiriéndose a la instrucción y a los exámenes que debían rendir los alumnos durante la época de la Confederación, dice: “Estos exámenes son públicos, tiene lugar anualmente, durante ocho días consecutivos, mañana y tarde, y versan sobre todas las materias de la enseñanza. Son precedidos o seguidos de discursos o, para hablar mas exactamente, de ampliaciones pronunciadas por los profesores sobre diversos temas, pero por lo general en el sentido de la mayor gloria de la joven América y de la política del general Rosas. Así una de las cuestiones mas largamente tratadas en el programa de geografía, es ésta: «Demostración de los derechos perfectos de la Confederación Argentina sobre el Paraguay, sobre la costa patagónica y las islas Malvinas; derechos injustamente rebatidos y desconocidos por las potencias europeas»”. O sea que a los alumnos se les enseñaba sobre los derechos que a la Confederación Argentina les correspondía sobre las Islas Malvinas y la costa patagónica, entre otros territorios. Vemos así la importancia que el gobierno de la Confederación asignaba a estos temas territoriales.

Cabe señalar también que durante su gobierno, Rosas mantuvo latente la cuestión Malvinas, a la que periódicamente se refería en sus mensajes anuales a la Legislatura. No solo eso, sino también efectuó varios reclamos. Así, en la protesta del 10 de marzo de 1842, presentada por el gobierno de la Confederación al de Gran Bretaña se expresa en forma terminante que “las Provincias Unidas, no pueden ni podrán jamás, conformarse con la resolución de S.M.B. que califica de injusta y contraria a sus derechos, y en consecuencia el Gobierno de las Provincias Unidas formula esta protesta y le da todo el valor que en el presente y en cualquier otra ocasión puedan tener”.

Como se ve, esta nota es de un valor extraordinario y evidencia la preocupación del gobierno de Rosas por todo lo que significaba afirmar los derechos de soberanía sobre las islas Malvinas.

También por intermedio de Felipe Arana, dispuso que se realizaran investigaciones en archivos españoles, especialmente el de Simancas, a fin de obtener datos y documentación con el objeto de apoyar la tesis argentina sobre la soberanía de Malvinas.


La cuestión después de Caseros

Dice Vicente Sierra “Fué Juan Manuel de Rosas el gobernante que con más tesón y durante más tiempo mantuvo la afirmación de los derechos argentinos sobre las Malvinas. Pasaron luego por la primera Magistratura del país Urquiza, Derqui, Mitre, Sarmiento, Avellaneda; ninguno de ellos se ocupó del asunto. Solo en 1884, siendo presidente de la república el general Julio A. Roca, al recibir una reclamación del ministro británico en Buenos Aires, Mr. Edmundo Monson, porque en algunos mapas del país, figuraban las Islas Malvinas, como formando parte de la Nación Argentina, pidió antecedentes sobre el asunto, oficialmente olvidado. Para el estudio de la cuestión se recurrió a un legajo importante sobre Malvinas, de puño y letra de Rosas, en el  que se encontró toda la documentación oficial sobre el debatido problema. Dicho legajo estaba en poder del Dr. Adolfo Saldías, quien lo entregó al general Roca, el cual, dada la gravedad de los hechos volvió a a reclamar en defensa de los derechos argentinos ante la Corte de Londres, posición que el país ha mantenido hasta entonces, con el mismo tesón”.

Nótese la importancia que el gobierno de Rosas había dado al asunto de Malvinas, con la formación de ese legajo con todos los antecedentes que se disponían y que avalaban los derechos argentinos sobre las islas, además de contar el mismo con notas y comentarios manuscritos de su puño y letra.

Domingo F. Sarmiento, cuando se encontraba expatriado en Chile, escribía el 28 de noviembre de 1842 en el diario El Progreso “La Inglaterra se estaciona en las Malvinas, para ventilar después el derecho que tenga para ello… y seamos francos, no obstante esta invasión de la Europa sobre nosotros nos sea perjudicial y ruinosa, es útil a la humanidad y al comercio…”


Conclusión

El primer empréstito fue cancelado recién en 1904 y se abonó 8,64 veces más de su valor.

Cabe aquí transcribir las palabras que Don José de San Martín, le dirigiera al Restaurador: “jamás he dudado que nuestra patria tuviese que avergonzarse de ninguna concesión humillante presidiendo Usted a sus destinos”.

Notas:

(1) Sobre el bloqueo francés, ver Chiviló, Norberto J. “En tiempos de Rosas, la Convención Arana-Mackau” en Todo es Historia N° 657 octubre de 2022.

(2) Sobre el bloqueo anglo-francés, ver Chiviló Norberto J: “La convención Arana-Southern, una victoria de la diplomacia argentina” en Todo es Historia N° 652 de mayo de 2022.


Fuentes

Fitte, Ernesto J., Crónica de Rosas, Ed. Fernández Blanco, 1975.

Lafèrrere, Roberto de, El Nacionalismo de Rosas, Ed. Haz, 1953.

Mabragaña, M. Los Mensajes - Historia del desenvolvimiento de la Nación Argentina redactada cronológicamente por sus gobernantes - 1810-1910, Tomo I (1810-1839), Tomo II (1840-1849). Publicación autorizada por la Comisión Nacional del Centenario.

O'Donnell, Pacho, Juan Manuel de Rosas. El maldito de la historia oficial. Bs. As., Planeta, 2002.

Ortiz de Rozas, Alfredo. Rosas, las Malvinas y nuestras desmembraciones territoriales. Revista del Instituto Juan Manuel de Rosas de Investigaciones Históricas, N° 13, octubre de 1948.

Rosa, José María. Historia Argentina, Tomo V, La Confederación (1841-1851). Bs. As., Oriente.

Saldías, Adolfo. Historia de la Confederación Argentina, Bs. As., Oriente.

Scalabrini Ortiz, Raúl. Política británica en el Río de la Plata. Bs. As., Clarín, La biblioteca argentina, 2001.

Sierra, Vicente. Historia de la Argentina, Tomo VIII, Época de Rosas, Primera Parte,1829-1840. Bs. As., Editorial Científica Argentina, 1969.